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Signos de que se avecina una tormenta

Signos de que se avecina una tormenta

Escrito por: Antonio Valderrama11 enero, 2022
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Se dice que cuando en una isla tropical o en algún lejano confín del Índico la naturaleza retiembla avisando de un terremoto al que seguirá inevitablemente un maremoto, sólo los animales no parlantes son capaces de escucharla. Y de hacerle caso. El mar se retira extraordinariamente de la costa. Los monos se suben a las copas de los árboles más altos. Los felinos, los cuadrúpedos, todo bicho viviente sale pitando a buscar colinas y elevaciones, lugares seguros. Los pájaros alzan el vuelo. El aire y la tierra hablan, pero sólo los que no se escuchan a ellos mismos son capaces de atenderlos. La cosa, en fin, es un maricón el último antes de que llegue el tsunami y lo arrase con todo. El Madrid es lo más parecido que existe a un tsunami en el mundo de los hombres. Por eso cuando enfila la carrera de los títulos, cuando, digamos, muestra empaque de campeón, se producen también algunos fenómenos curiosos en la jungla humana. El más llamativo, en estos últimos años, es la locuacidad que posee súbitamente a Piqué.

Piqué

Gerard Piqué fue un central formidable, lo apuntaba desde que lo pescó Ferguson en La Masía, siendo adolescente. Elegante, arrogante, virtuoso con los pies, modernísimo «en la salida de balón»; de una planta admirable, poderoso en el aire, atrevido en la brega, bueno al corte, en fin, un compendio de las mejores virtudes de los centrales modernos, con el carácter ganador de la mejor generación de futbolistas españoles de todos los tiempos y el desparpajo propio del niño pijo de Barcelona que nace sabiendo que el mundo está para servirlo. Confirmó largamente su calidad cuando Guardiola lo trajo de regreso a Barcelona, tras foguearse con Cristiano Ronaldo en Manchester: pocos jugadores pueden decir que han compartido vestuario con los dos jugadores que han reinventado el fútbol y además, en su prime. Formó con Ramos la mejor pareja de centrales del fútbol de selecciones contemporáneo y con el tiempo siguió apuntalando los éxitos del menguante Barcelona de Messi hasta que poco a poco, como la propia gloria del equipo del que formaba parte, se convirtió en un meme. El proceso de memetización fue parejo a su transformación mediática: hizo de su cuenta de Twitter su viñeta en El Jueves personal.

El proceso de memetización fue parejo a su transformación mediática: Piqué hizo de su cuenta de Twitter su viñeta en El Jueves personal

El Madrid juega mañana contra su Barcelona la semifinal de la Supercopa de España. Yo lo entiendo bien: desde antiguo los pueblos vencidos, sometidos o que temían serlo pronto ante la vecindad de un gran peligro, han cantado para quitarse el miedo de encima. Cantando se digieren mejor la impotencia y la tristeza. El que canta sus males espanta, dice el pueblo sabio. Es el mismo mecanismo que lleva a pitar e insultar al mejor jugador del equipo contrario. Se odia a quien se teme y la burla, o la sátira, son en último término armas defensivas del más débil contra el más fuerte. Cuando los galos llegaban a la vista de un ejército enemigo empezaban a pegar unas voces horrorosas y a golpearse el cuerpo en actitud amenazante, hasta que un día tuvieron enfrente a una legión romana que acalló el griterío hincándoles mil venablos a la vez en el pecho, en un suspiro.

Piqué y Casemiro

Digamos que, ahora, el venablo es Vinícius y quien lo empuña es el Madrid de Ancelotti. El miércoles, en Arabia, puede pasar de todo porque esto es fútbol y el fútbol es la vida en miniatura pero el Madrid, en este punto de la temporada, es un equipo asentándose, que sigue creciendo. Un equipo con molde, con estructura, que tiene que acabarse todavía, pulirse, pero al que los vaivenes no hacen colapsar y que de día en día afirma su paso y encarrila con alegría el tramo decisivo del curso. El Barcelona, en este caso, es todo lo contrario. Xavi, que es un melón sin abrir, no iba a hacer magia: bastante tiene con meter a su equipo en la Copa de Europa. El Barcelona está calcando la temporada lopeteguiana del Madrid, la primera de luto por el héroe ausente. Se fue Ronaldo y el Madrid, aun con mucho mejores mimbres que el actual Barça, erró sin alma durante meses, porque si algo ha demostrado la historia reciente de Europa es que a las caídas de los grandes imperios les sucede al menos un siglo de desintegración, de caos y de miseria. En fútbol, un siglo es un año.

