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El regreso de la Copa de Europa

El regreso de la Copa de Europa

Escrito por: Antonio Valderrama6 septiembre, 2022
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Visión del mundo desde sus confines

 

Este martes vuelve la Copa de Europa, la edición número 68 de la más grande competición deportiva jamás imaginada. Con la Copa de Europa siempre vuelve septiembre, aunque este año se adelante, como todo en el fútbol, por culpa de ese Mundial criminal que va a jugarse en Qatar antes de Navidad. La Copa de Europa marca una raya en el calendario, nos adecenta el hogar, nos apila la leña para el invierno, nos llena la despensa. Vuelve el recuerdo, vuelve el niño, vuelve el sofá de casa, vuelve José Ángel de la Casa, vuelve Míchel, vuelve la quiniela del abuelo y vuelve Alfonso Celemín con el micrófono a pie de campo. Con septiembre también vuelve ese sentido de nuevo comienzo que tiene siempre este mes, de retorno a los trabajos y a los días. Sopla un aire nuevo, heraldo de otoño. Los días son azules, ya no blancos ni tampoco cegadores; el sol no es el del verano, comienza el colegio, el caos febril de las vacaciones va apaciguándose, se va quedando en un dulce murmullo que suena al fondo de nuestra memoria, como si fuera el surtidor de la fuente fresca de un amplio jardín. Los lunes vuelven a ser exigentes, vuelve la amarga angustia del despertador que nos madruga, regresa el miedo a “alejarse en los irreversibles torbellinos del río de la muerte”, que cantaba el poeta. La Copa de Europa regresa para dotar de un sentido de continuidad a nuestras vidas, pero esta vez es diferente. ¿Cómo se juega una Copa de Europa cuando has ganado todas las Copas de Europa?

Florentino coloca Champions

El Madrid, con la 14, ha roto la linealidad del tiempo. La Historia no puede seguir caminando hacia adelante. ¿Hacia delante, a dónde? Ya hemos alcanzado el nunca: nunca volveremos a ver algo tan magnífico como lo que hemos visto ya, nunca nos emocionaremos tanto como nos emocionamos en esas tres noches de marzo, de abril y de mayo. Esa es nuestra condena y sin embargo, hay que seguir, pues la Tierra sigue girando. La predicción de Fukuyama, un disparate aplicado al tiempo de los hombres, sí que es concebible ahora en lo que tiene que ver con el fútbol. El 28 de mayo pasado el Real Madrid volvió a la noche original, al lugar en el que empezó todo: se autocumplió, honró el reflejo que desde niño había admirado en el espejo de la habitación de sus mayores. Ganó una Copa de Europa sintética, pues de febrero a mayo, frente a PSG, Chelsea, City y Liverpool fue la suma de todos los elementos que componen su todo, uno tras otro. Así que lo que queda es aguardar con paciencia otro eterno retorno, quizá otros sesenta años, aunque es probable que para entonces ya no exista ni la Copa de Europa, ni España, ni el Madrid, ni el fútbol, ni Europa. Todo se ha cumplido como tenía que cumplirse.

Ya hemos alcanzado el nunca: nunca volveremos a ver algo tan magnífico como lo que hemos visto ya, nunca nos emocionaremos tanto como nos emocionamos en esas tres noches de marzo, de abril y de mayo. Esa es nuestra condena y sin embargo, hay que seguir, pues la Tierra sigue girando

Entonces, ¿qué es lo que queda? Pues inventarse un futuro nuevo, una realidad distinta. Competir en igualdad de condiciones con el resto de los mortales ya no es posible, pues el Madrid ha probado, se ha probado a sí mismo y se lo ha probado al mundo, que está hecho del material del que están hechos los sueños. Las historias de Di Stéfano, de Redondo, de Raúl y de Zidane, eran verdaderas porque los niños ahora han visto las historias de Ramos, de Cristiano, de Benzema, de Vinicius y de Rodrygo. Inventarse un futuro nuevo implica sumergirse alegremente en la luz de los días que regresan ahora con los amaneceres fríos y los crepúsculos de ámbar y ganarse la partida a uno mismo. Lo escribió Manuel Vilas en un relato de fuerza extraordinaria: “que contra quién jugamos esta tarde: contra nadie. El Real Madrid es lo único que existe. Jugamos contra nosotros mismos. Somos lo único que ha quedado en pie: el pie, el blanco pie de un rinoceronte blanco”.

