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El antimadridista digno

El antimadridista digno

Escrito por: Antonio Valderrama17 febrero, 2017
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El fútbol contemporáneo y su necesidad de contarse y explicarse de continuo en ese escaparate infinito que son las redes sociales, han alumbrado una nueva forma de antimadridismo: la del intelectualillo, la del digno. Esto es verdaderamente interesante y muy atractivo desde el punto de vista del estudio sociológico, o si se pudiera decir, zoológico. La propia inercia de la narrativa del fútbol de hoy obliga a que aparezcan estas nuevas formas de camuflaje. El anti furibundo, el clásico, está muy visto y además, no vende, si se exceptúan subgéneros muy lucrativos y de mucho tirón popular como el vodevil que dirige Josep Pedrerol.

El antimadridista digno, el intelectualillo, es sobre todas las cosas un diletante. Por lo tanto, como buen diletante, tiene aspiraciones. Ínfulas. No es que no se conforme con ser un Cristóbal Soria cualquiera, un Carazo (antiguamente, los antis del tipo tonadilleras eran más sosos). Es que mataría al que le dijese que se parece a ellos en algo. ¡Al contrario! De eso es de lo que huyen. Ellos escriben, en Twitter, incluso en cabeceras de prestigio, comúnmente en medios digitales o periódicos de provincia, con una pose marcada pues pretenden dirigirse a un público, ejem, serio: una audiencia que no lee el Marca, y esto conviene remarcarlo porque es definitivo. El anti intelectualillo, el digno, se sabe, como dijo John Carlin hace poco en El País, élite. Parte de la élite, por y para la élite. Quizá Carlin sea el paradigma sublime de este tipo de antimadridistas, el estado superior del antimadridismo de pitiminí: el antimadridista manierista.

Antis hay de todos los colores, como es normal y huelga explicarlo. Lo que pasa es que el Madrid reúne en su contra a todos los antis, de todo pelaje y encaste, de España entera. El Madrid, como institución en sí misma, como estandarte de una forma de vivir la vida, como eterna primavera, tiene frente a él enseñándole los dientes a todos los inviernos del mundo. No cabe en eso extrañeza. Pero el Internet 2.0 ha traído el análisis gourmet, con sus críticos de alta cocina y sus paladines del fútbol aséptico, del fútbol hecho trocitos en un laboratorio, del fútbol, en suma, despojado de contexto y de la lujuria animal que le imprime la misma vida y la vida de los hombres que lo juegan y disfrutan: el refugio pintiparado para todos estos Alí Babás cuya triquiñuela para esconder su antimadridismo puro de cuadro negro de Goya es proclamarse equidistante.

El Real Madrid reúne en su contra a todos los antis

No, mira, yo es que soy del Éibar. En el antimadridista clásico, como en todos los antis futboleros genuinos, hay un fondo de nobleza inexcusable. El anti grita y te insulta. Te chulea, se ríe cuando pierdes, se mofa, pero todo ello es claro y diáfano, no hay trampa, no hay pretensión ni arrogancia. Joan Gaspart, probablemente el antimadridista old school por antonomasia, sufría y lloraba las derrotas de su equipo, y celebraba con un alborozo puro y hasta entrañable las desgracias del Madrid. Uno podía reconocerse en él, reconocer también la verdad de lo que manifestaba: ese tipo nos odia, ¡pero qué odio! Es un odio ese, incluso el de Cristóbal Soria, con todo lo que tiene de impostado y chusco y cañí, tan visceral que es imposible no admirarse.

Pero en el otro, en el nuevo, en el antimadridista digno, no hay nada de honrado. No hay honestidad, todo es doble, fenicio. Es un antimadridismo que puso en circulación Guardiola, modelo divino y patrón clásico de esta nueva forma de contar el fútbol. No en vano la explosión de Twitter, el cénit del medio en el que aspira a vivir y a medrar el anti digno, coincidió con el Pep Team y con la apotesosis del escarnio al Madrid. El anti gozaba entonces de las tundas que le daba Messi a Mourinho con verdadero deleite, con placer extático, pero lo disfrazaba con amor al fútbol, esa cosa tan sin sentido y tras la cual no hay nada, vacío, puro humo. Se fue Guardiola pero la escuela estaba fundada. El digno es ese anti que se pone a ver los partidos del Madrid con una moleskine en la mano, y que pretende sustituir el exabrupto bruto del anti viejo con el ingenio forzado y pedante del anti nuevo. Porque, naturalmente, no puede delatarse, no puede dar motivos para que le llamen antimadridista de forma descarada. No puede descubrirse. Vive en un territorio ambiguo lleno de vaguedades y dobles sentidos: normalmente es del Atlético de Madrid, y su rencor de clase, porque estas cosas se heredan entre futboleros de padres a hijos y se llevan en la sangre, ha de ser disimulado a toda costa por una pátina gruesa de falso cinismo, incluso de decadente autoparodia literaria: ¡cómo voy a ser antimadridista, con lo patético que es mi propio equipo! ¡Miradme, si soy un verso de Sabina!

