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Aquellos maravillosos años: 1994

Aquellos maravillosos años: 1994

Escrito por: Rafael Gómez de Parada23 mayo, 2019
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Se cumple ya un cuarto de siglo de aquel 1994 que fue maravilloso, al menos en lo cinematográfico. Eso significa que algunas de nuestras películas favoritas cumplen veinticinco años, casi nada, y van camino de convertirse (si no lo son ya) en algo tan clásico como un control exquisito de Benzema, un pase horizontal de Kroos o una dentellada impune de Suárez.

1994 fue otro gran año de cine, igual que 1999, un ejercicio que nos deparó un poco de todo. Tuvimos a un Woody Allen en plena forma con Balas sobre Broadway y a un Tim Burton desgranando la historia del considerado peor director de todos los tiempos, Ed Wood, un tipo con aires de grandeza y pésimas ideas que sin embargo tenía su público. Disfrutamos del Frankenstein de Mary Shelley, o de Kenneth Branagh, y de la Entrevista con el vampiro de Neil Jordan en la que un joven Christian Slater se dejaba seducir por el mundo de los chupasangres interpretados por Brad Pitt, Tom Cruise y Antonio Banderas.

La última seducción nos regaló una Linda Fiorentino tremenda, dura y atractiva a partes iguales, y Jean Reno interpretó a León, El profesional, componiendo un personaje intrigante y aparentemente asocial, pero que sin embargo se deshacía al contacto con la dulzura de la niña Natalie Portman.

Pasamos un buen rato con el grupo de amigos de Cuatro bodas y un funeral, con los terroristas de James Cameron y la doble vida de Schwarzie en Mentiras arriesgadas, con la enajenación mental de La locura del rey Jorge, o con las Criaturas celestiales del entonces semidesconocido Peter Jackson. Supimos gracias a Robert Redford la inmensa trampa que había tras el concurso televisivo Quiz show: el dilema, y estuvimos entretenidos, pese a todos sus fallos, con Peligro inminente, Leyendas de pasión o Ni un pelo de tonto.

Lo mejor que nos trajo nuestro cine fue el durísimo relato de una época felizmente pasada en Días contados, o las divertidas Todos los hombres sois iguales y Los peores años de nuestra vida.

Si queríamos diversión nos enchufábamos a los tarados de Kevin Smith en Clerks, o a las sobreactuaciones de Jim Carrey en La máscara, Ace Ventura o Dos tontos muy tontos. Si el cuerpo nos pedía un rato agradable e irrelevante podíamos acudir a la manipuladora Demi Moore de Acoso merendándose a un Michael Douglas que siempre fue presa fácil, a la que fuera musa de nuestra época Winona Ryder en Reality Bites, o dejarnos seducir por la que comenzaría a serlo durante las siguientes décadas, la despampanante Halle Berry en leopardo de Los Picapiedra.

Esta notable colección de películas no sería más que una buena lista si no le añadiéramos las cuatro que, a mi juicio, convirtieron el año en excepcional:

  • Cadena perpetua: he perdido la cuenta del número de veces que la he visto. Cada vez que la ponen en televisión, la pille donde la pille, me quedo enganchado con la historia de los condenados Andy Dufresne (Tim Robbins) y Red (Morgan Freeman). Desde sus complicados inicios en la cárcel, pasando por el montaje de la biblioteca, la escena de la ópera por los altavoces, el blanqueo de dinero del alcaide o la inesperada fuga, hasta el reencuentro final de los amigos en Zihuatanejo.

 

 

  • El rey León: una maravilla de animación, de música y de color, un deleite no solo para los más pequeños. El guion cuenta una historia hamletiana de traición y resentimiento, de cómo el malvado Scar se niega a aceptar su destino secundario y se une a la peor fauna para tratar de derrocar a Mufasa y su sucesor, el pequeño Simba.