Mira, chato (XXVI)

Da igual que el futuro pase por la Superliga, o que la Superliga acabe integrándose en la Copa de Europa tradicional renovando su naturaleza y alcanzando por fin un pacto de conveniencia con la nueva oligarquía del petróleo y el lumpen que gobierna el fútbol occidental. El Madrid ya sólo puede jugar para sí mismo, el Madrid observa la creación desde una altura olímpica hasta la que se ha aupado escalando por el abismo de la historia. El Madrid, después de París, después de las remontadas, después de Zidane, Ancelotti, Mourinho, Benzema, Ronaldo y Bale, juega para “honrar en nuestra memoria a todos los espectadores que en algún momento de sus vidas presenciaron el juego perfecto del Real Madrid”, pues, siguiendo con Vilas, “somos supervivencia, y en esa supervivencia sobreviven millones y millones de vidas de quienes fueron nuestros seguidores, nuestro público, ya bajo tierra”. Ante ese público, que es el graderío del Juicio Final presidido por Dios, es ante quien el Real debe solamente ya rendir cuentas.

¿Qué es lo que queda? Pues inventarse un futuro nuevo, una realidad distinta. Competir en igualdad de condiciones con el resto de los mortales ya no es posible, pues el Madrid ha probado, se ha probado a sí mismo y se lo ha probado al mundo, que está hecho del material del que están hechos los sueños

Pero entre unas cosas y otras la vida continúa como siempre. Se espera el gran invierno, lo dicen todos los periódicos, lo dicen políticos mentirosos que se han vendido a potencias extranjeras y lo dice Vladimir Putin desde su búnker en los Urales. Ante una perspectiva tan oscura se alza otra vez septiembre con su poesía de otoño para ofrecernos una salida, una salida cuya puerta se abre este martes en Glasgow. No podía ser de otra manera. Glasgow, la ciudad totémica. Glasgow, el lugar de Hampden Park, donde Di Stéfano sigue contemplando a los gaiteros escoceses mientras intenta entrar en calor, donde Zidane sigue rematando su volea una y otra vez, donde Casillas no deja entrar ningún alemán por su pequeña portería desde hace ya más de veinte años. Yo y muchos otros nostálgicos como yo contamos los años por Copas de Europa: los años en que ganamos, los años en que hicimos el ridículo, la sucesión acumulada e ininterrumpida (e ininterrumpible) de los años que van llegando y pasando y en los que gran parte de nuestras ilusiones cotidianas, que son las únicas ilusiones que importan de verdad, se vierten en esa ánfora griega que es entregada cada final de mayo. Un Celtic de Glasgow-Real Madrid para dar comienzo a la postCopa de Europa, a la Copa de Europa del año después en que se terminase el fútbol y la Copa de Europa, es un regalo que nos hace la vida, una invitación a reunirnos otra vez con nuestros hermanos y con nuestros padres y con la mujer de nuestra vida, con nuestros hijos y con nuestros abuelos, con nuestros vecinos y con nuestros compadres, en torno al gran fuego que nos alimenta. Un fuego cuyas llaman al crepitar al son de la música de Haendel. Ce sont les meilleures équipes / Les grandes équipes / Une grande réunion…

