Las mejores firmas madridistas del planeta

Real Madrid-Juventus, partido con aroma de tradición europea. Los italianos llegaban en peor condición y con más urgencias que los blancos. En las gradas, un tifo con Lucas Vázquez de niño animando a su Real Madrid. Bonito homenaje. (Y sí, fue penalti en 2018).

El encuentro comenzó al principio, se disputó durante el mismo y concluyó al final —como mandan los cánones de la realidad— con victoria trabajada del Madrid por 1-0 merced al gol de un Bellingham que sigue recuperando la forma, la brillante dirección de Güler y el esplendoroso desempeño de Courtois.

Xabi puso en liza un once con Fede en el lateral derecho, Asencio en el eje de la defensa junto a Militao y Brahim en lugar de Mastantuono. El resto, los habituales, con Tchouaméni y Güler tratando de conseguir esa mezcla entre diésel y gasolina que propulsase al Madrid.

Los locales comenzaron sobones con la bola como amantes tras ayuno carnal, pero la primera acción de peligro cayó del lado juventino, un mal despeje de Valverde provocó una contra blanquinegra desbaratada por la zaga vikinga. La acción espoleó a los de Tudor y se sucedieron dos tiros lejanos de McKennie y Gatti, que salvó Courtois con la misma maestría que demuestra frente a los micrófonos, y un centro despejado por Asencio.

La respuesta madridista corrió a cargo de Tchouaméni, quien cabeceó a las manos del meta rival un córner botado por Arda. Le faltó fuerza y colocación al remate.

Durante este inicio, el Madrid manoseaba mucho sin arrimarse y la Juve tocaba poco pero creaba más peligro.

Como si hubiesen leído la anterior línea, en el 22', una llegada de Jude desembocó en un disparo de Mbappé desde la frontal que desgraciadamente despejó con la puntera el 4 bianconero. Y en el 24' fue Brahim quien puso a prueba a Di Gregorio. En el siguiente córner, a punto estuvo de marcar Aurelién, pero desvió un defensor. Los de Xabi se estaban mostrando menos aburridos y más incisivos, aunque no terminaban de molar.

En el minuto 33, un recorte de lujo de Güler derivó en un centro medido que Brahim podría haber rematado en caso de, precisamente, haber medido más. El turco había agarrado el encuentro por la pechera y lo estaba manejando a su antojo.

Cuando quedaban 5 minutos para el descanso, Di Gregorio evitó el gol de Kylian, que había sido asistido por Brahim mientras le hacían falta. La siguiente fue para Militao, que remató alto un pase atrás de Mbappé tras jugadón del francés.

Slavko Vinčić decretó el final del primer tiempo cuando los blancos habían recuperado el balón y se dirigían a la portería contraria. Gil Manzano ha creado escuela.

La Juve tuvo sus ocasiones al comienzo del partido, después el Madrid lo adormeció y en los últimos 20 minutos imprimió velocidad a su juego, pero marró las ocasiones que disfrutó.

victoria trabajada del Madrid por 1-0 merced al gol de un Bellingham que sigue recuperando la forma, la brillante dirección de Güler y el esplendoroso desempeño de Courtois

El encuentro se reanudó con susto: un error de Carreras en área propia fue subsanado in extremis por Militao, que estaba rayando a gran altura. Poco después, milagro. Vlahović ganó en velocidad a Militao y Courtois desvió lo que nadie desvía. Acción valor gol. El Madrid respondió con sendos disparos de Vini y de Fede. Jude también peinó otro centro nada regulero de Güler, pero muy forzado y apenas pudo conectar con el balón.

El partido entró en un toma y daca, se había desencorsetado y entonces apareció Vini, regateó a una cohorte turinesa, chutó, rebotó en el poste y remachó Bellingham a la red como solía hacer en su primera campaña. 1-0. Al fin el Madrid había desprecintado el partido.

En el 64', buena acción del inglés que no pudo culminar Kylian. Y, poco después, voleón de Valverde que no acabó el gol porque rechazó Gatti. Jude estaba mejor, el Madrid estaba mejor.

A comienzos de los setenta, aluvión blanco. Di Gregorio obró dos milagros a dos trallazos de Mbappé y Brahim consecutivos. Después, Gatti salvó bajo palos un balón de Brahim que entraba. Real Madrid, desencadenado.

Alonso movió el banquillo, y también hizo un cambio: retiró a un excelso Güler e introdujo a Camavinga.

Antes del minuto 80, Courtois blocó un saque de córner, se la puso con la mano a Vini que se marchaba solo. Fue objeto de falta cuando encaraba a Di Gregorio. El colegiado no solo no expulsó al defensor, sino que no señaló ni falta. En Movistar, Mateu, Benito y Martínez lo justificaron: fue falta, pero si la hubiese pitado, tendría que haber expulsado al zaguero, y claro...

A cinco minutos del final, Asencio salvó un gol de Openda al contragolpe y se lesionó en la acción. Lo sustituyó Gonzalo. Tchouaméni a la defensa y Jude un poco más atrás. Poco antes, Vinícius y Brahim habían dejado su lugar a Mastantuono y Fran García.

En los instantes finales, hubo tiempo para otra oportunidad de Kylian, para una nueva intervención de Courtois y para un contragolpe de Valverde.

Victoria lograda con esfuerzo. Tercera en tres partidos de Champions. Pleno.

 

Getty Images

Nos encontramos ante una semana importante. No por lo definitivo a nivel clasificatorio, pero sí en lo emocional, tanto para el equipo como para la afición. Juventus y Barcelona van a dar muestra de que todo lo bueno apuntado en estos apenas dos meses de competición no cede ante algunas sombras que no pueden obviarse.

Y para empezar, qué mejor que la Vecchia Signora.

No nos encontramos con la Juventus que dominó Italia con mano de hierro durante una década —incluyendo dos finales de Copa de Europa—, pero eso no importa. El aroma añejo de uno de los auténticos grandes de cuna de Europa siempre la acompañará. No pretendo hacer un análisis de su estado actual, de sus peligros o debilidades. Será la edad, pero los recuerdos de las batallas vividas revolotean por mi cabeza desde hace unos días. Algunas de ellas forman parte de los momentos más épicos y legendarios de nuestra historia.

Juventus y Barcelona van a dar muestra de que todo lo bueno apuntado en estos apenas dos meses de competición no cede ante algunas sombras que no pueden obviarse

Mis primeros recuerdos de la Juve son de hace cuatro décadas. Michel Platini, hasta la definitiva explosión de Maradona en México 86, podía perfectamente ser considerado el mejor jugador del mundo: tres Balones de Oro consecutivos, la Eurocopa del 84, la Copa de Europa del 85 —de infausto recuerdo en Heysel—. Para los chavales de la época era una especie de monstruo al que admirábamos con miedo reverente, sin haberle visto jugar más que a cuentagotas. En mi caso, ni eso: tenía la certeza de su grandeza, pero nunca le había visto jugar. Esa idealización hacía que el respeto —y el temor— fueran aún mayores.

De todos modos, la afición confiaba ciegamente en el equipo, merced al comienzo de una época que manaba ilusión por los cuatro costados. Se venía de ganar la Liga 85/86 —una la de las míticas cinco seguidas conquistadas por la Quinta del Buitre— y la segunda Copa de la UEFA consecutiva, aquellas remontadas grabadas a fuego en el alma del madridismo. Butragueño, con el aroma aún presente de la noche de Querétaro y los cuatro goles a Dinamarca, ya era considerado un megacrack mundial. Así que miedo, lo que se dice miedo, no lo había; respeto, sí.

