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El proyecto del Barça (y de Jonathan Rhys Meyers)

El proyecto del Barça (y de Jonathan Rhys Meyers)

Escrito por: Jorgeneo16 junio, 2015
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Como todo el mundo sabe, el fútbol de verdad empieza a contar desde 1988. Cualquier estadística o dato anterior debería ser borrado de la Historia del Futbol. Bueno, mejor dicho, realmente empieza a contar desde 1990, que es cuando el Barça de Cruyff gana su primer título relevante. Y lo hace, cómo no, ante aquel Real Madrid de la Quinta del Buitre que arrasaba en España (se habían ganado cuatro ligas seguidas) pero flaqueaba en Europa. Aquel Madrid llegaba a Mestalla con vitola de favorito y con la posibilidad de ejecutar, precisamente, al que se supone es el causante de todos los males que nos ocurren hoy en día: Johan Cruyff.

El caso es que aquella final de Copa la gana finalmente el Barcelona ante un Madrid que jugó con diez por la expulsión tempranera de Hierro, y con un gol de Amor que minutos antes debió ser expulsado. Esa victoria y las posteriores ligas ganadas en el último segundo (ayy, Tenerife) mantuvieron a Cruyff en el cargo y dejaron al Madrid en un periodo de inestabilidad que a día de hoy persiste.

Ahora paren de leer e imagínense una famosa escena de Match Point (Woody Allen). Imagínense a Jonathan Rhys Meyers lanzando aquel anillo al Támesis y lo cerca que estuvo de acabar en él. Reflexionen. Correcto. Sigan leyendo.

anillo de match point

El caso es que aquel Madrid exitoso ya se llevó por delante a cuatro entrenadores en dos años (Beenhakker, Toshack, Di Stefano y Antic) haciendo de aquel “No sé” de Florentino en la despedida de Ancelotti el Epílogo perfecto que resume nuestros últimos veinticinco años.

Porque a Beenhakker, recordemos, nosotros lo cambiamos tras un “triplete” (liga, copa y supercopa) que a día de hoy (25 años después) ningún entrenador ha conseguido repetir. Y se le cambia porque aquella Quinta empezaba a acomodarse tras marcarse, sin apenas respirar, cuatro ligas en cuatro años. A Kevin Roldan le faltarían aún otros cuatro años para venir al mundo pero el club ya se temía lo peor. Mendoza siempre fue un tipo con visión…

Ni el látigo de Toshack, ni el tándem Di Stefano/Camacho ni los records de Antic fueron suficientes para convencer a una afición que ya tenía el veneno de la “eterna victoria” metido en la sangre. Aun así, no sé, aquella Quinta acomodada acabaría ganando su quinta liga consecutiva.

Los medios de comunicación ya vivían del Madrid por aquel entonces (siempre lo han hecho, la verdad) pero la presión mediática se volvió cada vez mayor. De hecho, es curioso, pero en 1991 comienza en Canal+ “El día después” de la mano de Nacho Lewin y Michael Robinson. Y con ellos, los resúmenes de fútbol internacional y el concepto de “fútbol caviar” se cuelan en los salones de nuestras casas. Fue entrar Michael Robinson en pantalla y salir Radomir Antic del banquillo madridista siendo campeón de invierno y acumulando records que tardarían 20 años en superarse. Solo porque no daba espectáculo. “No sé”, debió de decirle Mendoza a un Vicente Del Bosque que fue precisamente el que presentó el informe a Don Ramón con los motivos para echarle.

El caso es que, gracias a que aquella moneda lanzada al aire en Mestalla salió cara para el Barça, y gracias también a la suerte que le acompañó después con aquellas ligas, su altavoz mediático ha podido vendernos siempre el modelo Cruyff como la victoria de un proyecto frente a la inestabilidad del Real Madrid.

Sin embargo, ese proyecto culé que lleva intacto desde 1990 no empieza a hacernos ni cosquillas hasta 2005 (quince años después), como veremos ahora.

El proyecto del Barça de los 90 se cimienta sobre la base de cuatro extranjeros de primer nivel mundial cuando el reglamento de entonces permitía solo jugar con tres. Lejos de lo que nos quieran vender ahora, el Barça de aquella época fichaba a golpe de talonario, permitiéndose cualquier exceso con tal de seguir en la senda de la victoria.