Nunca atacan al Madrid, porque atacar es una palabra fea, un verbo peligroso, es decir, que mancha, y este tipo de anti, naturalmente, odia mancharse. Ellos prefieren insinuar, dejar caer, soslayar o poner en evidencia subrepticiamente. Cornean de refilón, apuñalan por detrás, sin que se le vea la mano, a menudo amparados en el humor. ¡El humor todo lo soporta, es como el pan! Esquivos, amigos de las analogías torcidas y de las metonimias, casi nunca dejarán pruebas que los incriminen directamente. Nadie podrá probarles delito de antimadridismo, por que ser anti algo es pecar de fanático, y ellos, en su fuero interno (estoy convencido) aspiran a escribir en el New York Times.

Suelen ser, por lo general, engreídos y muy ufanos de lo suyo, que por lo visto es mirar el fútbol como si estuvieran delante del Jardín de las Delicias del Bosco. No tienen mucha gracia, aunque lo intentan, y cuando el toro les sale respondón, como tienen miedo a que la gente les vea las costuras del disfraz, saltan con ignominia dentro del callejón, y esperan a que lo mate otro.

Suelen ser, por lo general, engreídos y muy ufanos de lo suyo

Hay que guardarse de estos antis viperinos, que yo sólo he visto en la orilla de enfrente, impreciso frontón donde se aglutinan todos los agraviados, los parias de la Historia del fútbol. Es decir, todos los que no pudiendo ser del Madrid, han de desear a toda costa un Waterloo detrás de cada esquina, y cuya vida puede contarse con los dedos, como si fueran un rosario: Milán, Tenerife, Cruyff, Guardiola, Alcorcón, Liverpool. En la vida, siempre, es mejor lo verdadero que lo falso, y esta gente siempre te sale por algún lado: como decían los viejos de mi pueblo, te la dan a la entrada o te la dan a la salida. Si pasa más tiempo justificando su asepsia balompédica que viendo jugar a su equipo, el Madrid  y sus circunstancias no se le caen de la boca y no pierde ripio para demostrar que lo juzga todo desde su trono en el Olimpo, lejos de los mortales y estúpidamente forofos humanos comunes, no lo dude: está usted ante un anti elegante, ante un diletante.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

20 comentarios en: El antimadridista digno

    1. No es correcto con la ortodoxia de la RAE en la mano, pero si te dueles duélete también (y que se duela el atento lector) por escritores como Mario Vargas Llosa, que también emplean esa estructura en sus escritos. Va a ser aceptado tarde o temprano. Solo te has adelantado a tu tiempo, Fantan.

  1. "Todos los que no pudiendo ser del Madrid". Del Madrid puede ser cualquiera. Es, de hecho, la elección más fácil. Solo hay que tener muchas ganas de ganar.

  2. Buenísimo. Por cierto, también los hay del Barça, y a patadas. En estos tiempos turbulentos que corren por la esquinita se les reconoce porque pierden un poco la templanza si alguien duda de algún aspecto por pequeño que sea del juego de Messi y osa no empezar cada frase oral o escrita afirmando su superioridad pasada, presente y futura sobre cualquier jugador de fútbol vivo o muerto, en cualquier aspecto del juego.

    No deje de escribir, porfa.

    PD. Lo cortés no quita lo valiente: "por que ser anti algo". Madridismo y sintaxis.

  3. Extraordinaria entrada.
    Sólo me chirría que, puesto a dar nombres, de el del irrelevante (al menos en mi opinión) Carlin cuando en nuestras mentes están grandes 'ilustrados' como Santiago Segurola o Angel Cappa o, a otro nivel menos pedante pero igualmente falso y dañino, Roberto Palomar, Michael Robinson, Carlos Martínez... y así hasta el infinito.

      1. Jeje, podíamos hacer un ranking. A mí me resultan especialmente divertidos los que son menos detectables, tipo Maldini, o últimamente, Juanma Trueba, quién le ha visto y quién le ve. Esos que usted nombra son antis de los de toda la vida aunque en ocasiones han querido figurar de amantes de las esencias del fútbol.

