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Fútbol y antifútbol

Fútbol y antifútbol

Escrito por: Antonio Valderrama30 enero, 2024
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Este pasado sábado, en The Guardian, Ceferin, el mandamás de la UEFA, concedió una jugosa entrevista al periodista inglés Nick Ames. En ella habla de sus siete años al cargo del órgano regulador del fútbol europeo. La verdad es que cuando yo era pequeño el presidente de la UEFA era un señor escandinavo con aspecto de apacible borrachín que sonreía mucho al entregarle a Sanchís o a Hierro la Copa de Europa. No era, digamos, un protagonista mediático, no como Ceferin, quien por hache o por be está siempre hasta en la sopa. Lo que le gusta un foco.

A Ceferin se le acaba de marchar Boban, que era su mano derecha, como protesta por sus planes de perpetuarse en el cargo más allá de 2027, que es cuando su mandato finaliza. Da la sensación de que al mismo tiempo que quiere machacar las aspiraciones secesionistas de la Superliga, Ceferin gobierna un reino de taifas con la ambición de convertirse en un sátrapa. Lo más curioso es su lenguaje: habla como si fuera una especie de tribuno del pueblo futbolero, un campeón de “los fans” contra “el dinero”, lo cual sería precioso si no supiéramos que es la cabeza de la “trama báltica” que asaltó el poder en la UEFA en 2016 con un sospechoso apoyo ruso detrás.

Que Aleksander Ceferin tenga cara de gánster no significa que lo sea. Es cierto que hace una docena de años llegó a esa edad, los 40, a partir de la que, de acuerdo con el postulado de Abraham Lincoln, cada uno es responsable de su cara. Yo comparto la penetrante observación del gran Presidente americano, pero hay que respetar a las personas. Aunque Aleksander Ceferin fuera responsable de tener cara de gánster, no significaría que lo fuera. Del inglés gangster, decimos gánster en español al miembro de una banda de malhechores que actúa en las grandes ciudades. Lo he buscado en el Diccionario de la RAE. Ni en el más libérrimo uso del término, la UEFA puede tenerse por una banda de malhechores. Menos aún de bienhechores. Quizá, eso sí, sea una banda. Y quizá por eso Michel Platini, del que Aleksander Ceferin era asesor, tenga ciertos malentendidos con la fiscalía suiza (estafa, gestión desleal, abuso de confianza y falsificación de títulos) a cuenta de 2 millones de euros recibidos, por intermedio de Sepp Blatter, de algún lugar remoto sobre el que el nuevo presidente de la ECA, Al Khelaifi, al que Aleksander Ceferin encomió el otro día como paradigma de la honestidad, seguramente sepa más que el propio Sepp. Family Business. Dos millones de euros, por cierto, le dan la risa al exasesor. Más se levanta en un año, legalmente. Como ha demostrado en unas recientes amenazas a millones de madridistas que habría firmado Mario Puzo, Aleksander Ceferin puede ser al mismo tiempo perjudicado, juez y código penal. Estaban escribiendo el delito, y ya tenía impuesta la sanción. Nada impide a un tipo tan fabuloso ser, si le da la gana, convenio colectivo. Y en plena pandemia, le dio la gana. Aleksander Ceferin se aumentó el sueldo en casi medio millón de euros, mientras los clubes tenían que cerrar las puertas de los estadios, y los ingresos de su organización se desplomaban un 22%. Tranquilos. Con menos de 20.000 habitantes, Nyon no es una gran ciudad.

De la Superliga dice que es un no-proyecto que no interesa a nadie y que no va a llegar a ninguna parte porque, básicamente según él, nadie lo quiere. Para no quererla nadie, la Superliga tiene al club de fútbol más importante del mundo y con más seguidores en todo el planeta detrás, el Madrid, cuyo presidente cuenta con un abrumador apoyo de su masa social. Peccata minuta para Ceferin, desde luego, quien se descuelga con una grotesca anécdota: al parecer, en 2021, cuando Florentino lanzó el órdago, una señora eslovena, no sabemos si la Abuela del Betis versión Olimpia de Ljubljana, le agradeció por la calle que “frenara a esos cabrones”. Qué maravilla de anécdota, nos muestra a un Ceferin que a pesar de ser multimillonario no pierde su lado campechano y baja a comprar el pan con toda la humildad del mejor paisano.