Recordemos, sin ir más lejos, aquel invierno donde se firmó a los hermanos De Boer por un pastizal a pesar de solo necesitar realmente a uno, Frank, que era defensa. Ronald, que era mediapunta, en realidad venía a ocupar un espacio ya saturado con Rivaldo, Figo, Giovanni, Cocu, Óscar y Luis Enrique, y a priori se antojaba innecesario. ¡Imagínense hoy en día a uno que yo me sé firmando a un hermano que no queremos y que encima es mediapunta! Se tiene que ir hasta Herrerín.

Los fichajes record de aquella época eran cosa de Can Barça. No lo olvidemos. A Lorenzo Sanz en el 96 se le ocurrió hacer algo parecido con Mijatovic y Suker y desde entonces no podemos pisar más allá de la M30 sin que nos tiren un botellazo a la luna del autobús. Con la lección aprendida pasamos años luchando entre el señorío de no fichar y la virtud de meter la pata. No es de extrañar, por tanto, que los años 90 terminaran con un informe de Pirri que aconsejaba despedir a veinte de los treinta jugadores en plantilla, y utilizando las ganancias de las partidas de mus para pagar la nóminas a final de mes.

Pese a todo, los 90 terminan con un Barça con seis ligas (y tres de ellas ganadas en el último segundo) y una Copa de Europa, frente a un Madrid con tres ligas y dos Copas de Europa ganadas al contraataque.

Ahora vuelvan a parar. Cámbienle la gorra a Buyo y pongan sombra en aquella esquina del Heliodoro Rodriguez Lopez. También pongan a Bebeto lanzando el penalti. Reflexionen. Correcto. Sigan leyendo.

Como ya comenté en el pasado artículo “la Trampa de Florentino”, su llegada en el año 2000 supone un cambio de tendencia importante. Los fichajes a golpe de talonario ya no serían sólo propiedad del Barça. Es más, el Real Madrid podía permitirse fichar al capitán del Barça.

El castillo de naipes construido sobre aquella moneda que Jonathan Rhys Meyers lanzó una noche de Mestalla le duró al primer presidente serio que tuvo el Madrid desde Bernabéu un año. El Barça entró en un periodo de penumbra entre 2000 y 2005 que casi se lleva hasta a Xavi Hernández por delante…(ayy la Diosa Fortuna).

Ni Serra Ferrer, que era el “suena Míchel” de la época, pudo reconstruir un equipo donde para encontrar a un jugador español en las taquillas del vestuario debías quitarte de en medio a ocho holandeses. La Masía, aquel sueño dorado de Cruyff, se había convertido en un lugar donde aprendían la salida lavolpiana chavalines nigerianos que estaban ahí para poco más que jugar al futbol-7 en verano y que les entrevistara Joserra en El Larguero.

Entre 2000 y 2005, la cuenta entre el nuevo modelo implantado por Florentino y aquel ancestral de Cruyff era clara: 7 títulos frente a 1.

Aquello fue un duro golpe para historiadores y analistas (no digamos ya para “el día después”) y el nacimiento del fútbol moderno ya no podía situarse en 1990. Había que hacer algo. Florentino había llegado cambiando las reglas del juego e inclinando la balanza de nuevo. Si el Barça ya no era el único que realmente podía fichar… ¿Qué les quedaba? ¿El 4-3-3 con extremos a pierna cambiada? Baaahh, eso sólo funcionaba si podías tener a los mejores. Esa mentira ya no se sostenía y el tiempo para que todo el mundo se diera cuenta se acababa.

Pero el espíritu de Jonathan Rhys Meyers volvió a dejarse caer. Algunos dicen que fue el día que Florentino decidió fichar a una leyenda del Manchester United en vez de traerse a un joven jugador brasileño que despuntaba en la “exigente” liga francesa. Quizá. Pero yo elegiría otro momento. Dos años después.

Verano del 2005. La Juve de Capello llegaba a un Joan Gamper que había ganado en importancia durante los últimos años de sequía culé. Fue en aquel verano cuando un chaval de 18 años humilló a una Juve plagada de jugadores de primer nivel entre los que se encontraban ex madridistas de lustre como Cannavaro y Patrick Vieira.

Capello, que es el único canterano bueno que ha salido del Txistu, cogió a Rijkaard en el túnel de vestuarios y lanzó con fuerza de nuevo nuestro anillo al Támesis:

- Frank, ya tienes tres extranjeros (Eto'o, Ronaldinho y Márquez) y este chaval no puede jugar. Cédemelo un año y luego ya te lo devuelvo.