  4. Que haya antimadridistas es lo más normal del mundo, que la mayoría de la prensa deportiva patria lo sea, no. El problema de esos antimadridistas es que, no sólo campan a sus anchas en Cope, Ondacero, Radio Nacional, Ser, RadioMarca, Beinsports, teledeporte, los manolos, etc. generando debates y opiniones en la ciudadanía, público, usuarios, espectadores, aficionados... sino que dominan, dirigen y marcan el doblerasero con el que se juzga al RM en esos medios, incluso, retorciendo la realidad y justificando que haya otra vara de medir para el RM. Los periodistas olvidándose de su profesión y convirtiéndose en puro espectáculo de opinión que no d información, para seguir manteniendo al RM en el centro de la pista pq es el objeto de deseo para rellenar sus programas, y las opiniones de estos periodistas, mayoritariamente antimadridistas, que laceran al RM siempre pondrán un listón inalcanzable.

    rigor en la información y responsabilidad en la opinión son los dos rasgos que deberían imperar en la buena praxis, pero son dinamitados con descaro y desfachatez por los propios profesionales. Vegüenza de periodismo patrio.

    En el campo está el rival a batir. El enemigo, ése, anida en los medios. 😉

  5. Qué bien se le lee, HOYGA.

    Sin embargo y en mi opinión se le ha olvidado un calificativo para estos antimadridistas de chichinabo, cobardes, que comprende todos los demás atributos de esa escoria.

  6. En todo de acuerdo con las opiniones de Juan y de Vagawain,sobre todo,la de Juan.
    Es prácticamente imposible,oir comentarios a favor del Real Madrid,es como si tuvieran miedo de pronunciarse por que los echan de esas tertulias.

  7. Muy bueno, de hecho mejor que muy bueno. Diría que no es posible un anti y que sea digno. Hay dignos rivales pero no creo que haya odiadores dignos. Da igual lo que sea que son. Lo muchos que sean lo son como extremo de nuestro otro extremo. Ser los mejores, ser lo mejor, ......., ir perdiendo y seguir pensando que está ganado el partido, criticar a quien no se deje jirones en las briznas de césped, porque dejadas estas, somos y estamos todos con este jugador, de entre aquellos que sepan aguantar la presión de esa dignidad, de llevar esa camiseta, ......., y por lo anterior, precisamente, hay tantos antis, dignos o no 🙂

  8. Vaya por delante que me ha gustado mucho el artículo, lo que no quita para discrepar con el autor cuando habla de los nuevos antimadridistas atléticos. Yo creo que son como siempre. Dices que no se descubren, y yo digo que nunca se han descubierto, es más, si me apuras ha sido en los últimos años cuando han salido algunos del armario, imagino que por la euforia deportiva, porque antes todos tapaditos, no sé si para tener trabajo o para tener más acceso a los jugadores del Madrid o incluso al propio club.
    Para mí los atléticos siguen siendo igual que antaño, aunque tengan más ínfulas. Primero antimadridistas y luego atléticos. Y por su antimadridismo los conoceréis, ahora y siempre. Y en sus críticas va toda la bilis, el resentimiento y la envidia que nos tienen.
    Saludos

    1. Buenos días , no te falta razón, porque la imagen que dan del Madrid y de su afición es
      de lo más antigua y casposa que te puedes encontrar, además de conocimientos anda
      justito, que muchas veces no puede con los tertulianos barcelonistas, porque su nivel
      cultural es bajo, ( siendo moderados).
      Saludos blancos, castellanos y comuneros

  9. ""“Todos los que no pudiendo ser del Madrid”. Del Madrid puede ser cualquiera. Es, de hecho, la elección más fácil."""

    Para nada de acuerdo. Ser del Madrid significa, entre otras muchas cosas (la mayoría loables), renunciar al más mínimo apoyo ajeno al club blanco; apoyo con el que sí cuentan los seguidores de cualquier otro equipo español que tenga a bien odiar, aunque sea un poquito, al equipo de Concha Espina. Son colegas; aliados en esa cruzada contra el Real. Se felicitan mutuamente por los "logros" comunes obtenidos (cualquier derrota del Madrid, dentro o fuera del terreno de juego).
    El madridista está sólo. Únicamente dispone del apoyo de otro madridista. Afortunadamente hay muchos, aunque algunos de ellos a veces hagan las veces de "antis", tratándose de ciertos jugadores, entrenadores o presidentes...
    Las alegrías de nuestras victorias son únicamente nuestras. Los demás, se limitan a ponerles todo tipo de pegas o inconvenientes.
    Un título del Atlético o del Barcelona es celebrado también por seguidores de otros clubs. Aunque sólo sea porque ese título no lo podrán celebrar los merengones...
    Y nuestra historia es continuamente manchada y vilipendiada con embustes, falacias y calumnias; algunas de ellas incluso se las han quitado de sus propias espaldas y nos las han adosado a la nuestra. Y se han quedado tan panchos... (véase el Madrid de Franco...)

