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Cartas de un madridista millennial: Mayo y los rituales periódicos

Cartas de un madridista millennial: Mayo y los rituales periódicos

Escrito por: Pablo Rivas12 mayo, 2023
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Hola de nuevo:

Para aquellos a los que en demasiadas ocasiones nos supera la incertidumbre propia de la vida, los rituales constituyen un asidero necesario. Más de una vez hemos comentado cómo ofrecen una lenitiva ilusión de orden en medio del caos cotidiano. Si ocurre, además, que estos rituales se concentran periódicamente en unas fechas específicas, en ese caso la sensación de equilibrio aportado, de punto de referencia, se convierte en mucho mayor. Esta es la razón por la que mayo es uno de mis meses preferidos, no en vano se trata de la hoja del calendario que acumula mayor cantidad de ritos reiterados. A estas alturas de nuestra relación epistolar, no creo que haga falta que te detalle a cuáles me refiero. Eres el primero que sabe que, en mayo, la eterna condición de oasis y refugio que supone el Real Madrid alcanza sus mayores cotas. Son los días del todo o nada, en los que se afrontan los instantes cruciales que marcan el destino de la temporada. Los días en los que se apunta el balance final de resultados, único sentido admisible para el eterno retorno de ese fénix blanco condenado a renacer perennemente de sus cenizas con idéntica hambre.

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A priori, puede parecer paradójico tratar de buscar la felicidad a través de la reincidencia en la máxima exigencia. Así considerado, en frío, posiblemente nueve de cada diez psicoanalistas estarían tentados de aludir al comodín de la neurosis. Sin embargo, el misterio no es tal: la armonía nos la da la rutina, ese reconocimiento de un paisaje familiar. El desenlace importa, desde luego, pues el Madrid nunca se permite las coartadas retóricas para justificar el fracaso; pero eso viene después. Durante este mes, su afición se alimenta de un mientras tanto mil veces repetido. De ahí que la presión no suponga un peso fatigoso sino el panorama acostumbrado y, por tanto, reconfortante. Ni siquiera novedades menos frecuentes como la Copa del Rey, torneo históricamente tratado con cierta condescendencia por parte del club, y cuya final fue colocada un poco con calzador, perturban el estado de serenidad. Como pudo comprobar Osasuna, se les despachó con la ambición propia de estas fechas, más allá del inevitable plan de administración de los esfuerzos que Ancelotti no negocia jamás.

En mayo se apunta el balance final de resultados, único sentido admisible para el eterno retorno de ese fénix blanco condenado a renacer perennemente de sus cenizas con idéntica hambre

Las rondas finales de la Copa de Europa en el Bernabéu son otro de los principales lugares comunes de mayo. Resulta poco relevante que el rival sea asequible o, como este año, el equipo más poderoso de la década en Inglaterra, comandado por el estratega más maquiavélico imaginable y apuntalado por un arma de destrucción masiva made in Noruega. La emoción de los días previos se mantiene intacta, y uno puede recordar todas las ocasiones que le permitieron construir un refugio inesperado a partir de convertir lo extraordinario en lo cotidiano. Una vez entrados en faena, el ritual puede acabar en medio de la apoteosis o la decepción, o incluso con las espadas en todo lo alto si acaso queda el encuentro de vuelta. Pero todos los mayos empiezan con esa sensación vitalizante y rejuvenecedora, there was something in the air that night, the stars were bright, Fernando, they were shining there for you and me. Por cierto, aunque los que cantaban eso son más de tu época que de la mía, creo que no me equivoco si atribuyo su salto definitivo al estrellato a una participación en un festival de Eurovisión. Ritual que, casualmente, ahora también suele celebrarse en mayo.

La incesante réplica de la esencia

Por último, no quisiera acabar esta carta sin mencionar que los ritos de mayo no involucran meramente al equipo de fútbol. Hace ya más de diez años que un madridista añorado acuñó aquello de “no hay Madrid de fútbol o baloncesto. Hay Real Madrid. Una camiseta blanca, un escudo redondito y muchas copas de Europa”. Convendrás conmigo en el carácter inapelable de la sentencia. Así como en considerar las eliminatorias de cuartos y la Final Four de la Euroliga como citas decisivas comparables a las que enfrentan sus homólogos del césped. Tan propicias para la épica como has podido comprobar este puñado de noches históricas frente al Partizan de Belgrado. Liturgias compartidas que se vinculan en una emoción común.       

Pasará lo que tenga que pasar, pero nadie podrá impedirnos disfrutar de este mes.

Cuídate. Volveré a escribirte pronto.

Pablo

 

Getty Images.

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