 

 

  • Forrest Gump: qué puedo decir que no se haya dicho ya. Todos la hemos visto un millón de veces y nos hemos reído y llorado con este modo de narrar varias décadas de la historia de Estados Unidos a través de los ojos de un protagonista que triunfa pese a todos los obstáculos que aparentemente se lo iban a impedir.

 

 

  • Pulp Fiction: Quentin Tarantino sorprendió al mundo del cine con estas breves historias de matones cutres y criminales enganchados a las drogas y aficionados a los cómics, la serie B, los trajes negros o las hamburguesas Big Kahuna. Un montaje desordenado, una banda sonora poderosa y unos personajes inolvidables como el narcotizado Vincent Vega, el recreador del Medievo sobre culos ajenos, Marsellus Wallace, o el señor Lobo, “soluciono problemas”.

 

 

Un gran año de cine, sí, señor. Un espantoso ejercicio futbolístico, entre Los peores años de nuestra vida futbolística. La Liga de 1994 se resolvió favorablemente para el Barça de Cruyff tras el error de Djukic en aquel famoso penalti que no se atrevió a lanzar Bebeto.

El Madrid acabó en cuarta posición, con 12 derrotas, 61 goles a favor y 50 en contra, unos números similares a los de este ejercicio (11 derrotas, 63 goles a favor, 44 en contra, a falta de una jornada). La pelea por los títulos acabó muy pronto, tras caer en cuartos de la Copa con el Tenerife y mostrar impotencia en el Bernabéu en los cuartos de la Recopa ante el PSG de Ginola.

El desenlace de la Copa de Europa también tuvo sus paralelismos con la época actual, puesto que el Barça de Cruyff se presentó en la final de Atenas infravalorando al rival, un Milán que no era el de los holandeses Gullit, Rijkaard y Van Basten, sino el de Massaro, Savicevic, Boban y Desailly, y alardeando de su juego único y excepcional, lo que les llevó a autoproclamarse el dream team del fútbol, pese a que en los años precedentes no habían sido el mejor equipo de España (el Madrid), ni el de Europa (el Milán). El resultado fue un demoledor 4-0, un terremoto tan sonoro que hizo temblar los cimientos de Can Barça con la misma fuerza con que lo hizo tras el reciente desastre de Anfield.

Para los madridistas esta temporada ha sido un espanto de principio a fin. Veníamos del idilio de Cuatro bodas y un funeral en los cinco años precedentes de Champions, y llegamos a pensar que la salida de Ronaldo, El profesional implacable, se compensaría con los Días contados del Villarato en unas competiciones nacionales que hasta entonces parecían tan amañadas como el Quiz Show de Redford. El entrenador, Julen Lopetegui, fue presa fácil del constante Acoso de la prensa desde el inicio y la plantilla fue un Frankenstein parcheado con una pieza de aquí y otra de allá, en la que, pese a que Todos los nombres son iguales, varios de sus miembros actuaron más como los tarados de Clerks que como las Criaturas celestiales que algunos anhelábamos que fueran.

 

 

Para colmo de males, se confirmó que no fueron Mentiras arriesgadas las que soltamos algunos cuando advertimos del Peligro inminente que suponía dejar el VAR en manos de un tipo siniestro que no tiene Ni un pelo de tonto como Roures. Un sujeto que se maneja como el alcaide Norton de Cadena perpetua, habituado a departir con tipos de historial delictivo y a imponer su particular interpretación de la ley y la justicia. El alcaide se quita de en medio tras las investigaciones del FBI por blanqueo de capitales. Estoy expectante por ver qué ocurre tras los registros de los federales en las empresas de Roures en Florida y Barcelona.

En este juego de paralelismos, Paco Jémez sería el Ed Wood de nuestra liga, un tipo con aires de grandeza y pésimas ideas que sin embargo mantiene su público, pese a que ha logrado el título de entrenador con peor porcentaje de derrotas de la historia de la Liga. Por el lado de nuestros vecinos atléticos, siguen aceptando de mal grado su destino y se creen llamados a cotas mayores en el reino Champions. Al final van a lograr que SCAR sea un acrónimo de Simeone, Cerezo, Atleti y Resentimiento.