Y la eliminatoria no decepcionó. Fue a cara de perro. La ida se jugó en Madrid, de donde el equipo salió con un 1-0 corto para lo que fue el partido, lo que dejaba las espadas en todo lo alto para la vuelta en el Olímpico de Turín. La Juve empató la eliminatoria a los pocos minutos y la cosa se puso muy negra, pero entonces emergió la figura de Buyo en su primera gran noche —de tantas— en la portería blanca. Su actuación descomunal durante los noventa minutos, la prórroga y los penaltis nos dio la clasificación.

Buyo Juventus

Esa temporada el camino terminó de malas formas contra el Bayern de Múnich y el famoso pisotón de Juanito, pero el recuerdo de aquellos partidos con los italianos se mantiene. Fue una pedazo de eliminatoria.

Tendrían que pasar diez años para volver a vernos las caras. Al igual que en el 86, la eliminatoria fue igualada en el resultado, pero no en el juego ni en las sensaciones. Aquel Madrid estaba inmerso en la peor temporada de su historia. Lo cierto es que había una especie de fervor irracional entre la afición: se cumplían treinta años de la Sexta, y la obsesión con la Copa de Europa era algo enfermizo. Ello nos llevaba a creer —de manera irracional, lo reconozco— que, al ser una fecha tan redonda, debía estar escrito en el destino que aquel 1996 sería el año de la ansiadísima Séptima.

Así que, aunque todo lo que transmitía el equipo era de tristeza y desastre absolutos, encaramos la eliminatoria como lo que es el Madrid: a por ellos, sin miedo. Y eso que la Juventus venía como un pedazo de ogro. Se empezaba a ver que aquel equipo iba a marcar una época en Europa: Del Piero, la delantera Ravanelli-Vialli, Ferrara, Di Livio, Torricelli, Deschamps... Lo normal era que impusieran respeto, pero el día de la ida la atmósfera del Bernabéu fue eléctrica, asfixiante, pegajosa.

Raúl se encara con Vierchowod

Lo vi en directo y, aun con la diferencia de nivel entre ambos equipos, aquel día los italianos se escaparon vivos. El 1-0 fue muy corto, sin exageraciones. Raúl se coronó: marcó el gol y dejó la imagen mítica de cómo, siendo un imberbe de 18 años, se encaró frente a frente con Vierchowood, defensa mítico que nos parecía un cíclope. Al 7 poco le importó. Ese es el espíritu. Lo recuerdo y me dan ganas de guerra. ¡Raúl, Raúl, Raúl, Raúl! Eterno capitán.

En la vuelta la realidad nos atropelló, aunque no exentos de mala suerte. Afrontamos el partido con varias bajas y ahí ya no se pudo más. Un gol de Del Piero y otro de Padovano nos fulminaron, pero caímos con dignidad.

Y dos años después llegó el momento. Sí, probablemente el día más importante de nuestra historia. Todo lo que ha pasado desde aquel día hasta hoy parte de aquella noche: 20 de mayo de 1998, final de la Copa de Europa en el Amsterdam Arena, por entonces el estadio más moderno del mundo. Real Madrid–Juventus. Hay un antes y un después. Todo madridista que tuviera una edad razonable para recordarlo estará de acuerdo sin dudarlo un segundo: nada de lo vivido después se acerca a la explosión nuclear de emociones que supuso aquella victoria.

Seedorf

No voy a extenderme mucho, porque ese día merece un artículo exclusivo: de aquella noche, del camino que hubo que recorrer hasta llegar a ella y de lo que pasó en Madrid al día siguiente.

El equipo había hecho una mala temporada, aunque quedó cuarto clasificado, fuera de los dos puestos que daban acceso a la Champions. Desde febrero se dejaron llevar, poniendo todo el ímpetu en Europa. Toda la disciplina lograda por Fabio Capello en la 96/97 se esfumó con Heynckes, pero en Champions el equipo funcionó como lo que era: un equipo.

De todas formas, la Juventus era favorita. Muy favorita. Desde la 95/96 dominaba Europa sin concesiones: un equipo granítico, de acero, ultra competitivo, que por un primer tiempo de despiste —del que aún hoy se arrepienten— dejó escapar la Champions del 97 frente al Borussia Dortmund en Munich. Aquella Juve era todavía mejor: Del Piero en su cenit, un Zidane que ya daba gloria verlo jugar y un Inzaghi convertido en goleador implacable.

Solo los madridistas creíamos en la victoria. Por plantillas, uno a uno no había tanta diferencia como se decía, pero las trayectorias sí eran diametralmente opuestas: la Juve, toda certezas y seguridad; el Madrid, a expensas de la inspiración de sus jugadores.

El partido fue bastante igualado, de tú a tú, con un comienzo fulgurante de los italianos en los primeros veinte minutos. A partir de ahí, el Madrid fue creciendo poco a poco hasta tener ocasiones para adelantarse antes del descanso. Recuerdo una de Raúl que se fue lamiendo el palo derecho de Peruzzi. Estoy convencido de que durante el descanso, en el vestuario juventino, se miraban con cara de preocupación.

El segundo tiempo fue equilibrado, con el Madrid sin perder la cara en ningún momento, valiente y con personalidad. Hasta que, en el minuto 66, se paró el mundo para nosotros. Mijatovic, Pedja, la estrella del equipo —desaparecido casi toda la temporada—, marcó el gol. El 1-0.

Celebración gol Séptima

Yo estaba en las gradas y solo recuerdo el caos, la locura. Me sentía mareado, al borde del colapso. Del resto del partido recuerdo el estado de catatonia que nos invadía a todos los que tenía a mi alrededor: enajenados, en trance, gritando, tapándonos los ojos y los oídos en faltas y córners de la Juve, sin uñas, fumándonos hasta el filtro de los no sé cuántos cigarrillos que cayeron en esos últimos 25 minutos más el descuento.

He visto el partido muchas veces, y desde el gol hasta el final la Juventus mereció empatar, de largo. Tuvieron muy buenas ocasiones, pero aquel día era nuestro día. El día del regreso absoluto del Rey de Europa a su trono, uno que muchos quisieron despreciar tras tantos años de espera, pero del que no hemos vuelto a bajarnos. Mandando de forma implacable, por aplastamiento.

Siempre será antes y después de Ámsterdam. Son demasiados recuerdos de la Séptima… pero ahora hay que continuar.

Ahora nos tocaba la cruz. Las eliminatorias de 2003 y 2005 tuvieron casi los mismos protagonistas, con diferencias clave pero con idéntico resultado: eliminados.

Probablemente el día más importante de nuestra historia. Todo lo que ha pasado desde aquel día hasta hoy parte de aquella noche: 20 de mayo de 1998

En la temporada 2002/03 nos medimos en semifinales. El Madrid venía de eliminar al Manchester United en dos partidos entre los que, entonces, estaban los dos mejores equipos de Europa sin lugar a dudas. El partido de vuelta en Old Trafford, con el hat-trick de Ronaldo, está en los altares del fútbol mundial. Después de ese subidón de adrenalina —en el que era el primer año del “Gordo”— avistábamos a los de Lippi con mucha confianza. La Juve había cambiado mucho desde el 98 pero continuaba siendo un equipo temible.

