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Un trauma

Escrito por: Mario De Las Heras20 febrero, 2019
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PD. Esta entrevista es pura invención a partir del hecho cierto de que el jugador Lionel Messi disparó con el balón al público del estadio Santiago Bernabéu el diecisiete de abril de 2011. La Galerna muestra su respeto por el espectador real, que guardó ejemplarmente la compostura ante la cafrada.

 

Hace casi ocho años que Lionel Messi, la estrella y mito del Fútbol Club Barcelona, para muchos el mejor futbolista del mundo e incluso de la historia, disparó un balón con toda su fuerza y alevosía a la grada lateral del Bernabéu. Apenas se habló en los medios de aquella agresión indiscriminada, que fue cubriéndose poco a poco con un tupido velo azul y grana. Hoy La Galerna ha decidido descorrerlo en vísperas de la decisión del comité de competición sobre el gesto indescifrable de Gareth Bale el pasado nueve de febrero en el Wanda Metropolitano.

Hablamos en exclusiva con la víctima de aquel infausto diecisiete de abril de 2011. Nuestro protagonista prefiere preservar su intimidad y por expresa petición personal desea que lo llamemos “La Pulga”. “La Pulga” nos recibe en su casa. Las persianas están semicerradas. Apenas entran algunos hilos de luz del atardecer de Madrid. Lleva gafas oscuras en la penumbra. El lugar me recuerda al despacho del dueño de los Knights en la película The Natural, con Robert Redford.

Me siento en un sillón que el anfitrión me ofrece con un gesto. Él se sienta enfrente, en el sofá. Nos separa una mesita de mármol con patas de hierro donde pongo el teléfono para empezar a grabar. Le pregunto si podría abrir las persianas un poco o encender alguna luz para mis notas. Me dice que puedo encender la lámpara de pie que hay justo detrás de las orejas del sillón. Apenas puedo distinguir su rostro. Tengo una curiosidad de Willard tratando de distinguir a Kurtz entre las sombras. Pronto desisto de ello.

LA GALERNA. ¿Qué recuerdos tiene de aquel día?

LA PULGA. Hasta que ocurrió, recuerdos muy alegres. Como casi siempre que jugaba el Madrid. Aquel día, contra el Barcelona, era además un día especial.

LG. Dice que hasta que ocurrió...  ¿Qué ocurrió exactamente? ¿Cómo sucedió?

LP. Yo estaba sentado en mi localidad, que estaba muy cerca del terreno de juego. Recuerdo ver a ... perdón, es que me cuesta nombrarle... a ese jugador...

LG. A Messi...

LP. Sí. Lo recuerdo correr hacia la banda en busca del balón que le había enviado Alves muy largo desde el otro lado. Yo estaba sentado. La pelota se marchaba con claridad. Iba a superar la línea sin remisión, y entonces él, de pronto aceleró, corrió con todas sus ganas y vi como cargaba su pierna para chutar... (“La Pulga” deja de hablar unos segundos, carraspea, extiende la mano hacia un lado y coge un invisible (hasta ese momento) vaso de agua. Me ofrece levantando el vaso. Le digo que no con la cabeza. Bebe. Prosigue con voz temblorosa) ... vi como cargaba su pierna para chutar... Yo no lo podía creer. Estaba paralizado. Y de repente lo hizo... ese jugador disparó el balón hacia el público, hacia mí. Y lo vi salir casi en cámara lenta desde su bota. Recuerdo al principio su nitidez redonda y clara. Y luego cómo se empezó a hacer cada décima de segundo más y más grande, y cómo se empezó a oscurecer. Recuerdo la imagen borrosa del jugador al fondo. Y luego ya no vi nada durante unos instantes.

LG. ¿Qué pasó después?

LP. Me tapé con las manos, pero la fuerza con la que iba la pelota dobló mis dedos y me golpeó en la frente...

LG. ¿Resultó herido?

LP. Nada más que un buen balonazo en la cabeza. La herida fue otra.

LG. ¿A qué se refiere?

LP. A que nunca he vuelto a pisar el Bernabéu. Ni siquiera he vuelto a ver un partido de fútbol.

LG. ¿Cómo es posible eso? ¿Qué pasó?