Volea Zidane 3

Por supuesto, el Madrid como equipo e institución está obligado a continuar, por eso cada día que pasa el Tercer Chamartín es más alto y está más cerca de concluirse. Qué gran obra extraordinaria. El Madrid, como equipo y como institución, como el holos integral que es, mira hacia adelante, es la única manifestación de fe en el futuro que hay no ya en la España de hoy sino en la Europa de hoy. ¡Y qué manifestación! La esencia mitocondrial de la institución Real Madrid es embestir al futuro como un toro de lidia, sin razón ni por qué, sin otra causa que su mera existencia, que su bravura congénita. Florentino está elevando al cielo en La Castellana su propia catedral y en esa exhibición tecnológica y edilicia está el mismo afán de llegar a Dios que movía a los constructores medievales. El Madrid es un anacronismo, un accidente histórico. Cuando todo a nuestro alrededor es decrepitud y zafiedad, el Madrid surca alocadamente la estratosfera sin importarle qué vaya a pasar mañana. ¿Acaso el corazón del guerrero que va a morir en la batalla no palpita con la misma intensidad, desconociendo la muerte que le espera un minuto después?

Manuel Vilas: “que contra quién jugamos esta tarde: contra nadie. El Real Madrid es lo único que existe. Jugamos contra nosotros mismos. Somos lo único que ha quedado en pie: el pie, el blanco pie de un rinoceronte blanco”

Creo que esa es la lección que como aficionados podemos extraer de este inicio de curso balompédico. Una nueva temporada ha comenzado como si el Real no lo observara todo sentado en su trono en el techo del mundo. Como si la Copa de Europa que acabamos de ganar fuera a poder repetirse alguna vez. Más allá del bien y del mal, más allá del relieve sucio de la actualidad, con sus podredumbres y sus inquinas, está pura y virgen “la exaltación en los ojos, la ingravidez del blanco real” que cantaba Vilas también su poema homónimo, Real Madrid. En efecto, lo blanco contiene la alegría: la alegría de reunirse y de celebrar, la alegría de pedirse la misma cerveza en el mismo bar en donde empezamos a ganar el año pasado, “la única victoria posible del proletariado”. El Madrid gana siempre. El Madrid, que ya lo ha ganado todo y que se mira a sí mismo desde el otro lado del tiempo, gana y tiene que ganar “por todos nosotros, que tanto perdimos”.

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

7 comentarios en: El regreso de la Copa de Europa

  1. Don Antonio, excelso artículo. Gracias por describir tan bien los recuerdos de nuestra niñez, e infancia.
    El Real Madrid y la Copa de Europa es lo que usted escribe.

  2. Recuerdo hacer en los 90 una colección de las participaciones en copa de Eurpa del Madrid que la sacando e ABC de cuando el Madrid volvió a jugar la en la 95-96 después de unos años.
    Me llegué a saber todos los resultados y muchas alineaciones de los partidos, de aquella parecía algo mítico porque yo era pequeño y no me acordaba de la última participación de Madrid en la 90-91, me acuerdo que los antis hacían burla por ser en blanco y negro y estar franco en el poder (se deduce que tb mandaba en Europa) cuando ganó las 6 copas de Europa.
    Como han cambiado las cosas... excepto en que el Madrid era el equipo con más copas de Europa aún con los años que llevaba sin ganarla y ahora lo sigue siendo pero con más distancia.

  3. Esto traspasa la categoría de artículo brillante para engrosar la de joya literaria. Con lo alto que dejó el listón ...pues va el señor Valderrama y lo supera. De una emotividad y sensibilidad apabullante . Sin duda, un anarcomadridista romántico.

  4. Excelente. Pero yo creo que el Real Madrid tiene alma de ave fénix en reencarnación perpetua, de eterno retorno: cada año a empezar de cero, de la nada, como si hubiera conquistado la nada y el cero, con ambición renovada e infinita.

  5. Me ha gustado en su totalidad. Ha combinado magistralmente diferentes elementos que todos los hombres y mujeres, sin importar su condición social, valoramos indefectiblemente: la familia, la Mahou, lugares comunes y/o habituales. Elementos humanos asociados a lo divino, eso es el Real Madrid.
    Y lo que me ha gustado más ha sido esa descripción del Real Madrid; ese homenaje a los madridistas que ya no están , esa motivación extra que supone darlo todo por conseguir, otra vez, la COPA...en su recuerdo.

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