Las mejores firmas madridistas del planeta

Paixao

Escrito por: Jon Navarro24 diciembre, 2023
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Os presentamos el cuento ganador de nuestro IV Certamen de Cuentos Madridistas de Navidad. 

Enhorabuena, Jon. 

 

 

Para Lucía, mi hija vikinga

 

Es la Navidad del año 2064 y la Semana Grande de las Peñas. Mientras el Bernabéu se ha convertido en un coloso de referencia mundial del deporte, y tras la creación en 2050 del Campus Universitario y Deportivo Real Madrid a las afueras de una capital que no deja de crecer, la Ciudad Real Madrid-Florentino Pérez es una impresionante urbe de hoteles, espectáculos, luces y entretenimiento, donde cada cuatro años se celebra la Semana Grande de las Peñas. Un Babel de pabellones erigidos por madridistas procedentes de todos los lugares, razas y credos del mundo van a mostrar con gastronomía y espectáculos su atractivo, a fin de aumentar el prestigio de sus peñas.

En la vieja Peña Di Stéfano reina el ambiente navideño, y un joven español llamado Carlos, conoce entre tanto aficionado a un chico brasileño que se llama Joao.  Un joven que vino a Europa a trabajar, creció profesionalmente, se casó hace poco y espera un hijo. Es feliz con su vida en España, pero aún conserva en las favelas una casita que perteneció a su familia.

Pasan las navidades y con ella La Semana Grande; pasan los meses mientras surge una amistad entre ambos jóvenes. Comparten largas conversaciones en las que Joao le va contando a Carlos cómo es la vida en aquellas ciudades atestadas: "Al otro lado del océano, junto a las grandes y lujosas ciudades de Brasil, aún existen favelas y pobreza..."

La imaginación de Carlos se ha excitado y quiere ir a conocer aquellos exóticos lugares. Su nuevo amigo brasileño le ofrece la vivienda que conserva allá en las favelas; él acepta, se toma un año sabático, y únicamente con lo básico como equipaje decide irse a vivir un tiempo en aquel lugar, no sin antes tomar buena nota de los consejos y condiciones que le impone su amigo Joao. "No lleves artículos de lujo, muéstrate humilde, busca cualquier trabajo por la zona y vive exclusivamente del dinero que ganes..."

Ha transcurrido el tiempo, y los meses en Brasil no pasaron en vano para Carlos. Encontró trabajo allí mismo, en las favelas, en un taller mecánico de motos (el abuelo de Carlos tuvo uno de esos talleres en un pueblo de Castilla, y todo lo que sabía se lo enseñó a su nieto). Aunque los ingresos sean pequeños, Carlos dispone de vivienda y lo suficiente para cubrir el resto de sus necesidades. Un par de veces a la semana hablan Joao y Carlos y, mientras el español le cuenta cómo transcurre su vida, Joao ríe.

Un día, a principios de diciembre, llega al taller de motos un hombre que dice llamarse Paixao, y al que todos tratan con afecto y respeto. Por el color de su piel se diría que es de ascendencia africana; tendrá entre 60 ó 65 años, nariz chata y ancha, una sonrisa simpática, contagiosa, y una enorme boca poblada de dientes grandes y blancos. Se dice que llegó hace años a las favelas y nadie sabe si tiene familia. Únicamente saben que es otro pobre más, y que lleva una motoreta tan vieja como él, pero más deteriorada.

Paixao entra en el taller y con su franca sonrisa pide que le arreglen la avería, pero el vehículo está muy acabado y le responden que el costo de repararlo será mayor que el precio de comprar una nueva. Carlos le pide al jefe que le permita, en sus ratos libres, trabajar en el taller y ocuparse él mismo de ir arreglando la moto del viejo. Carlos ha demostrado ser buena gente, trabajador de confianza, y su jefe acepta. Y es así como Carlos se pone a trabajar cada día al terminar su jornada, y sigue trabajando el fin de semana, que es cuando acude Paixao para ayudarle. Esto va tejiendo una amistad entre el español y el viejo, y cuando la moto está acabada, casi el día de Navidad, Paixao le pregunta con quién cenará esa noche. Carlos responde que está sólo y Paixao añade: "Como yo. No se hable más: lo celebraremos juntos en mi casa", y Carlos acepta.

El día de Navidad llega, y es extraño; hace calor, los turistas llenan las playas y la transpiración humedece la ropa, aun siendo fresca y ligera. Carlos se viste de blanco para la cena de Navidad en casa del viejo, que transcurre agradable: hablan de sus vidas y hablan de fútbol; hablan del Real Madrid... ¡Paixao sabe todo sobre el Real Madrid...! Conoce jugadores del presente y del pasado, conoce las gestas, los sufridos triunfos a fuerza de remontadas, y la excelencia personal que se requiere para formar parte de esa élite deportiva mundial.

¿Qué fue de este u otro jugador?, le pregunta Carlos a Paixao. ¿Qué fue de Vinicius Jr, quien también provenía de las favelas? Los ojos se le empañan al viejo y responde: "Estuvo muy bien aconsejado e invirtió bien su fortuna. Según se dice, con los beneficios que genera su capital va creando escuelas en todas las favelas de Brasil para educar a los niños en los valores del Real Madrid. De los rumores no sé cuánto pueda haber de cierto, pero en Brasil todos saben que esas escuelas, desde hace décadas, se han convertido en fábricas de hombres capacitados e íntegros".

-¡Que extraordinario!- responde Carlos-. Vaya tipo estupendo... Y además de ser una gran persona, también debe de ser un hombre muy rico...

-¡Lo es!- responde Paixao,- pero se dice que a él le interesa otro tipo de riqueza: la satisfacción de ayudar a los suyos.

-¿Y dónde vive ese tipo tan genial, Paixao?

El viejo responde:

-Según cuentan quiso volver a donde comenzó de niño, pero una vez acabó su carrera deportiva pasó tantos años fuera de los focos mediáticos, que al regresar nadie le reconoció. Y desapareció sin que sepan de él...

Los minutos van pasando rápidamente. Carlos quiere ir al baño, Paixao le indica la puerta pero Carlos se equivoca, y al entrar en otra habitación se encuentra con trofeos, medallas, copas, fotos colgadas de las paredes... Toda una vida de éxitos. Y es entonces cuando, al mirar las fotos, Carlos reconoce a un joven José Paixao de Oliveira, también llamado Vinicius Junior, que en pie, apoyado en el marco de la puerta, le mira sonriente con un gorrito de Papá Noel sobre su cabeza. Un gorrito cuya borla, blanca, deslumbra tanto como los dientes de su sonrisa o el blanco y noble corazón del viejo Vini.

 

Getty Images

 

8 comentarios en: Paixao

  1. Un cuento emocionante y ejemplarizante que transmite muy bien lo que hay detras de la filosofia del Real Madrid. Magnifico y original.
    Te mantiene atrapada hasta el final.
    Enhorabuena Jon ! Es maravilloso ..!

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Tweets La Galerna

"Un Madrid que es, además, el último refugio de la decencia en el océano pestilente del fútbol. En la mirada del viejo despunta por un instante el brillo inconfundible del orgullo".

Precioso. Como todo el texto. Gracias, Eduardo @lagav

¿Es posible olvidarse de los enemigos en la celebración?

No cuando los enemigos han traspasado todas las lineas rojas para evitar lo que ayer ya fue inevitable.

Lo piensa @antoniovv, y nosotros también.

No es por nada, pero no vais a encontrar por ahí celebraciones de la 36 como la que hay liada ahora mismo en nuestra web.

No se dirá que no avisamos.

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