De la Superliga dice que es un no-proyecto que no va a llegar a ninguna parte porque, según él, nadie lo quiere. Para no quererla nadie, la Superliga tiene al club de fútbol más importante del mundo y con más seguidores en todo el planeta detrás, el Madrid, cuyo presidente cuenta con un abrumador apoyo de su masa social

¿Sabemos si Ceferin, hijo de uno de los abogados de la Eslovenia yugoslava mejor conectados con la Rusia soviética, pasea mucho por la calle? Por lo visto vive en Nyon, Suiza, aunque Suiza, Suecia, Eslovenia, como dijo aquel, es un poco lo mismo: un par de avenidas en la plácida aldea global de esta gente con tanto dinero, que van y vienen en avión privado de aquí para allá por Europa y el mundo como el que va de Chipiona a Sanlúcar a comprar manzanilla a una bodega.

Ceferin

Ceferin dice que “la Superliga es el ejemplo del mundo en que vivimos, donde el dinero puede comprar cualquier cosa”. A lo mejor lo decía por él, teniendo en cuenta que unos periodistas noruegos escarbaron en su origen como candidato a presidente de la UEFA y descubrieron al “strategic director” de la FIFA en su momento, Kjetil Siem, clave por ejemplo en la elección de Sudáfrica como sede del Mundial 2010 (limpísima, como es sabido), en el meollo del movimiento que llevó a las federaciones de Noruega, Suecia, Dinamarca, Islandia, Finlandia y las Islas Feroe a hacerle el juego a la estrategia rusa de impulsar un candidato propio legitimado por países de indiscutible pedigrí democrático.

Ceferin representa todo lo que el patriarca clásico madridista no es. Es más: todo contra lo que el Madrid, encarnado en sus grandes próceres, levanta su existencia

Todo por amor al arte, se entiende. Para Ceferin la Superliga no tiene sentido porque “no tiene el apoyo de los fans”. A él le han importado siempre mucho los fans: no hay más que ver la gestión de la final de la Copa de Europa del año 2022, eligiendo el Stade de France para dejar a miles de hinchas españoles e ingleses abandonados en medio del gueto euroislámico más peligroso de Occidente. O la elección de Kiev, la capital de un país en guerra, para albergar la final de 2018. O que se llevara la de la Europa League 2019 a Bakú, destino accesible y barato donde los haya, de rancio abolengo futbolero.

Ceferin dice que tienen mecanismos para proteger la igualdad competitiva del fútbol europeo, pero el fair play financiero es la broma más grotesca que se recuerda, el paradigma del cinismo y de la hipocresía con la que esta nueva generación de mandarines están arrojando el fútbol (“el mejor producto europeo”, dice Ceferin, como con recochineo) al basurero de la Historia.

Sarkozy, Nasser Al Khelaïfi y Ceferin

Le preocupan, eso sí, los “hedge funds”, supongo que porque compran clubes para vaciarlos por dentro y luego largarse dejando sólo los huesos. ¿Acaso no es eso lo que hace la UEFA con el fútbol? ¡La UEFA es el gran hedge fund! ¿Qué valor añadido crea Ceferin para decidir sobre el bien y el mal de esta industria? Sin embargo no le inquietan los clubes-Estado “porque respetan las normas”. Altivo, chulángano y de una cara dura propia de villanos de película, Ceferin representa todo lo que el patriarca clásico madridista no es. Es más: todo contra lo que el Madrid, encarnado en sus grandes próceres, levanta su existencia.

Si al Madrid lo hubieran construido Ceferinos, hoy sería, seguramente, el Barcelona

El otro día propuso Hugues, a cuenta de una foto de un hincha del Liverpool en el que enseñaba una bufanda con las caras de los entrenadores más legendarios de su equipo, que contásemos a los bustos que estarían en ese Monte Rushmore madridista. Para mí el Big Five está claro: Zidane, Ancelotti, Villalonga, Mourinho y Capello.

