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Mediocridad

Mediocridad

Escrito por: Antonino De Mora20 septiembre, 2017
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En 1982, Haruki Murakami publicaba ‘La caza del carnero salvaje’, una novela de intriga con tintes policíacos que escondía entre sus páginas una frase que, personalmente, creo que viene al dedillo para encabezar este texto: “El carácter puede cambiar, la mediocridad no tiene remedio”. Treinta y cinco años después, concretamente el sábado pasado, parte de la afición del Atlético de Madrid volvía darle una vez más la razón al escritor japonés. Y ya van tantas veces que se la han dado en los últimos años que uno ha perdido la cuenta.

El Wanda Metropolitano abría sus puertas y se esperaba una tarde de fútbol, fiesta, alegría y sentimiento rojiblanco. Sin embargo, era muy difícil no vislumbrar en la celebración del segundo equipo de la ciudad alguna alusión al eterno rival, al contrincante que, sin quererlo, siempre está presente en las mentes de muchos atléticos porque por muchos años que pasen, como decía Murakami, la mediocridad va implícita en lo más profundo del ADN de algunos, y se enquista a él tan fuerte que nada ni nadie la puede extirpar.

En esta ocasión fue la placa de Hugo Sánchez la que pagó los platos rotos. La habían colocado en el paseo de la fama los directivos del club, probablemente con más desacierto que tino, y parte de la afición no tardó en demostrar que, ni tan siquiera en una jornada de la importancia que acarreaba esta, pueden dejar de pensar en el Real Madrid. Pisotones, escupitajos, pintadas e incluso heces de caballo adornaban el homenaje que ciertos hinchas del Atleti quisieron hacerle a un delantero que jugó ciento sesenta y cuatro partidos y marcó ochenta y dos goles. Más que Kiko, Caminero o Simeone.

De nuevo, y no es la primera ni será la última vez, el sentimiento de rencor, tan ligado a la envidia, impregnando ese escudo retocado y esa bandera bicolor. “No hay peor muestra de desprecio que no hacer aprecio”, dice el refranero español, y eso, parte de la afición del Wanda Metropolitano ni sabe, ni quiere ni puede entenderlo. Como tantas otras cosas.

Las cámaras de televisión grababan una bandera izándose al revés, un presidente abucheado, cánticos contra el Real Madrid y placas ensuciadas por el resentimiento. El día en que el Atlético inauguraba su nueva casa volvió a quedar patente que, por mucho que se cambien de barrio, algunos aficionados siguen siendo lo que siempre fueron y jamás podrán dejar de ser: el punto oscuro que se refleja en la sombra del Real Madrid.

En cuanto vi semejante espectáculo por la televisión los dejé allí, rodeados de frustración disfrazada de falso jolgorio. Con la envidia corroyendo los cimientos del nuevo estadio desde su inauguración y el odio impregnando el inicio de una nueva etapa. Cambié de canal y pasé a otra cosa porque la historia, sin ser yo atlético, se me antojaba penosa incluso para mí. Me pareció algo tan patético y triste, tan vulgar, tan mediocre y tan lamentable como únicamente la parte más rancia de esa afición que tanto se cansa de autoproclamarse la mejor del mundo puede concebir. Como cuando algunos cantaban los goles del Barça que entraban en las porterías del Calderón o se acordaban del Madrid al celebrar títulos. Igual que cuando regalan jugadores a otros equipos para que no fichasen por el equipo de Chamartín o el Frente canta cánticos vomitivos contra leyendas fallecidas. Contra el resquemor, la inquina y la insignificancia no hay cura posible.

Así ha sido desde que alcanzo a recordar y, por desgracia para ellos y suerte para nosotros, seguirá siendo por los siglos venideros. Porque no hay mayor acto de engrandecimiento propio y mayor orgullo para un club que ver cómo tus rivales se acuerdan de ti en sus días más grandes. Y del Real Madrid se acuerdan siempre porque, claro, no hay otro más grande que él.

Ni siquiera en la tarde en que abrían una nueva etapa y cambiaban de casa pudieron algunos olvidarse de su eterno rival y eso, queridos amigos, no conoce otro nombre que el de mediocridad.

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Antes de nacer yo ya era del Real Madrid. Y habiendo visto jugar a Raúl, Ronaldo, Figo, Zidane, Cristiano y compañía, no entiendo cómo puede haber gente que no lo sea. Es, parafraseando a un grande, "como renunciar voluntariamente a la felicidad".

8 comentarios en: Mediocridad

  1. Por esa regla de 3, qué tendrían que hacer con la placa del cortakebaps?? Los abandonó "para ganar títulos y la Champions", igual que el Manito ....

  2. No dejan de tener razón cuando dicen que no les podemos entender. Resulta difícil entender tanto resentimiento inmotivado. Que yo sepa, no hay ningún agravio ni histórico ni reciente por parte del Madrid, a no ser que simplemente ser más exitoso sea una forma de agravio.

    Ah, me informan por el pinganillo que, efectivamente, el sentimiento de rencor es legítimo si lo que lo provoca es la gloria de tu vecino.

  3. Ha dado con la palabra exacta para definir a club y aficion , MEDIOCRIDAD , y ya se sabe que el principal rasgo de los mediocres es la envidia a todo el que destaca por sus méritos. En este país tenemos innumerables ejemplos de esto.

    1. Yo también coincido, la mediocridad les define perfectamente y la envidia como consecuencia. Petón lo defendía el otro día y yo le dije que alucinaba con que su antimadridismo le llevara a comprender y a justificar esos actos repugnantes que sólo denigran al que los hace y al que los defiende.
      Saludos

  4. El problema es que no existen aficionados del Atlético de Madrid; simplemente se hacen de ese equipo porque odian al Real Madrid, ni más ni menos. Peor para ellos.

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