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Por qué soy capellista

Por qué soy capellista

Escrito por: Jesús Bengoechea1 agosto, 2016
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Fabio Capello. Decidlo. La frente se alza sola, como las orejas de un perro ante el sonido de la llave de la puerta cuando llega el dueño. Es un nombre que se desliza con engañosa suavidad, como si tuviera la necesidad de lubricar un significante de inusitada aspereza. En esa dualidad, extrañamente armoniosa, reside su encanto. Decidlo de nuevo. Fabio Capello.

A mí me ganó pronto y de una manera chocante. Me gustaba Quique Sánchez Flores pero Capello, que acababa de llegar, no solo le puso la cruz por quejarse de una uña en un entrenamiento de pretemporada, sino que afeó públicamente su pusilanimidad en la tribuna nocturna de Supergarcía, asesinando mi inocencia en la hora cero. Aquel italiano se apiolaba a uno de mis favoritos con luz y taquígrafos (en un espectáculo radiofónico que me causó estupor pero también, sí, una honda e imprevista fascinación) y a mí me gustaba aunque no quisiera reconocerlo, como sucede en esas relaciones perversas.

fabio capello

Pronto me hallaría amándole por otras recurrentes vejaciones sobre otros de mis jugadores predilectos. Que en el minuto 65 Suker iba al banquillo para que entrara Lasa era costumbre de obligado cumplimiento en una sustitución que no hacía sino postergar unos minutos la de Mijatovic, que en el 75 daba paso a Víctor Sánchez invariablemente. Entonces eran Suker y Mijatovic los que se precipitaban a rajar a Supergarcía, y yo me regocijaba infinitamente en aquel circo donde yo quería y respetaba a todos pero por encima de todos a Fabio, que comía jamón en el Asador mientras ponía a todo el mundo al servicio de la causa y ejecutaba peinetas al piperío -que aún no se llamaba así- por las que luego se disculpaba dulce, cándidamente. En invierno llevaba gafas de pasta y en verano un lucebolas que le permitía lucir una anatomía fibrosa aunque simpáticamente desgarbada. Creo que nunca se puso las gafas y el lucebolas al mismo tiempo, y solo la imposible coincidencia de su desempeño con el de Florentino es un mal timing que me torture más. Fabio y Florentino se deben un proyecto en común mucho más que el fútbol le debe una Champions al Atleti, y me subleva el que esto no se lamente con mayor frecuencia. En este sentido, es una pena que el divino calvo nos haya puesto ya en el disparadero de una sucesión desmelenada de Copas de Europa, pero toda bendición acarrea alguna que otra servidumbre.

No: Fabio nunca coincidió con Pérez. Lorenzo Sanz y Ramón Calderón llevaban el timón presidencial en las dos ligas que Fabio conquistó, y que me atrevo a calificar como las dos mejores de nuestra historia contemporánea, con permiso de los récords de Mou. Con Sanz tarifó aparatosamente por un presunto caso de nepotismo, y se fue sin querer irse como probaron sus lágrimas televisivas. Le entrevistaban con la liga recién ganada al Barça del mejor Ronaldo Nazario, y un sollozo se tragó su voz a la pregunta sobre su marcha. Fabio Capello zanjó aquel desliz de metrosexualidad -entonces tampoco eso se llamaba así- con un golpe en la mesa del plató que habría hecho palidecer de envidia a los de Rac1. Nunca antes había visto a un hombre cazar lágrimas como quien caza moscas, y hacerlo encima en riguroso directo. Me compungí a mi vez ante semejante prodigio de torpeza y virilidad.

De aquella primera liga de Capello quedan muchos recuerdos, como la remontada ante un Sevilla que ganaba 0-2 en el primer tiempo y ponía el campeonato muy cuesta arriba. Aquella vez Fabio no esperó al minuto 65 para cargarse a Suker, sino que se lo merendó por Zé Roberto cuando corría el 30. "¿Cómo pretende este italiano que demos la vuelta a esta mierda sin el concurso de una de nuestras estrellas?", bramó el piperío, que en ese momento empezó a llamarse así. 4-2 final y Telemadrid dando el partido en diferido mientras Fabio pedía una de Jabugo en el Asador. Davor no pasó por Supergarcía aquella noche.

El que probablemente lo hiciera tras consultar con Nanín no nubla el acierto de Calderón al recuperarlo para la 2006/2007. Es también vuestra liga favorita y no necesito recordaros cómo se desarrolló. Vuelven a aparecer los mismos nombres pero esta vez en papeles radicalmente distintos. Ronaldo Nazario milita ahora en nuestras filas pero Fabio, preclaro, ve su declive y su papel negativo en el grupo. Lo factura al Inter por cuatro euros mal contados. Mandar a Ronaldo Nazario al Inter en diciembre es algo que requiere huevos más imponentes que los necesarios para mandar a Suker al banquillo en el minuto 30, pero menos pétreos que los que desafían la verticalidad de Fabio. Con la ayuda de Mijatovic (que ahora ejerce de director deportivo), gana esa liga sin el magnífico gordo y con el Pipita Higuaín en su lugar. Le ayudan otras dos incorporaciones de invierno de disímil relevancia en la historia por venir del club: Marcelo y Gago. Tamudazo mediante en la penúltima, se proclama campeón en la postrera jornada en aquel drama mayúsculo ante un Mallorca sospechosamente fogoso. Yo me casé la víspera. Había forzado a mi mujer a posponer el viaje de novios ante la opción de que el Madrid se jugase la liga en ese último partido ante el equipo balear. Se la jugó y la ganó. El hotel en cuya suite nupcial me esperaba tras el triunfo mi flamante nueva esposa estaba cerca de Cibeles. Algunas cosas quedan graciosamente a mano.

