Somos los que somos

Escrito por: Nacho Faerna7 abril, 2016

¿Y tú de quién eres?, se pregunta en los pueblos. Es una cuestión que todo el mundo puede responder. Quien la formula obtiene de la respuesta, de la única posible, toda la información que necesita para saber lo que quien contesta quizá ignora y que sería la solución a un interrogante muy parecido pero totalmente distinto: ¿y tú quién eres? Quitas una palabra, una sílaba, una simple preposición, y conviertes una pregunta que cualquiera sabe responder en una que la mayoría nos hacemos inútilmente cada día.

Cuando nos preguntan quiénes somos contestamos nuestro nombre, es decir, cualquier cosa. Por ejemplo, cuando a Moisés se le aparece Jehová en la zarza ardiendo, para presentarse no le dice "soy Jehová", qué va; le dice "Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob." Para que a Moisés no le quepa duda de con quién está hablando, lo que le dice Jehová es de quién es y por cuadruplicado. A continuación, Moisés recibe de quien ya no le cabe ninguna duda que es Dios la misión de sacar a su pueblo, a los hijos de Israel, de Egipto. Pero Moisés le hace ver a Jehová que si se planta delante de su pueblo, de los hijos de Israel, para pedirles que le sigan en su huida de Egipto, lo más normal es que ellos le pregunten "¿y tú quién coño eres?" (el padre Suances sabrá perdonar la licencia literaria que me tomo con la exégesis en aras de una mayor expresividad). Jehová le responde, casi literalmente, "tú diles que vas de mi parte". Como es lógico, Moisés insiste: "Pero si voy a los hijos de Israel y les digo: el Dios de vuestros padres me envía a vosotros, y me preguntan cuál es su nombre, ¿qué voy a responderles?" Pongámonos por un momento en los zapatos de Moisés (que los tenemos a mano; lo primero que oportunamente le pide Jehová es que se los quite porque está en tierra santa). Él estaba tranquilamente apacentando el ganado de su suegro (Jetró, o Yetró, que imagino que es Jethro, como Tull) y de pronto se pone a arder una zarza que sin embargo el fuego no consume. Y oye a alguien que pronuncia su nombre, no una, dos veces: "¡Moisés, Moisés!". La voz pertenece a Jehová, nada menos, que le encasqueta la salvación de su pueblo, los hijos de Israel. Menudo marrón. Si hay que ir se va, viene a decir Moisés, pero para poder convencer a toda esa gente de abandonar al faraón, cruzar el desierto y atravesar el Mar Rojo, con lo que se exuda en un éxodo, dame por lo menos una palabra mágica, un anillo de poder, un algo. Jehová es quien es, y sobre todo de quien es, y tiene ese carácter que tiene, así que le dice "ahí te las compongas, Moisés". Llegados a este punto tengo que hacer referencia a las dos traducciones que manejo del Viejo Testamento, la Nácar Colunga y la del Oso. Según la primera, Jehová responde: "Yo soy EL QUE SOY" (las mayúsculas son de Nácar y Colunga, don Eloíno y don Alberto). No sé a ustedes, a mí me parece que, efectivamente, la zarza está que arde. Sin embargo, en la versión de la Biblia del Oso Jehová está más enigmático pero menos borde: "Seré el que seré", dice. Como Moisés, hombre de poca fe, sigue sin verlo claro, Jehová acaba enseñándole un par de trucos bastante chulos, como convertir su cayado en serpiente, el agua en sangre y a esconder la mano y sacarla llena de lepra. Ni aun así se anima Moisés y la cosa acaba como seguro que imaginan: Jehová monta en cólera (divina), le pega cuatro berridos y el pobre hombre se va para Egipto, vaya si se va, y no les sigo aburriendo porque seguro que han visto la de Charlton Heston o la de Christian Bale, a cuál peor, y para lo que yo vengo a contarles hasta aquí me vale.

Mar Rojo Moisés

Todo esto me ha venido a la cabeza después de ver y oír a Zidane en la rueda de prensa posterior al partido con el Wolfsburgo. Durante los noventa minutos he estado a punto de perder mi fe madridista, que creía a prueba de bombas. El partido contra el Barça del sábado me había convencido de que volvíamos a ser los que éramos, que nunca habíamos dejado de serlo. Por si fuera poco el subidón de ganar en el Camp Nou con diez y contra doce, el martes nos desayunamos leyendo en estas mismas páginas la magnífica entrevista a Paco Gento que hicieron nuestro editor y nuestra compañera Hechi (DiosaMaracana) y en la que don Francisco asegura que vamos a ganar la Undécima este año. Lo dice La Galerna en La Galerna. ¿Cabe mayor inyección de moral que esa? ¿Quién sabe más de Copas de Europa que el que atesora media docena? ¿Cómo no dar crédito a la profecía?

