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Madridistas egregios: Blas de Lezo

Madridistas egregios: Blas de Lezo

Escrito por: Federico Garcia "Lurker"11 enero, 2020
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Sostienen los fatalistas que “nomen omen”, pulcro latinajo que sirve lo mismo para un roto que para un descosido. Eso de que el nombre determina el destino viene a ser lo que pensaba Ramón Mendoza cuando decía que “llamándose así tienen que ser buenísimos”, a propósito de algunos jugadores de un equipo alemán (creo que era el Hamburgo) como Augenthaler y otros de inequívoco pedigree teutón.

La divisa “nomen omen” es una excusa magnífica para justificar el fracaso con el pretexto de un nombre vulgar. Sobra decir que no puede ser menos madridista; no cabe imaginar que alguien no busque el éxito con ahínco escudado en el patético argumento “es que… como me llamo Amancio” (y me apellido Amaro, faltaría añadir; también vale Ortega), ni “bueno, es que me pusieron Juan, y encima mi apellido es un vulgar Gómez”. No hay universo en el que sean verosímiles unos personajes así vistiendo la zamarra madridista.

Lo digo porque si admitimos la maldición del nombre, deberíamos concluir que llamarse Blas lo condena a uno a unas aspiraciones modestísimas, de muñeco de felpa que da réplica a Epi, de personaje de Forges, o de jovenzuelo que prepara fiestas en casa al ritmo de Fórmula V; triste sino que se agrava si el lugar de nacimiento no es la corte ni una gran ciudad, sino apenas un pueblo entre tantos. El madridista egregio al que hoy dedicamos nuestra atención desmiente esas conclusiones de manera rotunda, pues llamándose Blas y siendo natural de un pueblo marinero llegó a labrarse un destino legendario.

En vista de que su porvenir era oscuro si permanecía en la casa paterna, decidió obedecer el antiguo consejo “o Iglesia, o mar o casa real”, y tirando por la calle de en medio, lió el petate y se embarcó en la aventura marítima. Para ir haciéndose un nombre, que falta le hacía al pobre Blas, se enroló en la marina francesa, anticipando el destino de quienes como Carvajal, Casemiro, Odegaard, Kubo y tantos otros velan armas en equipos foráneos con idea de venir al Real Madrid forjados y bien templados en la fragua.

En el equipo francés, entrenado por el conde de Toulouse, Blas de Lezo mostró de qué pasta estaba hecho. Los rivales eran rudos cual Goicoechea, Migueli o Alfaro y el joven Blas perdió una pierna, lesión de cierta gravedad que no logró truncar su carrera. Tras la convalecencia, volvió al campo de juego donde siguió demostrando su calidad y su valor; en una nueva tarascada del rival, se queda tuerto del ojo izquierdo.

Otro con menos redaños acaso habría pedido la baja y un puesto en las oficinas del club, pero Blas era testarudo y pensaba que la mala suerte sería para sus enemigos, a los que habría mirado un tuerto cuando él los observara, y que no pocos partidos se han decidido por el gol del cojo, así que se mantuvo en la brecha y no rehuyó ningún enfrentamiento. En uno de estos, un balazo le privó del uso del brazo derecho, pequeño contratiempo que tampoco consiguió retirar a Blas de Lezo del escenario, seguramente recordando que antes que él Cervantes había perdido una mano y sin embargo no era manco escribiendo. Su actitud encuentra réplica adecuada en Pirri, jugando con una clavícula rota.

Anduvo Blas un tiempo haciendo las Américas, y tanto en el mar Caribe como en el océano Pacífico dio más de un disgusto a los ingleses, dedicados desde siempre a tocarnos las narices y otros órganos sensibles. Tras unas temporadas de vuelta por aquí, haciendo bolos por el Mediterráneo, volvió a América para cerrar su carrera de manera brillante, organizando la defensa de Cartagena de Indias frente al ataque inglés (¿quiénes, si no?)

El caso es que los hijos de la Gran Bretaña, fiados en su aplastante superioridad numérica y de fuego, se veían dueños de la plaza española e imaginaban ya su bandera ondeando en las torres. Hinchados de orgullo y soberbia, su almirante llegó a acuñar monedas conmemorativas de la victoria. ¡Cuántas veces han hecho lo mismo los rivales del Real Madrid! Antes del partido son claros favoritos (Valencia, final de copa de Europa de 2000), anuncian incendios en Múnich (año 2014), o en el minuto 92 de una final se ven campeones (mismo año). La realidad viene luego a despertarles de su ensoñación.

Preludiando lo que haría nuestro equipo siglos después, Blas de Lezo amargó la fiesta a Vernon y sus soldados, que no tuvieron ocasión de gastar sus brillantes monedas en las cantinas de Cartagena. La defensa no sólo fue heroica, elogioso calificativo que se aplica a Numancia y Sagunto, que fueron tomadas y arrasadas por los atacantes; la defensa que organizó y dirigió nuestro héroe fue algo más: fue eficaz, y consiguió derrotar al enemigo, que es de lo que se trataba. El estilo de Blas de Lezo era ganar. Madridismo destilado.

Se atribuye a este egregio madridista una frase provocativa: “Todo buen español debería mear siempre mirando a Inglaterra”. Es posible que la sentencia sea inadecuada hoy en día tal como la formuló él casi tres siglos atrás; Inglaterra ha dado a nuestro club grandes jugadores, de Cunningham y McManaman a Beckham y Bale (que es galés en lugar de inglés, pero viene a ser lo mismo). Al traducir la contundente exhortación del marino español a la situación actual conviene tener en cuenta que Inglaterra era el enemigo ancestral que siempre había buscado el mal para su país, y así, quizá deberíamos reformular la frase de otra manera: “Todo buen madridista debería mear siempre mirando a (que cada cual complete como crea oportuno)”.