La ida se jugó en el Bernabéu y tuvimos nuestro momento. Después del primer tanto de Ronaldo, el segundo estuvo llamando a la puerta, pero no llegó. Tras un error grosero en defensa, Trezeguet empató en el 45. Ronaldo se lesionó —rotura muscular—, y eso resultó clave. Se produjo un bajón anímico en el equipo y en el estadio. Aun con ello, en el segundo tiempo conseguimos el segundo tanto y llegamos a Turín con ventaja, pero las sensaciones no eran buenas.

En el partido de vuelta, los transalpinos, con un Del Piero y un Nedved excelsos, nos pasaron por encima. Aun así, con 2-0 en el marcador, tuvimos la oportunidad de meternos en la eliminatoria. Ronaldo llegó justísimo de la microrrotura de la ida y no entró hasta bien entrado el segundo tiempo. Y cuando lo hizo, su sola presencia llenó de terror a los italianos. Su aura, su sola aparición, les hizo retroceder varios metros. En una arrancada provocó un penalti.

El resto es historia: Figo marró la pena máxima (paradón de Buffon) y pocos minutos después Nedved sentenció tras una carrera que también certificó el fin de Hierro como jugador blanco.

Aquella eliminación provocó un terremoto que dio lugar a decisiones que costaron años de destierro de las últimas instancias de la máxima competición. Ese es otro tema del que hablar en otra ocasión.

Dos años después nos volvimos a encontrar, pero en esta ocasión en los octavos de final —que serían nuestro tope hasta 2011—. El técnico había cambiado y ahora era nuestro querido Fabio Capello el que dirigía a los juventinos. Este señor gustará más o menos, pero siempre supo hacer equipos: con mejores o peores piezas, pero equipos, duros, incómodos. Sabías que ibas a sufrir. Mucho. Muchísimo.

Y así fue.

De nuevo, la ida se jugó en Chamartín y, de nuevo, al igual que en el 96, ganamos por un tanto a cero gracias al gol de Helguera.

La vuelta fue mucho más disputada que la semifinal de dos temporadas atrás, pero cuando ya se vislumbraban los penaltis, un tipo llamado Zalayeta metió un gol desde fuera del área que aún hoy no se cree ni él. De aquel día tengo grabado en la memoria una carrera de Ronaldo, con empate a cero, desde el centro del campo frente a Cannavaro y Thuram, en la que les quitó las pegatinas estrellando el balón en el palo. Fue increíble. Animo a que lo busquen en YouTube.

Sin rodillas y pasado de peso, el suelo del Delle Alpi tembló a cada pisada de este animal. Qué bestia.

Para finalizar, y más frescas en la memoria, están las batallas de 2017 y 2018: final y semifinales respectivamente. En Cardiff, el mítico Real Madrid de Zidane culminó la conquista de una cima que nadie había alcanzado y que, a día de hoy, sigue siendo patrimonio único del Madrid: ganar dos Champions seguidas. Sabemos que después vino una más, tres consecutivas, algo que siempre quedará en la historia.

Pero la de 2017 supuso un jaque mate moral a todos nuestros rivales de siempre.

¿Cuál fue el primer club en ganar dos Copas de Europa seguidas? El Madrid (llegando a cinco).

¿Y el primero en ganar dos Champions seguidas en el nuevo formato? También el Madrid.

Es un hito en el que poco pensamos. Para que un club pueda igualarlo, la Champions actual tendría que cambiar de formato radicalmente —como ocurrió al pasar de Copa de Europa a Champions— y entonces un club que no sea el Real Madrid tendría que ganar dos seguidas y esperar a otro cambio de formato para aspirar a repetirlo.

Eso no va a pasar. Y, si pasa, habrá que esperar muchas décadas.

Lo que dolió la victoria de Cardiff a unos cuantos es indescriptible. Ahí queda eso.

Kroos Cardiff

En 2018 quedará para siempre la eliminatoria de la imperial chilena de Cristiano en Turín y el susto tremendo en la vuelta, resuelto con un penalti tonto —pero penalti— a Lucas Vázquez. Es normal la desesperación de los italianos y de los aficionados de otros equipos, que ya se relamían pensando que íbamos a caer. Pero fue falta. Y a otra cosa. Otra cosa que fue la tercera seguida, en Kiev, y el cierre de un ciclo épico.

Mañana volveremos a vernos con un club presente en tantos momentos clave de nuestra historia. Un club que siempre nos respetó, fuese cual fuese la situación de ambos, y que merece nuestro reconocimiento como uno de los grandes del continente.

Yo lo disfrutaré y lo paladearé con la sonrisa de volver a ver a una vieja amiga con la que he vivido tantos y célebres momentos.

¡Hala Madrid!

 

Getty Images

Esta noche tenemos cita con la Vecchia Signora. El Santiago Bernabéu recibirá a una Juventus de Turín que no atraviesa su mejor momento ni en lo deportivo ni en lo institucional. No obstante, el partido invita a sacar nuestras mejores galas porque asistiremos a un encuentro disputado por la verdadera realeza europea. Siempre da gusto enfrentarse contra equipos históricos y rememorar tantos duelos de altísimo nivel por el cetro europeo.

En la rueda de prensa previa al partido, preguntado por el nivel de la plantilla, Xabi Alonso comentó lo siguiente: “Vamos en línea creciente y pensando que podemos competir de manera constante. Es una plantilla completa, con jugadores modernos y dinámicos, y potencial para desarrollarse”. La visión del técnico es muy acertada. Si bien tenemos una plantilla con grandes efectivos, nuestros jugadores tienen mucho margen de crecimiento. Lejos esto de ser un impedimento, es un gran aliciente. El futuro es de los que arriesgan.

Llega el primer puerto de montaña de la temporada. Tras el último encuentro liguero contra el siempre rocoso Getafe de Bordalás, se suceden Juventus en casa y Fútbol Club Barcelona para el próximo domingo. Siempre asaltan dudas de si el equipo coronará con éxito el Tourmalet, este año no iba a ser menos. Lo cierto es que no hay respiro porque se sucederán Valencia, Liverpool y Rayo Vallecano. Este final de octubre será tan correoso como las dos primeras semanas de noviembre. Los pupilos de Xabi Alonso demostrarán de qué pasta están hechos.

Volvemos a nuestra amada Champions tras una nueva oleada de improperios nacionales. En la última jornada liguera cosechamos el odio del antimadridismo. Al parecer, le sorprendió al personal que se les expulsara a jugadores que pararon de forma antideportiva a Vinícius Júnior.  ¿Qué pretenden con esta última campaña de desprestigio? Ni los más tontos del lugar pueden comprar la mercancía averiada.

Queremos construir un fútbol mejor y liderarlo con nuestro propio ejemplo. En este proceso mantenemos nuestra educación y nuestras formas

Finalmente se ha cancelado el Villarreal-Barça que se iba a disputar en Miami, lo cual suponía una evidente adulteración de la competición. El Real Madrid está abiertamente frente a Tebas y sus desmanes. Es verdad que nuestros rivales están cada vez más conectados en un frente común cuyo máximo objetivo es darnos por saco. El desgaste puede ser tremendo, pero esta es nuestra obligación moral. Entiendo que muchos aficionados no vean con buenos ojos la política de acción del Madrid. Por ejemplo, para muchos no es buena idea incomodar al CTA con vídeos en la televisión del club. Creen que si ya es difícil de por sí sacar adelante los partidos con una organización que nos detesta, darles más motivos puede ser nocivo para nuestros intereses.

Muerte a la integridad de la Liga

El caso es que nos encontramos en esa trinchera infinita en la que muchos combatientes de la Primera Guerra Mundial permanecían largas semanas padeciendo las de Caín. Puede resultar desagradable pero creemos firmemente en nuestros ideales. La peor batalla es la que no se da, no podemos entregar las armas.

