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Odio a Gareth Bale

Odio a Gareth Bale

Escrito por: Hank11 enero, 2023
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Es pertinente comenzar este texto señalando que el titular del mismo está compuesto por un sustantivo seguido de una preposición y un nombre propio, y no por la primera persona del presente de indicativo del verbo odiar, como uno podría llegar a suponer en una primera y rápida lectura. Y este titular no tiene como razón otra cosa que hacer referencia al sentimiento desarrollado por una gran parte de la afición madridista hacia el ya exjugador galés. Porque a Gareth Bale se le ha odiado y mucho. Y se le ha expuesto ese odio en no pocas ocasiones de maneras ciertamente (y excesivamente) desagradables. Los pitidos son hasta lo de menos, pero los insultos hacia su persona e incluso patadas a su vehículo son circunstancias incomprensibles hacia uno de los jugadores más importantes de la historia reciente de nuestro club.

Se puede llegar a entender la frustración que haya podido generar en la afición su rendimiento en los últimos años. Bale y Neymar han sido, sin ápice de duda, los dos jugadores más cercanos al Olimpo en el que han residido durante década y media Cristiano Ronaldo y Messi y, por diferentes motivos (principalmente físicos), ninguno de ellos ha podido quedarse a vivir en él más que de manera esporádica. Los dos han mostrados numerosos chispazos de su genialidad, así como inmensos picos de rendimiento, pero no han sido capaces de mantener ese nivel superlativo tanto tiempo, de manera casi rutinaria, como sí hicieron argentino y portugués. Sin embargo, no alcanzar el nivel de estos dos elegidos por la historia no me parece motivo suficiente para odiar a ningún jugador.

El primer crimen de Bale fue no ser Cristiano Ronaldo

El primer crimen del galés, por tanto, fue no ser Cristiano Ronaldo. Y venir con la etiqueta de ser su sustituto. Crimen que comparte con Vinicius, que también sufrió inicialmente el mismo bullying de la prensa por este motivo (a los de Ficticius me refiero). Y al igual que al brasileño le achacan hoy su pasión por el baile, al galés en su día le hicieron lo propio con el golf. El Real Madrid debe ser el único club del mundo en el que se pone la lupa a jugadores que tienen afición por alguna otra actividad diferente del fútbol. Es una verdadera pena que no les hubieran llamado la atención a ambos actividades más sanas y de menor riesgo como pudieran ser el balconing de Hummels o el rafting (sin casco) de Piqué, para que así al menos hubieran evitado el acoso mediático que no han sufrido estos últimos.

Bale Vinícius

A Gareth Bale también se le ha achacado en numerosas ocasiones el crimen de la desidia e incluso la pereza, crimen que yo en particular no alcanzo a recordarle jamás al galés. Es un jugador que, pese a venir con rol de súper estrella atacante, nunca tuvo reparos en ser el jugador de la BBC que bajaba a defender y formar la segunda línea de cuatro en el medio campo. De hecho, ni siquiera en su última y menos destacada etapa madridista le recuerdo haber perdonado una carrera hacia atrás. Entiendo, por tanto, que por la desidia se refieren a su aportación ofensiva, que sí que ha podido ser y ha sido más decepcionante en los últimos años, pero lo que la afición blanca entendía por desidia yo lo fundamento en pérdida de confianza. Pura y dura. Porque Bale, desde 2017 fue perdiendo tanto la titularidad como peso en el vestuario. Y aunque desde el sofá uno pueda pensar que al fútbol se juega sólo con los pies, la cabeza y lo que hay dentro de ella acaban siendo un factor fundamental y diferencial cuando se compite en un deporte a nivel élite. No tienen siquiera que salir del vestuario blanco y preguntárselo a Eden para cerciorarse de la veracidad de esto mismo.

Es una pena que en lugar del golf a Bale no le hubieran llamado la atención actividades más sanas y de menor riesgo como el balconing de Hummels o el rafting (sin casco) de Piqué, así hubiera evitado el acoso mediático que no han sufrido estos últimos

Otro de los motivos por los que el jugador natural de Cardiff ha estado en el punto de mira de la afición blanca ha sido por su falta de liderazgo. Para este caso, tengo que acudir, con no poco pesar, a buscar entre mis recuerdos un caso específico: un partido en Córdoba el 24 de enero de 2015. En aquel partido, como muchos recordarán, Cristiano Ronaldo fue expulsado en el minuto 82 con 1-1 en el marcador. Desde ese momento, el equipo se dedicó a mandarle balones a Gareth Bale, y que este se la jugara en cada acción. Al final, él mismo provocó una falta que el propio galés tiró y supuso el penalti que posteriormente transformó en el 1-2 definitivo. Me sirvo de este ejemplo para ilustrar como en la época que comprende desde la llegada de Bale en 2013 hasta aproximadamente mediados de 2017, club, míster y vestuario tenían cristalino que Gareth Bale era la segunda espada de este equipo y que, en ausencia de Cristiano, al que había que buscar y dotar de responsabilidades era al futbolista británico.

