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Chumino Democràtic

Chumino Democràtic

Escrito por: Fred Gwynne15 diciembre, 2019
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Barcelona. 8 de diciembre. Avenida Diagonal. 11,30 A.M.

El grupo estaba compuesto por cuatro personas: Jordi, el líder, Montse, su novia, abogada, economista y responsable de las finanzas, Antonio, encargado principalmente de las labores logísticas, y Koldo, un compañero vasco sensibilizado con la liberación de Catalunya. Sabían que para ser efectivos y evitar filtraciones no podía ser un grupo numeroso, toda precaución era poca para luchar contra el estado español.

-Compañeros, como bien sabéis, la semana que viene nos jugamos mucho. He elaborado un exhaustivo plan de 7 puntos que paso a exponeros a continuación. Es muy importante que…

-Jordi…

-Dime, Antonio.

-¿Tenemos nombre para el grupo?

-Pues ahora que lo dices, no, no lo había pensado, y me parece una excelente idea. A la hora de reivindicar nuestras acciones tenemos que llamarnos de alguna manera.

-Es que Montse y yo ya hemos pensado uno.

-¿Montse y tú?

-Sí.

-Ya.

-¿Te parece mal?

-No, no, muy interesante ¿y cuál es el nombre que habéis pensado Mont-se-y-tú, si se puede saber?

-Chumino Democràtic.

-¿Chumino?

-Sí, Chumino -dijo Montse elevando la voz. Hay que dejar claro que somos una escisión de Tsunami Democràtic. Chumino, Tsunami, Tsunami, Chumino. Está claro, ¿no? Y además Chumino nos remite a la mujer, a la génesis, al origen, a la tierra de nuestros ancestros.

-Me parece ridículo.

-Ya, a ti todo lo que yo hago te parece ridículo.

-Pero vamos a ver, seamos serios, ¿cómo cojones nos vamos a llamar Chumino Democràtic? íbamos a ser el hazmerreír de todo el movimiento. No nos podemos llamar Chumino.

-¿No podría ser Txumino, con tx?

-No, Koldo, no.

-Vale, pero que conste en acta que no puedo expresarme libremente en mi lengua.

-No hay acta, Koldo, no me toques las pelotas. Centrémonos, sigamos adelante. Vamos a olvidar lo del nombre de momento, tenemos cosas mucho más importantes que hacer. ¿Queréis que hagamos un pequeño descanso? ¿Os apetece un bocadillo? Tengo un lomo de Salamanca riquísimo.

-¿No tendrás tofu? -preguntó Antonio.

-¿Tofu?

-Sí, me he hecho vegano.

-No, no tengo tofu.

 

Barcelona. 17 de diciembre. Avenida Diagonal. 6,27 P.M.

-Compañeros, como bien sabéis, mañana nuestro pueblo se juega mucho más que un partido de fútbol. Doblegar al todopoderoso Estado español no va a ser una tarea sencilla, tenemos que ser todos uno. Si todos cumplimos con nuestra parte del plan, el encuentro no se celebrará y la repercusión mundial será enorme. Vamos allá, atentos todos, primer paso: sincronicemos nuestros relojes.

-Y todas.

-¿Y todas?

-Sí, y todas. Todos y todas, siempre dices todos.

-Joder, Montse, es una forma de hablar.

-Ya, pero denota machismo. “Y todas”, o me largo ahora mismo.

-Venga, va, todos y todas: sincronicemos nuestros relojes.

-Jordi…

-Dime, Antonio.

-No tengo reloj, el reloj no marca las horas, marca la opresión capitalista, el control del tiempo, la explotación de todos y todas los trabajadores y las trabajadoras. ¿Puedo sincronizar el iPhone?

-Sincroniza lo que te salga de los huevos, Antonio, pero, por Dios, deja ya el rollo ese del capitalismo, siempre estás con lo mismo, estamos a lo que estamos.

-Jordi…

-Diiiiiiime

-Has dicho “por Dios”.

-¿Y?

-Yo dejaría a Dios a un lado. La religión es el opio del pueblo, hay que acabar de una puñetera vez con todos los curas.

-Todos y todas.

-Joder, Montse, qué pesada eres.

-Pesada será tu madre.

