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Genuflexiones. Una refutación

Genuflexiones. Una refutación

Escrito por: José María Faerna18 junio, 2020
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Parece que a mi amigo John Falstaff no le ha gustado cómo celebró Marcelo su gol del domingo al Eibar. Yo no tendría mucho que decir sobre ese hecho (el del particular gusto falstaffiano, digo), pero puesto a explicarlo se despeña de tal manera por precipicios escarpados de prejuicios y non sequitur que una refutación resulta muy conveniente. Examinemos entonces los hechos.

Marcelo marcó el domingo el tercer gol del Madrid más que mediada la primera parte del desangelado partido que inauguró el nuevo ciclo pandémico de la Liga en un Alfredo Di Stéfano despejado de público por razones sanitarias. En su celebración puso una rodilla en tierra y lanzó su puño derecho al aire. Como tal gesto no tiene precedentes en el cada vez más saturado repertorio de puestas en escena deliberadas, coreografiadas y con mensaje adjunto a que asistimos todos los días en los campos de todo el mundo cuando alguien marca (que si el niño, que si la mujer, que si el compañero o familiar fallecido) y, sobre todo, como no habíamos visto antes nada parecido en el propio Marcelo, todos interpretamos que nuestro lateral bullanguero aprovechó la situación para mostrar su solidaridad con las protestas que se extienden estos días contra el racismo y la brutalidad policial arbitraria ejercida sobre la población negra a raíz del caso George Floyd. Hasta donde yo sé, Marcelo no ha dicho nada acerca de su gesto, pero el contexto valida la interpretación como razonable. En la oleada de manifestaciones y disturbios producida en Estados Unidos hemos visto con frecuencia a policías que ponían la rodilla en tierra ante los manifestantes. Cabe pensar que lo hacían para mostrar sinceramente su sintonía con la justa indignación de estos o bien como estrategia para aplacarla en los casos en que se desbordaba violentamente, probablemente de todo hay. La genuflexión como protesta contra estos hechos recurrentes se popularizó a partir del gesto de Colin Kaepernick, quarterback de los San Francisco 49ers, en un partido de pretemporada de 2016, cuando puso rodilla en tierra durante la interpretación del himno nacional. Nuestro Falstaff lo recordará bien porque vivía por entonces en California. Como en el final de El club de los poetas muertos, muchos otros jugadores negros secundaron su actitud, que dio lugar a una notable controversia pública a la que se sumó con su proverbial facundia el presidente Trump, comentarista en jefe de la actualidad nacional e internacional.

Estos son los hechos a partir de los que Falstaff llega a conclusiones extravagantes. La primera es la interpretación que hace de la propia retórica del símbolo. Efectivamente, la genuflexión es, en primer término, “un gesto universal que significa sumisión y sometimiento”; pero la iniciativa de Kaepernick instrumenta ese significado como una metáfora de segundo grado. A diferencia de Marcelo, el deportista americano sí dio explicaciones sobre su gesto: “No me voy a poner en pie para mostrar orgullo ante la bandera por un país que oprime a los negros y a la gente de color. Para mí esto es más importante que el fútbol, y sería egoísta por mi parte mirar para otro lado. Hay muertos en la calle y gente que se va de rositas y cobrando su sueldo”. Al arrodillarse durante la interpretación del himno, el quarterback escenifica el estado de humillación a que las instituciones que derivan de lo que ese himno representa reducen a ciertas personas traicionando su misión. El gesto es de la misma naturaleza que el del personaje interpretado por Tommy Lee Jones en la excelente En el valle de Elah, de Paul Haggis, cuando iza del revés la bandera nacional de la escuela. No hay nada de irrespetuoso ahí, contra lo que tronaron Trump y la alt-right en su momento; más bien refinamiento simbólico -es decir, dignidad- e incluso doliente patriotismo.

el deportista americano sí dio explicaciones sobre su gesto: “No me voy a poner en pie para mostrar orgullo ante la bandera por un país que oprime a los negros y a la gente de color. Para mí esto es más importante que el fútbol

