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Escrito por: Antonio Valderrama22 febrero, 2023
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Ha saltado la liebre, como todo el mundo sabe ya a estas alturas. El Barcelona, según informaciones recogidas del ministerio fiscal y que han corrido ya como la pólvora por medios de todo el mundo, habría pagado durante casi veinte años por influir sobre los árbitros españoles. Estos son los hechos. El asunto tiene la suficiente magnitud como para que se haya pronunciado en un vídeo institucional el patrón de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas.

Al caso le ha seguido un torrente de manifestaciones y de nuevas informaciones. Todas redundan en lo mismo: los indicios de cohecho continuado durante décadas son abrumadores. De un golpe de vista se distinguen varios delitos gordos: amaño, fraude, tráfico de influencias. La Real Federación Española de Fútbol, de momento, ha despachado la cosa con un comunicado de prensa y con declaraciones banales de Medina Cantalejo, un tipo, por demás, de la casa.

En España la verdad es un constructo subjetivo, una percepción, algo relativo, por lo que tiene, como es natural también, una importancia también relativa. Las opiniones y los sentimientos tienen ya rango de verdades absolutas, científicas, por lo que se miente a mansalva, cada día, en cada parcela de actividad pública, y no pasa nada. Es lo normal. Por eso el Barcelona ha tenido siempre la tradición histórica, o mejor dicho, el instinto, de considerar la ley y la norma como algo meramente orientativo que puede uno saltarse a conveniencia. Ellos son unos maestros en esto.

En España la verdad es un constructo subjetivo. Por eso el Barcelona ha tenido siempre la tradición histórica, o mejor dicho, el instinto, de considerar la ley y la norma como algo meramente orientativo que puede uno saltarse a conveniencia

Les cerraron el estadio por amparar la agresión física a jugadores del equipo contrario, les expulsaron de la Copa por no presentarse en un partido, se han saltado todas las normas de juego limpio financiero imaginables, su capitán fue pillado no hace ni un año negociando por wasap unas comisiones millonarias con el presidente de la Federación a cuenta de llevarse la Supercopa a Arabia Saudí, y un largo etcétera. En eso, como en todo, son los perfectos representantes de la región más corrompida de Europa occidental, Cataluña, un manicomio a cielo abierto donde toda noción de verdad y de realidad es desafiada a diario por los partidos en el poder y por millones de electores que los votan de continuo.

Tebas ha hablado de “compliance”, de “normas que no se han cumplido”. Qué español es esto, tenemos el idioma más rico del mundo y cuando se destapa un pufo de dimensiones colosales se acude rápidamente a los anglicismos, que todo lo subsumen. La “compliance” y las normas incumplidas, no obstante, en el país donde se confinó a la población durante meses con estados de alarma inconstitucionales, ¿qué significa? El Barcelona también se ha excusado con esto y, en general, todos los “neutrales” están poniendo el foco en Negreira y no, en realidad, en el culpable principal, que es la persona jurídica Fútbol Club Barcelona.

Tebas

El vídeo es realmente gracioso, aconsejo vivamente que lo vean. Lo deja todo en manos de “la Fiscalía”, quien podría, una vez finalizada la investigación (de la que no paran de saberse cosas nuevas a cada hora), interponer una demanda contra el Barcelona por corrupción entre particulares y amaño deportivo. Pero, ¿”de quién depende la Fiscalía”? El Barcelona es un interés estratégico prioritario en Cataluña, los socios del gobierno socialista de la nación están en las Cortes en virtud de la representatividad etnosimbólica que encarna como nadie el Fútbol Club Barcelona, que es la proyección universal y emocional del independentismo, su vehículo de portentoso de propaganda, lo que Hollywood al american way of life del capitalismo estadounidense. Y por supuesto, para el negocio de Tebas con la Liga, el Barcelona es un pilar, es inconcebible imaginar que se aplicara ningún tipo de justicia y lo descendieran a Tercera. Naturalmente, queda descartada cualquier sanción deportiva, pues “todo ha prescrito”. Como si la malversación y la adulteración reiterada, sistemática, deliberada de la competición, que por supuesto va más allá del período 2016-2017, pudiera, moralmente, prescribir.