-¡ME CAGO EN LA PUTA! YA ESTÁ BIEN. Estamos perdiendo un tiempo vital. Así no vamos a ningún lado. Escuchad. A las cuatro en punto de la tarde…

El plan de Jordi era simple pero muy efectivo. Aquel selecto y reducido grupo de patriotas era capaz de todo. Ser una célula secreta, una especie de escisión de Tsunami Democràtic, les daba múltiples ventajas y las iban a aprovechar. Nada podía salir mal. Habían conseguido, gracias a un cuñado de Antonio infiltrado en las taquillas de venta, cuatro localidades muy cercanas al terreno de juego. Todas convenientemente separadas y estratégicamente situadas en el estadio: una en cada esquina. La idea era saltar al campo en intervalos de un minuto. Para que la acción fuese más llamativa saldrían en pelotas, bien embadurnados de aceite para ser más escurridizos, con una mano delante y otra detrás, como Dios los trajo al mundo. La desnudez del pueblo catalán sería la metáfora perfecta de la explotación a la que se veían sometidos por el estado español.

-Es muy importante la sincronización, primero saltará Antonio, luego, exactamente al minuto, Montse, un minuto después, Koldo…

-Jordi, gauza bat, a mí en estas reuniones me gustaría hablar en euskera, el español es una lengua opresora. Y vosotros deberíais hablar en catalán.

-Que no, Koldo, que no, que ya lo hemos hablado cien veces y no es factible. Nosotros te agradecemos mucho el apoyo, que hayas venido hasta aquí, en serio, pero si hablas en euskera no te entendemos.

-Ya, pero se me ha ocurrido una solución: he pensado que os lo puedo traducir. Hablo en euskera y luego os hago la traducción al español. ¿Qué os parece?

-¿Estás hablando en serio?

-Bai. Sí.

-No me toques los cojones, Koldo.

Jordi se levantó desesperado, fue hasta la ventana, la abrió de par en par y estuvo a punto de saltar. Ahora entendía perfectamente lo de Patria o Muerte. Cualquier cosa era mejor que seguir en aquella reunión de tarados. En el último momento asomó la cabeza, cogió todo el aire que entraba en sus pulmones, lo mantuvo unos segundos y después de expulsarlo suspirando fuertemente, fue a la cocina y abrió un armario:

-¿Alguien quiere un café? -gritó para ganar tiempo y serenarse.

-Bai. Sí. Ebaki bat, mezedez. Un cortado, por favor. Esne gaingabetua al duzu? ¿Tienes leche desnatada? Kilo batzuk irabazi ditut. He engordado unos kilitos.

Fue algo instintivo, tenía la cafetera en la mano y de repente sus manos la cerraron con tanta fuerza como si estrangulase el cuello de Koldo. Estaba dispuesto a reventarle aquella cafetera en la cabeza y luego, definitivamente, tirarse por la ventana. En lugar de ello la puso en el fuego, volvió a tomar aire e intentó calmarse. Le había empezado a doler el pecho.

Estaba a punto de volver al salón cuando se abrió la puerta de la cocina y apareció la cabeza de Antonio:

-¿El café es ecológico, de consumo sostenible?

Jordi no vio ni escuchó nada más. De repente alguien apagó la luz.

 

Barcelona. 18 de diciembre. Cuatro horas antes del partido.

-Compañeros, como bien sabéis, ayer, nuestro líder Jordi Casaus, sufrió un infarto de miocardio. Su situación es estable pero el pronóstico es reservado. Es una pérdida sensible para la consecución de nuestro objetivo pero nuestro homenaje será continuar con el plan previsto. Hoy tendremos que…

-Lo dejo. No voy a colaborar más en esta farsa.

-¿Cómo que lo dejas?

-Sí, creo que no soy bienvenido. Estáis coartando mi libertad desde que he llegado, me vuelvo a Hernani.

-Joder, Koldo, no nos hagas esto. Te necesitamos.

-Haberlo pensado antes.

Koldo se levantó, enfiló el largo pasillo hasta la puerta de salida, la abrió y se fue, a pesar de que Antonio y Montse le siguieron los pasos pidiéndole que recapacitase, sin despedirse y sin mirar atrás.

Antonio y Montse volvieron a la mesa del salón, se sentaron y permanecieron en silencio varios minutos. La silla de Jordi estaba vacía y Koldo se había olvidado la txapela, Ninguno de los dos se atrevió a pronunciar la palabra que les rondaba la cabeza.

-¿Y ahora? -dijo Montse. ¿Qué vamos a hacer?

Antonio la miró. No tenía ni idea. O sí.

Cuatro horas más tarde, exhaustos, tumbados en la cama, el partido empezó.

-Habrá que decirle algo a Jordi, ¿no?

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Nueva ración de consejos a Vinicius para ser un “buen negro”. Uno de esos que no altere a los racistas y les haga sacar lo peor de sí mismos.

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