LP. Al principio me encontré simplemente desconcertado. Recuerdo que la gente a mi alrededor empezó a gritar y a insultarle y a lanzar cosas al campo. Se levantaron todos. Yo me quedé sentado. Vi como los jugadores del Madrid lo rodeaban y lo recriminaban. Y recuerdo al árbitro interponiéndose entre ellos. Pensé que lo amonestaría, que le sacaría una tarjeta. Una amarilla, al menos. Pero no hizo nada. Vino a separar a los jugadores y después mandó continuar el juego como si nada...

LG. Muñiz Fernández era el árbitro...

LP. Sí. Lo recuerdo bien. Iba peinado con gomina. Arbeloa levantó las manos, me acuerdo. Yo me quedé paralizado.

LG. Entonces, ¿qué le sucedió? ¿Qué pasó para que no volviera a pisar un estadio, ni para ver más fútbol?

LP. Algo hizo crack dentro de mí cuando el árbitro no sancionó aquello. Aun hoy no me lo puedo explicar. Podría haberme roto la nariz o dañarme un ojo. O a cualquier otro espectador. Podría haber herido a un niño. Podría haberle hecho mucho daño. Ni siquiera fue castigado después por el comité de competición. Aquella conducta fue terrible y la ausencia de respuesta peor aún. Recuerdo cuando Cantona saltó la valla y empezó a pegar a un espectador. Lo de este jugador fue mucho peor porque fue cobarde. Disparó y luego corrió a resguardarse lejos de la banda. Ya le digo que algo hizo crack en mí unos minutos más tarde.

LG. ¿Qué sintió?

LP. Sentí como un miedo repentino. Una fobia incontrolable que se fue extendiendo los días siguientes y los meses y los años... hasta hoy.

LG. ¿Por qué le afectó tanto? Quiero decir, con todos los respetos, normalmente un hecho así no suele produce secuelas tan graves...

LP. Nunca pensé que un jugador dentro del campo pudiera agredirme. Siempre pensé que eso podría ocurrirme en la grada, entre la gente, en la calle... no sé. En cualquier lugar menos en el campo y por un futbolista. Sin más. Sin razón, ni provocación alguna. Yo simplemente estaba allí y sucedió. No he podido recuperarme.

LG. Ni siquiera ha podido ver fútbol por la televisión...

LP. No. Me produce extrañas sensaciones y acabo teniendo miedo. Pánico, más bien.

LG. ¿Nunca más ha podido ver fútbol?

LP: Verá. El año pasado estuve viendo el Barcelona/Madrid del final de la Liga. Casi lo vi entero con gran sufrimiento. Empezaba a encontrarme mejor a pesar de las muchas tropelías que sufrió el Madrid durante el encuentro, hasta que vi cómo un jugador del Barcelona golpeaba a Marcelo en ambas piernas, derribándolo, ante las mismas narices del árbitro, que no hizo nada, como aquella vez. Entonces me sobrevino el vértigo y tuve que dejar de verlo. Fue muy duro.

LG. ¿Y ha seguido, sigue usted, aunque sea por medio de la prensa, los resultados, está al tanto de las noticias?

LP. Durante un tiempo ni siquiera pude hacer eso. Ahora sí estoy al tanto, relativamente. Cuando me enteré de aquello del tal Aytekin tuve una recaída y ahora tengo más cuidado. Me hablaron del penalba y tuve que sujetarme para no desfallecer. Un tal Hernández Hernández me produce lipotimias. Y Mateu Lahoz urticaria. Y hay más.

LG. ¿Y de Suárez? ¿Qué opina de un jugador cómo él?

LP. Tengo pesadillas. No lo mencione más, por favor. Le diré simplemente que a veces sueño que estoy en mi antigua localidad en el Bernabéu, y de repente aparece Suárez por debajo y me empieza a devorar arrastrándome hacia el campo como si fuera el tiburón de Spielberg.

LG. Es horrible.

LP. Desde Luego. Pero no más que la realidad de aquel día del que hablamos, y ese jugador...