El Madrid de los últimos años ha sido como ese Forrest Gump que cosecha triunfos pese a todos los obstáculos que en apariencia se lo iban a impedir, poblando de triunfos la Casa Blanca ante el asombro de los espectadores que quedan como los clientes de la barbería de Greenbow (¡Alabama!) tras cada éxito. Y sí, la prensa ha sido tonta, porque “tonto es el que dice tonterías”, y sí, el Madrid este año ha sido “como una caja de bombones”, porque nunca sabes qué partido te va a deparar. Por supuesto conviene recordar que los éxitos del personaje de Tom Hanks comenzaron con el mítico “Corre, Forrest, corre”, frase en la que podríamos cambiar el nombre de Forrest por el de la mitad de nuestra plantilla actual si queremos volver a la Casa Blanca con nuevos éxitos.

1994 fue el año de Pulp Fiction, y este 2019 ha sido la temporada de la sublimación de la Culé Fiction. En aquel año llegaron a Atenas del mismo modo que recientemente Anfield, atraídos por La última seducción, pero no de Linda Fiorentino, sino de “esa copa tan linda” que se llevaban año tras año los de Florentino. Daban ya por hecho el triunfo y acabaron (metafóricamente) sodomizados como Marsellus Wallace. La afición a los combates amañados o a la ficción de serie B cayó a plomo ante el empuje de Milán o Liverpool a la manera de Jules y su discurso sobre “el camino del hombre recto” (Ezequiel 25, 17): ¡¡¡bang, bang, bang, bang!!! Cuatro disparos certeros, liquidados.

No puedo evitar la broma de mencionar que esto es lo que ocurre cuando no puedes acudir al habitual Sr. Lobo del silbato, míster “soluciono problemas en partidos atascados”.

Mención final para (no podía ser de otro modo) Luis Suárez: el uruguayo ha vivido un año más de la sobreactuación consentida, como un Ace Ventura al que se le permite todo, ya sea cocear, insultar o aplicar Mordiscos de realidad a los rivales, y este año ha incorporado a su repertorio la agresión de los balones llovidos del cielo. Con La locura del lateral Jorge Alba y sus incomprensibles desmayos repentinos ha formado una extraña pareja que por momentos me ha recordado la comedia de los Farrelly Dos tontos muy tontos. Por eso me cabrea tanto que un diario supuestamente madridista como el Marca regalara a este tipo una portada y un montón de páginas que bien podrían haber sido escritas por Christian Slater a modo de Entrevista con el vampiro.

 

Aquellos maravillosos años: 1999

Aquellos maravillosos años: 1994

Rafael Gómez de Parada
AFKAB. Artist Formerly Known As Barney. Dice que corre maratones, juega al fútbol y al baloncesto, pero todo con nivel medio, como en el inglés. Nivel alto solo para escribir y portanalizar en La Galerna. Autor de "Volver al asfalto".

5 comentarios en: Aquellos maravillosos años: 1994

  1. SCAR: Simeone, Cerezo, Atleti y Resentimiento.
    Sublime, grandioso, no hay palabras

    Daban ya por hecho el triunfo y acabaron (metafóricamente) sodomizados como Marsellus Wallace. La risa me impide seguir escribiendo

    1. Suscribo tu comentario; en realidad, el artículo es una gozada.

      No sé nada de cine y apenas lo disfruto, pero el tratamiento que le da el amiguete Barney es francamente divertido. Una excelente manera de mejorar el día.

  2. Plaff, Plaff, Plaff. Muchas de esas fueron las pelis de cuando tenia 8 o 9 años. Que recuerdos... Excelente conjugacion.... No paro de admirarlo. Enhorabuena.
    Saludos

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