Liberarnos de nuestros enemigos exige paciencia y tiempo. ¿Es mejor ganar la guerra o solamente una batalla?  Queremos construir un fútbol mejor y liderarlo con nuestro propio ejemplo. En este proceso mantenemos nuestra educación y nuestras formas. Brillamos por nuestro fútbol y por una forma de conducirnos en el deporte.

 

Getty Images

1- Sistema y once previsto

 

Tercera jornada de la Champions League y visita el coliseo merengue un clásico europeo como es la Juve. De nuevo el Real Madrid tendrá un rival con gran cartel al igual que sucedió en el estreno contra el OM. Los bianconeri no llegan en buen momento, pero seguro que vienen dispuestos a cortar su mala racha, y qué lugar mejor que el Bernabéu. El pasado fin de semana perdieron con el Como en el Scudetto y en la Champions ocupan la 23ª posición con dos puntos. Tudor cuenta con una baja clave en defensa, como es el brasileño Bremer, y también con Cabal, Zhegrova y Pinsoglio. Xabi Alonso tiene fresco todavía el enfrentamiento en el Mundial de Clubes en el que los blancos eliminaron al conjunto italiano. En su último encuentro contra el Como, cambió un poco el equipo y no salió demasiado bien, por lo que se espera que vuelva a una línea de tres centrales en lugar de cuatro defensas atrás. Por ello, su esquema sería de 1-3-4-2-1 con Di Gregorio; Rugani, Gatti, Kelly; Kalulu, Locatelli, Koopmeiners, Cambiasso, Conceiçao, Yildiz y David.

 

2- Presión

 

A Tudor le gusta presionar a los rivales que tienen una defensa con cuatro atrás, pero es cierto que en los últimos encuentros, por ejemplo en Villarreal, no se vio una presión tan agobiante como en otras ocasiones. Tal y como llega la Juve, no sería de extrañar que apostase por una disposición en bloque medio sin una presión arriba que ahogue y busque recuperar ante los centrales rivales. La razón es que si el Madrid salta la primera línea de forma sencilla se encontraría un equipo largo, con distancia entre sus hombres y así las posibilidades de hacer daño sin el plantel compacto son mayores. Es probable que la Juve espere al Madrid, junte líneas y se mueva en un espacio de terreno corto en lugar de ir arriba a la presión.

3- Salida de balón

 

Un apartado interesante y que tendrá bastante importancia a lo largo del duelo. Si el Real Madrid se decide a presionar arriba como acostumbra, la Juve es un equipo con alternativas para sacar el cuero jugado desde atrás y armar el ataque. Si la presión es al hombre, a sus centrales y centrocampistas, se puede ver un pase en largo para que David en el juego directo luche con los centrales para bajar el balón. Las otras opciones son sacar el balón jugado, principalmente con Rugani y Gatti, o que directamente retrase unos metros Locatelli para recibir y desde ahí iniciar la transición defensa-ataque. La Juve tiene jugadores con buen pie, claridad para salir de la presión y calidad para evitar pérdidas en lugares peligrosos. Será una bonita batalla táctica.

 

4- Aspecto defensivo

 

El técnico croata sigue sin dar con la tecla y es una de las razones de tanto cambio. En Como probó la línea de cuatro y tampoco le dio resultado. En Villarreal acabó sacando un empate, pero tampoco la defensa dio muestras de solidez, eficacia y contundencia. Todo indica que retorna a la idea principal de tres centrales para acumular hombres, cerrar las bandas con dos carrileros y contar con la ayuda del doble pivote. En un aspecto donde sí son fuertes es en el juego aéreo, con tres centrales con centímetros, especialmente Gatti. En el calcio sus números son siete dianas encajadas en siete encuentros, y en Champions todavía peor, con seis en dos partidos. Es complicado ver a la Juve dejar el marco a cero y es un hándicap importante cuando llegas al Bernabéu y ante un Real Madrid con tanta pólvora arriba.

5- Poderío ofensivo

 

La Juve es un equipo con mucho talento individual, velocidad, desborde y gol. La plantilla es más amplia gracias a los últimos fichajes y en ataque cuentan con diferentes variantes, tanto de inicio como desde el banquillo. Los dos jugadores de banda son auténticos diablos, con el turco Yildiz y el portugués Conceiçao. Arriba está siendo titular David, aunque sigue dejando algunas dudas. Pero es que en el banquillo cuentan con gente como Vlahovic, Openda y Kostic. Es baja el kosovar Zhegrova, que ya se salió contra los blancos el año pasado con la camiseta del Lille. Las dos bandas son puntos a vigilar por su factor desequilibrante. Ambos buscan siempre diagonales para asociarse cerca de la frontal del área o el disparo de rosca al segundo palo. David tiene potencia y gol, aunque es un jugador más de rachas y destellos que regular. Como casi siempre ante el Real Madrid, el peligro a balón parado será un arma del rival que dispone de cuatro o cinco rematadores peligrosos en las jugadas de estrategia.

 

6- Estilo de juego

 

Equipos cortos, compactos, intensos y equilibrados es lo que busca el librillo de Tudor, aunque en la Juve lo está consiguiendo a ratos y no cada fin de semana. En el Bernabéu es muy factible que abogue por transiciones muy rápidas tras recuperar el cuero y que su equipo haga daño con espacios a la contra. Alternan el juego corto o en largo, pero siempre con velocidad, verticalidad, buscando con celeridad el saltar las líneas de presión y en los últimos metros meter una marcha más. Le dará campo y balón al Real Madrid para tener, tras recuperar, huecos para correr y ser muy directos. El Real Madrid debe tratar de finalizar jugadas y no sumar pérdidas en las circulaciones para evitar que la Juve se lance rápida y vertiginosa arriba.

7- Hombre clave

 

El turco Yildiz es el jugador diferencial de esta Juve. Si tiene su día puede desequilibrar un partido él solo por su calidad. Un futbolista muy a tener en cuenta y que sigue en constante evolución. Juega volcado a la izquierda, pero es diestro. Por ese carril desborda con su gran regate, es eléctrico con su velocidad y zancada y es decisivo por su disparo, uno de los mejores del continente. Si tiene tiempo para armar el golpeo es potente y preciso y lo envía con bastante facilidad a cualquiera de los dos ángulos. Todavía le falta un poco de continuidad en su juego, porque puede desaparecer en tramos del choque o pasar más inadvertido de lo normal si no es su mejor tarde.

 

Getty Images

Buenos días, amigos. Cada país exporta aquello que produce bien y en abundancia. Alemania vende —o vendía— coches; Francia, perfumes; Bélgica, chocolate; Suiza, relojes; Holanda, tulipanes. España, en cambio, exporta corrupción, que es lo que mejor fabrica. Además, es una corrupción sostenible, inclusiva, con perspectiva de género, resiliente, de proximidad, eco-friendly y con denominación de origen. Esta vez, sin embargo, el cargamento con destino a EEUU ha sido devuelto por la aduana. El comprador se ha olido que la mercancía estaba adulterada. De modo que no habrá corrupción en Miami (al menos, de momento).

As y Marca lo anuncian en la franja superior.

Como todo lo que ocurre en este esperpéntico país, el desenlace tuvo tintes berlanguianos. Fernando Roig Nogueroles se encontraba en Manchester chupando un piti de plástico en el palco del Etihad viendo cómo palmaba su Villarreal contra el City, cuando leyó en el móvil la noticia de la cancelación. No le había avisado nadie. Roigito montó en cólera e hizo aspavientos. Puro goce para los sentidos.