Lo que tampoco prescribe nunca es la poca vergüenza. La jugada parece clara: control de daños y victimización (otro clásico) de la entidad, supuesta prisionera de un “chantaje”

Lo que tampoco prescribe nunca es la poca vergüenza. La jugada parece clara: control de daños y victimización (otro clásico) de la entidad, supuesta prisionera de un “chantaje”. ¡Un chantaje que ha durado más que la obra del Escorial! Los cipayos afines empezaron intentando circunscribir el mal a un par de temporadas, a una travesura de Bartomeu, a una pillería de una junta directiva concreta. Pero por el propio Bartomeu se sabe, además de por otros indicios, que la cosa es estructural y que implica a un modus operandi institucional que se remonta, al menos, hasta Gaspart. Y seguramente, la cosa se mete de lleno en el nuñismo. Es decir, que toda la impronta, el rostro del Barcelona contemporáneo, está ulcerado con esta infección lamentable. Ahora la jugada es diluir toda responsabilidad barcelonista y toda culpa en el sintagma “Caso Negreira”.

Hay indicios de continuidad delictiva desde 2001. El pastel se ha descubierto por Hacienda, que inspeccionaba los ejercicios contables de 2016, 2017 y 2018 de Dasnil 95, una empresa fundada por José María Enríquez Negreira en 1995. El 95% del volumen de negocio de Dasnil 95 correspondía a pagos del Fútbol Club Barcelona en concepto de “asesoramiento técnico”. Un asesoramiento que, por ejemplo, sólo en el año 2016 fue cobrado a razón de más de medio millón de euros. Enríquez Negreira, a la sazón exárbitro, fue administrador, apoderado y finalmente administrador único de Dasnil 95, que sólo empleó a dos personas y de la que participaban también sus hijos. ¿Y quién era, a lo largo de estos años, Enríquez Negreira? Pues el vicepresidente del Comité Técnico Arbitral de la Federación Española de Fútbol desde 1994 hasta 2018. Un comité que, no está de más recordarlo, depende de la Federación.

José María Enríquez Negreira y Sánchez Arminio

A partir de ese año los ingresos de Dasnil 95 cayeron en picado, provocando su disolución. Según ha declarado Negreira ante la Fiscalía, el asesoramiento estaba enfocado a asegurar la neutralidad de los árbitros con respecto de los intereses deportivos del Barcelona. La prensa afín, es decir, fundamentalmente la editada en Barcelona, ya está explicando que, en realidad, Negreira era un don nadie, uno que no pintaba nada en el CTA. Lo cual, de ser cierto, obligaría a tomar por imbéciles a Gaspart, Laporta, Rosell y Bartomeu, que le estuvieron pagando a un pintamonas casi dos millones de euros (que se sepa) a lo largo de dos décadas. Pero lo que está pasando es lo contrario, que a quienes pretenden tomar por imbéciles, siguiendo la inveterada costumbre del lugar, es a nosotros.

el rostro del Barcelona contemporáneo, está ulcerado con esta infección lamentable. Ahora la jugada es diluir toda responsabilidad barcelonista y toda culpa en el sintagma “Caso Negreira”

Pero lo cierto es que hay constancia documental notable, en la propia hemeroteca, de que Negreira no era un don nadie. Martínez Munuera, sin irnos muy lejos, árbitro internacional, reconoció en 2013, cuando lo subieron a Primera, que Negreira en persona se lo comunicó por teléfono. Al CTA le corresponde proponer a la Federación los candidatos al ascenso, como también entra dentro de las atribuciones de este órgano el ocupar por delegación un asiento en el trascendental Comité de Designación Arbitral, donde junto a la Liga y a la Federación deciden quién arbitra a quién cada semana. Su nombre y su vinculación al entorn barcelonista puede rastrearse con facilidad en el archivo de la prensa deportiva de los 90 y primeros dos mil. Luego, misteriosamente, pasó a formar parte de la nebulosa, de la bruma.

