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(No tan) breve teoría del caos

(No tan) breve teoría del caos

Escrito por: Pablo Jouve18 mayo, 2016
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Aprovechando estas semanas de relativa calma hasta el inicio de las eliminatorias por el título, vamos a intentar cumplir un encargo que nos hizo La Galerna a principios de curso y que no había tenido tiempo de abordar: intentar explicar de alguna manera el caos en el que se mueve el baloncesto nacional y europeo. Además, con los últimos acontecimientos (amenaza de expulsión de la Selección Española de los torneos internacionales, derogación del canon de la ACB, etc.) creo que es más que necesario tratar de poner más o menos en orden la situación, puesto que cualquiera que no siga el baloncesto a diario ya se habrá perdido varias veces a estas alturas.

Hasta el comienzo de la temporada 1983-1984, la Liga Nacional española era organizada por la Federación Española de Baloncesto (FEB). Sin embargo, en marzo de 1982 se fundó la Asociación de Clubes de Baloncesto (ACB) en Madrid, formada originalmente por el Manresa, el OAR Ferrol, el Valladolid, el CB Canarias, el Granollers, el La Salle Bonanova y el Joventut de Badalona, e impulsada por Eduardo Portela y José Antonio Gasca. A esta asociación se irían sumando el resto de clubes de la élite nacional hasta que en el otoño de 1983 la FEB perdiera el control de la liga y este quedara en manos de la ACB.

Feb

José Antonio Gasca fue el fundador del Askatuak, uno de los clubes históricos de nuestro baloncesto y falleció en diciembre de 1982, víctima de un derrame cerebral a los 45 años de edad. Siempre enfrentado a la FEB y en particular a Raimundo Saporta fue, como decimos, uno de los impulsores de la ACB.

El otro fue Eduardo Portela, ex entrenador y ex director técnico del FC Barcelona, quien prácticamente abandonó este cargo para poner en pie la ACB, de la que fue gerente desde 1982 hasta 1990, año en que fue nombrado presidente. En 1991, Portela fundó también la ULEB (Unión de Ligas Europeas de Baloncesto) de la que deriva Euroleague Commercial Assets (ECA), organizadora actualmente de la Euroliga y la Eurocup, tras lograr arrebatar el control de las competiciones continentales de clubes a la FIBA; de la primera en el año 2000 y de la segunda en el 2002.

La ACB en sus primeros años tuvo éxito. Aprovechando el tirón de los Juegos de Los Ángeles y del Mundobasket del 86, logró impulsar el baloncesto nacional, que quedó instalado como el segundo deporte en nuestro país (aprovechando también los grandes duelos europeos de la época, sobre todo del Real Madrid contra la Cibona de Zagreb, Maccabi de Tel Aviv, etc.). La ACB renovó la competición nacional, probando diversas fórmulas hasta llegar al actual sistema de playoffs, adoptó los All Stars americanos y supo, en sus primeros años (no ahora), vender bastante bien el producto.

Pero todo esto tenía trampa, y es que, para tener mejores plantillas, los clubes necesitaban dinero y ese dinero no siempre (casi nunca) provenía del sector privado. Mientras el baloncesto fue atractivo, se contó con buenos patrocinadores que a pesar de todo no cubrían ni de lejos los gastos de los equipos, que para sobrevivir tuvieron que recurrir al dinero público. Así, ayuntamientos, diputaciones provinciales e incluso gobiernos autonómicos empezaron a insuflar grandes sumas de dinero de ese que "no es de nadie" en los clubes de sus respectivas ciudades para mantenerlos con vida. Y cuando llegó la crisis y el dinero que "no es de nadie" se acabó el castillo de naipes se vino abajo. A ello contribuyó que los patrocinadores ya habían huido años antes cuando la ACB vendió los derechos de televisión a Canal Plus y el baloncesto se convirtió en un deporte con unas retransmisiones televisivas "de primera calidad" con audiencias irrisorias. Sin impacto publicitario, se acabó la inversión privada y con la crisis, la pública. Esto provocó que muchos clubes desaparecieran o, como en el caso del Lucentum Alicante, renunciaran a su plaza en la ACB para jugar una o dos categorías más abajo y así poder ajustar sus gastos a sus modestos ingresos. Aunque el baloncesto volvió a emitirse poco después en abierto, el fracaso del Plus supuso que sus derechos televisivos no tuvieran valor, de forma que TVE los recuperó prácticamente a precio cero, pagando únicamente por la Copa del Rey.