Tanto en la victoria como en la derrota Piqué es un acabadísimo producto sociocultural de la Cataluña contemporánea

Es verdad que el Madrid tiene pendiente una buena revancha contra el Barcelona pero no es menos cierto que esa, la vendetta particular, la goleada entusiasta y rencorosa, tampoco es la especialidad de la casa blanca. En todas las últimas buenas palizas barcelonistas al Madrid ha estado Piqué. Y protagonizando un papel nada discreto. Piqué, que lleva en la sangre el don de la oportunidad y la listeza ladina propias de la burguesía catalana, vio la ocasión de encarnar al que apuntilla al gran toro madridista cuando todo era vino y rosas en «Can Barça». El traje le venía que ni pintado pues el muchacho siempre apuntó maneras clównicas. Dejó para la historia la manita al aire en el Camp Nou y chicotazos con ácida chispa en el Bernabéu, en donde se acostumbró a entrar con andares y actitud de amo. Entonces podía, porque para ser chulo, le escuché a uno una vez, hay que poder y saber.

A pesar de formar parte distinguida de la primera gran quinta winner de la historia barcelonista, Piqué sigue sin poder olvidarse del Madrid bajo ningún concepto

Pero ahora no puede y entonces se deja ver que Piqué tampoco sabe. Sus últimas temporadas también están dejando fotos icónicas. Sin embargo, en ellas, ahora siempre sale arrastrándose por el suelo como Messala detrás de Ben Hur en la carrera de cuádrigas: enganchado patéticamente a la camiseta de Mbappé o colgado de una uña del dorsal de Iñaki Williams, por no contar con los goles en propia puerta y sus estampas neoclásicas en cada catástrofe europea del Barcelona tardomessiniesta. Piqué será el líder de una defensa abigarrada que tendrá que defender al ataque más goleador de España y al sexto más goleador de Europa: el Madrid lleva tantos goles como el Chelsea, campeón de Europa, y más que el PSG de Messi, Neymar, Mbappé y Mauro Icardi. Que otra cosa no, pero goles en partidos de chichinabo acumulan, a lo tonto, de sobra. Esto, imagino, dará algo de aprensión a Piqué. Si algo ha demostrado su naturaleza dicharachera a lo largo del tiempo es que a pesar de formar parte distinguida de la primera gran quinta winner de la historia barcelonista, sigue sin poder olvidarse del Madrid bajo ningún concepto. Ni cuando ganaban dejaba de ver al Madrid con el Tuiter abierto, así que ahora que se arrastran por el inframundo de la élite como la corte de un rey en el exilio la cosa sube de grado hasta reflejar en su crudeza lo que contiene el paisaje inconsciente del barcelonista (a pesar del millón de títulos ganados en los últimos diez años): una Troya ardiendo saqueada sin parar por cientos de soldaditos blancos.

Piqué Iñaki Williams

La parlanchinería de Piqué es como digo uno de los signos que anuncian un Madrid potencialmente campeón. En 2017 la montó con los árbitros y no sólo en Tuiter. Para los anales de la comedia nacional quedará el numerito de Villarreal, señalando a Tebas, que estaba sentado en el palco. Tanto en la victoria como en la derrota Piqué es un acabadísimo producto sociocultural de la Cataluña contemporánea. A Pla le daría vergüenza y como de vez en cuando hacía para describir a algún paisano particularmente representativo, seguramente le dedicaría una sucinta línea en su cuaderno gris con tres adjetivos precisos y crueles como tres clavos en un madero: pueblerino, protervo, liliputiense. Piqué participa de la doblez esquiva de Guardiola pero carece de su refinada esgrima verbal, por lo que su maldad se diluye y se queda en gaseosa de marca blanca. Hay por Tuiter un vídeo en el que uno se pregunta la razón por la que quitan el retrovisor del autobús del Barcelona cada vez que llegan a un estadio: la respuesta es una serie de cabezazos de Piqué contra el espejo cada vez que baja sin mirar, absorto en el móvil. En lugar de dejar que aprenda a esquivarlo para la siguiente vez, mandan al chófer a quitarlo para que el niño no se haga daño. Serviría para una metáfora política de la relación entre las élites de Madrid y Barcelona pero este artículo ya se me está haciendo demasiado largo.

 

Fotografías Imago.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

14 comentarios en: Signos de que se avecina una tormenta

  1. Fantástica reflexión.

    Gerardito Piqué Bernabeu, gran central en el pasado, ha demostrado sobradamente ser un niñato que nunca ha sabido ni perder ni ganar.

    Yo también espero una goleada mañana, pero conociendo el percal del fútbol español y el estercolero arbitral y "varico"... me espero cualquier cosa.

    Saludos a toda la gente de bien.

  2. La vergüenza ajena es lo que define a éste muchacho y a todo el antimadridismo.
    Los seguidores acerrimos de ésta cultura son capaces de creerse las mentiras más locas con tal de seguir agarrados a "aquellos maravillosos años".
    Deben seguir existiendo los "Stoichkovs", "Joanes Gaspares "y ahora "Piques".Al madridismo nos hacen la vida cotidiana más alegre.