Ni en el caso de los policías genuflexos ni en el de Marcelo hay himnos ni banderas por medio, se limitan a replicar automáticamente un gesto endosando la causa de Kaepernick y quienes siguieron su ejemplo, como quien firma un manifiesto. Un semiótico diría que es una genuflexión de tercer grado. Dice Falstaff que Marcelo “tampoco debería desconocer que el Real Madrid no fue creado para humillarse ante nadie, ni tiene ningún motivo para pedir perdón a ninguna raza (…), y mucho menos para expresar mansedumbre o vasallaje ante ella”. Pero es que, como acabo de explicar, el significado de esta genuflexión ritual no es una rendición de pleitesía de quien la lleva a cabo ante nada o nadie, sino una representación de la postración a que se somete a otros con el fin de denunciarla. Marcelo levanta el puño al tiempo que se arrodilla, un aditamento innovador en su interpretación de la liturgia. Como no ha dicho nada, solo podemos especular sobre su sentido: quizá alegría por el gol, quizá un homenaje a los puños enguantados de John Carlos y Tommie Smith en el México 68 del Black Power; en cualquier caso, nada compatible con la humillación.  Hay muchos ejemplos de esa apropiación inversa de un signo o una denominación en la historia del arte y la literatura modernos, pero el mejor es más antiguo y mucho más revelador. El cristianismo hizo de la cruz su símbolo más característico, ¡el arma del crimen! ¿Acaso un cristiano que se pone una cruz al cuello hace apología del tormento y muerte por crucifixión siquiera al modo irónico de Javier Krahe cuando declara su opción por la hoguera?

Nuestro Falstaff parece hacer algunas consideraciones insostenibles sobre la inactualidad y la improcedencia de las protestas, como dando por resueltos los problemas raciales en Estados Unidos una vez abolida la esclavitud tras la guerra civil y revocadas las leyes segregacionistas en los años sesenta. No entraré, sin embargo, en ellas por no alargar más aún un texto que ya va siendo muy largo, pero sobre todo porque no quiero desviarme de la discusión específica sobre las implicaciones del gesto de Marcelo. Para Falstaff, en todo caso, este no sería una legítima protesta contra el racismo por su asociación con el movimiento Black Lives Matter, que habría hecho de la genuflexión de Kaepernick una imposición. No solo una imposición como modo de protesta (no se sabe cómo podría BLM o cualquier otro movimiento cívico imponer un modo determinado de protesta a quien no quisiera adoptarlo), sino una suerte de peaje “según el cual cualquier hombre blanco debe mostrar sumisión a la raza negra como desagravio al llamado ‘privilegio blanco’”. O sea, que son los blancos quienes deben arrodillarse ante los negros en acto de vasallaje. Entonces, ¿qué diablos hacen Marcelo, Kaepenick y no sé cuántos miles de negros más arrodillados? ¿A quién rinden pleitesía? Nonsense.

O sea, que son los blancos quienes deben arrodillarse ante los negros en acto de vasallaje. Entonces, ¿qué diablos hacen Marcelo, Kaepenick y no sé cuántos miles de negros más arrodillados? ¿A quién rinden pleitesía? Nonsense.

El gesto tampoco sería inocuo, dice Falstaff, porque BLM no habría condenado las protestas violentas. Ciertamente, las ha habido, pero las responsabilidades por los actos violentos son exclusivas de quienes los cometen o promueven, no de cualquiera que decida pronunciarse contra actos sistemáticos e inhumanos de brutalidad policial de acuerdo a una simbología determinada que nada tiene en sí de violenta. BLM es un movimiento más o menos organizado, pero sobre todo es un hashtag, una consigna que desborda a cualquier núcleo activista o doctrinal y que usa mucha gente ateniéndose a su diáfana literalidad. ¿O es que ahora vamos a exigirle a cualquier futbolista que se santigua al saltar al campo una previa declaración de condena de los crímenes de la Inquisición, de los de Isabel I de Inglaterra o de los de Calvino en Ginebra para no considerarlo cómplice sanguinario de todas las matanzas religiosas habidas y por haber? ¿Habrá que suscribir una interminable declaración de excepciones cada vez que se defienda una causa justa como quien acepta la política de privacidad de una app? ¿No es evidente que proclamar que las vidas negras importan trae causa impepinable de la convicción de que todas las vidas humanas importan, que lo que se denuncia es que las de los negros parecen importarle menos a un número nada despreciable de policías en Estados Unidos?

Resulta inconcebible (e intelectualmente tramposo) pensar que la neutralidad política de un club como el Madrid se ve comprometida porque sus jugadores utilicen un episodio en la periferia del juego para amplificar un gesto individual en favor de una causa de elemental humanidad. El Madrid, como todos los clubs europeos, participa de una campaña institucional de la UEFA en contra del racismo desde hace años. No es extraño: la proporción y el protagonismo de jugadores negros son mayores en el fútbol de élite que en la sociedad, y las exhibiciones de racismo en las gradas más frecuentes y sonoras que en la vida cotidiana. Marcelo se ha atenido a esos valores institucionales con un gesto modesto al que no convienen sobredimensiones épicas. A Carlos, Smith y Kaepenick los suyos perjudicaron seriamente sus carreras, lo que los engrandece. Marcelo es de esperar que no padezca mucho, más allá de las deyecciones de rigor en Twitter y los efectos del natural gruñón de Falstaff.

