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Memento mori

Memento mori

Escrito por: Antonio Valderrama14 diciembre, 2021
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En la película Memento, la ópera prima de Christopher Nolan, el protagonista tiene que reconstruir un horrible crimen a través de recuerdos fragmentarios, confusos y contradictorios. Rememorar le aturde porque padece un tipo extraño de amnesia que le hace olvidar, al despertar un nuevo día, todo lo que le ocurrió el día anterior. Esa es la razón por la que el infeliz protagonista se tatúa todo lo que va descubriendo. Su piel es su diario. Recordé Memento cuando Mateu Lahoz pitó el final del derby: el aroma del viejo crimen impregnó mis narices, llenando mi mente con las imágenes dolorosas de la temporada 2014-2015. La segunda temporada de Carletto en el Madrid.

Recordé Memento cuando Mateu Lahoz pitó el final del derby: el aroma del viejo crimen impregnó mis narices, llenando mi mente con las imágenes dolorosas de la temporada 2014-2015. La segunda temporada de Carletto en el Madrid

Yo aquel año me creí lo del triplete. Jamás había visto al Madrid jugar igual. Lo comento últimamente con mi hermano porque aquel año, como era costumbre nuestra entonces, veíamos todos los partidos juntos, en el bar de siempre. El clímax fue el partido de Granada, etapa que coronó un 3-1 al Barcelona de Messi, Neymar y Suárez y un 0-3 en Anfield: el Madrid de Ancelotti, campeón de Europa, evolucionaba con James hacia una fantasía animada que evocaba la majestuosidad de los primeros seis meses galácticos con Beckham. Se alcanzaron las veinte victorias consecutivas y la Liga parecía en el bolsillo allá por Navidad, fechas que contemplaron la apoteosis mundial del equipo en Marrakech con la victoria a cabezazos de Ramos sobre el equipo del papa Francisco.

Ancelotti

Como me parece obvio ahora, a siete años vista, la cosa acabó como acaban todas las historias de desmesura: la expectativa del triplete se convirtió en la realidad del nadaplete y el mejor Madrid desde Di Stéfano contempló, con la enfermería hasta los topes, cómo el trébol lo ganaba el Barcelona de Luis Enrique. Fue durísimo, casi un alejamiento personal definitivo del Madrid y del fútbol. Con razón algunos emperadores romanos se hacían recordar por un esclavo a cada poco la fugacidad de la vida: recuerda que eres mortal, amigo. Pensaba mucho en ello, el domingo por la noche, cuando al terminar Carletto y Modric se abrazaban alborozados tras derrotar al Atlético de Madrid y yo comprobaba que a estas alturas el título doméstico se perfila como un duelo entre el Madrid y la ciudad de Sevilla, igual que en los años de la II República.

El Madrid nunca ha ganado nada en diciembre, ni siquiera cuando Mourinho en su segunda temporada logró armar una máquina casi perfecta que le sacaba por Reyes diez puntos al mejor Barcelona de la historia

De aquel Madrid carlettiano, empero, se esperaba un fútbol barroco y audaz porque acababa de conquistar por fin el Santo Grial y Florentino se dio el gusto de añadir la sensación del reciente Mundial de Brasil a un equipo mayúsculo reforzado además por el mejor centrocampista de la Alemania campeona del mundo. De este Madrid postzidanista al que Ancelotti parecía llegar como un náufrago rescatado de las inhóspitas aguas del río Mersey no se esperaba gran cosa. La solidez y la rotundidad de sus resultados andando ya la mitad del mes de diciembre no son cosas menores. Invitan a soñar, a pensar en cotas más altas, en primaveras luminosas. Eso en el Madrid significa siempre soñar con la Copa de Europa. Sin embargo el Madrid nunca ha ganado nada en diciembre, ni siquiera cuando Mourinho en su segunda temporada logró armar una máquina casi perfecta que le sacaba por Reyes diez puntos al mejor Barcelona de la historia. Llegó abril y la distancia se redujo a lo que ocupa un aliento. La Liga se ganó pero por el camino se perdió la oportunidad de la Décima. Aquel equipo iba mucho más sobrado que éste, de fondo y forma en la plantilla. Lo que tiene por delante Ancelotti con este Madrid ufano que da la sensación de ser invulnerable es una gestión del tiempo peliaguda, sólo al alcance de un tipo que lo ha visto todo en el fútbol y en la vida.

