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A Luis Del Sol, que también se nos va

A Luis Del Sol, que también se nos va

Escrito por: José María Faerna21 junio, 2021
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Yo solo he visto jugar un partido a Luis Del Sol. Fue la última de la prodigiosa serie de cinco finales de Copa de Europa consecutivas que forjaron la leyenda del Madrid, esa secuencia áurea en la segunda mitad de la década de los cincuenta que nadie igualará jamás, ni siquiera el propio Real Madrid, para el que la persecución infatigable de ese fantasma es un motor perpetuo que le corona como abanderado del fútbol por los siglos de los siglos, así nos echen jeques y abramovichs.

Aquel 18 de mayo de 1960 me faltaban todavía unos meses para nacer, así que obviamente no hablo de un recuerdo contemporáneo. Ese partido de Glasgow con el Eintracht lo he visto muchas veces, la primera comentado por el mismísimo Don Alfredo (“¿Y en qué pensabas en ese momento?”, le preguntaba el periodista de turno tras marcar la Saeta uno de los tres goles que hizo esa tarde. “Que la prima ya estaba en el bolsillo”, decía aquel tipo industrioso como un capataz y sentencioso como Borges el bibliotecario); la última, un par de días antes de la final de Kiev, que sella la penúltima cosecha de esa incansable persecución del espectro.

Luis del Sol jugando

Cuando ese partido, que es un lignum crucis que los madridistas deberíamos ver en bucle en nuestra cabeza, Luis Del Sol llevaba apenas un mes en el club. Me río yo de estos que necesitan hoy de interminables adaptaciones a la élite o al fútbol europeo o a la liga española o a la madre que los parió. En mi primera visita a ese partido-mito yo apenas sabía nada de ese interior recién fichado del Betis que apenas había jugado un puñado de partidos con la blanca. De hecho, entonces se me confundía en la memoria con Juan Cruz Sol, aquel central exquisito que vino de Valencia y que tantas alegrías nos dio entre el 75 y el 79. Cuando al día siguiente comenté con los amigos aquel partido, en que todos habíamos visto por primera vez en acción a Di Stéfano y a Puskas y nos sentíamos como Santo Tomás metiendo el dedo en la llaga gozosa de que tantas veces nos habían hablado nuestros mayores (la ceguera de los jóvenes nunca cree del todo la palabra de los mayores, hasta que invariablemente la verdad les quita la venda de los ojos), coincidimos en el asombro que nos dejó en la retina aquel centrocampista luminoso. Qué clase, qué controles, qué cambios de orientación. Insisto en el deslumbramiento: es que acabábamos de ver por primera vez en acción a Di Stéfano y a Puskas.

lo apodaron Settepulmoni por su despliegue físico y su brega constante. Me llamó la atención porque yo me había quedado en la velada en blanco y negro de Glasgow con la imagen de un virtuoso, pero el hecho no hace más que confirmar que el espíritu del Madrid consiste en no hacer distingos excluyentes entre la excelencia técnica y el trabajo destajista.

Luis Del Sol nos duró poco. Estuvo en esa otra final que nos madrugó el Benfica de Eusebio, que todavía gasta vitola de grande de Europa por aquella proeza y por aquella otra en que se alió con los postes para dejarle al Barça con un palmo de narices. En el 62 el club andaba canino y Bernabéu y Saporta, con harto dolor de su corazón, se lo vendieron a la Juventus. “Luis, han venido por ti. Si vienen por el equipo entero lo vendo, porque nos han cogido en un momento verdaderamente apretado”, cuenta Alberto Cosín que le dijo Saporta a modo de despedida.