Bale y Cristiano Córdoba 2015

Sin embargo, sus continuos problemas físicos sumados al rendimiento de otros compañeros y al buen funcionamiento del equipo sin él en el once inicial, ganando dos Champions seguidas con el galés empezando en el banquillo, hicieron que se llegara a la temporada 2018-19 con un jugador que, pese a ser el héroe de la última final de Copa de Europa marcando el mejor gol jamás visto en una de estas, era un jugador con peso residual en el vestuario y al que ya nadie veía como el líder del proyecto tras la salida del jugador al que supuestamente vino para sustituir. Se fue Cristiano y Bale, aún teniendo un mayor estatus de estrella que sus compañeros, veía como ninguno de ellos (todos ellos ya sabiéndose leyendas de este deporte como Ramos, Marcelo o Kroos) le miraba desde abajo y su rol dentro de la plantilla siguió igual de reducido que como venía siendo en la temporada anterior. A pesar de ser seguramente el mejor dotado para ello, no tiraba faltas ni penaltis, indicativo del papel secundario que tenía el galés ya en ese momento.

El que quiera odiar a Gareth Bale encontrará en su memoria motivos para hacerlo, por supuesto que sí. Pero yo, honestamente, encuentro mucho más fácil amarle

A esta situación pudo contribuir otro de los delitos que cometió Gareth Bale en el vestuario blanco: su supuestamente escasa integración en el mismo. En este aspecto, no se sabe realmente hasta qué punto puede uno hablar con propiedad sobre el tema, ya que las informaciones trascendidas a veces resultan contradictorias. Se sabe que el jugador sí habla español, quizá no excesivamente fluido, pero lo habla. Se sabe que su relación con sus compañeros siempre ha sido cordial sin ir más allá, salvo en casos como el de Modric, al que ya conocía de su etapa en el Tottenham. Ha sido un jugador discreto y profesional que limitaba su trabajo a lo que sucedía en el césped. ¿Podría haber hecho más por formar parte del grupo en el vestuario y de la cultura del club y la afición? Seguramente sí, pero Gareth Bale es el que es y como tal lo fichó el Real Madrid. No creo que tuviera mala relación con nadie en el vestuario, pero probablemente su personalidad introvertida impidió que tuviera un mayor peso en el mismo a lo largo de los años y que sus compañeros le tuvieran una mayor consideración dentro del grupo. Es complejo determinar hasta qué punto se puede culpar, no digo ya odiar, a una persona de las consecuencias de su introversión. No en vano, esto le ha valido ser un blanco mayor incluso para la prensa de este país y, por momentos, un simple tuit o comunicado le habrían evitado problemas o malentendidos. Pero Gareth Bale es Gareth Bale y el silencio, equivocado o no, fue casi siempre su elección.

Bale Champions

A pesar de todos sus errores, malas decisiones o polémicas, es innegable que Gareth Bale ha sido un jugador espectacular que ha formado parte de la época más brillante y bonita que hemos tenido la fortuna de vivir, siendo protagonista de momentos que permanecerán en nuestra retina de manera indefinida. Decía Dom Cobb, el protagonista de Inception interpretado por Leonardo Dicaprio, que en el interior de la mente humana las emociones positivas vencen continuamente a las negativas y que el ser humano tiende a buscar por inercia la catarsis. No sé si es un dato verídico o una licencia que se permitió Nolan en favor del guión, pero si sé que cuando me hablan de Bale, en mi mente no hay más espacio que para los grandes momentos que nos regaló el galés, que casi no hace falta ni mencionar pues ya nos los sabemos todos de memoria. Recuerdo perfectamente como viví su portentosa carrera ante Bartra en Mestalla, su gol en la final de Lisboa que certificaba la victoria sobre el eterno rival o su chilena en Kiev en la que fue la primera final de Champions que viví junto a la que ahora es mi esposa. Tendrá razón Nolan, al fin y al cabo, porque no recuerdo en cambio dónde estaba cuando sucedió el episodio de la dichosa pancarta o cuando se fue del Bernabéu en váyase usted a saber qué minuto. El que quiera odiar a Gareth Bale encontrará en su memoria motivos para hacerlo, por supuesto que sí. Pero yo, honestamente, encuentro mucho más fácil amarle.

 

Getty Images.

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