Dos años, dos ligas. Así se resume lo de Fabio en el Madrid. Hay quien dice que la Séptima es un poco suya aunque ya no nos entrenara, pero yo no acepto ese reduccionismo: todas las copas de Europa son un poco de Capello por cuanto Capello representa como pocos lo que el Madrid es. Me refiero a esa amalgama inimitable de determinación y clase que nos convierte en los más adorables cabrones, en héroes a quienes el barro no quita sus trazas de crooners, en Cary Grants con el alma de Charles Bronson. Estajanovismo de Armani: eso son Fabio y el Madrid, y eso seguirán siendo hasta el tercer advenimiento, que por estar está en la agenda de Dios.

Fundador y editor de La Galerna (@lagalerna_). Autor de Alada y Riente (Ed. Armaenia), La Forja de la Gloria (con Antonio Escohotado, Ed. Espasa) y Madridismo y Sintaxis (Ed. Roca). @jesusbengoechea

6 comentarios en: Por qué soy capellista

  1. Junto con Mou, Capello y añadiría también a Boskov y Miguel Muñoz son los únicos entrenadores que ha tenido el Madrid en toda su historia. El resto, alineadores y eso siendo generoso. Algunos ni a eso llegaban.

  2. Dice usted que "Con Sanz tarifó aparatosamente por un presunto caso de nepotismo, y se fue sin querer irse como probaron sus lágrimas televisivas".

    Lamento decirle que yo también fui capellista, pero que el fulano se marchó porque le llamó Berlusconi y se quiso ir, rmpiendo su crontrato y haciendo como que no quería. De cualquier otro me creería sus lágrimas; de Capello no me creo ni su edad. Es quizá el peor bicho que se ha sentado en el banquillo del Madrid aunque a juzgar por cómo la plantilla acabó deprimiendo a Heyncknes al año siguiente, quizá no hay otra forma de tratar a determinados planteles. Quizá por eso, paso por alto cómo era el devorador de jamón. Pero no le perdono la espantada y que nos la quisiera dar con queso.

    PD. Para hacernos una idea de cómo era aquella plantilla, al año siguiente Sanz contrató a Heyncknes, un entrenador alemán con fama de duro (o al menos él se creía así) que se le presentó a Sanz una semana antes de la final para, hundido, confesarle que ya no podía más.

    Ved si queréis el vídeo donde Sanz comenta la situación previa a la final de la séptima (min 2:45)
    https://www.youtube.com/watch?v=W2pVGwMq-0k

  3. No comparto su gusto para nada, Jesús, para nada. Es más, la segunda liga que ganamos con él, una jornada antes del tamudazo si no pincha el Sevilla con el Mallorca, se hace con la liga. Ese Emerson y Mamadou en la medular me hacía daño a la vista. Ganamos por incompetencia de los dos rivales, SEvilla y BArça, que dijeron adiós, el primero en la antepenúltima y el segundo en la penúltima. No me gustó esa liga para nada. Mucho menos su juego aunque si iba ganando a mí siempre me vale. Eso no quita que gritara como un energúmeno los goles al Mallorca en el Bernabéu.

    Y desde que supe que era amigo de Roberto Gómez, me gusta menos ¡qué le vamos a hacer! 😉

  4. Yo estaba en el campo en aquel partido contra el Sevilla con el cambio de Suker en el minuto 30, tras el 0-2 de Jose Mari con el que se nos iba la Liga. Desde aquel día, Capello ocupa un lugar en mi corazón de madridista. El fue el primer entrenador "macho alfa" que conocí en el Madrid. Su segunda etapa ya me pilló más mayor, el equipo jugó peor, Emerson más que un puma parecía un rinoceronte, y las remontadas se las atribuyo a la autogestión de los jugadores y al DNA de la camiseta blanca. Eso sí, cambiar a Don Fabio, tras ganar la Liga, por ¡Schuster!, a la sazón entrenador del Getafe, solo se le puede ocurrir a Calderón asesorado por Manolo Lama y Paco González. Todavía hay clases y Capello la tenía

  5. Sin duda Capello ha sido el mejor entrenador que ha tenido el Madrid en los últimos 20 años, por delante de Del Bosque y sucedáneos...