- Fabio, a mí me ha dicho Laporta que aún no sabe cómo, pero que acabará encontrando la manera de que pueda jugar. No puedo hacerlo.

Y efectivamente: la FEF se inventó aquel año una figura jurídica nueva que permitía al Barça, como en los 90, disfrutar de los excesos y contar con un extranjero más que el resto: el jugador “asimilado” lo llamaron. Como era de esperar, el resto de equipos de la Liga montaron en cólera por aquel chanchullo y finalmente, por vías que a día de hoy se desconocen, Messi obtuvo la nacionalidad española en tiempo record permitiendo su inscripción en la primera plantilla para la temporada 2005/2006.

Aquella expulsión de Hierro, el deslumbrante sol de Tenerife y aquel penalti de Bebeto mantuvieron viva la llama de una mentira que en 2005 a punto estuvo de apagarse.

Lo que a muchos no os han contado es que más del 60% de los torneos importantes que ha conseguido el Barça desde 1990 han sido con Messi. Y nadie puede negar que la influencia directa que ha tenido sobre ellos transciende al juego de posición y la salida lavolpiana.

Quizá Messi haya sido la única estrella que Florentino no ha podido fichar. Una estrella que llegó al Barça justo el mismo año que él llegaba al Real Madrid; en el año 2000, casi a traición. La Diosa Fortuna quiso que aquel año Florentino mirara hacia Figo mientras por la gatera le colaban un dardo envenenado.

El efecto de aquel dardo ha sido devastador: diez títulos del Madrid en la “era Messi” frente a los veintidós del argentino. Una Champions frente a cuatro. Tres ligas frente a seis. Por eso los historiadores, que son muy listos, nos vuelven a cambiar la fecha. Ya no son los 90, sino los últimos 10 años.

Ante tal panorama, el papel de Pirri lo hemos heredado nosotros un poco, y cada año elaboramos un informe donde nos sobra desde el utillero hasta el pichichi.

No tenemos proyecto, decimos. Nuestra cantera, que sigue fabricando en masa jugadores para la elite, no sabe hacer bien la salida lavolpiana y necesitamos mantener un entrenador más de cinco años como hace el 1% de los grandes clubes europeos. Ese es nuestro diagnóstico. Y el de Nacho Lewin también.

Yo a día de hoy no sé cuánto aguantará Florentino el dardo envenenado que ha sido Messi, pero lo que sí tengo claro es que si algún día sale su sustituto no me cabe la menor duda de dónde acabará jugando.

Nuestro proyecto es un rodillo y tan solo la fuerza de Messi lo ha conseguido parar. Y nada más.

 “Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuántas cosas se escapan a nuestro control. En un partido hay momentos en que la pelota golpea el borde la red y durante una fracción de segundo puede seguir hacia adelante o caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue adelante y ganas, o no lo hace y pierdes.” Match Point. Woody Allen

 

 

 

 

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Madridista de la cosecha del 79. Nací un 15 de junio, como Laudrup. Fui Valdanista en los 90, Raulista a principios del siglo XXI y Casillista hasta el 2012. O sea, como todos vosotros. Y nada más.

7 comentarios en: El proyecto del Barça (y de Jonathan Rhys Meyers)

  1. ¿Brillante? ¿Solo? Es extraordinario, maravilloso, tremebundo, SENSACIONAL. Retrata como pocas veces he visto aquella época donde irrumpe con fuerza una tv de pago que, ademas de los indicados Nacho Lewin y Robinson, aparecen los inefables Carlos Martinez y Pedrerol para amargarnos los partidos o, en el momento que tienen la oportunidad, introducir el micro hasta la traquea al directivo o jugador de turno para extraerle la frase de rigor y demostrar que el Real Madrid (ya por aquel entonces, sin Franco) sigue robando - para hacerse una idea solo hay que ver el trabajo de la Marchante, excelente alumna, ahora en cada partido de Canal Pus - como seguirá haciendo toda su puñetera vida (digo lo de robar claro).
    Mis mas efusivo agradecimiento por traerme a la memoria (y recordarnos con tanto realismo) aquella época tan dura - lo de Tenerife, por ejemplo, para mi fue muy duro - e imagino que para los jóvenes que no la vivieron será interesante conocer su punto de vista. Gracias Jorge.

