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Zidane: lo que no es tradición es plagio

Zidane: lo que no es tradición es plagio

Escrito por: Antonio Valderrama31 mayo, 2018
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Se va Zidane. Otra vez. La primera tenía yo 18 años. Fue una tarde de mierda. Soleada, tibia, de primavera. Son las peores tardes para estar triste, las que amplían la melancolía con un acelerador. Raúl estuvo a punto de robarle su último gol con el Madrid. López Caro lo cambió a destiempo, el Madrid perdía 2-3 contra el Villarreal, la ovación fue destemplada. Luego varios compañeros, al terminar el partido, lo empujaron al centro de un Bernabéu que se vaciaba. Allí salió Zidane, delgado, enjuto, en camiseta interior, más beduino que nunca con las lágrimas corriéndole por el rostro huesudo, llevando en una mano la amarilla de Riquelme, saludando con la otra a un campo que no le vería de corto nunca más. Era el final.

Se fue otra vez Zidane, el Miguel Muñoz de Florentino. Se va con cinco Copas de Europa de blanco, como el viejo mito. Elegir cuándo y cómo sólo está al alcance de un puñado de privilegiados. Elegir irse después de ganar tres Copas de Europa seguidas sólo puede hacerlo un ungido. Ungir viene del latín unguere, es decir, perfumar con aceite. Cuando sus hermanos fundaron una escuela de fútbol en Marsella, Zinedine les mandó un olivo español en agradecimiento por todo lo que la vida le ha dado aquí.

Verdaderamente, Zidane es lo mejor que ha hecho el presidente Pérez. Cuando le preguntó en aquella servilleta si quería venir al Madrid estaba invitando al siglo XXI no al equipo, sino a la institución. El impacto de su fichaje se ha proyectado hacia el futuro diez años después de su marcha, con su regreso en 2016 al frente del vestuario. Tres Copas de Europa seguidas después alargan ese halo dorado no se sabe cuánto tiempo más. Hay que pensar que clubes como el Ajax o el Bayern llevan viviendo de sus tres copas seguidas desde la década de los 70.

Zidane se va abriendo una posibilidad desconocida, como dice Hughes en su maravillosa crónica de despedida del gigante: la de definir el nuevo rumbo en la cima, no en la cloaca, que venía siendo lo normal en este club desde 2004. Pone así a Florentino otra vez en su antigua dirección, en la que abandonó tras el estrépito de Queiroz. Florentino fue el primero en cambiar las coordenadas ganando y salvando la distancia de la formalidad y el momentum, es como si Zidane quisiera recordarle al presidente que no hay que dejar que las cosas se pudran, que él ya estuvo allí, en ese lugar, en el verano de 2003, aunque luego todo saliera mal. Le recuerda sus raíces, sus orígenes, lo que su padre Smaïl ha procurado toda la vida que Zinedine Yazid no olvidase.

Zidane es el Madrid antiguo en el mundo nuevo. Zidane es el Madrid.

Zidane se lleva consigo la memoria sentimental del madridismo millenial. Cuando vino yo tenía 13 años recién cumplidos. Antes había sido Figo, pero Zidane es el símbolo: la encarnación del florentinismo, el verbo fabuloso que prometía el presidente, hecho materia en el francés de ancestros argelinos criado en la austeridad y en el trabajo, en el orgullo de casta, en la nobleza del mérito y en el código de la tribu. Era el mejor jugador del mundo, era más que eso: era un icono global, el hijo que hizo a Francia legendaria en el mismo barrio donde el padre trabajó de albañil 30 años antes. A Bernabéu se le ocurrió que el fútbol estaba a punto de convertirse en una industria de masas y levantó un estadio colosal, una rareza audaz en la España pobre de los 40; Florentino intuyó la dimensión planetaria y quiso hacer de su Madrid una encíclica, un lenguaje de símbolos compartidos por todo el mundo. Una causa, la de los sueños. Dos años antes se fichaban Anelkas. Su Disneylandia empezó con Zidane.

Se va Zidane y deja un Madrid irrepetible que sólo se puede medir ya con el de Di Stéfano. El vacío en el corazón de la afición es enorme. La decrepitud física al final de su carrera como jugador era el desmoronamiento moral del proyecto florentinista. El triunfo de su carrera como entrenador es la resurrección espiritual de un madridismo que soñó con él, que hoy tiene 30, 35 años, que ha perseguido desde entonces el recuerdo idealizado de su etapa como futbolista y que lo ha visto sublimado en este trienio memorable. Zidane sacó una vez el Madrid del madrileñismo y lo elevó a un infinito hollywoodiense. Se rodaron películas. La realidad terminó por erosionar la fantasía, pero en 2016 asumió el desastre de José Ángel Sánchez y de Benítez con esa sonrisa en la cara que parecía anunciar: os lo voy a compensar. Lo ha hecho de sobra. Zidane es irreemplazable porque no es un entrenador, como tampoco fue un jugador. Fue un símbolo, el de la reescritura de la identidad madridista. Reza un lema en un frontón del Casón del Buen Retiro de Madrid que todo lo que no es tradición, es plagio. Zidane es el Madrid antiguo en el mundo nuevo. Zidane es el Madrid.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

14 comentarios en: Zidane: lo que no es tradición es plagio

  1. Y entre esa complicidad única entre Zidane y Florentino, que yo hoy he notado un poso de amargura en el francés. Me da que Florentino ha vuelto a esos lugares oscuros, que usted cita y disculpa con ese "aunque todo saliera mal". Perdone la obviedad, pero si todo salió mal no queda otra explicación que la decisión fue la equivocada, por más que algún desventurado la defienda. Aquellas raíces que cita, se transformaron en un arbusto podrido y nauseabundo.
    Que nadie se olvide que este iba a ser el madrid de Zidane y no el madrid de Florentino.