    La primera liga de Capello el equipo nunca llegó a jugar de forma atractiva y hubo algunas críticas sobre hacer un juego demasiado directo o ser muy piscineros al principio, pero fue una Liga absolutamente épica (casi tan épica como la segunda que ganó) y se venció al Barca del mejor Ronaldo que se recuerda. Eso es importante porque aquel año el Barca ofrecía una imagen de poderío brutal, brutal, hasta el año cumbre de Guardiola yo no recuerdo una impresión igual de acojone tras los primeros cinco o seis partidos de Liga.

    Y es que desde principios de Liga aquel Barcelona daba miedo, y eso yo no lo volví a sentir en diez o doce años. Eso hay que tenerlo en cuenta para valorar lo de Capello. Cogió un equipo hecho mierda, pero hecho mierda literalmente, o sea mierda de verdad, que aquel año el Madrid no estaba ni clasificado para competición europea que yo recuerde (eso para hacerse una idea, que hoy no se concibe quedar fuera hasta de la Europa League, bueno pues aquel Madrid venía de una temporada en que no entró ni en la UEFA). Además era un año que no se podía fallar, se había gastado hasta el último duro que quedaba en remodelar el equipo (hablamos de un Madrid pre-recalificación con lo que eso supone, que alguno no se acuerda) y si la cosa no funcionaba aquello se iba a la mierda. Había que ganar un título y a ser posible el de Liga y regresar a la Copa de Europa a hacer caja el año siguiente o era el colapso.

    Pues bien en esas condiciones Capello convirtió aquella plantilla en una máquina de competir. Al Barca les ganamos la Liga y en Copa tuvimos al Barca caput en el Camp Nou con un gol de Hierro de falta pero se escaparon vivos por un gol de Roberto Carlos en propia puerta. Además Capello aún teniendo que ganar cada partido sacó a chavales de abajo como a Victor para la banda derecha, convirtió a Raúl en el animal competitivo que fue desde entonces (venía de una fase de bares y rollo estrellita mimada por papa Valdanito de asco culminada con el momento más feo de su carrera cuando le hace un desplante a Arsenio en pleno campo) y se inventó al Roberto Carlos que conocimos. En esencia la Copa de Europa del año siguiente se ganó por inercia y sobre la base que había construido Capello y el gen ganador que implantó en solo unos meses.

    Tras aquello Capello se fue porque le llamaron del Milán contra el sentir de la mayoría de los jugadores, al menos del núcleo duro de la plantilla salvo quizás Mijatovic y Suker (y fijaos que años después es Mijatovic el que lo contrata como entrenador) y contra la voluntad de la mayor parte de la afición con dos dedos de frente (no incluyo al sector pipero iluminado que por entonces aún no era tan numeroso como ahora).

    Su segunda etapa sí que fue diferente porque se encontró un Madrid con tres copas de Europa más en la vitrina, la herencia de megalomanía del primer Floren y en general una afición y un club muy diferentes. Por eso hubo muchas críticas al juego pese a los resultados. En esta segunda ocasión ya no se va, le echan, y con la aquiescencia de la mayor parte de la afición. Pese a ello sigo pensando que en ambas etapas se tenía que haber quedado más tiempo (la primera vez se equivocó él marchándose y tiempo después lo reconoció, la segunda fue un error de Calderón) pues en cada uno de sus dos años limpió y reconstruyó equipos rotos siempre en un año de tiempo, compitiendo por el camino y en general bajo circunstancias muy difíciles y presidentes muy particulares.

    Personalmente la liga que más disfruté a mis 32 años de edad fué con aquel tridente Suker-Mijatovic y Raúl, con un desconocido (para el público español) pero sobrio Illgner, un Redondo reconvertido en rambo, que recuperaba como balones como Makelele y la jugaba como Guardiola (invento de Capello), y sobre todo con aquella bala inteligente en el lateral izquierdo, llamado Roberto Carlos.

    El primer Madrid de Capello fue un equipo que perdió su primer partido en la jornada 23. Era absolutamente rocoso. Los equipos de Capello, al menos de sus primeros años, eran equipos casi imposibles de ganar. Creo recordar que hubo una temporada con el Milán que sólo encajó 8 goles en toda la liga.

    Para mi, tener un equipo que es casi imposible de ganar y que te va a competir por todo hasta el final es jugar bien no, para mi es jugar de puta madre. ¿Que se puede hacer mas bonito? Pues si, pero en búsqueda de esa supuesta belleza el Madrid lleva pegándose la ostia desde tiempos inmemoriales.

    Capello además es el tío que le pone el clavo en el ataud al Barca de Cruyff y les mete el 4-0 de Atenas y no con Gullit o Van Basten en el equipo. No, con un equipo construido en torno a Desailly, Savicevic o Boban. Y luego la gente se acuerda de la temporada invicta del Arsenal de Wenger. Pues el Milán de Capello estuvo casi dos años seguidos invicto, 58 partidos en un Calcio que no era el de ahora sino que era la puta NBA del futbol y del doping y cada partido era una guerra a muerte.

    El Madrid de Heynckes o incluso el de Del Bosque vivieron años de muchos de los automatismos en ataque y en defensa que dejó el primer año de Capello...

    Y si, como habreis podido intuir yo tambien soy capellista a muerte....

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