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El préstamo del señor FCB

El préstamo del señor FCB

Escrito por: Van Cleef1 febrero, 2021
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El director del banco se levantó para estrechar la mano de su visitante y le indicó que se acomodase en el sillón de las visitas frente al escritorio de su despacho.

—¿En qué puedo ayudarle? —preguntó diligentemente el director.

—Tengo la intención de solicitar un importante crédito a su entidad.

—¿Es usted cliente nuestro?

—Así es. Mi nombre es Fulano Céspedes Barceló.

—Permítame que le localice en el ordenador. Veamos —masculló el director mientras martilleaba con sus dedos el teclado— Fulano... Céspedes... Barceló... Aquí está. Y bien, señor Cespedes, dice usted que quiere...

—Por favor, por favor, no me trate de usted; prefiero que me tutee. Me hace sentir más joven y más cercano, ¿sabe? ¿Le importa que nos tuteemos mutuamente?

—Por supuesto, no hay problema. Si lo prefieres así, por mí perfecto. Entonces, Fulano, dices que quieres solicitar un préstamo importante, ¿no es así?

—Así es.

—Es norma de la compañía recabar unos rutinarios datos previos de carácter personal. Por ejemplo, ¿estás casado, Fulano?

—Sí.

—¿Hijos?

—Una hija —respondió Fulano con gran orgullo— Una hija maravillosa, a la que venero con devoción. Le puse a ella mi mismo nombre de pila, ¿sabes? Y lo lleva con honra y hace honor de él allá por donde va.

—Tu propio nombre de pila... a tu hija. Caramba... qué bien... ejem... bueno, ejem... Creo que por el momento los datos personales serán suficientes. ¿Y... qué cantidad de dinero tienes pensado solicitar y para qué va a ser destinado? —preguntó el director mientras comenzaba a revisar la cuenta bancaria de Fulano Céspedes Barceló.

—Pues verás; quiero construir una buena piscina en el jardín de mi casa. Y también tengo pensado instalar un jacuzzi en cada uno de sus siete cuartos de baño. Además, quiero poner en el salón un televisor de pantalla de plasma de 150 pulgadas. Es la más grande que existe, ¿sabes? No me conformo con menos. Yo soy así.

—Sí, bueno. Pero, por lo que veo aquí, tienes una hipoteca con nosotros bastante importante sobre tu casa.

—Eso es fenomenal, ¿no?

—Sería fenomenal del todo, si no fuera porque llevas mucho tiempo retrasándote con los pagos...

—Ya, bueno... El Covid, ya sabes.

—Sí; el Covid es la leche. Pero tus retrasos datan de años atrás... Y eso me preocupa.

—¡Venga, venga! No seas tan tiquismiquis. ¡El resto de mis acreedores no suelen ser tan recelosos!

—¿El resto de tus acreedores...?

Atraco a las tres

—¡Claro! Yo soy un hombre importante. Y como tal, tengo deudas por aquí y por allá. Pero eso no es ningún problema, hombre. Todos saben que tengo amigos influyentes. Si lo necesito, intervienen en esto o en lo otro; movilizan por un lado y por el otro; crean una opinión favorable sobre mi persona; gracias a ello, se genera una corriente de solidaridad entre la gente hacia mí. Y al final, me sacan las castañas del fuego en menos que canta un Piqué.

—¿Y no crees que, para que esa gente decida solidarizarse contigo, deberías mostrar un poco de austeridad en tus gastos?

—Un poco, sí. Solo por las apariencias. Pero tengo una imagen que mantener. No me puedo conformar con cualquier cosa. Por cierto, añade a la lista de mis deseos un sistema de video-vigilancia de última generación para mi casa, un Mercedes-AMG GT Black Series y un caballo de carreras. ¡Ah! Y ya de paso, la reparación de unas goteras que hay en la dichosa  casa.

El director del banco se mesó los cabellos con nervioso vigor, al tiempo que resoplaba de impotencia y desesperación, como si de ese antojadizo caballo de carreras se tratara.

—Buff... Habrá que renegociar la deuda a medio y largo plazo, teniendo que aplicar de ese modo unos intereses tales, que yo calificaría de colosales. ¿Seguro que estás dispuesto a eso? ¿No sería mejor que te adaptases a las circunstancias y tuvieses un poco de mesura en tus gastos?

—¡Por supuesto que no! La vida son dos días y hay que exprimirlos al máximo para intentar quedar por encima de los demás. Y si al final vienen mal dadas, ahí estarán mis influyentes amigos y la solidaridad de la gente para conmigo por ellos granjeada. ¿No es estupendo?

El director del banco claudicó en sus razonamientos, gestionó con resignación el papeleo del nuevo crédito, se despidió con gentileza de su cliente, se bebió un whisky doble de un lingotazo y se arrojó por la ventana como si no hubiera un mañana por venir.

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Madridista perdido y sin deseos de ser encontrado. Le gusta usar todos los sentidos, aunque carece por completo del común y el del humor.

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6 comentarios en: El préstamo del señor FCB

  1. Es genial. Ya que quien tendría que poner orden y control en el asunto no lo hace, por lo menos , podemos echarnos unas risas. Aunque en realidad se trata de una situación trágica la generada por la secta.

  2. Ojalá si entrase yo al despacho del director de mi banco a renegociar mi deuda, tuviera la seguridad de que por todos los medios de comunicación le han martilleado desde siempre con el simple eslogan de que soy más que un cliente. No digamos ya si además fuera aficionado a mí y antimivecino de toda la vida.

  3. Parafraseando lo que López Vázquez le decía a la "maciza" de turno en la película cuyas imágenes ilustran el artículo, el director hizo lo que hacen todos los que forman The Tinglao cuando llega FCB. Le dicen: "Un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo", al tiempo que agachan el lomo.

  4. Un placer leer sus relatos Sr. Van Cleef. Lo del nombre es antológico. Fulano ( hijo de fulana), Céspedes (con ascendente Hernández) y Barceló (que decir de ese maravilloso licor, para hacer lo mismo un "cuba" libre, que una catalonia)
    ¡Enhorabuena!

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Lamine Yamal es muy joven.

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En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

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Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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