Pues nada, a las primeras de cambio, tras un partido que es sólo la mitad de una eliminatoria, contra un equipo manifiestamente peor que el nuestro, perjudicados por un arbitraje de escándalo, me he visto negando al Real Madrid como Pedro al Mesías. No tres, treinta veces; una cada tres minutos. Qué vergüenza, amigos. Qué debilidad la mía.

Entonces ha salido Zidane a contestar a la prensa. Las preguntas daban igual, como dan igual los que las formulan. Con decirles que ninguno ha sacado a colación al árbitro... Olvídense de las preguntas. A todas ellas Zidane ha respondido con diferentes variaciones de la misma idea: somos los que somos. Si prefieren la versión de la Biblia del Oso: seremos los que seremos. También había un alemán traduciendo lo que decía Zidane que necesitaba veinte palabras por cada una del francés. Yo le he entendido perfectamente e insisto en que a todas las preguntas ha respondido, una y otra vez, con un mantra: somos el Real Madrid. De hecho, mientras el alemán buscaba como podía equivalencias en esa lengua imposible a la parquedad verbal del míster, Zidane me ha mirado y me ha preguntado:

-¿Y tú de quién eres?

No estoy seguro de quién soy, ni si llegaré a saberlo algún día. Pero no era esa la pregunta. Lo que quería saber Zidane es si estoy dispuesto a huir de Egipto, cruzar el desierto y atravesar el Mar Rojo. No ha necesitado hacer ningún truco; ya le vi hacer milagros con el 5 a la espalda. Tampoco ha tenido que recordarme quién es: el del gol en la final de la Novena, el de la Décima en el banquillo, el Campeón del Mundo y de Europa con Francia...

Qué vergüenza, amigos. Qué debilidad la mía. Abochornado por haber dudado de las palabras de Paco Gento y antes de que el alemán terminara de pelearse con la traducción, me he puesto de pie, he metido una muda en la mochila, me he despedido de mi mujer y le he respondido a Zidane con la única respuesta posible:

-Yo soy del Madrid.

Número Tres

Nacho Faerna, el tercero de los Faerna, es guionista y novelista. O sea, que le pagan por mentir, pero tuitea gratis en @nachofaerna y @galernafaerna. Se toma muy en serio sus placeres. El Madrid es uno de ellos.

7 comentarios en: Somos los que somos

  1. Piel de gallina, Nacho. Qué bien traído en el momento justo. Ya que hoy en la Galerna de los Faerna hay un aire místico, no pude evitar al leerte que me viniera a la mente la canción "Pescador de hombres". Allí el efecto es el mismo ante la mirada inquisitiva que espera que lo dejes todos para marchar, en este caso, con Jesús. Pero, bueno, tampoco es necesario ir al Nuevo Testamento. Vamos a quedarnos en el aquí y en el ahora; o, si acaso, desde hoy hasta el martes, y ese día en el Santiago Bernabéu. Yo lo tengo clarísimo, pues no he dudado aún ni con el pésimo partido de ayer, en las buenas y en las malas:
    -Yo soy del Madrid.

  2. Gracias, Jose.

    Y sí, Hechi, lo del martes va a requerir más Viejo que Nuevo Testamento, más ojo por ojo que poner la otra mejilla. Más sangre y menos misericordia 😉

  3. Se es o no se es, enhorabuena!
    Con claridad, yo soy del Real Madrid, siempre..., y pase lo que pase. Cuestión de fe?
    HALA MADRID!

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Tras la epopeya del @realmadrid, un prócer youtubero del barcelonismo felicitó (sic) "al Getafe por su clasificación para las semifinales de la Champions League".

✍️@JesusBengoechea realiza una interesante reflexión al respecto.

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En el #Portanálisis de hoy hablamos de @AndreyLunin13, de la mandíbula caída del planeta contemplando la clasificación homérica del @realmadrid, y damos nuestra opinión sobre la gresca que se ha montado en el vestuario del Barça.

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Hoy sube al estrado Iturralde González.

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