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Tratado de nachología

Tratado de nachología

Escrito por: Antonio Valderrama12 julio, 2022
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El domingo, haciendo el aperitivo, nos saltó por casualidad Real Madrid Televisión, que es de lo poco que se puede poner ahora mismo en el televisor sin sentir un deseo inmediato de lanzarlo por el balcón. Estaban dando repetido el Madrid-Manchester City de semifinales. Lo cogimos en torno al minuto 78, poco después de que marcase Mahrez ese 0-1 que pareció tan lapidario. Por supuesto, nos quedamos a verlo hasta el final porque el final de ese partido es algo que siempre sube la moral, que pone de buen humor incluso en un domingo infernal, cuando al otro lado de la persiana, echada hasta abajo del todo, caen del cielo lava y tizones ardiendo. Rodrygo dice que ve sus dos goles todos los días. No es para menos. Es un recordatorio cotidiano de la vida sublime y créanme, muchos días ayuda a levantarse por las mañanas, cuando el mundo pesa. Aunque ya destacó en su momento creo, sin embargo, que en el fulgor de aquella noche no se subrayó suficientemente la actuación de José Ignacio Fernández Iglesias, alias Nacho. También creo que su despliegue no ya en términos netos de defensa central sino de capitán, de líder, estuvo a la altura del mejor partido de Sergio Ramos en la Copa de Europa. Y eso no es que sea decir mucho, sino que es decirlo todo, pues con Ramos estamos hablando del mejor defensa que ha dado el fútbol desde Beckenbauer.

A Nacho le queda un año de contrato. He leído de refilón no sé qué de que se quiere marchar. En cuanto se acaba el último partido de cada temporada me gusta alejarme de la actualidad deportiva, que si ya de por sí es aburridísima y repetitiva a lo largo de la campaña, cuando no hay partidos oficiales se torna diabólicamente esquizofrénica. Hubo otros veranos en los que se especuló también con la marcha de Nacho. Creo que jugar en el Madrid significa que duden de ti cada uno de los instantes que dure tu contrato, así que no le doy nunca excesiva importancia a esta clase de rumores. No obstante, su hoja de servicio con el Madrid brilla tanto como uno de los tres jueves que relucen más que el sol: 105 partidos con el Castilla, 186 con el primer equipo del Madrid; tres Ligas, cinco Copas de Europa, una Copa del Rey, cuatro Supercopas de España, tres de Europa, cuatro Mundialitos. Ha sido titular en las grandes alturas. Se ha medido a los mejores equipos del Bayern, del PSG, del Manchester City, del Liverpool, del Barcelona, del Atlético. Ha jugado los partidos del abismo en el puesto de lateral izquierdo y también en el derecho, como central de ambos perfiles. Le ha faltado tan sólo hacer de portero. Valdano, que es el cronista del madridismo, el hombre que levanta acta y que revela verdades que estuvieron ahí siempre cuando les pone un nombre, hizo fortuna con aquel feliz hallagzo de que Nacho era un notable en todo. Ha marcado a Lewandowski, a Mbappé, a De Bruyne, Salah, Mané, Robben, Ribery, Mandzukick, Diego Costa, Griezzman, Messi, Neymar o Luis Suárez. Ha estado siempre y ha estado en todas partes a lo largo de los diez años más apasionantes de la historia moderna del club, pero su valor de mercado, según Transfermarkt, es de tan sólo 7 millones de euros. En un mundo por el que hace unos años se pagaron 90 millones por Harry Macguire o Mattias De Light y en el que hoy piden lo mismo por gente como Koundé, que no han demostrado todavía valer ni lo que un gemelo suyo, semejantes disparates son el pan de cada día: el anglocentrismo en la conversación pública futbolera lleva tiempo haciendo estragos, produciendo daños irreparables en la mente de mucha gente, y todo lo que venga o vaya a Inglaterra se sobreprecia como se sobrevaloraba todo lo que oliera a brasileño a finales de los 90.

Sevilla, 2 - Real Madrid, 3: El Madrid es más fuerte que el Tinglao

Nacho tiene 32 años, una edad excelente hoy para los futbolistas de élite. A la vista de su rendimiento en la pasada temporada, está en el mejor momento de su carrera, aunque no lo crea así Luis Enrique. El seleccionador nacional español considera que Nacho, titular en la mitad de las eliminatorias frente a los tres equipos más fuertes de Europa que llevaron al Madrid hasta la final de París, no tiene el nivel de Pau Torres, Marcos Alonso, Azpilicueta, Diego Llorente, Íñigo Martínez o Eric García, por citar a varios de los ilustres defensas convocados en mayo para la Nations League. No es algo nuevo. En la Eurocopa del verano pasado, Nacho, que venía de ser titular en todas las eliminatorias de la Copa de Europa que disputó el Madrid de Zidane hasta caer derrotado por el campeón en la vuelta de semifinales, se quedó en casa. Su lugar lo ocuparon gente como Laporte o los mencionados Llorente, Torres y García. De los que fueron en mayo con España sólo Azpilicueta ha jugado más partidos internacionales con su club que Nacho. Los demás son bisoños de dudoso talento aupados, en casos como el de Eric García, al estrellato por su representante, De la Peña, íntimo de Luis Enrique.