Ancelotti y Modric

Tengo miedo. El 2015 es una de mis pesadillas recurrentes.

Si hay algo más inseguro y frágil en esta vida es una ventaja gruesa en el campeonato liguero. El Madrid puede atestiguarlo como víctima y como beneficiario de estrepitosas caídas. La Trigésima, con Capello, no es sino la historia de una remontada inmortal. Pero también hubo otras, luego, casi tan memorables, aunque con final amargo. Zidane se estrenó como entrenador del Madrid recortándole once de los doce puntos que el Barcelona de Luis Enrique le sacaba en febrero de 2016. No fue suficiente porque el Granada se prestó a un biscotto lamentable. De igual modo la despedida del francés del banquillo del Madrid fue otra epopeya inconclusa, pues es difícil empeño luchar contra los altos poderes del Estado: una mano de Militao, que al lado de, por ejemplo, la del domingo de Busquets en El Sadar, es una cosa de risa, una pantomima, impidió que Zidane arramblara con otra Liga viniendo desde atrás, desde muy lejos, mordiéndole otros once puntos al líder y a la postre campeón, esta vez el Atlético de Simeone.

Tengo miedo. El 2015 es una de mis pesadillas recurrentes

Como la propaganda cruyffista ha trastornado la percepción social del juego, ahora es creencia común que «jugar bien» es una especie de garantía moral de la victoria. En caso de que jugar bien no sirva, se tiene el pretexto perfecto para disculpar cualquier error propio que pudiera haber influido en la no consecución final del éxito: la vida es injusta, ganan los malos, etc. En el universo moral del madridismo, tradicionalmente, hubo pocas excusas para las catástrofes. Por eso, habitualmente, tras una temporada en el dique seco de los títulos, ni siquiera ser Zidane te salva de la picadora de carne. Por jugar bien se entienden cosas muy raras desde la «renaixença» del cruyffismo por parte de Guardiola. Jugar bien ya es un fin en sí mismo, una meta, un objeto. Por eso en este mundo nuestro de hoy existen los Paco Jémez. Como, llegados al convencimiento de que uno es el mejor por el mero hecho de interpretar una partitura escrita ad hoc para sí mismo y con la que subvertir las leyes elementales del juego a conveniencia del espíritu del tiempo, cada vez que se pierde, nadie tiene la culpa, el Barcelona ha entrado en una espiral de autodestrucción total que ha desembocado en Xavi Hernández. De igual manera, en el Madrid, donde la filosofía de la disculpa nunca anidó del todo, cada cataclismo ha solido ir seguido de un desesperado esfuerzo por recomponerse: el ciclo victorioso de esta última década es la mejor prueba de esa salud, de ese músculo moral que todavía mantiene en forma al Real en unos tiempos en que el fútbol español se desmorona y su gran adversario afronta el abismo de la bancarrota y la Europa League.

Ancelotti en la diáspora

A lo que iba con lo de jugar bien es que Ancelotti es el primero que sabe que eso está muy bien y es muy bonito, pero que no basta. Que las Ligas se ganan en mayo y no en diciembre es un lugar común, pero al final, si uno lo piensa, la sabiduría primordial de la vida está condensada en esos lugares comunes que, para qué decir que no, si sí, son la decantación de la experiencia de muchos, muchos años. Ancelotti, que es hijo de queseros, sabe que había que vender el queso en invierno para cobrarlo en verano, y está en eso, en venderlo, porque en febrero viene el PSG con sus cabezas nucleares. Y la Copa del Rey. Toda la segunda vuelta, al final, siempre es una pista del aeródromo japonés de Okinawa. Se da la circunstancia, además, de que este Madrid suyo tan esencial, tan minimalista en la concentración máxima de talento, no dispone precisamente de una tropa infinita con la que derrochar energías. A él lo echaron ya una vez después de ser el factótum de un fútbol de cine: ya está muerto, así que no creo que tema morir dos veces. Memento mori.