Acb

No ayudó nada a resolver la crisis del baloncesto la FEB, enfrentada a la ACB desde la fundación de esta y que desde entonces controla las competiciones femeninas y las categorías inferiores del baloncesto nacional. Con el nunca disimulado propósito de recuperar el control de la primera división, la FEB jamás ha mediado en ninguna de las situaciones que han ido surgiendo y que han motivado la desaparición de clubes históricos del baloncesto nacional. En 2004 llegó a la presidencia de la FEB José Luis Sáez, que ha dedicado estos años a sacar pecho por los logros de las selecciones nacionales, a apropiarse su éxito y a no hacer nada por ayudar a la supervivencia de los clubes que juegan en las divisiones inferiores del baloncesto, que se encuentran en una situación económica tan precaria como los de la ACB. A Sáez le cayó en las manos el caramelo de la generación de oro de nuestro baloncesto y de él ha vivido durante años, explotando algo que se bautizó como Método FEB y que pretendía ser una forma de trabajo que había llevado al éxito a nuestro baloncesto y que no es más que un enorme globo publicitario que se nutre del trabajo de las canteras de los clubes profesionales, ajenos por completo a la estructura de la FEB.

Para mejorar las cosas, Sáez se vio implicado hace unos meses en un caso de corrupción, que ha motivado el adelanto de las elecciones en la Federación y no se presentará a la reelección.

Pero volvamos a la ACB. Como decimos, la asociación se fundó por los clubes de baloncesto y se encargó de la gestión de la liga. Como es lógico, a ningún club le gusta perder la categoría y de un año a otro dejar de jugar contra el Madrid, el Barcelona o el Baskonia para encontrarte jugando en canchas de 1000 espectadores contra rivales modestos. De la misma forma, tampoco le apetece a un club que está en la élite verse jugando en una de esas canchas porque ese equipo modesto ha logrado ascender contra viento y marea... ¿Qué hacer? Pues lo que se hizo fue crear una especie de certificado de pureza de sangre al que se denominó canon de Inscripción en la ACB”. A los clubes que lograran el ascenso se les imponía un peaje muy cuantioso si querían formar parte de la élite. El que lo lograra, bienvenido. El que no, a seguir intentándolo, como si esto consistiera en levantar tapas de yogures a ver qué ponía debajo.

Se creó así la figura del “ascenso deportivo”, que debía ser refrendado por el “ascenso administrativo”. Créanme cuando les digo que yo no me he inventado estos términos; el actual presidente ejecutivo de la ACB, Francisco Roca, los ha empleado con anterioridad para justificar más de una denegación de ascenso a la liga.

A día de hoy, mayo de 2016, el canon para obtener plaza en la ACB es de 3.782.789 euros. A él hay que sumar otros 2,1 millones de euros para el Fondo de Ascensos y Descensos (creado para evitar impagos a jugadores), un aval de 600.000 euros y comprar la cuota de participación en el valor patrimonial de la ACB; total, siete millones y medio de euros.

Esto solo para poder tener tu plaza en la Liga Endesa. Luego le sumas el aumento en el presupuesto del equipo para poder formar una plantilla medio competitiva, le restas que los clubes reciben de la ACB a final de año unos pocos cientos de miles de euros procedentes de los patrocinios y del contrato televisivo y la suma te da que es imposible ascender a la primera división del baloncesto.

Para hacerse una idea de lo que puede suponerle a un equipo modesto reunir esa cifra, tengan en cuenta que los presupuestos de Madrid y Barcelona se mueven entre los 25 y 28 millones de euros, el del Baskonia es inferior a los 15 millones y los clubes que luchan en la parte baja de la clasificación lo hacen con presupuestos de unos 2 o 3 millones de euros. Ahora vayan y pidan a uno de esos clubes que suelte de golpe y porrazo 7 millones.