Por último, está esa jaculatoria cansina de la “asfixiante y deshumanizadora dictadura de la corrección política” a modo de detente bala. Eso da para otro artículo, pero este no es su lugar. Baste decir que lo que se llama despectivamente “corrección política” lleva aparejadas molestas rebabas de mojigatería, quién lo duda; pero en ningún caso es una dictadura. Muy al contrario, es un fruto inevitable de las sociedades abiertas, donde cada sector de opinión pugna por coronar sus peones en incruentas guerras culturales. Cada cual busca hacer prevalecer su relato, su léxico y su terminología con mejores o peores razones, precisamente porque nadie tiene los recursos coercitivos necesarios para imponerlos, como en las dictaduras de verdad. No hay una corrección política, sino tantas como intereses en liza. Resentirse de ella suele ser síntoma de que se va perdiendo la batalla, pero admito que eso quizá sea wishful thinking.

Número Uno

 

Fotografías Getty Images.
El mayor de los Faerna es historiador del arte y editor, ocupaciones con las que inauguró la inclinación de esta generación de la familia por las actividades elegantes y poco productivas. Para cargar la suerte, también practica el periodismo especialista en diseño y arquitectura. Su verdadera vocación es la de lateral derecho box to box, que dicen los británicos, pero solo la ejerce en sueños.

15 comentarios en: Genuflexiones. Una refutación

  1. Agradezco mucho este artículo porque reconozco que el de Falstaff no me había convencido demasiado. Entiendo que pueda haber personas que apoyen uno u otro de los argumentarios, pero yo me quedo con el de Faerna, con el que coincido en todo. Y agradezco este nivel en una publicación como La Galerna.

  2. Querido N1, se me acumula el trabajo contigo y con N2. Como quiera que tu larguísimo intento de refutación repite muchos de los argumentos a los que ya he contestado en los comentarios a mi artículo, como ando justo de tiempo y como el asunto ya empieza a cansarme -y sospecho que también a los lectores- voy a ser breve. El que tenga interés que se remita a ellos. No entraré a refutar tu interpretación del significado de la genuflexión, porque ya me he referido a ella en una de esas contestaciones; sí tengo cierta curiosidad, sin embargo, por saber por qué la tuya te parece menos extravagante (por utilizar el término que me endosas) que la mía. Y hombre, sostener que cuando se cometen crímenes en nombre de uno, ese uno no tiene por qué decir nada al respecto, no deja de ser una postura que a mí me genera una cierta incomodidad.

    Lo que sí voy a hacer es puntualizar dos afirmaciones que me atribuyes y que yo nunca he realizado (vicio que, por cierto, también he tenido que afearle a N2): ni yo he dado por resueltos los problemas raciales en EEUU (complejísima cuestión sobre la que no me he pronunciado), ni he sostenido que la acción de Marcelo comprometa la neutralidad política del Real Madrid; lo que he dicho es que supone una utilización espuria del RM como caja de resonancia. Que utilices esa trampa intelectual precisamente para acusarme a mí de lo que tú haces no deja de tener su gracia.

    En fin, que puestos a refutar, sería de agradecer un poco más de rigor. Por lo demás, te agradezco el interés que le has dedicado a mi artículo.

  3. El simbolismo del hecho gestual de Marcelo lo delata. Ha tomado partido por la,supuesta falta, de sanción a un delito que no debería pasar de ahí y además lo ha hecho aprovechando que juega(?) en el MADRID. Lo que pasa es que la izquierda lo instrumentaliza todo y de un hecho execrable que tendrá su justo castigo lo amplían y extienden a toda la policia, lo que no es justo, pero conviene a sus intereses. Marcelo podría haberse posicionado ante la mentira constante del gobierno del pais que lo acoge pero ante eso hace mutis por el foro. En mi modesta opinión es un farsante con independencia de las cualidades futbolísticas que le pudieran haber adornado en el pasado.

  4. El jugador del Tottenham, Dele Alli, hace un par de años hizo un gesto .reinvindicativo, consistente en formar con los dedos, más o menos, el famoso ok, y poner el círculo delante de un ojo (no confundir con el gesto masónico que utilizan muchas celebridades de la élite de taparse un ojo de cualquier manera). Es un gesto que hace alusión a las brutales torturas que hacían los militares de Nigeria con los disidentes, y entre las más destacadas estaba la de arrancarles los ojos, incluidos niños y mujeres. Los que salían libres de tal atrocidad, hacían este gesto para mostrar que habían sobrevivido.