🚨 No habrá Villarreal - Barça en Miami.

🎥 La reacción de Fernando Roig Negueroles, en exclusiva en @MovistarPlus.@sguasch #UCL #LaCasaDelFútbol pic.twitter.com/UlubwCbsD8

— Fútbol en Movistar Plus+ (@MovistarFutbol) October 21, 2025

Llama la atención esta reacción tan airada, ¿no decía el Villarreal que ellos no iban a cobrar nada?

Quien no había ocultado que el partido de Miami iba a suponer una fuerte inyección económica para su club había sido Laporta, que en la asamblea del Barça afirmó que la merma de ingresos debida a jugar en un campo de los pinypon como el Johan Cruyff se vería compensada con lo percibido por disputar un partido en los USA. Es decir, el FC Barcelona iba a ser compensado económicamente a costa de todos (la liga). ♫Miami me lo canceló ♫, probablemente bailara anoche el presidente del Barça, que a pesar del disgusto seguramente no perdonara la salida nocturna.

Anoche Tebas sufrió una intoxicación de realidad, se embriagó de mundo real, y no pudo articular ningún tuit hasta esta madrugada, cuando los síntomas ya habrían disminuido y solo quedaban abierto los afters.

UNA OPORTUNIDAD PERDIDA PARA EL FUTBOL ESPAÑOL.
Hoy el fútbol español ha perdido una oportunidad para avanzar, proyectarse al mundo y fortalecer su futuro.
Se invoca la defensa de la “tradición” desde una visión cerrada y provinciana, mientras las verdaderas tradiciones del…

— Javier Tebas Medrano (@Tebasjavier) October 22, 2025

Nosferatu Tebas habla de «visión cerrada y provinciana». Sí, él, el mismo que se opone con todo su ser tanto al nuevo Mundial de Clubes como a la Superliga. No tiene vergüenza, sin embargo, coherencia tampoco.

Dedica un fragmento a culpar al Real Madrid de Florentino —su obsesión— de que el Barça se comprara las competiciones españolas durante décadas vía pago al vicepresidente de los árbitros: «Se apela a la “integridad de la competición” desde quienes llevan años cuestionando esa misma integridad, presionando a árbitros, a gobernantes, construyendo relatos distorsionados o utilizando la presión política y mediática como herramienta deportiva».

Curiosamente, cuando se conoció públicamente lo que él ya sabía, el caso Barça-Negreira, no escribió ninguna parrafada en contra de la adulteración de la competición ni censuró el mayor escándalo deportivo de la historia. Simplemente se apresuró a afirmar que todo estaba —lo habían— prescrito.

A Tebas, Laporta y Roig les ha ocurrido lo que a la lechera en el cuento, se les ha caído el cántaro con forma de cerdito-hucha y han perdido los dineros. Vaya por Dios, qué lástima más grande.

Además de la humillación del de Fuerza Nueva, al Atleti el Arsenal le metió cuatro, el Villarreal palmó contra el City y Courtois ofreció la mejor rueda de prensa que se recuerda en años. Thibaut, verdadero capitán sin brazalete.

Sobre el tema de Miami, el meta, antes de conocerse la cancelación ya lo había resumido a la perfección: «Adultera la competición. Luego es fácil hablar de la NBA, NFL... La NBA tiene 82 partidos y luego se juega un playoff que no cambia nada. En la NFL votaron los dueños de todos los equipos. Aquí LaLiga lo mete ellos porque les sale de ellos. Adultera la competición y no cumple con el convenio de los jugadores. Debemos jugar en casa y fuera. No es igual jugar en casa que fuera. Jugar fuera de casa en Liga es muy complicado como nos ha pasado contra la Real, el Getafe. El Villarreal fuera es difícil».

Pero el espectáculo había comenzado antes. A la pregunta de la «mano blanca» insinuada por Laporta, Courtois sacó el asunto Barça-Negreira en una rueda de prensa de Champions, con medios internacionales y en víspera de un partido contra la Juve, club que sí ha sido sancionado cuando ha corrompido el campeonato: «Laporta dice lo que tiene que decir. El caso Negreira... Nunca he notado que nos han favorecido, más bien lo contrario». Ojalá en todas las comparecencias mediáticas los representantes del Real Madrid sacasen a relucir el asunto Barça-Negreira hasta que el club azulgrana sea sancionado como merece.

Prosiguió poniendo a Tebas en su sitio cuando le cuestionaron por la censura de la Liga y de los medios apesebrados a las protestas de los futbolistas contra el partido en Miami: «No sé qué os sorprende, hace contestaciones públicas, en redes... No he visto nunca a un presidente de una Liga hablar así. Ocultarlo y además cambiar de porque estamos protestando es censurar y manipular y es grave». Perfecto, que el mundo conozca a Su Excelencia el Generalísimo Tebas.

Pero la cosa no quedó ahí, el mejor portero del mundo también tuvo tiempo para defender a Vinícius: «No es fácil. Con 18 años, muchos de vosotros os habéis burlado de él». Por fin un compañero de profesión ha defendido a otro del acoso sufrido por la prensa subvencionada.

Los chicos de Tebas de Barcelona llevan en su portada el 6-1 del Barça a Olympiacos. Cómo sería la magnitud del robo sufrido por los griegos, que Mundo Deportivo califica como «rigurosa» la expulsión de Hezze. Recordemos que fue él quien sufrió la falta y no quien la cometió. Parece que el compadreo de Laporta con Ceferín y el que juega al pádel con los de Marca está dando ya sus frutos.

Esta vez no habrá corrupción en Miami. Al menos por ahora. Dentro de poco, inventarán una nueva manera, porque la gente ha de mantener su nivel y modo de vida.

Antes de irnos, recordad, esta noche: Madrid-Juve. En La Galerna recibiréis cumplida información antes, durante y después del partido.

Pasad una excelente jornada. Cada día que pasa es un día menos para librarnos de Tebas.

Mientras el grueso de la opinión pública, adicto a las polémicas artificiales, se centra en maquillar de forma inexplicable —o, pensándolo mejor, de forma totalmente explicable— la acción de Nyom sobre Vinícius, los focos esquivan lo relevante. El verdadero tema que debería ocupar tertulias, columnas y desvelos no se está tocando con la hondura que merece, a pesar de que el elefante lleva paseándose por la habitación desde hace más de un año. El encuentro de Getafe constituyó la enésima prueba: el Real Madrid, ese equipo que a menudo vive entre lo sublime y lo absurdo, entre la orquesta sinfónica y el solo de batería improvisado en un garaje, continúa huérfano de un director. La vacante lleva sin cubrirse desde junio de 2024. Desde que Toni Kroos no está, el eco de su ausencia resuena más fuerte que cualquier protesta de banda o que cualquier controversia inflada mediante la burda selección de las repeticiones más ambiguas.

Este hueco no se mide en estadísticas ni en highlights, sino en el pulso invisible del partido, en esa cadencia que antes se modulaba con un cambio de orientación en diagonal, un mandar a parar o un toque que convertía el ruido en orden. El Madrid perdió, hace año y pico, bastante más que un futbolista: perdió su metrónomo, su sentido del tiempo. No es solo que falten sus pases; es que falta su pausa. Falta esa respiración intermedia, ese segundo suspendido en el que el rival se desordenaba mientras él, con solo perfilarse, recolocaba las piezas del tablero. Kroos no jugaba al fútbol: más bien lo editaba a su gusto, como esos realizadores perversos tratan de hacer con el relato. La virtud del alemán no era correr, sino detener el tiempo para que los demás supieran hacia dónde debían correr. Ahora, el equipo se atasca igual ante las defensas cerradas, pero, cuando hay espacios, su impaciencia acumulada se traduce en una ansiedad contraproducente: temeroso de no tener otra oportunidad, suele acabar precipitándose, víctima de la confusión entre intensidad y sentido.

