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Mañana en el partido piensa en mí

Mañana en el partido piensa en mí

Escrito por: Jesús Bengoechea12 septiembre, 2022
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“No he querido saber pero he sabido” que Javier Marías murió ayer en Madrid. Un primer impulso movería a llamar este artículo  “Corazón tan blanco”, pero sería un recurso demasiado fácil. También supone una tentación el referirse a Marías en segunda persona, pero le leí una vez condenando los obituarios en ese formato, que le daba muchísima grima, así que tampoco seré yo. Para el título he optado por parafrasear el título de otra de sus mejores novelas, un título ya de por sí enormemente evocador. Mañana en el partido pensaré en él, o pasado mañana que es cuando jugamos contra el Leipzig, como pensaré también en Antonio Escohotado, el otro gran intelectual madridista que hemos perdido en menos de un año. En La Galerna nos hemos quedado sin referentes entre una Copa de Europa y la siguiente, fijaos en cuán poco tiempo. También nos dejó hace muy poco el único hombre que la ganó seis veces y que da nombre a esta publicación. El desfile de recuerdos extinguidos antes de cada encuentro comienza a ser demasiado pesaroso.

Estamos muy tristes, pero ninguno de nosotros lo está tanto como mi querido Emilio “Athos” Dumas. Emilio cultivó la amistad principalmente epistolar (no solo) con Marías durante mucho tiempo. Yo me valí vilmente de ella para persuadir a Emilio de que a su vez persuadiera a su admiradísimo Javier de que nos diese una entrevista. Lo hizo, y el eterno (ya nunca mejor dicho) candidato al Nobel accedió a otorgarla pero por carta, claro. Otro formato nos habría decepcionado. Le mandamos las preguntas vía correo electrónico de su secretaria, y nos las respondió una a una vía correo ordinario. Era la única ordinariez que entraba en el catálogo de Marías. Una máquina de escribir, un folio enrollado en ella, un cigarrillo, un sobre y un sello. No sé si seréis tan viejos como para recordar ninguna de esas cosas.

Javier Marías, cigarrillo y máquina de escribir

Era un hombre maravillosamente pasado de moda, en esa y en tantas otras facetas. Sus libros, por ejemplo, trataban con alguna frecuencia de sexo, pero lo abordaba con pudor extremo. “Nuestras abuelas tenían razón: hay cosas de las que no se habla”, le leí en otra ocasión. Por eso y por más razones aborrecía este neofeminismo que con cargo al erario público factura un anuncio con las mil y una formas de llamarle al coño, como si estuviéramos en los ochenta y todavía hiciera falta que Almodóvar nos epatase, ahora que ya ni él se dedica a eso. Era un hombre de otro tiempo, un gruñón que se desgañitaba desde El País contra los usos y costumbres de un mundo que no entendía.

Era un hombre maravillosamente pasado de moda, en esa y en tantas otras facetas. Era un hombre de otro tiempo, un gruñón que se desgañitaba desde El País contra los usos y costumbres de un mundo que no entendía

Como lo del sexo en sus libros, llevó en la vida con infinita discreción el hecho de su muerte. Dicen que llevaba meses luchando contra la neumonía en un hospital madrileño, secretamente, y me estremece pensarlo. Adoro su fobia tecnológica porque me identifico con ella hasta cierto punto, pero tengo para mí que Marías, quien llevó a gala no disponer de correo electrónico directo ni teléfono móvil, habría agradecido tener un móvil en ese tiempo terminal, no para que le llamaran, que también, sino porque con dos pulgares, en el bloc de notas, habría dado salida a tantas y tantas ideas como cuentan que le hervían por dentro. No veo yo una máquina de escribir de las de antes sobre el regazo de un genio moribundo. Yo mismo estoy pergeñando este texto triste en mi teléfono ahora mismo, y aunque una lágrima nunca emborronará un correo electrónico hay situaciones engorrosas donde el pragmatismo se impone a lo romántico. Aunque quién sabe si no habrá por ahí unos manuscritos del Quirón, en papel y tinta, con unas elegantes digresiones a las que la muerte solo se asome por exclusión.

Javier Marías

Gracias a Athos tuvimos la suerte de hacerle, quizá, la entrevista más amplia sobre su madridismo que nunca le hicieron. Os invito a releerla. Al final de la misma decidimos poner el PDF con las páginas mecanografiadas, para probar que ese había sido el canal. Las podéis ver ahí, con su típex y todo. La entrevista es una delicia de principio a fin, pero siento debilidad por el momento en que rezonga ante la abundancia de preguntas sobre Mourinho, a quien detestaba. “Me parece a mí que el redactor de la entrevista debe de ser mourinhista, porque ya llevo no sé cuántas”. Picarse por carta en la tercera década del siglo XXI. Eso es clase y lo demás son zarandajas.

Estamos muy tristes, pero ninguno de nosotros lo está tanto como mi querido Emilio “Athos” Dumas. Gracias a Athos tuvimos la suerte de hacerle, quizá, la entrevista más amplia sobre su madridismo que nunca le hicieron

Seguí su obra ávidamente durante la mayor parte de la segunda mitad de mi vida. No hace falta que venga yo aquí a consignar la obviedad de que era un autor mayúsculo, pero la consigno. “Negra espalda del tiempo” es uno de mis títulos favoritos de siempre. El logro de la entrevista me hizo una ilusión tremenda y albergaba la esperanza de conocerle algún día. Mi comunicación con él siguió más allá de la misma. Le agradecí su gentileza por carta (cogí yo también gusto a recuperar la perversión vintage del puño y letra), a lo que me respondió con el envío de uno de los libros que editaba su sello (Reino de Redonda), Cuentos de las Orillas del Rin, con una tarjeta adjunta muy atenta. Le hice llegar el libro que escribí con Escohotado y de nuevo recibí su respuesta epistolar, mostrando interés por leer con prontitud la obra y lamentando la muerte del viejo filósofo.

Me estoy haciendo viejo yo también. El Real Madrid que adoró Marías sigue y sigue, como sigue mas allá de la muerte de Gento y de Escohotado, como seguirá tras la mía. Antes veía jugar al Madrid porque me hacía joven, me retrotraía al atolondramiento dulce de la infancia. El milagro empieza a desteñir. Las evoluciones de esa gente de blanco sobre el césped, las de ayer mismo ante el Mallorca, adquieren un tono sepia. Lo que nunca veremos cuando ya no estemos se parece mucho a lo que, por no haber nacido aún, no llegamos a ver.

Fundador y editor de La Galerna (@lagalerna_). Autor de Alada y Riente (Ed. Armaenia), La Forja de la Gloria (con Antonio Escohotado, Ed. Espasa) y Madridismo y Sintaxis (Ed. Roca). @jesusbengoechea

10 comentarios en: Mañana en el partido piensa en mí

  1. "Negra espalda del tiempo". Me encantó y no sabría decir por qué. No es una novela ni un ensayo, no sé en qué genero tendría cabida. Tiene un poco de todo, pero especialmente un lenguaje y una manera de narrar que te envolvía, te atrapaba y metía en la historia. Muy "Marías", si se me permite. Y recuerdo un relato de fútbol, El tiempo indeciso, sobre un futbolista venido del Este (creo que de Hungría) que jugaba, cómo no, en el Real Madrid. En ese relato describía un gol con el que lograba parar el Bernabéu, el mundo, el tiempo, la vida. Un gran recuerdo, Jesús. Gracias por el artículo.

  2. Gracias, Javier. Gracias, Jesús. Yo también descubrí a Javier como hijo de su padre, Julián, al que leía como articulista "de la Real Academia de la Lengua"... él nunca firmó así. Pero sobre todo me enganchó en la época gloriosa de los piques cómplices semanales con Pérez Reverte en el semanal, claro. Gloriosos. De su (tu) entrevista me chirrió en su día su antimourinhismo, cosas de su entorno, supongo. Dios salve al rey de Redonda.

  3. Es una de esa pérdidas que duele especialmente. Reconozco que solo he leído una novela de Javier Marías , ¡ pero qué una ! , y bastantes artículos suyos como brillante columnista que fue/es ; desde luego, se ha ganado cierta inmortalidad, la de su legado.
    Gracias, don Jesús, por este regalo en forma de artículo. Se nota que está escrito desde el corazón (tan blanco), con rigor y en aras de la justicia literaria.

  4. "El gol de Zidane fue maravilloso porque tuvo lugar en una final de la Copa de Europa, porque fue el de la victoria a la postre, porque encerró dificultad y belleza enormes, porque lo metió un astro y no un secundario. Pero no habría sido sobrenatural, con todo, de no haber sido inesperado para todo el mundo, incluido Zidane hasta casi el último instante. El Madrid sacó un fuera de juego en su campo. Desde ese saque hasta la volea final (incluidos ambos) hubo catorce toques de madridistas, la mayoría destinados a conservar el balón, del que habían disfrutado poco durante la primera parte que ya concluía. Los locutores de televisión españoles hablaban de sus cosas, no atendían a esa circulación de la pelota, no la narraban. Míchel (más entendido y listo que su soporífero compañero, siempre en Babia) se fijó en un pase de Solari. 'Muy bueno', comentó distraído. Ese pase era el primero intencionado, pero no hacia el gol, sino hacia la profundidad tan sólo. Corrió Roberto Carlos, pilló el balón con apuros, lo impulsó sin pararlo hacia el centro del área, a ver qué salía, casi de espaldas, más preocupado por no perderlo ante el defensa que lo encimaba que por entregárselo en condiciones a nadie. Su toque volvió a no ser intencionado. El balón subió mucho, un globo, un despeje atacante casi. A nadie se le ocurrió todavía que eso pudiera acabar en gol. No al portero ni a los defensas del Leverkusen, a los que no dio tiempo a alarmarse. Pero tampoco a Roberto Carlos, ni a Zidane siquiera. Éste no buscó el balón, como se ha dicho, ni fue a colocarse donde previó que iba a caer. No, rondaba por el borde del área, y mientras el despeje-globo subió y subió, muy alto, aún no tuvo en su mente la idea del gol. ¿Cuándo le vino? ¿Cuándo se hizo aquello por fin intencionado? Exactamente cuando el balón dejó de elevarse y no empezó a caer todavía. Fue entonces cuando Zidane, que sabe de gravedad y ligereza, entendió que ya no haría más recorrido en el aire que el vertical hacia abajo. Y vio que caería justo donde él estaba. Sólo entonces se le ocurrió, sólo entonces lo decidió, si es que este último verbo puede aplicarse a lo que jamás fue meditado. Ni por los jugadores alemanes ni por los madridistas. Sólo entonces Zidane comprendió la naturaleza azarosa, improvisada, inesperada de aquel balón: era sobrenatural, un regalo caído del cielo. El resto lo puso él. Él parece también a veces caído del cielo. Por eso supo reconocerlo, y hacerlo carne, y luego verbo." Fragmento del artículo escrito para el diario El País 2002 por Javier Marías.
    Salú maestro y mándele saludos a los campeones del Quiquenio que andarán por allí haciendo un partidito.

  5. Que La Galerna se haya hecho eco de la marcha de Javier Marías dice mucho de la publicación.

    Que a La Galerna le duela la pérdida de don Javier nos hace ver la grandeza de quienes hacen posible esta página.

    Que a la sociedad le importe tampoco que el señor Marías ya no esté entre nosotros solo muestra dónde estamos.

    Javier Marías es la única persona que ha provocado en mí ganas de envejecer. Llegué tan pronto a su obra que no la supe entender en su plenitud pero me pareció tan mágica que sí fui consciente de que algún día estaría preparado. ¡Ahora que me he hecho mayor, va y se hace eterno!

    Gracias, don Javier.

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