De optimismos, resignaciones y madres

En realidad, en la Selección, sólo Lopetegui confió en Nacho, que se lo llevó al Mundial de 2018, aunque no lo pudo alinear por aquel circo que montó el Lawrence de Arabia feminista de Motril, Rubiales. Aquel año acabó montando el muro agónico tras el que Zidane guardó el pase a la tercera final consecutiva, la de Kiev, y allí sustituyó a Carvajal en el lateral con 0-0 en el marcador. En el Mundial fue titular desde el principio y hasta le metió un gol a Portugal, que era la campeona de Europa. Después desapareció otra vez, como siempre, porque Nacho es quizá el futbolista más infravalorado de la aristocracia europea desde Hendrick Larsson. En estos diez años ha estado a la sombra de las dos mejores parejas de centrales del Madrid moderno, Pepe-Ramos y Ramos-Varane. Eso ha jugado en su contra, naturalmente, pero también ha subrayado su verdadero valor, pues siempre que tenía que relevar a cualquiera de esos tres monstruos, Nacho alcanzaba el nivel de todos. A lo largo de todo ese tiempo, en Inglaterra, “la liga más fuerte del mundo”, se pagaban fortunas disparatadas por absurdos picapedreros de tobillos cuadrados.

Nacho es auténtico clasicismo. La vieja y manida “casta”, el “pundonor” que sostuvo el nombre del Madrid en los años finales del bernabeuísmo, está en él. Pero Nacho es mucho más que un notable peón de brega, y en ese final de partido contra el Manchester City están concentradas todas sus virtudes como futbolista excepcional

Nacho ha sido a menudo orillado y puesto fuera del gran foco también seguramente por su carácter, que es pura sobriedad, no sólo jugando, sino también más allá del verde. En ese sentido es el último caballero madridista de una tradición de canteranos que parece a punto de extinguirse, pues en el Castilla todos parecen clones de Jesé. Ambos, que son de la misma quinta, confrontan dos modelos de crianza, el moderno, digamos, y el clásico. Nacho es auténtico clasicismo. La vieja y manida “casta”, el “pundonor” que sostuvo el nombre del Madrid en los años finales del bernabeuísmo, con De Carlos y en la árida época preQuinta, está en él. Pero Nacho es mucho más que un notable peón de brega y en ese final de partido contra el Manchester City están concentradas todas sus virtudes como futbolista excepcional.

Con Nacho se puede trazar una línea clara de comportamiento, que cantaba Loquillo. Se puede describir una actitud, una manera de estar en el mundo. Una nachología. Nacho es el español orgulloso y comprometido con el deber de sacar adelante el tajo de cada día. Es el madridismo tranquilo, una resignación fordiana ante la complejidad de las cosas. La gente así no abunda en lo mediático, en los periódicos ni en las televisiones. Es, abundando en esto, una idea de virilidad, una vuelta de tuerca de aquellos jugadores machos del Madrid, sin aspavientos ni machirulerías. Los Nachos no están de moda y si se atiende a lo que sale publicado en las revistas, a lo que resalta en las redes o a lo que sale en los realitys, parece que no existen. Pero están. A Nacho nunca le hemos oído quejarse y no quiero decir que quejarse sea malo, pero sí irritante cuando el barco se está hundiendo. Nacho no mira al infinito lamentando su suerte: agarra un cubo y empieza a achicar el agua. No es un jugador que represente el fútbol de hoy, me refiero a ese fútbol donde el viejo “tercer tiempo” se ha transformado en un presente continuo de shorts en YouTube y donde se mide el valor de los protagonistas del juego en estadísticas del FIFA. No es estrambótico, no lleva tatuajes, es normal. Entiéndase esta normalidad como una cualidad silenciosa, como un concepto tradicional de discreción. No te imaginas a Nacho pidiéndole matrimonio a su mujer en un reservado de Dubai y subiéndolo a Instagram, para entendernos. Quizá ese antidivismo le vino de perlas para ser la otra cara de Ramos, que es exuberancia salvaje, demasía, exotismo y arranque de tonadillera. Nacho encarna un fútbol que desaparece entre histriones y un caudillaje tranquilo. Te lo imaginas en cualquiera de los grandes clubes italianos del gran calcio de los 80 y te cuadra perfectamente. Es lo que fue Ancelotti como futbolista pero con los pies del siglo XXI.