Ancelotti, Mourinho y Zidane

¿Qué comparten estos cinco hombres, atendiendo a sus biografías? Una cierta clase de hidalguía, una audacia que tiene su origen en la clarividencia con la que ven las cosas. Un talento natural para la organización de los hombres, para su pastoreo. Un carisma, un don innato para conducir y convencer a los demás, una habilidad extraordinaria de conquistar su lealtad, su voluntad. Esa es la fuerza subterránea que fluye a través de toda la Historia del Madrid. ¿Qué autoridad carismática puede esgrimir Ceferin, más allá del dinero y las voluntades compradas por política? Si al Madrid lo hubieran construido Ceferinos, hoy sería, seguramente, el Barcelona.

Ceferin dice que la Superliga es el antifútbol, pero el antifútbol, en realidad, es él

Habría dicho también Del Bosque, pero Capello puso las bases competitivas del equipo con el que primero Heynckes y después él dominaron Europa durante un lustro. Capello fue la modernidad; Mourinho, la catarsis imprescindible que lo cambió todo. Villalonga fue el pionero y Zidane, el hombre-mito. Ancelotti está al otro lado del círculo, es el alfa y la omega de una manera de entender a las personas llamada Real Madrid: custodios de la exaltación en los ojos de la que hablaba el poema de Manuel Vilas, los entrenadores del Real Madrid conforman el patrón con el que se identifican sus triunfos.

Ceferin dice que la Superliga es el antifútbol, pero el antifútbol, en realidad, es él. Él y la mentira colosal que representa pertenecen a un mundo remoto y distante de la caseta del Bernabéu, territorio de hombres sabios e ilustres. El Monte Rushmore madridista, al que habría que añadirle por encima las esfinges de los Padrós, Paragés, Bernabéu y Florentino, son los cimientos sobre los que se levanta el templo de la verdad, que aún existe aunque esta época líquida se empeñe en desmentirla: las “colosales ruinas, infinitas y desnudas” a cuyo alrededor “ se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas” del mundo.

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

4 comentarios en: Fútbol y antifútbol

  1. Muy buen artículo Antonio.
    Añadir el cambio de ley reciente hecho por la UEFA de que dos clubes con el mismo propietario se puedan enfrentar en Europa, todo un ejemplo de lo que es velar por el bien del fútbol, ahora las monarquías sátrapas y fondos soberanos ya pueden ponerse a enfrentar a sus clubs y de paso por qué no comprar más y más clubs,ves de locos.
    En mi Big Five de entrenadores madridistas pondría sin duda a Miguel Muñoz aunque es una época que no había nacido es de ser justo reconocerlo al igual que el mejor presidente ha sido Bernabéu y el mejor jugador Di Stefano.
    Así que junto a Miguel Muñoz, añadiría a Del Bosque, Zidane, Ancelotti y un quinto no sabría decir, tendría que ir al pasado para sacarlo pero es que el Madrid no ha sido un club de entrenadores.
    Capello estuvo un año que ni jugaba el Madrid en Europa de lo mal que lo había hecho el año anterior con lo que estaba más fresco para las otras competiciones, cayó en copa en octavos creo recordar contra la farsalona y ganó la liga para después irse y dejarnos tirados y luego volvió otro año y ganó la liga del clavo ardiendo siendo cesado al final de temporada. No lo veo motivo suficiente.
    Y Mourinho por muy estridente que fuera ni de coña lo pondría en un listado, su forma de irse el tercer año fué demencial, es verdad que el segundo ganó una liga de records y mucho valor más una copa el primer año anterior el robalona en la final, tb tenía un equipo boyante, no cogió un Madrid de entreguerras.

  2. Buenos días, efectivamente Mou tuvo una forma de irse demencial, la final de la copa del rey la perdieron contra el Atlético, esa temporada( la tercera) los jugadores, fallando goles a portería vacía y no aceptando el presidente el pulso de Ramos y otros jugadores que le dijeron o nosotros o el entrenador, ya sabemos el resultado, es tremendo que la propaganda anti- Mou todavía la compre parte del madridismo. Es lo que hay
    Saludos blancos

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Se pasó ocho años @antoniohualde despotricando de Bale porque no hablaba español. Ahora le parece que Bellingham en cambio bien... aunque tampoco habla español.

Sin embargo, creo que le entiendo, aunque no comparta su texto.

Estamos ante un escenario -en fútbol y baloncesto- que puede hacer de 2024 el mejor año deportivo de nuestras vidas.
Concentración, humildad y ¡a por ello!
¡VAMOS REAL!

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