  3. Me vale con ganar. Por desgracia el Madrid hace tiempo que carece de colmillo con el Barcelona, así que no veo al equipo buscando una goleada. Somos superiores pero habrá que remangarse, no creo que los vayan a regalar nada.

  4. Suscribo de punta a cabo la carta del Sr. Chema. Madridismo y sintaxis. Si los comentarios a los estupendos artículos de este medio se convierten en un lodazal de insultos, groserías, y/o chaladuras, esto deja de tener la menor gracia. Este apunte no sólo va por el pobrecillo ese del 82. Es también para consumo interno. Un saludo a todos.

  5. Estoy totalmente de acuerdo con el artículo de Antonio Valderrama: "Signos de que se avecina una tormenta".
    Asimismo, coincido con el comentario de Chema, en
    su carta a los administradores de La Galerna.

  6. Una opción más que posible ,y que no me sorprendería nada , es una victoria del Barcelona mañana en Riad. Y ,ya puestos , ganar la final al otro equipo madrileño. Si ello ocurriese, ojalá que no, tampoco tengo duda que será una orgia de elogios y parabienes hacia los azulgrana. Punto de inflexión para un futuro culé maravilloso sería lo más comedido y suave que se podría leer-escuchar a través de los medios de comunicación. Y ya aviso que puede suceder.

  7. Chapeau, Valderrama.
    Un placer leer lo que uno piensa expresado por un maestro.
    Partido de mañana: como muchos por aquí, me conformo con ganar simple y llanamente. Dejemos la celebración de las goleadas para otros. El RM busca títulos, grandeza, fairplay; lo demás para los niños.
    Si ganamos, aún nos quedaría otro partido para ganar la copa. Vayamos paso a paso, amigos.

  8. Suscribo el pedido de @chema.
    Da gusto leer el artículo de Antonio Valderrama.
    Me parto de admiración y a veces de risa por cosas como: "El Madrid es lo más parecido que existe a un tsunami en el mundo de los hombres", o "...una Troya ardiendo saqueada sin parar por cientos de soldaditos blancos."

    Gerardito es tan chiquito que no vale la pena escribir ni dos palabras más de él.
    Es chiquito y mediocre como casi todo el periodismo deportivo actual, tanto
    en mi país (Uruguay), como en Argentina , latinoamérica y España.
    Es difícil hoy día encontrar medios como la Galerna.
    Me convertí en madridista en 2001, disfrutando del fútbol desplegado por los merengues del alma, que me ayudaron a soportar la falta de mi familia y el estrés de mi trabajo( Enfermería de emergencia). El Madrid y los madridistas tienen un lugar en lo más profundo de mi ser.
    Gracias por los artículos de la Galerna y los comentarios, los leo todos.
    Desde Montevideo, un gran saludo blanco a todos.

  9. Gerardito Piqué, el máximo exponente de la degradación de Cataluña. No sabe usté a quién está multando, señor agente. El burgués que necesita sirvientes andaluces, que en casa sólo hablamos catalán. El pijiprogre que insulta compañeros (cono), a periodistas (Gárgamel), escupe a un directivo (Cortés), etc. todo ello como dicen ellos "DE GRATIS". El triunfador a costa de España y lo español que defiende el derecho a decidir, una vez que tiene los bolsillos llenos. Pregúntenle qué idiomas estudian sus hijos en la escuela y se llevarán, o no, una sorpresa. Pregúntenle también el lanzamiento del próximo disco en catalán de su rumbosa esposa.
    El Graciosísimo Máximo Representante del humor dominante de Broncanos y Buenafuentes, de lo "vehicular", de lo "transversal", y demás payasadas y payasados. El puto amo de Tuiter, redes sociales, y la Copa Davis. El de la escuela de Guardiola y Hernández, capaz de reírse en la cara de los demás cuando gana sin ningún tipo de pudor, y de llorar a moco tendido y patalear cuando no le dan el caramelo de fresa a él o se lo dan a otros. El de rodear al árbitro, y fingir agresiones. Ese es Gerardito, más falso que un euro de madera.
    Sobre estos impostores está construido el Relato del FCB y de Cataluña que ha comprado toda España, con el imprescindible apoyo del periodismo nacional con"Catalunya", "Lleida", y "Mossus Descuadra". Si es ridículo tener que hablar y escribir en un idioma que no es el tuyo para quedar bien, es más ridículo todavía tener que poner el acentico de rigor. Hace 20 años que salí de la universidad y, por lo menos en la mía, no había asignaturas en catalán. Pero resulta que todos estos cretinos audiovisuales hablan catalán en la intimidad. Bochorno ajeno.
    Por eso es un placer verles, especialmente a él, arrastrarse por los campos de España y Europa recibiendo jarabe de humildad a base de goleadas y de chorreos que diría el otro.

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