Luis del Sol traspaso

También por Alberto supe que en Italia, donde fue un ídolo juventino los ocho años que jugó allí, lo apodaron Settepulmoni por su despliegue físico y su brega constante. Me llamó la atención porque yo me había quedado en la velada en blanco y negro de Glasgow con la imagen de un virtuoso, pero el hecho no hace más que confirmar que el espíritu del Madrid consiste en no hacer distingos excluyentes entre la excelencia técnica y el trabajo destajista. Di Stéfano dejó establecido para siempre que tener una de esas dos cualidades no exime de perseguir la otra. Luis, hijo de ferroviario, encajó con naturalidad esa idea menestral de que al estadio se va a cumplir como se va a la fábrica, algo que tan bien entendían aquellos jugadores que vestían la camiseta y firmaban contratos millonarios sin olvidar que venían del mismo lugar desde el que llegaban los domingos al campo tantos aficionados que fijaban en ellos el horizonte de su felicidad. En aquellos noventa minutos milagrosos aprendí que esa singular estirpe que los aficionados de mi generación solían remontar a Velázquez y extender en el tiempo a Del Bosque, Ricardo Gallego, Rafa Martín Vázquez, Fernando Redondo, Xabi Alonso, Luka Modric y Toni Kroos; ese periscopio incorporado que se pasaban como un testigo en una posta gloriosa una cierta raza de centrocampistas que han marcado el fútbol del Madrid a lo largo del tiempo no fue alzado por primera vez por el gran diez de los yeyés, sino por un sevillano nacido en Soria para jugar de blanco, aunque no pudiera sentar cátedra en Chamartín más que por dos años.

La marcha prematura de Luis Del Sol nos privó de una leyenda que a buen seguro habría ocupado un lugar en el santoral madridista al lado de los más grandes. De lo que no puede privarnos es de la luz derramada por aquel recién llegado cada vez que alguien revisa en la pantalla aquellos borrosos fotogramas de Glasgow. Hoy, cuando echamos de menos a otros que nos dieron tan buenos momentos, entre ellos a uno que vino de Turín, quizá en un acto de cierta justicia poética, Luis nos ha dejado para siempre. Pero en Glasgow siguen también para siempre esa clase, esos controles, esos cambios de orientación. 

 

Fotografías Imago.

El mayor de los Faerna es historiador del arte y editor, ocupaciones con las que inauguró la inclinación de esta generación de la familia por las actividades elegantes y poco productivas. Para cargar la suerte, también practica el periodismo especialista en diseño y arquitectura. Su verdadera vocación es la de lateral derecho box to box, que dicen los británicos, pero solo la ejerce en sueños.

4 comentarios en: A Luis Del Sol, que también se nos va

  1. El ultimo,creo,de un equipo que en los años 50 todos los crios aprendimos no se bien como..
    Tere..Ponte-Braga-Verde...Re-Mena...Murillo-Pinto-Losco-Jones-Del Sol...,todos aparecian en nuestras colecciones de cromos...,Jones del at.madrid...Murillo del Zaragoza..Re del Elche..Braga del Español..Verde martirizando a Gento..lo vi jugar en Sarria y en el Camp Nou,victorioso en ambos partidos..en el Camp Nou remontando con un 3-1 un 0-1 adverso en semifinales de copa,copa que seria la unica que ganaria el Madrid de Di Stefano ,rival el Sevilla y Araquistain deteniendo un penalty a Mateos...,Del Sol fue un pulmones si,pero tenia una clase incomparable tocando el balon y muy importante..tenia gol..D.E.P.

    1. Totalmente de acuerdo, yo le vi toda su carrera en el R.Madrid (antes ya le había visto con el Betis en un partido en Alicante) y fue un jugador extraordinario, con unas facultades tremendas , bastante clase y muchísimo gol. En estos tiempos en que a un centrocampista que marca 6 goles le hacen una estatua, que harían con Del Sol que llegó a marcar 18, en 42 partidos , en su segundo año en el club.

  2. DEP. Mis condolencias para los más allegados. Su legado y contribución al fútbol queda para la historia .
    Le vi jugar. Y me suena que , ya veterano, estuvo en un partido de homenaje vistiendo, de nuevo, de blanco.

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