  2. Qué mala memoria tengo...... Si yo cuando se fue Zidane ya tenía una edad y de ese día del partido no recuerdo nada, sólo me acuerdo de sus lágrimas y de mis ojos acuosos ante semejante pérdida humana, futbolística, emocional y estética, y lo de estética engloba no sólo su estampa 😉 sino su manera de tratar el balón....eso sí que era amar y tratar con delicadeza al balón...eso sí que era arte y no las chorradas esas que nos llevan soltando toda esa patulea de tiki takeros que no son más que unos charlatanes huérfanos de verdaderas glorias.

    Dicho todo esto, es muy bonita la despedida en forma de homenaje que le has dedicado a nuestro querido Zizou....

    Saludos

  3. Se equivoca vd. en una cosa, Antonio Valderrama: No solamente es un icono para millenials y treinteañeros, sino para un cuarentón como yo.

    En mi caso, 2001 me pilló en esa maravillosa edad de veintitantos en el que uno empieza a tener (algo de) dinero y pocas obligaciones. Esas fiestas los jueves noche tras maratonianas jornadas de trabajo (juniors de consultoría, no les digo a vds., más), esos amigos que hice entonces y con quienes, 17 años después, disfruté en el Bernabéu el pasado sábado.

    Me he sentido rejuvenecer. Me ha hecho rejuvenecer. Me ha hecho volver a aquellos maravillosos días del Madrid Galáctico, coincidentes con aquellos maravillosos años de mi vida, y, triste coincidencia, con aquellos años que con sus errores y todo, parecía que España podría ser un país europeo homologable.

    Después llegaron mis 30, la década ominosa del madridismo (el cuadrado mágico de Vanderley, López-CAro, el chorreo), y el inicio del fin que empezó un día 11-M en unos trenes de cercanías y que precisamente hoy podemos también visualizar (no creo que sea coincidencia, son los astros que nos castigan)

    Ya llevo tres posts hoy y este también lo voy a terminar como los otros. Gracias Zizou!

    1. Disculpe, ¿que España podría ser un país europeo homologable? España es Europa, no necesita que un grupo de países que han reescrito la historia en el siglo XIX nos den lecciones absolutamente de nada. Lea "Imperiofobia y Leyenda Negra" de Elvira Roca Barea y sabrá el porqué de mi respuesta. Sabrá la de mentiras y difamaciones sobre nuestra historia por parte de "los tolerantes y brillantes europeos". España, como le ocurre al Real Madrid y a los católicos, manejan de "puta pena" la propaganda, todo lo contrario que los "admirados" europeos. No me extraña que España desaparezca, lo sorprende es que no lo haya hecho antes. Un país sin alma es simplemente un Estado, no una Nación.

  4. Cuando un victorioso que cogió las riendas en un momento dificil se va, no hay que reprocharle nada; démosle el derecho ganado del aplauso.
    Dejémosle las conjeturas donde no las hay al antimadridismo.
    SE FUÉ ZIDANE; los chicos se aferran a su instante, y su instante es Zidane el dt y Cristiano el 7 su idolo; imagino que en estos momentos su mundo en su mentesita infantil se tambalea.

  5. "Cuando sus hermanos fundaron una escuela de fútbol en Marsella, Zinedine les mandó un olivo español en agradecimiento por todo lo que la vida le ha dado aquí".

    Bellísimo.

    "Zidane es el Madrid antiguo en el mundo nuevo".

    Bellísimo también, pero me temo que no cierto: el Madrid antiguo es, no ya Del Bosque, Raúl o Casillas saliendo del club mal y/o cobrando, sino Di Stéfano, negándose a quedarse "de cualquier cosa", como quería Bernabéu, y pasándose el resto de su vida sin hablarse con éste.

    Yo creo que Zidane es intemporal, y que nos recuerda a un Madrid que nunca existió, pero que imaginamos. Por eso, precisamente, su marcha es tan melancólica.

  6. Zinedine Zidane volvió con aire de revancha. Lo que ocurrió en el Real Madrid desde 2004 fue un error, y Zidane ha venido, 10 años después de su retirada, a corregir ese error, y ha dejarnos otra vez en esa cima de la Volea Mágica de Glasgow. Ha cumplido con creces, ha hecho su trabajo. Estamos otra vez en la cima. Y nos deja un mensaje: no hay que volver a dormirse en los laureles. Ahora a seguir adelante. GRACIAS POR TODO ZIZOU.

  7. Pues yo soy cincuenton y me pasa como a los de treinta o cuarenta. Que estoy sobrecogido, sobrepujado y sobrepasado por los ultimos 3 años. Si. Nos deja en la cima y muy lejos de los rivales.
    Y tambien como Julio llevo tres o cuatro post y este lo voy a terminar de la misma forma y como corresponde hoy:
    GRACIAS ZIDANE

  8. España debe ser indestructible, puesto que los españoles llevan intentándolo 4 siglos y no lo han conseguido...

    Atribuido al canciller prusiano Bismark.

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