Mientras las administraciones públicas pusieron dinero, el modelo de la ACB funcionó más o menos y el canon lo fuimos pagando entre todos. Pero llegó 2008, la crisis, y la liga se convirtió en una competición cerrada. Clubes como el Manresa se libraron del descenso varias temporadas seguidas. El mismísimo Estudiantes se vio favorecido y se mantuvo en primera tras haber descendido a segunda por méritos propios. El CB Canarias, fundador en su día de la ACB, solo pudo retornar a la Liga Endesa tras comprar la plaza que antes decíamos que había dejado libre el Lucentum. El Andorra pudo subir tras poner más de cuatro millones de euros el Estado andorrano (y eso que el Andorra, como ya había estado en la ACB antes, no tenía que pagar el canon completo, sino solo la actualización desde la fecha de su descenso anterior).

Hace un año, el Ourense logró ascender “deportivamente” a la Liga Endesa. La ACB, en boca de su presidente ejecutivo, le dio la bienvenida inicialmente, validando la documentación aportada para, poco después, rechazar su ascenso por defectos de forma. La situación adquirió formas de esperpento y tenía visos de acabar en los tribunales. Caminando por el Callejón del Gato, la ACB encontró la solución: el Ourense no ascendería en la campaña 2015-2016, pero se le garantizaba una plaza en la 2016-2017, hiciera lo que hiciera esta temporada en la liga LEB Oro, que así se denomina la segunda división de nuestro baloncesto. El compromiso supone un fraude a la competición, pero fue aceptado por ACB, FEB y club, y validado por el CSD, que por entonces no sabía ya para dónde mirar.

El caso más sangrante es el del Autocid Burgos. El equipo burgalés logró tres veces seguidas el “ascenso deportivo” y las tres veces fue rechazado por la ACB. Esto motivó la desaparición del club, que se fue sin embargo llevando el caso ante la Comisión Nacional de la Competencia, que acaba de fallar a su favor hace unas semanas, anulando el canon y provocando un terremoto que la ACB, a día de hoy, aún no reconoce.

La anulación del canon supone, si nadie en el seno de la ACB lo remedia inventando otro canon, que se recupere la posibilidad de ascender a la Liga Endesa y de paso, de descender a la LEB Oro. Algo absolutamente normal en cualquier otra competición y que supone otro galimatías. Y es otro galimatías por el ascenso “en diferido” del Ourense.

Los estatutos de la ACB establecen en dos el número de ascensos y descensos por temporada. Al mismo tiempo, los de la FEB establecen que en la LEB Oro ascenderá el ganador de la liga regular (este año, el Palencia) más el ganador de las eliminatorias que se disputan entre los clasificados entre los puestos segundo al noveno. En total, dos ascensos.

Con el Ourense eliminado ya y con plaza asegurada, salen tres equipos a los que hay que acomodar en la Liga Endesa. O cuatro, si el Autocid Burgos es capaz de recuperar su estructura y va de nuevo a los tribunales. Sea como fuere, la ACB tiene un problema  que ha creado ella misma y es que no puede descender a tres clubes para mantener el número de equipos en la competición. Tal vez la solución sea que solo baje uno y se aumente el número de equipos en dos. O que bajen dos equipos y suban cuatro. O que bajen dos y suban tres, recuperando la figura del “Club Baloncesto Descansa”, que ya existió hace unas temporadas.

Un galimatías que se agrava cuando se produce la interacción de la Liga Endesa con la Euroliga. Esta última cambia de formato para la próxima temporada a una liga de 16 equipos (o tal vez 24) que jugarán todos contra todos, con playoffs posteriores por el título. Esto alarga la competición europea, que necesitará al menos 4 jornadas más en un calendario sobrecargado al que se le podrían sumar otros 4 partidos más de la Liga Endesa. Al final, un Real Madrid o un FC Barcelona puede acabar jugando tantos partidos como un equipo NBA... O renunciar a jugar la Liga Endesa o hacerlo con sus equipos B, al tener plaza garantizada en la Euroliga, haga lo que haga en la competición nacional.

Hay rumores de todo tipo sobre lo que puede ocurrir en los próximos meses, incluyendo algunos que dicen que la ACB estaría negociando con el Ourense para que este renunciara a la plaza prometida para esta temporada a cambio de una suma de dinero algo inferior al canon. Un nuevo fraude no solo a la competición, sino a los aficionados del club gallego, que se quedarían sin ver a su equipo en la primera división del baloncesto a cambio de 30 monedas de plata, o de 2 millones de euros. Pase lo que pase y gracias en gran parte a la ineptitud con que se afrontó el no-ascenso del Ourense, cualquier solución será mala. Al menos nos habremos quitado el canon, que no es poco.