    No es fácil ser del Madrid, no. Pero precisamente por eso lo somos.

  10. Por circunstancias familiares, mi infancia en los años 70 fue un constante vivir aquí y allá, de una a ciudad a otra, de colegio de curas en colegio de curas, gracias Dios debo decir. También fue por ello que conocí el fútbol de la mano de mi padre, un madridista "distefanista" (¿cómo no?), de campo de fútbol en campo de fútbol: el viejo Arcángel de un insólito Córdoba de primera (donde creo recordar haber visto a Del Bosque de blanquiverde, o serán brumas de la imaginación infantil); o el viejo Insular de la Unión Deportiva más argentina que verán los tiempos; por no hablar de la Rosaleda de la que nos vino aquel Guerini, cuyo apodo ("chupete") tiene una etiología que me sigue siendo completamente desconocida. Ya por aquellos años mi padre me aconsejaba (insistía sería más certero), cada vez que tocaba cortar el abono con la visita del Real Madrid, en que me abstuviese de todo signo de alborozo con los goles de nuestro Madrid. ¡Y pensar que rompió la silla con el gol de Serena en la sexta! (la copa, no la caspa). Pero mi padre me aconsejaba sabiamente. Lamentablemente la sabiduría paterna, la materna también, sólo es objeto del aprecio que merecen cuando ya suele ser demasiado tarde, o sea, cuando ya somos mayores, cuando ya no tiene remedio o cuando nos faltan ellos. Normalmente las tres cosas suelen coincidir. No le faltaba razón a mi padre. Naturalmente no hacía el menor caso de sus admoniciones y aún recuerdo la cara de los espectadores volviéndose iracundos en el graderío cada vez que un mocoso de nueve, o de once años, saltaba sin parar a festejar el gol del empate de Pirri, o cualquier otro del equipo "del régimen". Incluso recuerdo una vez que en el Insular llegaron a decirme cosas muy feas, con gran susto de mi progenitor, que no sabía como hacerme callar y disculparse con la parroquia a la vez. Tan feas fueron las cosas que me dijeron que decidí "ipso facto" que la Unión Deportiva Las Palmas dejaba de ser mi segundo equipo y desde entonces dediqué todos mis amores, con una fidelidad perruna, a un sólo objeto deseo, a un solo color y a un solo escudo. No más contemporizar en el colegio con los compañeros de clase. Nunca más hacerme perdonar ser del Real Madrid. Solo cuando regresé a Madrid en mi adolescencia y mi querido tío Luis (mi padre ya no estaba) me "colaba", porque entonces se podía, en el Fondo Norte donde tenía su abono, descubrí dónde estaba mi casa futbolística, con los míos y entre los míos, con la sensación de quien regresa desde la selva donde ha estado a punto de ser devorado por una tribu de pigmeos caníbales, si es que exite una raza de pigmeos con esas aficiones culinarias. Entonces chillé y salté y disfruté viendo a mi Madrid y lloré viendole remotar un 0-2 con el Betis en los diez minutos finales, porque Sergio Ramos no ha inventado este arte tan nuestro, sólo lo ha llevado a su cumbre estética, para desazón y facturas en psiquiatras de los pigmeos. Con la madurez he seguido viajando y viviendo en distintas ciudades españolas. Y he vuelto a encontrarme con el odio, ahora es odio, al color blanco. Pero también yo he roto una silla del viejo Palacio de los Deportes cuando Mijatovic metió el gol de la séptima. Y he visto el gol de Ramos en el 93 allí mismo, sí allí al lado, a 30 metros de la gesta, rodeado de madridistas que, como yo, estaban totalmente convencidos de que ganábamos esa copa hasta el mismo momento anterior a que el "cebolla" se tapara medio rostro, como el condenado de Miguel Ángel en la Sixtina. También me dicen a mí que "es fácil ser de Madrid". Me lo dicen muchos, "antis" de los clásicos y "antis" pos-modernos, como los que describe Valderrama. Yo ya no les contesto. Sólo me acuerdo de mi padre, aquel día, besándome a la salida del Estadio Insular.

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