La vuelta de Kroos

Los reemplazos no terminan de cuajar, cada uno por distintos motivos. Camavinga, en aquellos ratos en que las lesiones le permiten pisar el verde, intenta gobernar el caos como sabe: nunca disminuye la entropía y la aceleración, sino que trata de cabalgarlas a lomos de su energía. Sin embargo, cuando el contrario cierra líneas y embarra, cuando el duelo exige pensamiento y paciencia, su fútbol continúa alimentándose en exceso de la fe y del entusiasmo: potencia sin brújula. Tchouaméni, por su parte, es otra cosa. Sólido, serio, innegociable en el corte, pero incapaz de girar el juego con la naturalidad de quien ha nacido para ver el campo desde arriba, no desde dentro. Donde Kroos veía ángulos, Tchouaméni ve obstáculos. Y, por otro lado, al bueno de Aurélien le sucede como a Valverde: el abnegado compromiso de ambos los convierte en chicos para todo, condenados a parchear, esparcidos entre varias posiciones alejadas de aquellos roles en los que sus virtudes destacarían más.

Quizá Ceballos sea lo más parecido que queda en la plantilla para esa búsqueda de armonía. Tiene el compás, tiene la intención, tiene incluso el cariz de artesano capaz de buscar el detalle en medio del desorden. No obstante, carece de algo que Kroos tenía grabado en el ADN: la capacidad de elevar el nivel de su juego cuando el ruido del escenario es ensordecedor. En los encuentros grandes, donde el balón quema y el aire pesa, Ceballos aún mira de reojo al precipicio. El utrerano necesita subir ese escalón invisible que separa al buen músico del director de orquesta.

Kroos no jugaba al fútbol: más bien lo editaba a su gusto, como esos realizadores perversos tratan de hacer con el relato

Y luego está Güler, que no pretende dirigir la sinfonía, sino irrumpir en ella. Más cercano al mediapunta clásico que al centrocampista total, su fútbol es incisivo, casi pictórico: traza líneas hacia adelante donde otros dibujarían círculos. Es luz valiosísima en los últimos metros, pero a la lámpara le falta una ménsula que le permita aguantar los envites del medio campo. Aporta chispa antes que control, es pincelada antes que trazo. En un equipo que necesita estructura, Güler ofrece inspiración. Bendita, aunque insuficiente de momento. Desde luego, tiene potencial para desarrollarse como cerebro, si bien el Madrid no puede garantizar el tiempo que requiere su transformación sin resultados simultáneos que llevarse a la boca.

De modo que, mientras se resuelve el concurso-oposición, el equipo parece condenado a vivir entre fogonazos: la genialidad de Bellingham, el empeño de Valverde, la pegada de Mbappé, la furia intermitente del actual Vinícius. Sin un hilo conductor constante. Hoy no hay quien pida la pelota y decida cuándo acelerar y cuándo dormir hasta que el rival se desespere antes de que lo haga el público del Bernabéu, sacando a relucir ese bisbiseo implacable de espera. Porque Kroos, en sus mejores tardes, se permitía hasta dirigir el murmullo de la grada.

Mal haría el madridismo en postergar este debate para ponerse a seguir a esos flautistas de Hamelin que prefieren minimizar golpes, inventar, fabular o escribir tratados de urbanidad a cuenta de los gestos de Vinícius, renegando de repente del hasta ayer alabado cancherismo del “Esto es fútbol, papá”. Es más fácil discutir la superficie, pero más útil analizar el vacío. En mi opinión, el problema del Madrid no está en las piernas sino en la cabeza: en la falta de una mente que piense el juego desde dentro, que lo ordene, que lo calme, y que guíe a un grupo de futbolistas merengues cuya calidad técnica a menudo supera su capacidad de discernimiento de la mejor elección. Una mente que convierta en sinfonía la jam session. Al fin y al cabo, pese a que la metáfora filarmónica pueda parecer demasiado manoseada, fue Xabi Alonso quien prometió el regreso del rock&roll. Y, aunque a veces el ruido resulte excitante, algunos no podemos evitar echar de menos la música.

 

Getty Images

Muchos de ustedes quizás recuerdan la película “Misery”, basada en una novela de Stephen King, allá por 1991. La trama de la historia era sobre una lectora apasionada sobre los libros protagonizados por una tal Misery. Bueno, más que apasionada, se podría decir que enfermizamente obsesionada sobre dichas novelas y sobre ese personaje. No haremos spoiler al escribir que al principio de esta historia, a la lectora, Annie Wilkes -magníficamente interpretada por Kathy Bates, que obtuvo aquel año el Oscar a la mejor actriz principal -, no se le ocurre otra idea mejor que secuestrar al autor de sus novelas favoritas, Paul Sheldon - espléndido en su papel también James Caan –, a fin de que escriba para ella una nueva historia sobre Misery, a quien el autor quería mandar al baúl de los recuerdos.

Al recordar dicho larometraje, me ha llegado a la mente la enfermiza obsesión, rayando con el acoso permanente, que tiene el mandamás de La Liga, Javier Tebas, con el Real Madrid. Ambos, Tebas y Annie Wilkes, proclaman a todas horas y a los cuatro vientos que adoran y son fans declarados de quien, a cada momento, no paran de acosar, molestar y vituperar.

Tebas en caída libre: apocalipsis zombi en el fútbol

Annie adora a Sheldon, pero le secuestra, le maltrata, le agrede sin parar, supuestamente porque le adora como escritor y como creador de su personaje favorito.

es preferible la actitud de la protagonista de Misery, que está para que la encierren en un manicomio, pero que actúa realmente por amor y por pasión, antes que la actitud de Tebas

Tebas, aunque no se lo pregunten, empieza con aquello de que es seguidor desde siempre del Real Madrid, pero no pierde nunca la ocasión ni la oportunidad para criticar a su presidente y a la entidad, ya sea por los vídeos de RMTV, por los derechos televisivos, por la Superliga o por el partido de Miami.

Por momentos, es preferible la actitud de la protagonista de Misery, que está para que la encierren en un manicomio, pero que actúa realmente por amor y por pasión, que la actitud de Tebas, detrás de cuyas declaraciones bélicas contra el Real Madrid siempre se percibe la sombra de algún interés sórdido para su propio beneficio y su propia pompa.

Misery es una novela de terror, la película también lo es – y más que notable, posiblemente la mejor adaptación de King a la gran pantalla –. Pero el bochorno de asistir casi a diario a las declaraciones de Tebas, que en un 90% de los casos tienen como destinatario negativo al Real Madrid, hacen de sus frecuentes apariciones en chiringuitos o tertulietas auténticas escenas de terror – además de dar verdadera vergüenza ajena –. Es un terror que supera con creces a cualquier película que vayan a ver ustedes, próximamente, en Halloween.

 

Getty Images

Confesado o no, un libro encierra siempre un propósito. Y el último de Posteguillo, Los tres mundos, tercero de su saga sobre César, nos deja una doble llamada que merece la pena subrayar y guarda cierto paralelismo con el Madrid y su ADN.