Desde 2003, según Bartomeu, que estuvo allí, entonces y hasta 2005 como directivo de Laporta; desde 2010 como vicepresidente de Sandro Rosell y luego, desde 2014, como presidente, el Barcelona pagaba religiosamente a Dasnil 95 por el suculento asesoramiento. Son los años de oro del club. De 2003 a 2018 el Barcelona gana 9 Ligas, 6 Copas del Rey y 8 Supercopas de España, por contar sólo los títulos domésticos. En esos años, Dasnil 95 facturó a su cliente único casi cuatro cientos mil euros anuales por unos servicios que no aparecen descritos en su página web. El Barcelona, en un comunicado, los ha definido como “servicios de un consultor técnico externo en formato vídeo, informes técnicos referidos a futbolistas de categorías inferiores del Estado español para la secretaría técnica del club e informes técnicos relacionados con el arbitraje profesional, a fin de complementar información requerida por el cuerpo técnico del primer equipo y del filial, práctica habitual en los clubes de fútbol profesionales”.

Enríquez Negreira e hijo

Sólo hay información, hasta ahora, de 2016, 2017 y 2018. En ese tiempo Negreira le cobró al Barcelona millón y medio largo. Bartomeu recortó gastos cuando Negreira, qué casualidad, dejó el Comité Técnico Arbitral. Sin embargo, reconoció ante la Fiscalía que eso se hacía, que él supiera, desde el año 2003. Rosell lo corrobora, Gaspart no lo recuerda y Laporta omite cualquier comentario. De la asesoría, según le ha dicho Negreira a la SER, no consta ningún papel porque “era todo verbal”. Su hijo, no obstante, administrador de Dasnil 95 durante muchos años, dice que también se asesoraba por escrito. Afirmaban también trabajar para más clubes, pero cuando el Barcelona dejó de pagar la sociedad, simplemente se fue a pique. Todo era “neutral” pero el asesor era el lugarteniente de Sánchez Arminio, el prócer arbitral del fútbol español contemporáneo, y trabajaba en el centro mismo de las decisiones del estamento arbitral.

Todo era “neutral” pero Negreira era el lugarteniente de Sánchez Arminio, el prócer arbitral del fútbol español contemporáneo, y trabajaba en el centro mismo de las decisiones del estamento arbitral

Iturralde González y Andújar Oliver, dos ilustres exárbitros, han reconocido, a raíz de la noticias, que el hijo de Negreira les sometía a “sesiones de coaching” para superar los “errores” de los árbitros en seminarios ad hoc. También, en la previa de las grandes tardes en el Camp Nou, el “coach” se convertía en chófer solícito que se ofrecía a los árbitros para llevarlos del hotel al estadio. Todo apunta a que el hijo era un especialista a cuenta del padre en el negocio ampliado del (presuntamente) trinque, siempre listo para lo que hiciera falta, como por ejemplo dar informes semanales en vídeo al CTA de papá, como también ha reconocido Iturralde.

Bartomeu, que cuenta que le suena que la cosa viene del nuñismo, también dice que “cree” que Negreira “no pintaba nada”. El mismo Negreira se consideraba, en 2018, el último año de su presencia en la vicepresidencia del CTA, “el ayudante del jefe”. Ni a Bartomeu ni a Gaspart ni al propio Negreira, que dice también que el Barcelona les pagaba “por no hacer nada”, les parece impropio, cuanto menos, que el vicepresidente del órgano rector de los árbitros del fútbol profesional español tenga vínculos comerciales durante décadas con uno de los clubes más importantes del país. “Todos los clubes lo hacen”, aseguran todos, pero de momento sólo se tiene constancia contractual de que lo hiciera el Barcelona.

