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Crónica madridista del España, 1; República checa, 0

Crónica madridista del España, 1; República checa, 0

Escrito por: Antonino De Mora14 junio, 2016
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Dentro de unos años, cuando nuestros hijos estudien Historia de España, habrá una página del libro dedicada a la importancia que desempeñó el deporte en la pacificación territorial de la nación. Estoy convencido también de que la foto de Sergio Ramos abrazando a Gerard Piqué tras su gol contra la República Checa será la encargada de ilustrar un texto que ensalzará lo fundamental que fue el fútbol en todo ese proceso de vertebración. Si yo tuviera que escribir ese libro y recordar el día de hoy con un eslogan o título llamativo, la nombraría como La paz de Toulouse.

España dominó el partido de cabo a rabo, nadie puede negar esa obviedad. Controló, como hace casi siempre, la posesión del balón, aunque esta vez sí introdujo el factor que hace que la Selección pase de ser un equipo controlador a uno ganador: la perpendicularidad. Iniesta estuvo espléndido de principio a fin y tomó la batuta de una España mordiente y atacante, deseosa no sólo de estirar las estadísticas insulsas de posesión, sino también de agrandar la que realmente importa: la de las ocasiones de gol.

Desde la zaga hasta la punta, el combinado nacional estuvo ordenado y concentrado. Ramos capitaneó al equipo imponiendo rigor táctico y presencia atrás. Se atrevió a sacar el balón y a comenzar las jugadas desde la portería de De Gea cuando los centrocampistas lo necesitaban. En muchas ocasiones parecía que jugaba junto a Busquets en el medio del campo y eso, sin embargo, no sirvió para que concediese errores atrás. Cuando Sergio se enfunda el brazalete, ya sea el del Madrid o el de España, su compromiso, siempre altísimo, se multiplica por mil. Cuando Ramos es capitán, lo demuestra siempre y en todo lugar.

El partido estuvo controlado aunque, con el paso de los minutos y la falta de acierto de cara a gol, se volvían a vislumbrar los fantasmas de antaño. Suiza o Georgia comenzaban a ser trending topic en las redes con cada ocasión errada, con cada parada de un inconmensurable Peter Cech o con las poquísimas ocasiones de que la República Checa disponía: una floja de Darida sin problemas para De Gea, otra sacada por Cesc y una última, casi con el tiempo terminado, que volvía a salvar el meta del United, muy seguro en las veces que le tocó resolver a pesar de la difícil situación que está viviendo en estos últimos días.

El gol se hacía esperar y Vicente del Bosque parecía querer que no llegase; sólo así se puede entender que el último cambio de España fuese Nolito por Pedro y no por Lucas Vázquez. El seleccionador se decantó por la experiencia ante la frescura, por la veteranía en vez de por la meritocracia y por los galones antes que por la ilusión de un chaval que lleva rompiendo puertas desde septiembre del año pasado a base de trabajo, tesón y calidad. Del Bosque volvía a ser Del Bosque, si es que alguna vez dejó de serlo; ese entrenador cuadriculado que no ha sido, es, ni seguramente será capaz jamás de entender que el final de muchos de los jugadores que lo llevaron a ser campeón del mundo hace tiempo que llegó y que el relevo generacional está llamando a su timbre, aunque él lo haya desconectado y tirado a la basura.

A pesar de eso, la fortuna volvió a sonreír a una España que, hoy sí, la buscó determinante y permanentemente. La Roja fue merecedora del triunfo y éste le llegó del jugador más problemático y odiado de todo el plantel, como no podía ser de otra forma representando este equipo el país que representa. Piqué cabeceaba en el ochenta y seis un magnífico balón de Iniesta y daba los primeros tres puntos a la actual campeona de Europa. Al final la selección no es más que una visión empequeñecida de lo que es la nación en sí: una contradicción permanente, un montón de follones absurdos y muchas veces sin explicación que, cuando se decide a remar en el mismo sentido y a la vez, se convierte en una maravillosa máquina de vencer. Tres puntos de oro para una España que vuelve a parecerse a la que una vez, no hace demasiado tiempo, asombró al mundo entero.

