Ojalá este artículo hubiera llegado en mejores circunstancias, con los jugadores que lo protagonizan dándole sentido en el campo a los desvaríos que van ustedes a tener la desgracia de leer en estos minutos, pero la vida a veces es así de puñetera e injusta y el Real Madrid está viviendo con el martirio de las lesiones su cara más amarga. La última lesión, la de Vinicius ante el Celta de Vigo, resulta especialmente dolorosa. No sólo por el hecho de perder a nuestro mejor jugador, al más determinante y al que es, actualmente, nuestra principal arma ofensiva. También porque perdemos al único jugador cuya principal cualidad técnica, el regate, supone prácticamente un sistema ofensivo en sí mismo.
El regate es una habilidad incomprensiblemente denostada en el fútbol actual, arrollada despiadadamente por el tsunami que supuso el fenómeno “tiquitaquero” que brindó a España, eso narra la leyenda, un Mundial y dos Eurocopas. Actualmente en España es complicado ver a verdaderos regateadores porque desde hace años se ha instaurado en las escuelas de fútbol una corriente persecutoria de esta habilidad. Se incide con tanto énfasis en el pase como único pilar del modelo de juego que el regate, una herramienta tan válida como otra para superar a un jugador, ha quedado prácticamente prohibido. No sólo víctima del juego de posesión y posición sino también del cambio de paradigma que ha sufrido el fútbol en los últimos años hacia un deporte más táctico y controlado por parte de los entrenadores, empeñados en ganar peso sobre los jugadores, y a los que no les gusta correr ningún riesgo (el regate supone un riesgo mayor que el pase) a pesar de que el beneficio pueda ser mayor.
El regate es una habilidad incomprensiblemente denostada en el fútbol actual, arrollada despiadadamente por el tsunami que supuso el fenómeno “tiquitaquero”
No deja de ser irónico que en un fútbol empobrecido tanto a nivel económico como de espectáculo se incida en este tipo de fútbol y se coarte a los jugadores con descaro e imaginación, que precisamente son los que podrían solventar ambas situaciones. En un fútbol tan frío y estudioso como el actual, en el que cada basculación se mide al milímetro, poseer a un jugador que rompa una línea con uno o dos regates, no sólo da espectáculo, sino que aporta una solución imprevisible que rompe los esquemas del equipo rival, provocando confusión en su defensa. Pero es que, además, este tipo de jugadores son a los que buscan los aficionados para ver en YouTube sus vídeos de highlights y, sobre todo y más importante, son los jugadores que pueden llamar poderosamente la atención de los ojeadores. En un mercado en el que se pagan barbaridades por jugadores de un nivel que no llega a élite, tener la posibilidad de vender a un jugador llamativo y habilidoso a un mercado potente puede suponer una inyección económica que salve la situación financiera del club. No estoy muy seguro de que renunciar a esa posibilidad sea algo a lo que la mayoría de clubes españoles puedan permitirse, pero desde luego es lo que se lleva haciendo en España desde hace tiempo en sus escuelas de fútbol. Se confunden el regate y la conducción con individualismo cuando en realidad son elementos generadores de ventajas y que pueden producir situaciones favorables como la división de la defensa contraria o la producción de un 2 Vs. 1 en banda.
Esto hace que cuando surge un regateador de los que ya no quedan, como Vinicius o como Arda Güler, brillen con luz propia como un faro en mitad de la oscuridad nocturna. Y, además, da la casualidad de que Vinicius y Arda comparten predilección por el mismo tipo de regate. No hace falta explicar que el regate es una cualidad técnica a través de la cual un jugador, mediante diversos movimientos, es capaz de conservar la posesión del balón y superar a un rival. Pero dentro de los regates, a este servidor le parece apropiado establecer una diferenciación entre dos tipos (pendientes de patente) que curiosamente (bueno, curiosamente no, así lo quiso el autor, es decir, yo) comparten las mismas letras: regate reactivo y regate creativo.
Regate reactivo
El regate reactivo es aquel regate en el que el jugador en posesión del balón espera al movimiento de su marcador para moverse en consecuencia y, de esa manera, evitarle y superarle. Jugadores como Messi, Di María o Rodrygo, por poner un ejemplo actual de los nuestros, son perfectos exponentes de este tipo de regate (realmente la mayoría de jugadores son regateadores de este tipo). Eso no significa que en algún momento no puedan realizar algún regate creativo, pero la mayoría de sus regates suelen pertenecer a este grupo. Es un regate basado en los reflejos y en la capacidad y tiempo de reacción del jugador, que actúa como un gato “jugando” con una serpiente, acercándose poco a poco, fintándole por la cola y esquivando el ataque de la serpiente cuando este llega para aprovechar en ese momento su mayor capacidad de reacción.
Regate creativo
El regate creativo, en cambio, es aquel en el que es el propio jugador el que, con sus movimientos, gestos técnicos y fintas provoca el engaño al rival para superarle. Es un regate basado en la imaginación, la magia y la creatividad del jugador y presenta una ventaja sobre el regate reactivo: es mucho más inesperado que el primero, no sólo para el defensa que lo marca sino también para el resto de rivales (y compañeros, incluso), lo cual suele dar más espacio y futuro margen de maniobra al regateador, ya que suele ser un “eliminador de coberturas”. El regate reactivo, aunque permite al jugador desbordar al rival, es más presumible para la defensa rival, que ya está casi preparada para defender el espacio ganado por el atacante. El regate creativo genera un mayor desconcierto en los rivales y da al atacante espacio y tiempo para continuar la jugada. Desgraciadamente, ya apenas existen regateadores de este tipo, pese al enorme valor que pueden tener en el juego al ser constantes generadores de ventajas. Jugadores como Ronaldo Nazario, Ronadinho, Zidane y ahora Vini o Arda Güler son ejemplos de este tipo de regateadores.
Por esta razón, las lesiones de estos dos últimos jugadores son especialmente delicadas para el Real Madrid, que queda huérfano de esta cualidad (quizá Brahim pudiera suplicar esta falta, pero no parece contar demasiado con la confianza de Ancelotti). A Arda apenas se le habían podido ver algunos destellos en los pocos entrenamientos que completó en Estados Unidos con el equipo, pero bastaron y sobraron para generar un consenso tanto en la plantilla como en el aficionado de que nos hallamos ante ese tipo de jugador diferente, atrevido y sin complejos que acostumbra a sacarle un “oh” de asombro al aficionado del Bernabéu. Su regate está basado en el control del balón, para el cual utiliza, además de una calidad técnica excelsa, una velocidad mental asombrosa: antes de recibir ya ha decidido exactamente lo que va a hacer y cuando le llega el balón a esa velocidad mental se le suma la celeridad de sus pies y su habilidad técnica. Para cuando el defensor se quiere dar cuenta, Arda ya le lleva unos metros de ventaja.
El regate creativo es mucho más inesperado que el reactivo, no sólo para el defensa que lo marca sino también para el resto de rivales, lo cual suele dar más espacio y futuro margen de maniobra al regateador, ya que suele ser un “eliminador de coberturas”
Vinicius también se ha acostumbrado a ese regate-control, pero su principal arma es el regate en conducción y es capaz de desenfundarlo en cualquier parte del campo por pequeño que sea el espacio. Con su dinamismo de pies y sus fintas, el carioca consigue salir de cualquier situación aunque le rodeen dos o tres rivales y lo hace de una manera tan original que cuando lo realiza, suele tener relativo espacio (para ser dentro del área, una zona que suele estar bastante aglutinada) y tiempo para decidir cómo finalizar la jugada. En su caso creo que esto ha sido contraproducente, por cierto, ya que a este tipo de jugadores, a la hora de finalizar, les viene mejor tener poco tiempo de decisión y tirar más de instinto antes de que las diferentes ideas empiecen a poblar su mente y confundan su toma de decisiones.
En cualquier caso, contar con Vinicius, como hemos podido comprobar en los últimos años, es una auténtica bendición, pues con su regate creativo absolutamente impredecible el jugador brasileño se ha convertido en su sistema ofensivo como tal. Los automatismo en ataque son muy útiles, desde luego, pero analizables por el rival. En cambio, contar con un jugador cuyos rivales no saben por dónde le va a salir ni cómo defenderlo no tiene precio (bueno, sí lo tiene: 45 millones más las variables que nos quieran atribuir el periodismo y el antimadridismo). Con sus regates, Vinicius ha sido una perpetua máquina de crear ocasiones de gol y ataques prometedores en cualquier tipo de partidos, ya fueran ante rivales de baja tabla o ante los mejores clubes de Europa. Su estilo de juego y su regate no entienden de nivel de dificultad, funcionan siempre. Y ese es el enorme valor que tienen este tipo de jugadores (en su caso, además, hay que agregar una potencia física y velocidad que quizá no hayan tenido otros regateadores creativos, tal vez sólo Ronaldo Nazario).
Contar con Vinicius es una auténtica bendición, pues con su regate creativo absolutamente impredecible el jugador brasileño se ha convertido en su sistema ofensivo como tal
De ahí que el madridismo, pues, permanezca en vilo estos días rezando cuantas oraciones sepa para que la lesión de Vinicius sea lo más leve posible y que, tras el partido ante el Getafe y el primer parón de selecciones que he deseado en mi vida, tanto Vinicius como Arda puedan estar disponibles para que Carletto haga buen uso de ellos. Sabe bien el espectáculo cuanto los necesita. Y el Madrid también.
Getty Images.
Parece ser que la lesión de Vinicius es algo más grave de lo que parecía en un principio. Tiene una rotura fibrilar que le va a mantener en el dique seco de 4 a 6 semanas. Es su primera lesión muscular, nunca antes había tenido una pero, en un jugador de sus características, es muy importante que se consiga la “restitutio ad integrum” sin que quede cicatriz alguna ni haya posibilidad de recaída, por lo que no hay que acelerar para nada su vuelta.
Lo que va a implicar que se pierda unos 6 u 8 partidos, entre los que se encuentran uno o dos de Champions y el derby con el Malakito de Menphis (Depay). Sería la ocasión para fichar dos buenos árbitros goleadores o, al menos, uno.
Estoy de acuerdo con la parte de su recuperación. Mejor no acortar plazos y que se recupere lo mejor posible, no lo antes posible. No estoy de acuerdo con lo de comprar árbitros goleadores. Lo de comprar colegiados sería rebajarnos al nivel de los que han desvirtuado la competición durante las pasadas décadas. Sí que me gustaría que ficháramos algo arriba que aporte el gol que nos puede faltar este año. Buen día, caballero.
Evidentemente, lo de comprar árbitros goleadores era una nota irónica. Lamento que no se haya entendido. A veces, es difícil expresar o descubrir ironía en un texto escrito.
Me ha pillado totalmente en paños menores. Estaré alerta para la próxima. Un saludo.
No hay por qué preocuparse. A todos nos ha pasado lo de entrar al trapo por no haber captado la ironía de un comentario. Y, a mí, más de una vez. Un saludo.
Hay tipologías y hay tipologías. Existen tipos que gustan y/o suelen ir a contracorriente. Uno se incluiría en el de los que lo hacen por puro placer. Como el fútbol es un estados anímico , no solo consecuencia de los resultados numéricos, y percibiendo que el madridismo en general se encuentra bastante bajo de ánimos, me parece oportuno activar el resorte optimista, lanzándome a opinar. Lo siento mucho, igual que desde el primer momento dije que Vinicius , que no Vini -no me gusta tal abreviatura- es un fenómeno con muchísimo fútbol, también afirmé que de Hazard no esperaba nada bueno. Y mira que se le dio bombo y platillo.
Con Arda Güller , sin haberlo visto jugar más que en videos, tras ver su precaria constitución física , además de leer tantos elogios precoces-aventurados , no pude más que fruncir el ceño y arrugar la nariz (obsérvese avatar) . Deseo , como el más madridista de los apasionados madridistas, equivocarme. Pero...lo del joven futbolista turco es uno de aquellos inicios que presagia pocas alegrías para el madridismo. Me encantaría quedar como lo que los catalanes llamamos "bocamoll". En realidad esto es una especie de sortilegio. Una acción de magia blanca. Falta nos hace.