    No recuerdo ninguna campaña "blacklivesmatter" por aquello. Y el gesto de Dele Alli tiene mucha más relevancia, pues no estaba sujeto a ninguna moda impuesta ni a ningún proceder de "bien quedar" en lo políticamente correcto, que siempre, cómo no, viene impuesta por los medios de comunicación, al servicio de vete a saber qué intereses...

  5. Marcelo en su tiempo libre puede abanderar las reivindicaciones que quiera, faltaría, pero no mientras lleve puesta la camiseta del equipo que le paga y menos aún en partido oficial. El arrodillarse y levantar el puño es la simbología que usan los de BLM ,esos"angelitos" que van pegando palizas a personas blancas solo por gusto y que homenajean a Floyd saqueando tiendas de Apple, supermercados o tiendas de ropa ,por tanto Marcelo arrodillándose y levantando el puño está posicionándose a favor y eso es incompatible con la no posición del club en política.

  6. Luego me leo el artículo.

    Quiero comentar sobre la parida oportunista y demagoga del "més que un club" (balonsestu) que apareció en la cancha de La Fonteta con camisetas portando el lema "black lives matter". Me pregunto a qué viene eso ...ahora.

    Eso, sí que me parece un acto taimado e innecesario. Razón: Busquets y/o co Torra .

  7. Con la camiseta del Madrid puesta, todo lo que no sea besar el escudo está absolutamente de más.
    Por otra parte, creo que al Madrid le debe dar lo mismo si 2020 es año electoral en EEUU, si una más de las emergencias de la izquierda internacional tiene o no razón se ser (la emergencia racista, la machista, la climática, la antifascista,etc,etc, por los siglos...) en tiempos de seguir inmersos en una verdadera crisis sanitaria, en la que realmente jugamos todos, y deberíamos entender que ahora más que nunca el zapatero debe estar a sus zapatos, el futbolista a sus goles y el ciudadano de a pie a seguir votando a imbéciles que nos arruinen la vida.

  8. Poneos la mascarilla. Poneos la vacuna. Arrodillaos ante mi.
    Poneos la mascarilla. Poneos la vacuna. Arrodillaos ante mi.
    Poneos la mascarilla. Poneos la vacuna. Arrodillaos ante mi.
    Y llamad facha, racista y conspiranoico a todo aquel que ose resistirse a mis ordenes. Con la mayor violencia posible, pues ningun castigo habreis de recibir. Quemad sus negocios. Ensuciad sus simbolos. Atacad su integridad fisica.
    (Mensaje de los amos a todos los borregos del mundo).

    Cuando has caido en la trampa, la mayor fuerza que te impedira salir de ella sera tu orgullo. Los que se creen inteligentes, son los que con mas pasion van a proteger las directrices del sistema, por absurdas y tiranicas que sean. Porque su orgullo les va a impedir aceptar que han sido manipulados. Son demasiado listos como para que algo asi pudiera ocurrirles.
    Suficientemente listos para ver la manipulacion mediatica en algo tan banal como el futbol, pero suficientemente estupidos para no ver la manipulacion de los medios generalistas en temas mas complejos.

    Arrodillate ante tu amo. Ponte la mascarilla. Y como dice el audio ese del podcast del perroflauta: "quedate en tu p*ta casa".

    1. Me alegra ver un comentario así. Somos pocos, pero sabemos beber de otras fuentes. Aunque tengamos que tragar con lo de conspiranoicos (término inventado por la CIA para desviar atenciones), ignorantes y que parece mentira que existamos en pleno siglo XXI... Palabras y frases creadas para que los loritos las repitan sin pensar.

  9. Marcelo se equivoca el Madrid es sagrado y no se utiliza en vano, lo demás tonterías....que se meta en la organización esa y la financie si asi lo cree oportuno con su dinero pero que no utilice mi equipo para estas lides..grandes artículos ambos pero mi opinión queda dicha 50.000y no he visto a ningún "esplendido" decir lo más mínimo, al contrario, callados y mirando para otro lado ...HALAMADRID

  10. A Mentelist. Las mascarillas y quedarnos en nuestra p*ta casa (por usar tu expresión) han frenado la epidemia y salvado muchas vidas. Habla con cualquier médico o enfermera de algún hospital de Madrid y te lo explicará.

  11. Y pensar que toda esta movida no es sino una cortina de humo para que nadie hable del juicio a Hillary por un asunto realmente grave. Este Soros es un maestro: todos bailando al son que él toca, y discutiendo sobre lo que a él le parece cuando él decide. Jugón

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