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La Galerna de los Faerna
Cristiano gana por equipo interpuesto

Cristiano gana por equipo interpuesto

Escrito por: José María Faerna14 julio, 2016

En el minuto 9 un obús llamado Payet hizo impacto en la rodilla izquierda de Cristiano Ronaldo. Cristiano es un hombre expresivo y transparente, y a eso el periodismo indigente lo llama hacer teatro. Quizá por ello no quisieron ver que se retorcía de dolor porque estaba roto. No es que yo vea más que los demás, vengo equipado de serie con el mismo par de ojos que el resto de mis semejantes, es que he visto muchas veces a Cristiano quejarse al árbitro o al destino de las faltas que no le pitan o de los balones que pifia, pero nunca lo había visto retorcerse de dolor y mucho menos simular una falta o un daño que no le hubieran hecho: estaba en un ay, luego estaba roto. Luego vinieron el voluntarismo de aguantar, el pundonor de no dejar colgado a un equipo del que se sabía la mejor baza y la frustración y la impotencia de perderse la ocasión única de ser campeón de Europa sobre el césped también con su selección, un equipo de rango que nunca había ganado nada. Yo ya sabía que estaba roto, pero al ver a la polilla posarse mansamente en sus pestañas se me apareció ese ángel de la muerte con la antorcha apagada y boca abajo de tantas esculturas funerarias. Cristiano era un fantasma, un no muerto postrado en aquella camilla fúnebre que se lo llevó del campo.

Hasta entonces yo había visto la final de la Eurocopa con displicencia, como quien hace turismo futbolístico lejos de casa. De repente levanté las orejas como un pointer que intuye que con la polilla entraba en escena la leyenda. Finalmente, tan lejos de casa, allí iba a haber madridismo, el perro lo detecta. Los signos se alinearon como planetas. Los indigentes de la tele insistían en que Portugal no le había ganado a nadie en noventa minutos, en que había sido repescado como tercero de grupo, en que… ¿Les suena? Portugal estaba allí para fastidiar, como un intruso de bolas calientes. Cristiano estaba muerto, pero el que sepa algo de esto sabe que a un madridista hay que matarlo por lo menos dos veces. Francia se había pasado veinte minutos arrasando y todo se le ponía de cara sin recurrir siquiera a aquello de Vujadin Boskov en los tiempos rudos del marcaje al hombre, yo dedico al peor de los míos a secar al mejor de los suyos y ya tengo a mis diez mejores contra sus diez peores. Sin embargo, el partido cambió de forma tan imprevista y caprichosa como el tiempo en Edimburgo. Griezmann supo que ya no tenía duelo que ganar y la oportunidad de perderlo devino dinosaurio de Monterroso. Pogba copiaba cien veces en la pizarra “fuerza de la naturaleza intrascendente” con la perplejidad de Bart Simpson ante un verso apócrifo de Eliot. Pepe ejercía de madridista y, entre cruce vertiginoso y achique imperial, empezó a repartir máscaras de Lucas Vázquez y Keylor a Renato y Rui Patricio que, como los debutantes hambrientos de las grandes ocasiones, ya traían el papel memorizado entre cajas. Portugal no jugaba a nada, claro, pero ya lo escribió Quevedo, madridista quinta del XVII:

Esa nada ha causado muchos llantos,

y nada fue instrumento de la muerte,

y nada vino a ser muerte de tantos.

Y en esto llegó Éder –otro fantasma, quizá de aquel homónimo brasileño artista de la folha seca que instauró el otoño en pleno verano del Mundial 82– y empezó a aguantar balones y a encelar franceses por la banda para soltar un zapatazo concluyente por la misma mitad del área.