Si los líos de la ACB no fueran suficientes, hay una segunda parte, motivada por el conflicto entre la Euroliga y la FIBA, conflicto que se ha mantenido durante muchos años, tantos como hace que la primera le quitó el control de las competiciones continentales a la segunda, y que ha terminado por estallar en este último mes y medio.

logo euroliga

Como decíamos al principio, en el año 2000 la ECA se hizo con el control de la antigua Copa de Europa, rebautizada como Euroliga y dos años después, en el 2002, con el de la Copa Korac, que ahora se llama Eurocup. Aquella temporada 00/01 en que la FIBA perdió la Euroliga, fundó una competición en respuesta que se llamó Suproliga, originando un primer cisma en el baloncesto continental que no fue a ningún lado debido a que esta competición no tuvo ningún éxito. Eso sí, Maccabi, Panathinaikos y CSKA de Moscú entre otros, se alinearon entonces con la FIBA y, de haber resultado una mejor competición aquella Suproliga, se podría haber generado una ruptura de consecuencias muy graves.

La FIBA nunca se conformó con su fracaso y durante años fue buscando la manera de recuperar el control de las competiciones de clubes. Así, la reaparición de la antigua Copa Intercontinental fue el primer paso para tratar de atraer de nuevo a los grandes de Europa. A partir de 2013 se volvió a disputar este torneo, si bien ni el formato, ni el lugar, ni las polémicas arbitrales han sido los más adecuados para captar el interés de los clubes europeos.

Sea como fuere, en el verano pasado la FIBA hizo una propuesta en firme a los clubes de la Euroliga para abandonar esta competición y crear una nueva liga, que se llamaría Champions Cup o algo parecido, en la que se integrarían 24 equipos, parte por invitación y parte por clasificación en sus competiciones locales.

La propuesta fue debatida y parecía que podía tener cierto éxito, pero la ECA contraatacó con una oferta que resultó mucho más atractiva, principalmente porque el retorno económico a los clubes participantes era mucho más alto. La propuesta deportiva, por su parte, era casi un calco de la de la FIBA, reduciendo el número de equipos a 16, planteando una liga con el mismo formato por ejemplo que tiene la ACB y con las plazas adjudicadas en su gran mayoría por invitación. La Eurocup por su parte también se modificaba en algunos aspectos y se mantenía como segunda competición.

Las diferentes ligas y federaciones nacionales fueron posicionándose a un lado y otro, resultando que al final solo la Federación Francesa de entre las más fuertes de Europa se iba con la FIBA. Las demás ligas o dejaban vía libre a los clubes o se iban con la Euroliga, suponiendo el final de las negociaciones un sonoro fracaso de la FIBA. Por ejemplo, la ACB, tras conseguir de la ECA una plaza más en la Euroliga (cuatro invitaciones en total en lugar de las tres iniciales), se posicionaba a favor de esta competición, dando libertad a los clubes que quisieran inscribirse en la Champions de la FIBA.

baloncesto champions

¿Y qué ocurrió entonces? Ocurrió que a la FIBA le sentó tan sumamente mal su fracaso que, un viernes por la noche, con nocturnidad y alevosía, emitió una serie de cartas a las diferentes federaciones nacionales cuyos equipos se habían apuntado no a la Euroliga, sino a la Eurocup (!), anunciando que se podían ir despidiendo de participar en el Eurobasket de selecciones de 2017 y que igual tampoco podían ir a los Juegos de Río este próximo verano.

La cuestión tiene su miga. Primero, porque nadie obligó a los clubes a apuntarse a la Eurocup, sino que esto se produjo tras un período de negociación y tras estudiar las dos ofertas presentadas. Segundo, porque la FIBA monta en cólera no por no recuperar la Copa de Europa, ¡sino por perder la Korac! Es decir, ella misma asume que su competición es muy inferior a la que propone su rival y sin embargo envía una serie de amenazas a las federaciones correspondientes para al menos recuperar alguna que otra migaja.