 

Fotografías Imago.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

9 comentarios en: Memento mori

  1. No veo las condiciones para que se dé la remontada de algún rival. No está el mejor Barcelona, ni el mejor Atlético, y el Sevilla ha demostrado en Champions que no está para hacer maravillas.

    P.D:¿Tendremos portadas éste año sobre el "campeón de invierno"?

    1. Ya paso en 2015 con Carletto y paso antes con Queiroz, y en ambos casos la clave fue una corta plantilla y una escasa rotacion. Creo que la plantilla debe rotar en medida de lo posible, gente como Camavinga, Valverde, Nacho, Rodrygo o Jovic pueden aportar y hacet descansar a los titulares, y francmente no veo porque canteranos como Blanco o Gutierrez no puedan hacerlo.

      Para perder una liga que a mitad de temporada parecia ganada no hace falta mucho, solo una mala racha de 4 o 5 jornadas sin ganar y eso le puede pasar a cualquiera. Si ademas tienes al organizador o al que designa abotros en tu contra no es tan dificil.

  2. El madrid de 2015 empezó con una desventaja de 6 puntos con el barsa en la jornada 3. Luego entró en extasis y tras chorrocientas victorias seguidas se puso en +4 a final de año.

    Mantuvo a duras penas el +4 hasta final de Febrero, y en tres partidos seguidos se puso -4. (Empate en casa con el villareal, derrotas en camp nou y San Mamés).

    Luego ya no pinchó más y quedó -2 creo recordar.

    La película este año es muy diferente:

    1) El resultado no es fruto de la brillantez pura sino de un juego rocoso, esto es mucho más mantenible en caso de lesiones (con Carletto la única forma de rotar es via lesión).

    2) El único Rival vivo (el Sevilla), no se puede comparar en nada al Barsa de 2015, es un equipo de Europa League, que juega a lo mismo que el madrid pero sin talento, es rocoso, dificil de marcar y tiene posesión, pero cualquier partido es perdible por ellos. Igual le gana al Aleti que pierden en Granada. O sea el Sevilla como máximo va a sacar los mismos puntos que en la primera vuelta.

    Yo no veo posibilidades reales de que se nos escape la liga, supongo que la distancia de hecho irá en constante aumento todo el año, yo intentaría ir a por Supercopa y copa también y lograr el triplete local, luego en champions ya se verá.

  3. "una mano de Militao, que al lado de, por ejemplo, la del domingo de Busquets en El Sadar, es una cosa de risa, una pantomima, impidió que Zidane arramblara con otra Liga viniendo desde atrás, desde muy lejos, mordiéndole otros once puntos al líder y a la postre campeón, esta vez el Atlético de Simeone."

    Esto y el Madrid semi-finalista de Champions y hay gente en los medios que dicen que la temporada de Madrid fue muy mala. Muchos periodistas madridistas incluso. El rancor...

  4. Hay un par de detalles de esa liga del 2015 que para mi fueron esenciales: la marcha de Di María y en último momento de Xabi Alonso. Siempre he dicho que con Carleto se fué injusto porque le desarmaron la media cancha de la décima.

  5. Muy cierto lo que apunta RHM y si a eso añades que se cedió a Casemiro al Porto y,si mal no recuerdo,hubo una lesión larga de Modric que nos hizo mucho daño.Que jugamos contra la Juve en semis de champions con Ramos de mediocentro y perdimos.

  6. The Tinglao ya existía entonces y, obviamente, existe ahora. A partir de ahí , todo puede pasar aún más. Doping, covid, "àrbitres", mass media, VAR, biscottos, rivales, lesiones...en definitiva, son variables que según como se "produzcan" influirán en el desenlace de las competiciones. Europa la doy por imposible, aunque me imagino a los blancos dándolo todo en el campo...si en los despachos , de unos y otros, hay lo que hay...

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