¿Colusión, conflicto de intereses? Qué me está usted contando. Como es lógico deducir, una mierda de proporciones semejantes sólo puede esconderse bajo la mesa camilla del salón, sin que nadie advierta su olor, contando con la complicidad activa y pasiva de la clase periodística. Es decir, de los “relatores”.

Una mierda de proporciones semejantes sólo puede esconderse bajo la mesa camilla del salón, sin que nadie advierta su olor, contando con la complicidad activa y pasiva de la clase periodística. Es decir, de los “relatores”

Como recuerda mi amigo Manuel Matamoros en Twitter, “sobornar no exige sólo tener el control de un acto de corrupción, sino de su interpretación”, en alusión a las conclusiones que del escándalo italiano del Calciopoli obtuvo el periodista Dino Numerato. Cito a Manuel, textualmente, que lo explica mejor que yo:

“Numerato distingue, en esencia, tres clases de (actitudes) de los periodistas deportivos: los ciegos que no se enteran (unintended blindness); los ciegos que no quieren ver (wilful blindness) y los que blanquean expresamente la corrupción (corrupting interpreters). Los primeros, ingenuamente encantados por la belleza del rendimiento deportivo, o atrapados en la rutina diaria del periodismo y de los agasajos simbólicos y regalos materiales de los magos de las relaciones públicas. Los segundos, partícipes conscientes de la cadena de corrupción, cuyos actos concretos (errores deliberados de los árbitros entre otros) ocultan deliberadamente al público, al ser parte de lealtades clientelares entre funcionarios deportivos, atletas y representantes, árbitros...La participación deliberada en la corrupción puede estar directamente relacionada con el trabajo periodístico y por lo tanto contribuir a un contenido sesgado de los mensajes de los medios de comunicación y las retransmisiones televisivas. Las convicciones de Numerato, claramente hijas de Calciopoli, le llevan a identificar el tercer grupo (subconjunto del segundo) como el más eficaz, y como su instrumento fundamental destaca los programas televisivos posteriores a los partidos que ofrecen espacio para un análisis más profundo respecto de éstos, y señala cómo Las intercepciones telefónicas del asunto de corrupción del fútbol italiano ‘Calciopoli’ facilitan evidencias acerca de situaciones en las que los manager deportivos influenciaban la selección de los periodistas invitados”.

¡Bomba! 1,4 millones del Barça al vicepresidente arbitral

Al acudir a los timelines de las cuentas de algunos de estos relatores “sólidos”, expertos en “el análisis profundo”, como lo llama Numerato, como por ejemplo Ramón Besa o Axel Torres, sólo encuentro “Caso Negreira” por todas partes. Si un vecino de Jartúm entrase en contacto por primera vez con todo este quilombo leyendo a estos conspicuos periodistas, creería que los Negreira, padre e hijo, fueron a cobrar durante veinte años a las oficinas del Camp Nou con un kalashnikov en la mano su diezmo, su impuesto revolucionario, al pobre Barcelona, que es “més que un club”. No va a pasar nada porque el Barcelona, como la Catalunya que representa y por la cual existe, juega y vence, está por encima del bien y del mal. Del Moggigate, al menos aquí, nos quedaron las Historias del Calcio que contaba Enric González en El País. Pero me temo que a nosotros sólo nos queda la Oficina de Prensa y Propaganda del Komintern de Ramón Besa.

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

Un comentario en: Corrupción

  1. Toda esta porquería que asoma es solo una pequeña muestra. No tengo ninguna prueba pero sí la convicción al respecto. Me pregunto :
    ¿Por qué y para que ha salido a la luz este caso de corrupción ? ¿ Solo por el movimiento de dinero que genera toda esta noticia ?
    ¿Esto tiene que ver con la Superliga?
    ¿Podemos imaginar ,sin pecar de ilusos, que en algún momento se podrán dilucidar los Campeonatos españoles en buena luz?

    Tenerife, Tenerife...

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