En tercer lugar, resulta que por ejemplo las federaciones balcánicas (Croacia, Serbia, Montenegro, Eslovenia...) no tienen ningún control sobre la Liga Adriática, competición pan-nacional que se disputa entre los equipos de la antigua Yugoslavia. De la misma manera, ya hemos visto que la FEB no tiene ningún control sobre la ACB.

Y aquí estamos a día de hoy. La FEB, que se vio sin la gallina de los huevos de oro (ya bastante agotada por cierto) de los Juegos de Río y el Eurobasket, rápidamente se posicionó del lado de la FIBA. El CSD hizo lo propio, aunque sí pero no, para finalmente hace unos días anular el acuerdo de la ACB citado anteriormente. La ACB le contestó a la FEB y al CSD que verdes las han segado y la Euroliga le dijo a la FEB que a ellos no les vengan a reclamar. A fin de cuentas, amenazar a los clubes con impedir que sus jugadores acudan a torneos de selecciones, más que una amenaza parece una bendición. Menos lesiones, menos cansancio... Había pocos problemas en el baloncesto europeo y la FIBA creó otro mayor.

La cuestión tiene su gracia y es que la FIBA sanciona a todas las selecciones potentes de Europa salvo Francia y Alemania. ¿Se imaginan un Eurobasket en el que la final puede ser Francia-República Checa y en el que Azerbaiyán opte a medalla? ¿Unos Juegos en los que Filipinas puede estar en semifinales? Interesante, ¿eh? Pues ese es el tiro en el pie que se ha pegado la FIBA.

A día de hoy nos hallamos con la FIBA reculando y dispuesta a aceptar cualquier propuesta que le haga la ECA con tal de que no se note mucho que se ha bajado los pantalones. Así, parece que al final FIBA entrará en el accionariado de la ECA y tendrá cierto control sobre la Eurocup y aquí paz y después gloria. Show me the money! Parece que todo quedará en nada o casi nada, pero el órdago lanzado por la FIBA aún puede dar un giro y terminar creando un daño irreversible a lo poco que queda en pie del baloncesto europeo.

En fin, así sobrevive este deporte lejos de las luces de la NBA. Si el baloncesto europeo sigue siendo en muchos aspectos del juego mucho más puro que el norteamericano, sin embargo en los despachos es un sindiós que cada vez va a peor y lo raro es que aún no haya muerto. Por mi parte espero no haber aburrido en demasía al lector y haber cumplido con el encargo de La Galerna. Vale.

Churchill dijo que no nos rendiríamos nunca. Dicen que @yosoywsmith

8 comentarios en: (No tan) breve teoría del caos

  1. Me levanto para aplaudirte, Pablo. Vaya análisis y descripción de todo el caos en el baloncesto. Ahora entiendo muchas cosas. Gracias, gracias, gracias. En adelante este será un artículo de culto, de esos para difundir cada vez que sea necesario aclarar algo. Y, especialmente, en la medida en que se vayan dando los próximos pasos de la FIBA. Podré decir: ¡eso lo explicó Pablo en La Galerna! XDDD.

    Y quiero que el Ourense no ceda a espejitos y no renuncie a su plaza; sería muy divertido ver qué se inventa la ACB. habrá que tener las palomitas listas.

  2. Menudo artículazo te has marcado. De paso me has aclarado muchísimas cosas que desconocía del asunto y así poder encajar mejor las piezas de este lioso puzzle, porque una cosa es unir una serie de noticias y otra muy distinta es saber porque estas se producen...

  3. 8 junio 2016 a las 08:47

    Efectivamente Scotie, se ve en los 2 últimos ataques del Madrid en el penúltimo,
    en la entrada de Rudy, el pivot montenegrino del Valencia con el cuerpo le saca
    del campo y con lo brazos que los baja, no le deja ni tirar.
    En el último ataque del Madrid hay dos faltas a Felipe
    una de ellas, antideportiva, porque es un placaje de rugby.
    En la jugada de Vives, no sólo no hay pasos sino que el
    buen jugador valencianista con su talón derecho pisa
    la línea que delimita el campo, véanlo si les apetece
    en el twiter de @David Marcos.
    EN 25 segundos no se puede hacer más ¿ o si ?

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