campeon CR

Y luego dice la indigencia que allí no hubo fútbol. Al fútbol le ha perjudicado mucho la disminución del conocimiento público acerca del funcionamiento de la fiesta de los toros, asfixiada entre bárbaros animalistas que querrían ver colgados de los árboles a matadores y aficionados y un taurinismo pijo que se aburre si el toro no se comporta como un carretón de prácticas, sin otra misión que poner las orejas para el jolgorio. Hubo un tiempo en que los aficionados sabían las cuatro reglas, lo de que cada toro tiene su lidia, que lidia significa lucha y sometimiento, y que cuando se dan las dos cosas hay toreo aunque no haya faena de postal. Para el taurinismo y el periodismo deportivo de hoy no hay toros ni fútbol sino aplicaciones para la consola, y nunca dejarán de añorar el fútbol para niños que intenta la selección española en los últimos dos años con la melancolía de una escopeta de feria. Yo me quedo con la impresión de que Portugal –y Francia– tienen más potencial que el que mostraron en el campeonato; incluso de que Francia tiene más que Portugal. Pero eso no importa: el fútbol es un espectáculo adulto y su grandeza, como la de todo lo que la tiene en este mundo, está en vérselas con el principio de realidad. Medir al contrario, buscarle las flaquezas, compensar las propias, optimizar las situaciones. En el Madrid aprendimos esas cosas hace una eternidad, hasta el punto de que cada vez creo más que su misión, además de hacernos felices a los madridistas, es salvar el fútbol para el mundo, perpetuar la vocación de ganar, de no rendirse cuando todo parece perdido, de no llorar por el talento puntual que te falta sino de exprimir el que tienes hasta que no quede una gota.

El fútbol no es una metáfora de nada, por eso puede abarcarlo todo. Cristiano ganó esta vez desgañitándose desde la banda. Como el Cid, después de muerto, sí, pero sin necesidad de atar su cadáver al caballo para asustar al contrario. Don Alfredo lo dejó dicho, como casi todo: “nadie es tan bueno como todos juntos”. Nadie es tan bueno hoy como Cristiano. Once futbolistas portugueses se dieron cuenta en el minuto veinticuatro de que ya no estaba y obraron en consecuencia. Seguro que él también se dio cuenta y hoy es aún mejor y un poco más sabio. Por otra parte, solo los indigentes y algunos niños confunden lo bello con lo bonito.

El mayor de los Faerna es historiador del arte y editor, ocupaciones con las que inauguró la inclinación de esta generación de la familia por las actividades elegantes y poco productivas. Para cargar la suerte, también practica el periodismo especialista en diseño y arquitectura. Su verdadera vocación es la de lateral derecho box to box, que dicen los británicos, pero solo la ejerce en sueños.

6 comentarios en: Cristiano gana por equipo interpuesto

  1. Lo de CR7 pareciò mas una pelicula de Mel Gibson: el hèroe herido de muerte que antes de expirar dice con el ultimo aliento que le queda "ganen la batalla por mi"; si se es Messi ni con èl en campo los demas ganan una perra batalla porque no inspira, pero si es CR7, los Pepes y compañia se secan las lagrimas alli mismo y acto seguido armas en alto arremeten contra el enemigo sorprendido que huye en desbandada; LOS HEROES DE VERDAD GANAN BATALLAS HASTA DESPUES DE MUERTOS, CON SU SOLO NOMBRE POR BANDERA.

  2. José María, este es uno de esos artículos que marcan un antes y un después, un hito de obligada lectura no ya sólo para los madridistas, sino para todos los aficionados al fútbol. No hay duda de que es lo mejor que se ha escrito sobre la final de la Eurocopa, sobre el rol de Cristiano y de su selección; y, sobre todo, sobre la ceguera y mezquindad de quienes tendrían que intentar ser más respetuosos con la audiencia a la que se deben: periodistas y comentaristas.

    Infravalorar el orgullo y la garra de un equipo dolido al ver a su capitán fuera de la competición, adolorido física y emocionalmente, es cuando menos un despropósito. ¿Habrán ellos aprendido la lección? No lo creo; y si lo han hecho, no lo admitirán. Lo que no saben es cada vez es mayor la cantidad de gente que se da cuenta de todo y que los tiene calados.

    Sea como sea, Cristiano y Pepe son reyes de Europa con Portugal y con el Real Madrid. ¡Grandes!

  3. Muy buen artículo Jose María... lo que más me ha gustado ha sido la descripción del madridismo de Pepe... se lo podías contar, me supongo que ya lo habrás hecho más de una vez como su hermano mayor que eres, a tu hermano Nacho, que no sé cómo le tiene tanto paquete a Pepe... desde su desafortunadísimo episodio con Casquero, aumentado "convenientemente" por la prensa antimadridista, ya que la patada que le lanzó a su cabeza no le impactó, por suerte para Pepe, porque entonces sí que lo expulsan del Real Madrid y con razón, Pepe es otro jugador completamente distinto, que ya no pierde los papeles con la facilidad de antaño, y es de los pocos defensas que sufren más faltas de las que él comete con los delanteros a los que tiene que marcar

  4. Gracias por esta magnífica obra literaria tal como dijo Ataporqui, la he leido y releido hasta la emoción tal y como tengo en mi recuerdo a "Cristiano desgañitandose desde la banda"

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