No es un jugador que represente el fútbol de hoy, me refiero a ese fútbol donde el viejo “tercer tiempo” se ha transformado en un presente continuo de shorts en YouTube. No es estrambótico, no lleva tatuajes, es normal. Entiéndase esta normalidad como una cualidad silenciosa, como un concepto tradicional de discreción. No te imaginas a Nacho pidiéndole matrimonio a su mujer en un reservado de Dubai y subiéndolo a Instagram

Verlo defender es una delicia para todos los que amamos ese arte cada vez más olvidado. Empezó siendo un tímido canterano que servía para todo y ha acabado jugando con todos los protocolos de seguridad del Bernabéu y con todos los pliegos de condiciones de la vieja Fábrica y la Ciudad Deportiva y las escrituras de Valdebebas metidas en la cabeza. No pierde los nervios. Juega confiando en que lo sostiene la tierra que pisa, que es una tierra antigua que labraron dioses. Con Militao y con Alaba por delante, Nacho volvió a su papel secundario pero nadie ha ofrecido momentos cumbres en la zaga este año como él. Con Rüdiger parece otra vez relegado a la oscuridad del backstage, pero lo cierto es que Nacho tiene la virtud de Guti de terminar imponiéndose a través de los escollos de la temporada, surgiendo entre las tinieblas de las lesiones, las sanciones y las bajas, con el mismo gesto serio y sin aspavientos con el que según Calderón de la Barca los soldados españoles todo lo sufrían en cualquier asalto, pero no que les hablaran alto. En la corte de los jerarcas que han disparado la leyenda del Real Madrid hacia el cielo inalcanzable de los mitos, Nacho es un conde-duque. El segundo gol de Rodrygo al City quedará para siempre como modelo con el que enseñar a los niños del mañana qué es lo que tiene que ser un central en el Madrid: Nacho sube la línea de cuatro hasta el centro del campo, como el día del PSG, aprovechando que las gradas están en llamas y los rivales miran hacia todas partes buscando a sus mamás. Nacho es el tipo que coge por el cuello a la Muerte y la estrella contra la pared. El que primero salta la trinchera. El conmutador de la electricidad del Bernabéu sobre el césped. El jugador-nación.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

13 comentarios en: Tratado de nachología

  1. Gran artículo, Nacho es de esos jugadores que siempre deberían de haber unos cuantos en el Madrid, es la argamasa que une y cose todo para que las temporadas sean mejor de lo que hubieran sido sin él, y encima es un gran central que podría y debería ser perfectamente titular ya que no le pierde la cara a ninguno de los que hay, lo de la selección que se puede decir estando el hijo de Amunike al mando teniendo a clemente como espejo en el que mirarse... un sectario incapaz de llevar a los mejores en cada puesto prefiriendo llevar "a los suyos" contra viento y marea.

  2. Genial artículo. Este año una de mis imágenes preferidas es cuando Nacho se acerca a Benzema y le dice "hasta el final....". El resto es historia. Benzema le señala el pase a Camavinga. Camavinga la pone. Benzema la baja del cielo y Rodrygo se adelanta a los centrales del City. Uno de ellos preferido por luis enrique por delante de nuestro Nacho.

  3. Yo soy del equipo de Nacho, Don José Ignacio Fernández Iglesias, del equipo de los currantes (laburantes decimos los uruguayos) sin los cuales el mundo no funcionaría. Ningún currante sale en las tapas de las revistas, o sea ninguna enfermera que ha salvado la vida a alguien en este momento, ningún educador de barrios humildes tampoco. Menos estaría el recolector de las basuras. Pues sí, Don José Ignacio Fernández es como mi compañero de trabajo, luchador , con huevos, buena persona, querible. En Uruguay, nuestros jugadores si quieren ser respetados, deben tener el Curso Superior de Nachología. Tenemos muchos ejemplos desde hace 100 años que nos inculcan lo que es ser futbolista de raza, es claro que no tienen ni tuvieron nunca prensa, porque no eran divos. José Leandro Andrade y el mariscal José Nasazzi, en 1930; Matías González, Eusebio Tejera y el gran Negro Jefe: Obdulio Varela en 1950.
    Hay muchos más pero quiero terminar con José Emilio Santamaría, que luego de jugar el mundial de 1954, Santiago Bernabeu lo contrata para aquel Madrid ganador de todo.
    Salú a todos los madridistas currantes y laburantes, que son tan grandes como el Real Madrid, sin los cuales nada bueno existiría. ¡Hala Madrid!

  4. Excelente artículo Antonio, me gustó mucho lo de : "Nacho es el tipo que coge por el cuello a la Muerte y la estrella contra la pared. El que primero salta la trinchera. El conmutador de la electricidad del Bernabéu sobre el césped." Eres genial escribiendo. Gracias y saludos desde Montevideo.

  5. Muy buen artículo y muy necesario.
    Yo tengo un proyecto personal al que, seguramente, nunca le de forma (como a tantos otros). Se llama crear la Peña “Uno de los nuestros” con los madridistas que, como Nacho, sean merecedores del reconocimiento. Ahí lo dejo para algún avezado redactor galernauta.

  6. Y hablando de antimadridismo, por las alusiones a los clementes y luisenriques, aunque cambiando de tercio : al que vea los encierros de San Fermin a diario quizá le llame la atención la cantidad de gente que corre con la camiseta de su equipo - de la Real, del Barsa, del Atleti, del Bilbao, del Betis, del Osasuna, claro - pero no he visto a nadie con la del Madrid! Ni una!
    Curioso verdad?
    Quizás no sea prudente llevarla en ese lugar y en esas fechas (o todo el año)
    Saludos madridistas!

  7. One club man.
    Muy querido por el madridismo. Todos los madridistas que conozco, todos sin excepción , tienen en gran estima a semejante futbolista.

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