De un lado, el autor de novela histórica más vendida de España repara en un hito no siempre observado en toda su dimensión, la construcción de un puente entre los ríos Mosela y Rin. Sucedió en el contexto de la guerra de las Galias, cuando el general romano, con el doble objetivo de sortear el obstáculo de la naturaleza e infligir un golpe moral a los enemigos germanos, encargó a Vitrubio la quimérica misión no sólo de hacerlo, sino de lograrlo en diez días.

Y lo consiguió. Y los romanos pasaron, intimidaron, y ganaron. Pero no sólo eso, y aquí viene lo más audaz de la operación: dos semanas después del prodigio, César ordenó destruir el puente como demostración de que únicamente ellos podrían volver a levantarlo. Se conocen pocas demostraciones de poder más aplastantes en la historia.

La segunda idea fuerza del libro desmiente una perfectamente anquilosada en el imaginario colectivo. Las Galias, el territorio que encumbró a César, no se circunscribía únicamente a Francia, sino que se extendía por lo que hoy es Bélgica, Holanda, parte de Alemania y el norte de Italia. Así que podemos concluir que el hombre que terminó con la república oligárquica romana y cambió el sino del mundo occidental conquistó Europa (o gran parte) antes de regresar a su origen para celebrar el merecido triunfo.

Por tanto, tenemos Europa y una hazaña que sólo un actor histórico es posible de protagonizar. ¿No les suena? Seguro que si les menciono términos como ‘noches mágicas’ o Bernabéu ya terminan de apuntar el tiro hacia las remontadas del Madrid (Salva Martín: "El Madrid convierte lo paranormal en cotidiano" - La Galerna). Y es que, como en el caso de la osadía de César, lo más asombroso para propios e inquietante para extraños de los milagros blancos -desde el de Derby (1975) hasta el del Bayern (2024)-, no reside en su capacidad de lucha hasta el final. Ni siquiera el desafío a la razón de los goles in extremis. Sino que radica en la conciencia de que sólo el Madrid es capaz de bailar sobre la cuerda, regresar de donde los muertos y desafiar al más incrédulo. Porque remontar no es parte de su vida, sino su vida misma.

 

Getty Images

Es solo una teoría. Pero están pasando tantas cosas raras en el fútbol español que una más no va a convertirlo de repente y como por ensalmo en un deporte noble. De hecho, siempre fue un deporte de rufianes, todo lo contrario del Rugby, históricamente practicado por caballeros. El fútbol español está regido como negocio por un empresario irresponsable, muñidor y consentidor de tropelías, gobernado por mandos federativos sucesivamente corruptos y arbitrado por jueces de cuya neutralidad se duda desde los noventa. Dudábamos mucho antes de tener acceso a las contundentes evidencias del saldo arbitral. El dato objetivo dice que la competición se alteró en beneficio de ese club del que usted me habla. Sus directivos han confesado que pagaron por neutralidad, sin especificar qué pretendieron al cuadruplicar los pagos. Probablemente, quisieron obtener mucha más "neutralidad".

El fútbol español seguirá siendo un estercolero. Y seguirá albergando lo más degenerado y maloliente de la sociedad: la envidia, el odio, la política, la corrupción. El máximo ejecutivo de LaLiga seguirá siendo un sujeto zafio, imprudente e impulsivo, incapaz de dirigir un negocio más complejo que una administración de Lotería.

LaLiga, es decir, Javier Tebas, no sabe cómo salir del embrollo en el que se ha metido con el partido de Miami entre el Villarreal y el Barcelona. Corre por sus venas sangre baturra. Será arrollado por el tren, pero jamás se apartará de la vía. Sabemos que el Villarreal cobrará en especie. LaLiga (o su patrocinador, tanto da) sufragará el palizón de viaje para los aficionados que quieran presenciar el excéntrico capricho de Tebas en manga corta, cuando en España estemos a 10 grados. También sabemos que el Barcelona, quién lo dudaba, cobrará en cash. El propio Joan Laporta lo ha afirmado en su habitual paseo triunfal en la Asamblea Ordinaria de socios del pasado domingo, de estilo Castrista esta vez. El evento tuvo una duración de once horas catorce minutos, con pausa para comer. Como es costumbre, se anestesió a la parroquia culé telemáticamente (el acto no fue presencial) para evitar preguntas incómodas cara a cara, entre aprobación y aprobación de cuentas, de deudas, de trolas.

No sabemos cuánto cobrará el Barcelona, pero según Laporta, compensará la falta de ingresos por los dos partidos jugados en el estadio Johan Cruyff. Considerando la diferencia de aforo con Montjuic y un precio medio de 80 euros por entrada, estaríamos hablando de un caché mínimo de 7 millones de euros. Calderilla, para el lío en que se ha metido Tebas con el resto de clubes.

en un escenario optimista veo que tal vez los árbitros se están rebelando contra el CTA, convencidos de que por el camino de la prevaricación para complacer a lo que queda del conglomerado corrupto, no van a ningún lado

Parece que algo se está moviendo en el arbitraje español. Expliquenme, sin acudir a fenómenos paranormales, el arbitraje del domingo en el partido de nuestro equipo con el Getafe en el Coliseum. El partido transcurría en slow motion, con el Real Madrid transitando por el campo minado de Getafe, con poco fútbol y muchas interrupciones. Todo era previsible hasta que saltó al césped Vinicius José Paixao de Oliveira Júnior, para encender la mecha de la revolución.

Vini encaró, buscó la banda y al lateral Kiko Femenia con insistencia, siendo totalmente consciente de su superioridad frente al defensor. Tal fue la magnitud de lo que se veía venir que Bordalás, probablemente el entrenador más astuto del fútbol español, hizo saltar al campo a Nyom, para tratar de contener las percusiones de Vini. Duró 40 segundos sobre el césped. El primer desmarque de Vini fue interceptado con una llave de judo por el francés, derribándolo con una pierna y con el brazo izquierdo. Vini al suelo. Ippon y roja directa.

A diferencia de otras ocasiones, Vini permaneció impasible ante la lluvia de insultos y desprecios desde la grada. Más tarde, sobre el césped, Álex Sancris, desquiciado y torpe, le dio una inofensiva patada de impotencia, por detrás y sin balón. Segunda amarilla y a la caseta. Por primera vez desde que el brasileño llegó a LaLiga, para sorpresa general, el árbitro sancionó y amonestó a sus rivales en lugar de llamarle la atención a él por celebrar un gol, rodar por el suelo dolorido tras una embestida o por levantar los brazos pidiendo justicia. Vini consiguió sacar de quicio a todo el mundo durante la media hora que le dio Xabi, Bordalás incluido. Dominó el partido. Desconectó al rival y a su entrenador aplicándoles su propia medicina. Le faltó coger el balón y ponérselo bajo el brazo, como hacía Cruyff: "Aquí se juega cuando yo diga".

Ahora resulta que es muy grave que un futbolista le tome el pelo "made in Turkey" a un entrenador al que le va la marcha. Hemos convertido el fútbol en un fenómeno woke. Miguel Rico me recordó la otra noche que Luis Aragonés llamó a un jugador rival desde la banda para decirle "es usted más feo que un dos caballos" y de propina: "mire si es usted tonto que le llama el entrenador rival y acude". De usted. La educación ante todo. Como dice Bordalás, "es fútbol, papá". Era fútbol. Pero Vini no puede decirle a Bordalás que había hecho un gran trabajo sacando a Nyom a defenderle. El futbolista más diesel de LaLiga, con 37 años, marcando a uno de los delanteros más rápidos del mundo, con tremendo uno contra uno. A Bordalás le escoció la derrota, pero no le dio ni la más mínima importancia al tema. La prensa subvencionada por Tebas, sin embargo, encontró un filón. Tienen para días de clickbait con Vini. Otra vez.