LG. ¿Y qué piensa (no sé si ha podido enterarse), después de la impunidad de Messi en su caso, de que por un simple gesto de Bale el otro día en el campo del Atlético de Madrid, un gesto que podríamos denominar inclasificable, el comité de competición esté decidiendo si lo sanciona o no?

LP. No podría responderle sin riesgo para mi salud.

LG. Comprendo. Discúlpeme. Una última pregunta: ¿Por qué ha pedido que le llamemos “La Pulga”? Supongo que sabrá que ese el mote por el que es conocido cierto jugador...

LP. Hace poco leí La Metamorfosis, de Kafka. Y estoy muy suspicaz con los insectos. Veo insectos por todas partes. Cuando pensé en el anonimato fue lo primero que se me vino a la cabeza.

 

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Ha trabajado en Marca y colaborado en revistas como Jot Down o Leer, entre otras. Escribe columnas de actualidad en Frontera D. Sobre el Real Madrid ha publicado sus artículos en El Minuto 7, Madrid Sports, Meritocracia Blanca y ahora en La Galerna.

13 comentarios en: Un trauma

  1. Medio en broma, un temita muy serio. Lo que hizo el jugador del club abominable fue gravísimo, pocas veces se ha visto algo así en un campo de fútbol.
    La impunidad de esa conducta fue un verdadero escándalo. Sólo se explica por el hecho de que Muñiz quería seguir arbitrando en primera.
    Pero el manto de silencio con que se ha cubierto todo este bochorno ya no encuentra adjetivo. He llegado a oir en una cadena de tv a un tertuliano culé negar que sucediera.
    El RM y el madridismo tenemos mucha culpa del triunfo mediático del mal.

    1. Ese día, se mereció que el público bajara al campo de futbol a pedirle explicaciones a Messi y al Árbitro. Y no precisamente de buenas formas.

    2. es como cuando escupió a un rival, o cuando ha dado alguna patada. Siempre se le defiende.
      Recuerdo la primera expulsión (creo que fue la primera) de CR en el Madrid. Se le colgó un tío en la espalda, y él soltó el brazo para atrás para quitárselo de encima. Con la mala suerte de que le dio en la nariz. Roja directa. Al rival, por colgarse encima de Cristiano nada oye.
      Pocas semanas antes, pasó lo mismo con Messi, y éste dio varios codazos para quitarse al rival, con la diferencia que por su altura el codo no impactaba en la cara del rival, y el árbitro paró la jugada y sancionó falta al rival.
      MI impresión es que ambas jugadas eran iguales, y que Messi y Cristiano se trataban de quitar de enmedio a un tuercebotas que no quería jugar, y que hacía falta. Eso debe sancionarse al instante. Considero que soltar el brazo para quitárselo es porque no te queda más remedio...pero si eres culé es así, aunque lo sueltes varias veces, y si eres madridista, y sobretodo CR7, entonces es roja automáticamente.

      NADA NUEVO BAJO EL SOL

  2. Era tarjeta roja directa y varios partidos de sanción. Se quedó en un árbitro que no vio (o no quiso ver) un comité -o varios- que, en vez de entrar de oficio, despachó el asunto (todo ok, José Luis) y una prensa blanqueadora intentando explicar lo inexplicable. Un gran botón de muestra de la actual situación y de la absoluta necesidad de medios como La Galerna y El Radio.
    Debo reconocer que aún ahora me hierve la sangre cada vez que lo veo.

  3. Muy bueno, D. Mario. ¿Por qué nunca se supo la identidad del agredido? ¿No se podría rescatar su testimonio de los hechos? Como noticia, a estas alturas puede que resultara ridículo, pero como parte de un documental sobre los años de hierro que nos ha tocado pasar (me refiero al maltrato arbitral-periodístico-institucional, no a las muchas victorias con las que la providencia nos ha compensado) sí que podría tener su impacto. Ánimo, jóvenes investigadores, porque ahí podría haber tema.

  4. Messi es un hijo de pxxx. con todas las letras. y los cerdos que le ríen las gracias son la misma basura. no está de más recordar esto para cuando en la tv del régimen nos comparan con hienas.

    al menos los otros delincuentes de la esquinita ya están siendo juzgados

    liga europea ya en donde no tengan cabida estos sinvergüenzas.

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