En resumidas cuentas, que si el nombre quiere condicionar el destino de un hombre, no hay más que rebelarse como hizo este Blas, que a fuer de grande se hizo blasón: honor y gloria de su estirpe y su patria, madridista ejemplar que lo peleó todo y lo ganó casi todo, dejándose el cuerpo y la vida a trozos. A él le cuadran los versos que escribió otro Blas digno de cita, un ángel con grandes alas de cadenas:

Es que quiere quedar. Seguir siendo,

subir, a contramuerte, hasta lo eterno.

¿Puede definirse mejor en qué consiste ser el Real Madrid?

Madridistas egregios:

Capítulo 1: Carlos I de España

Capítulo 2: Isaac Newton

Capítulo 3: San Pedro

Capítulo 4: Julio César

Capítulo 5: Alejandro Magno

Capítulo 6: Moisés

Capítulo 7: Agustina de Aragón

Capítulo 8: Mozart

Capítulo 9: Juan de Padilla

Capítulo 10: Blas de Lezo

 

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Yo en el siglo me llamaba Dionisio, como todo el mundo. Fue al abrazar la fe madridista y profesar en la orden de los hermanos galernautas, cuando adopté el nombre de Federico García Lurker. Me gusta ver el fútbol en el bar. Sobre todo, los días de partido.

11 comentarios en: Madridistas egregios: Blas de Lezo

  1. "Todo buen madridista debería mear, siempre, mirando a la c/ Ramón y Cajal, s/n, 28232 Las Rozas."
    Aclaro: sede de la F.A.F. (Federación Antimadridista de Fútbol).

  2. como anécdota visite su pueblo natal Pasajes, (precioso), acudí donde vivió, y es desolador ver
    su vivienda, rodeado de pancartas como euskal presoak, esteladas etc.
    hala Madrid y salud.

  3. The Times de Londres publicó el dia 19 de Mayo de 1960 lo siguiente

    "Real wanders through Europe as the Vikings once walked, destroying everything in its path"

    un día antes había acabado goleando a los alemanes del Eintracht en Glasgow en uno de los partidos más memorables de la historia del fútbol mundial y lo que era más grave. los Hijos de la Gran Pita no le veía fin ...

    en la siguiente Copa de Europa, la sexta y en eliminatoria contra los asaltacorrales del Campo Nuevo, la Pérfida Albión envió dos delincuentes disfrazados de árbitros, uno en Madrid y otro en Barcelona, que dejaron lo del atraco en el Puente de Stamford al Chelsea en una anécdota más en su historial, siempre han estado en lo mismo

    el Benfica de Simoes, Germano y Cia los dejó con las ganas de ganar una Copa de Europa en blanco y negro, lo de ellos eran copas de verbena, llamadas de ferias

    si, Don Blas es un MADRIDISTA EGREGIO y como Él yo tambien meo mirando a la pérfida albión.

  4. Muy bueno como todos tus artículos, paisano. (Me tomo esta libertad de confraternización porque en el anterior madridista egregio, en respuesta a un comentario mío, dijiste que eras de Segovia y habías estudiado en el "Andrés Laguna", circunstancias que comparto, amén del madridismo). Para completar la frase de D. Blas de Lezo: "Todo buen madridista debería mear, siempre, mirando a..." yo pongo el Campo Nuevo.
    Un saludo.

    1. Lo había pensado, antes de haber puesto lo que he puesto pero, decir que los que habitan en el nou kampf son nuestros enemigos sería darles una importancia que no han tenido, no tienen y nunca tendrán. Para sus seguidores sí que sería obligatorio mear mirando al Bernabéu. Nisotros somos su Némesis; ellos, nunca serán, para nosotros, más que ese mosquito molesto de las tardes de verano. Nunca un enemigo importante como la FAF o la prensa española.

  5. Deberian cotejar sus fuentes. Esas frases de mear mirando a inglaterra jamás la pronuncio Blas de Lezl, es de una novela del siglo XX
    Blas de lezo no servia a España sino a la casa Borbon y para ellos estuvo en su marina en Francia(no marina francesa) o en su marina bombardenado barcelona en españa
    Sus conceptos nacionalistas no existian en vida de blas de lezo, los barcos, los cañones y la tierra era del rey y los puertos y su defensa,no existia ni el Estado espsñol ni la nacionalidad

    Un poco de rigor

    1. Buenas tardes, estando de acuerdo con usted en el fondo y sentido de su comentario, me veo obligado a hacerle alguna precisión, confunde en este caso Estado con nación, España como nación no ha existido nunca, pero el Estado Español si, al menos desde 1714, que los antiguos reinos de la Corona de Aragón pierden durante la Guerra De Sucesión sus fueros, sus parlamentos y sus libertades nacionales, Los Borbones intentan construir a l modo francés un Estado moderno y centralizado, pero como no existía esa nación que debe soportar toda extructura, el Español no deja de ser un Estado fallido.
      Saludos blancos, castellanos y comuneros

  6. Buenas tardes, esta frase de usted es para enmarcar, ( entre paréntesis) me imagino que siguiendo su lógica cartesiana, da lo mismo un catalán que un castellano, dado que nos une la españolidad. ¡ Que fuerte!, sería para troncharse de la risa, si la cosa no fuera a acabar tan mal
    Salud

    (que es galés en lugar de inglés, pero viene a ser lo mismo)

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