Luis Aragonés, Capello e Italo Galbiati

Vuelvo al carril. Mi teoría tiene dos variantes: Primera, en un escenario optimista veo que tal vez los árbitros se están rebelando contra el CTA, convencidos de que por el camino de la prevaricación para complacer a lo que queda del conglomerado corrupto, no van a ningún lado. Negreira era un síntoma, la causa es un ecosistema (LaLiga, Mediapro, RFEF, CTA) que favorece la corrupción. Podrían estar separando su destino del final del CTA (sálvese quien pueda), que no parece demasiado halagüeño. Podrían haber decidido pitar, por fin, lo que ven, sin dejarse condicionar ni por los señalamientos de RMTV, ni por las acusaciones de corrupción, ni por la tibia defensa de sus jefes, que los mandan al matadero o a la nevera semana tras semana, con criterios desconcertantes. El problema no es RMTV, el problema es que están entre la espada y la pared. Ya no está Negreira, pero nada ha cambiado. Son víctimas de sus jefes y de los clubes, el eslabón más débil. Podrían haber decidido, secretamente, volver a ser jueces en lugar de sicarios del silbato. El arbitraje de Munuera nos dejó estupefactos. O hay rebelión o gato encerrado.

La segunda trayectoria de la teoría, la del gato encerrado, es menos esperanzadora y tal vez una paranoia mía, no lo niego; pero es que estos ojos de Nexus 6 han visto cosas que no creeríais. El arbitraje de Munuera en el Coliseum podría ser parte de un plan. Una coartada anticipada de nuevos atracos, que demostrarían que el CTA sigue arbitrando los partidos por control remoto. Decisiones a la carta, desde el césped y desde el VAR. Manipulación de la competición ya no por los pagos directos, sino por los anticuerpos contra la ética que genera un sistema podrido. El enemigo es quien intente eliminar la infección. Este plan añadiría premeditación a los arbitrajes terroristas y anularía mi tesis buenista sobre la rebelión de los colegiados en defensa de sus puestos de trabajo. Argumentario: "¿va a decir RMTV algo sobre arbitraje de Getafe?”, “no decíais que los árbitros no protegían a Vinicius?

Desactivada la queja tras un memorable (por normal) arbitraje, el primero esta temporada, tienen la excusa perfecta para ningunear las críticas si nos dejan con diez en el primer tiempo del partido del domingo, porque el protegido ese día sabemos de sobra que no será Vini. Espero equivocarme.

 

Getty Images

El domingo por la noche, el Madrid ganó al Getafe por la mínima, que es como más se saborean estas victorias en la charca liguera. Bordalás, que tiene fama de duro, salió llorando en rueda de prensa. «Vinicius no me puede provocar así», se quejó el inventor del Esto es fútbol, papá, lema del neo-catenaccio contemporáneo y prohombre de la filosofía del fútbol macho. Todo porque el 7 del Madrid le dijo, en tono de chacota, «buen cambio» en cuanto Nyom, expulsado nada más salir, embocó rezongando el túnel de vestuarios. Vini, que salió desde el banquillo, forzó, nada más entrar, una amarilla a Kike Femenía, que era el lateral derecho del equipo local. En seguida Bordalás recurrió a Nyom, un bigardo con antecedentes, para frenar a Vinicius. Con lo que, con la roja instantánea del recién llegado, Vinicius logró que Bordalás no sólo perdiese un hombre sino a sus dos laterales derechos y la estabilidad emocional del equipo en menos de cinco minutos. Acto seguido llegó el gol de Mbappé.

Así que Vinicius, casi sin tocar el balón, decidió él solo el encuentro.

Da la sensación de que Vini, por fin, tras un año largo de bajada a los infiernos, se ha rehecho y no sólo eso. Parece que está logrando transformar su punto débil, la irascibilidad y la facilidad para entrar al trapo, en una fortaleza. «Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo», dejó escrito Tsun Tzu en El arte de la guerra, «serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas».

El genio chino de la estrategia también escribió que «la mejor victoria es vencer sin combatir» y recomendaba «llevar a los enemigos a un punto del que no puedan salir, y morirán antes de poder escapar». Los autores intelectuales del atentado moral del balón de oro del año pasado conocían bien al público español, por no decir al pueblo español. Que, hoy, siente inclinación por la villanía y se muestra, ante todo, cruel y bajuno con el débil, con el doliente y con quien se expone a corazón abierto ante el mundo. Sabían muy bien el tsunami de mezquindad que la humillación del balón de playa supondría para el adalid del Madrid multicampeón moderno y al que Vinicius quedó inerme desde el siguiente partido. Las consecuencias, alineadas con la difícil mezcla con Mbappé, quedaron a la vista durante toda la anterior campaña. Da la impresión de que la cosa está cambiando.

España es un país triste y Vinicius es una estrella alegre. Es una gran noticia que este manicomio a cielo abierto no pueda enterrar a semejante supernova

Vinícius desquició al Getafe aprovechándose de que los rivales estaban avisados contra él. Utilizó sus trucos contra ellos. Sabía que lo estaban esperando y lo encontraron. Pero esta vez no fue la pelea infantil de un muchacho desesperado contra cien mil becerros en estado de exaltación, sino un sutil toreo de muleta con el que el 7 blanco, con su sonrisa por bandera, toreó patadas, puñetazos, provocaciones e insultos, que se volvieron, como un boomerang, en contra de quienes lo lanzaron.

El detalle revela un trabajo psicológico de fondo. La verdad es que resultaba imprescindible pues había un riesgo real de que Vinícius interrumpiera su carrera, siempre ascendente, y se enfangara en una guerra mercadotécnica que no fuera sino un callejón sin salida. Dos cuestiones esperanzadoras, y no menores, del Madrid de Xabi Alonso hasta el momento, son la evolución de Vinicius hacia una versión abenzemada de Mbappé y la toma de galones de éste, tan natural como aceptada en apariencia por los demás. Ya no compiten por los espacios, que parecen repartidos (a la izquierda, el 7, en la bombilla del ataque, el 9) ni por la jerarquía (Mbappé es un primus inter pares) y además Vinicius está recuperando olfato, colmillo e influencia en el juego aislándose de la atmósfera hostil.

Algo semejante ocurrió hace años con Cristiano Ronaldo y a la postre se puede decir que el portugués utilizó todo el odio de un país para alimentar sus ganas de ser el mejor. Ese era el camino, ya estaba marcado, y parece que Vinicius lo está entendiendo. La buena operatividad de sus dos mejores jugadores, más aún, de sus dos superestrellas, es un espaldarazo a un equipo todavía cogido por alfileres que va ganando sus partidos más por efectividad que por estilo.

 Lo que no deja de resultar obsceno es que Vini siga siendo, para un país ofendido y humillado por su clase política cada día de cada semana de cada mes de cada año, como echar sal en una herida. Quizá no pueda ser de otra manera, quizá su sonrisa de niño feliz y sin complejos incida en un trauma social muy hondo cuya raíz principal sea la tristeza. España es un país triste y Vinicius es una estrella alegre. Es una gran noticia que este manicomio a cielo abierto no pueda enterrar a semejante supernova.

 

Getty Images

closecaret-rightspotify linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram