El Madrid ganó en Mendizorroza, aunque no está claro si a la prensa del rubro se le caerá por ello de la boca el título de cierta película de Woody Allen que trata (tangencialmente) sobre tenis. La victoria estuvo cerca de no darse, básicamente por dos motivos. Que cada uno los ordene como quiera.
1.- El CTA, con desvergüenza sublimada en sudapollismo, puso en el VAR al sujeto que se permitió amenazar al Real Madrid, públicamente, en la víspera de la final de Copa. El tipejo se abstuvo de avisar al árbitro de campo, un tal Verdura (tan malo como él pero sin el punto de premeditación propio de su compañero), para que señalara un evidente penalti a Vinícius. No fue el único, pero sí el más sonoro error del dúo. Si lo combinas con la bochornosa anulación de un tanto de Osasuna el sábado en el Camp Nou, con 1-0 en el minuto 84, tienes en bandeja la comprensión de esta liga putrefacta que aún hay quien quiere que nos tomemos en serio.
2.- El Madrid, que facturó una primera media hora bastante potable, sesteó de manera harto abominable, desde que anotó Mbappé y hasta que empató el Alavés. Todo es muy confuso. Los horrorosos minutos, plenos de indolencia, que transcurrieron entre uno y otro evento, dan para teorías conspirativas que involucran lechos. Sin embargo, la reacción tras el tanto local las desmienten, y mueven a decidir (provisionalmente, todo es provisional este año) que los futbolistas están con su técnico. La voluntad no es un código perfectamente interpretable con cargo a los hechos, cuánto menos la voluntad de un colectivo. Y cuánto menos si ese colectivo pertenece a la Generación Zeta, como explicaba Nanook el otro día.
Esta temporada es un viacrucis, y nada hace pensar que dejará de serlo. Si ha de serlo, en todo caso, que sea ganando
Esas son las dos razones por las que el Madrid por poco no gana.
Vamos ahora con las dos razones (principales) por las que sí ganó.
1.- Aunque el equipo muestra desconexiones tan frecuentes y extensas que mueven a pensar que la rareza son en realidad las conexiones, y no crea más juego que el de zafarranchos intempestivos a despecho de excitantes, tiene a Mbappé y a Courtois, que ya hasta despeja las amenazas con la jeta, cual si fuese Laporta. Todo gran equipo necesita un gran goleador y un eminente portero, aunque por desgracia ambos requisitos sean condiciones necesarias pero no siempre suficientes. Asencio estuvo firme, Tchouaméni sigue en su línea, Rodrygo volvió a marcar, Bellingham estuvo más que digno y Valdepeñas tuvo un debut aseado. Sobre estas fortalezas se asentó la victoria.
2.- Xabi tuvo la paciencia (los más cínicos lo llamarán cobardía) de mantener en el campo a un negado Vinícius, y dicha paciencia le rindió fruto. En su primera jugada de mérito, ya enfilando el final del partido, el brasileño sirvió en bandeja el gol de Rodrygo. A diferencia de otras ocasiones, hoy sí habría cosechado el aplauso del madridismo (y el de la prensa) de haber sustituido a Vini. Esa omisión le salvó esta vez, sin que queramos usar de nuevo el título de Allen, de un disgusto muy serio. Habrá que aplaudir esta inacción. Vini no solo ganó el partido cuando más feo estaba todo: casi lo sentencia con un pase magistral a Gonzalo y provocando el mencionado penalti, el no señalado en el VAR por el prevaricador sin pelo.
Seguimos adelante, bien es cierto que amenazados por el filo de la incertidumbre. Como toda empresa humana, por otra parte. Esta temporada es un viacrucis, y nada hace pensar que dejará de serlo. Si ha de serlo, en todo caso, que sea ganando.
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No sé por qué no pone también que Bengoechea ha escrito el libro de 'La Decimoquinta' que acaba de salir publicado
Hubo un entrenador que se quejó de que los árbitros no pitaron un fuera de juego que no era por poco.
No podemos criticar a un entrenador por no hacer un cambio que no hizo, es decir, por acertar.
Precisamente por eso Vini tiene que jugar siempre, salvo lesión. En su peor día te puede ganar un partido ¿ de cuantos jugadores en el mundo se puede decir lo mismo?