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Antes de nacer yo ya era del Real Madrid. Y habiendo visto jugar a Raúl, Ronaldo, Figo, Zidane, Cristiano y compañía, no entiendo cómo puede haber gente que no lo sea. Es, parafraseando a un grande, "como renunciar voluntariamente a la felicidad".

5 comentarios en: Crónica madridista del España, 1; República checa, 0

    1. Ahí lo tiene, D. John: el dogmatismo, el mourinhismo irreductible y siniestro de la Galerna, la falta de pluralidad que la caracteriza.

      1. Nunca dije que la Galerna no fuese un sitio plural y abierto a opiniones diferentes.
        Solo apunte, que a veces se hace dificil hablar sobre ciertos temas.
        Pero de todas formas enhorabuena!!!

  1. Buenos dias, Antonio eres muy condescendiente llamar al marques selecionador, para mi es solo un alineador, lleva a los jugadores dependiendo por donde van los medios afines a el, por eso no ha sacado a Lucas Vazquez.
    En tu articulo, no estoy de acuerdo que la llames, aunque solo sea una vez, la roja.
    Un saludo.

  2. Quienes me conocen saben que no soy aficionada a la selección española, porque lo soy de la francesa; aunque en esta Eurocopa, tras lo de Benzema y la lesión de Varane, no estoy muy animada con los azules. La ilusión de esta Eurocopa la tengo puesta en Gales, Croacia y Portugal, no porque crea que vayan a ganar, sino por apoyar a nuestros Bale, Lukita y Mateo, y Cristiano. Como posible ganadora veo a Alemania, la de Kroos, pero también la de Khedira y Ozil, aunque se hayan ido como se fueron... Y no me disgustaría si ganara Italia, sólo por ver la alegría de Gianluigi Buffon, y en honor a Panucci, Cassano y a mi querido Fabio Cannavaro.

    Hace muchos años, cuando aún vivía en Venezuela y veía los Mundiales, la única que iba por España en mi familia era mi madre (qepd), porque le encantaba la Quinta del Buitre; eso hacía que yo me alegrara de sus triunfos, por verla feliz a ella. Ya aquí en España, en 2008 viví con asombro y desconcierto el "secuestro" de la selección española por el marketing de Cuatro, adueñándose de la Plaza Colón, de La Castellana y del rojo. Ahí nació La Roja, y también comenzó a difuminarse esa pequeña simpatía que le tenía. Luego vinieron las batallitas de los clásicos en la era Mou-Pep y todo el resto es historia conocida (y por muchos compartida), con un Vicente Del Bosque al frente.

    Me daba bastante pereza pensar en La Roja en esta Euro, pero hace poco algo cambió en mi percepción. Dos personas, a dos tiempos, hicieron posible que me planteara ver los partidos de España. El primero: Lucas Quinto, la ilusión con la que reaccionó al saberse convocado mientras entrenaba en Valdebebas, y cómo ha ido mostrando su orgullo y sus ganas de jugar en su cuenta de Twitter. El segundo fue Sergio Ramos la semana pasada con su himno (?) de La Roja. Vale, sí, sí, es una horterada de canción; pero me llegó mucho el hecho de que la haya compuesto y esa fuerza e ilusión que le ha puesto al cantarla (era impresionante el contraste al ver a los otros compañeros en el vídeo). Quienes me conocen saben que no soy muy de Sergio Ramos precisamente, que soy muy crítica cuando las más de las veces está descentrado; pero he de reconocer que su actuación en el Real Madrid de los últimos meses, como jugador y capitán, me ha ido ganando: un líder que ha sabido transmitir las ganas de ganar y luchar hasta el final, haciendo una piña con Cristiano, Marcelo y Bale, y el resto del equipo.

    Yo aplaudo a Antonino por su crónica madridista y estoy completamente segura de que el seguimiento que le hará a la selección española será muy digna, y equidistante de las filias y fobias que La Roja desata dentro del madridismo. Ojalá el respeto a la pluralidad siga siendo el eje central de los comentarios que susciten las crónicas, y más si tenemos en cuenta que en La Galerna estamos apostando por apoyar a los jugadores madridistas más allá de identidades, ideologías, pertenencias y resquemores varios.

    Hala Madrid y nada más.

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Vía @lagalerna_

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