  2. Gracias de nuevo Antonio. Despues de tu comentario en twitter me he metido a leerlo y aquí te veo. Lo que dices es importante: muchos jóvenes no conocen de donde venimos. Yo tardé casi 20 años en ver mi primera Copa de Europa. Desde entonces, en últimos 18 años he visto 3 más. Sin embargo parece que estamos peor que antes. No deja de resultarme curioso.

    1. " Lo que dices es importante: muchos jóvenes no conocen de donde venimos."
      De donde venimos y por lo que hemos pasado (estamos pasando) hasta llegar aquí, somos un club en el que la imagen que reflejamos hacia afuera esta amasada (dado forma) a fuerza de mentiras por los que nos quieren muertos y encima para rematar la faena somos los bandoleros del panorama deportivo.
      Es por esto que vuestro esfuerzo es admirable, dando información contrastada o contrastable de todo lo que pasa o pasó a los que por un motivo u otro no pudieron conocerla. Cada vez que leo un articulo como el suyo, relato histórico que me transporta a un tiempo pasado, se me abren las carnes pero lo mas importante es que para los jóvenes y no tan jóvenes es un montón de datos que les ayuda a completar esa parcelita de tiempo que les faltaba para completar la historia del REAL MADRID. Gracias siempre Jorge.

  3. Uno se puede acercar a ese estilo ponderando sus fracasos y haciendo de la anécdota categoría, de la suerte puro reduccionismo. Pero también, con algo más de perspectiva, se puede hacer intentando analizar, sin prejuicios, esa metodología de trabajo tan transversal como avasalladora: Laureano Ruiz, Masía, Cruyff, Van Gaal, Laporta, Rijkaard, Guardiola, Tito, Luis Enrique... como estandartes de una actuación y un trabajo infinitos, casi tan invisibles como existentes.

    Ya ven, a cuantas más dudas, más estilo, más refugio, más viaje. ¿La clave, no obstante? El tiempo invertido y el no desistimiento en momentos de zozobra.

    No sé, en el fondo creo que para un madridista lo que molesta más del éxito de ese estilo no son los títulos obtenidos, que también, sino algo mucho más intangible, que es el reconocimiento, la fama y la celebridad obtenidos; eso no se compra con dinero.

    PD: ¿La suerte de Jonathan Rhys Meyers? Sinceramente, ya nos va bien que crean en ella como causante de todos sus oprobios y desventuras, porque seguirán dando palos de ciego y esperando, sin hacer nada, que caiga la bola de su parte.

    PD2: Y sí, Messi es el mejor jugador de la historia. Qué le vamos a hacer.

    PD3: Y no, tampoco hemos inventado el fútbol (esas petulancias son más propias de ustedes) simplemente hemos intentando, desde nuestra creencia en el estilo, dignificarlo. Y creo, modestamente, que lo hemos conseguido.

  4. Uno se puede acercar a ese estilo ponderando sus fracasos y haciendo de la anécdota categoría, de la suerte puro reduccionismo. Pero también, con algo más de perspectiva, se puede hacer intentando analizar, sin prejuicios, esa metodología de trabajo tan transversal como avasalladora: Laureano Ruiz, Masía, Cruyff, Van Gaal, Laporta, Rijkaard, Guardiola, Tito, Luis Enrique... como estandartes de una actuación y un trabajo infinitos, casi tan invisibles como existentes.

    Ya ven, a cuantas más dudas, más estilo, más refugio, más viaje. ¿La clave, no obstante? El tiempo invertido y el no desistimiento en momentos de zozobra.

    No sé, en el fondo creo que para un madridista lo que molesta más del éxito de ese estilo no son los títulos obtenidos, que también, sino algo mucho más intangible, que es el reconocimiento, la fama y la celebridad obtenidos; eso no se compra con dinero.

    PD: ¿La suerte de Jonathan Rhys Meyers? Sinceramente, ya nos va bien que crean en ella como causante de todos sus oprobios y desventuras, porque seguirán dando palos de ciego y esperando, sin hacer nada, que caiga la bolita de su parte.

    PD2: Y sí, Messi es el mejor jugador de la historia. Qué le vamos a hacer.

    PD3: Y no, tampoco hemos inventado el fútbol (esas petulancias son más propias de ustedes) simplemente hemos intentando, desde nuestra creencia en el estilo, dignificarlo. Y creo, modestamente, que lo hemos conseguido.

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