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Pep Guardiola nunca pierde

Pep Guardiola nunca pierde

Escrito por: Antonio Valderrama15 abril, 2018
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En la noche del martes, después de quedar eliminado su equipo por cuarto año consecutivo de la Copa de Europa, Pep Guardiola aludió en rueda de prensa al Real Madrid. No fue el Madrid sino el Liverpool quien sucedió al Mónaco (quien a su vez había sucedido al Atlético de Madrid, y éste al Barcelona, quien tomó en 2015 el relevo, esta vez sí, del Real) en la tarea de apear a su equipo de la competición; no obstante el hombre del lazo arrugado mencionó el enfrentamiento entre el campeón y el Bayern de Munich de abril del año pasado para quejarse de la incidencia arbitral en el destino de su City en esta copa. Comparó el gol anulado a Sané con la expulsión de Arturo Vidal aquel día en el Bernabéu. “Este tipo de acciones, marcan la diferencia. El año pasado expulsan a Vidal injustamente contra el Real Madrid en el momento en el que mejor estaban jugando”, como si un poquito antes de ese Madrid-Bayern no hubiera ocurrido lo de Barcelona y el PSG.

Dice el historiador israelí Yuval Noah Harari en Homo Deus que el ser humano necesita del relato para sobrevivir. Esta no es una cuestión puramente subjetiva: así funciona también, por ejemplo, el mecanismo de la visión. O el cerebro. El relato convierte una tormenta de hechos fragmentados, aleatorios y dispersos en algo coherente a lo que se puede dar sentido, interpretar y creerse. Todo esto por supuesto no es cosa nueva. Guardiola lo sabe bien, y lo maneja como nadie en el negocio del fútbol.

En España se dio una situación que elevó para siempre a Guardiola al santoral: su magnífico Barcelona coincidió en el tiempo con el arco triunfal de la selección española, lo que sacralizó tanto su figura como sus métodos, sobre todo en contraposición a la figura y al método con el que el entrenador del Madrid, Mourinho, quería terminar con su hegemonía.

Gran parte de la leyenda creada en torno a su figura tiene que ver con el Madrid. ¿Alguien puede imaginar qué sería de la estela subjetiva que su Barcelona ha dejado en el imaginario popular sin el 2-6 o el 5-0? De igual modo la trayectoria europea de ese equipo está jalonada por dos resultados particulares que sobresalen por encima de todos los demás: el 4-0 al Bayern de Munich en 2009, incontestable, y el 0-2 al Madrid en 2011.

Cualquiera puede recordar en qué circunstancias se produjo aquel resultado, como también el 1-1 de la vuelta que clasificó a su equipo para la segunda final en tres temporadas contra el Manchester United de Ferguson: para mí siempre será el partido en el que vi anular un gol porque un jugador cometió falta cayéndose de espaldas. Cristiano Ronaldo puede apuntar ese récord a la larga lista de proezas que atesora como futbolista. ¡Derribar a un rival sin verlo, después de que se empotren contigo mientras tú llevas el balón!

En su primera Copa de Europa, el Barça de Pep eliminó al Lyon, al Bayern y al Chelsea. Empató los tres partidos fuera de casa, entre ellos el célebre de Stamford Bridge arbitrado por Ovrebo. En la final, en Roma, venció gracias a un gol de Etoo y a otro de Messi, que tuvo la inelegancia de rematar de cabeza un centro al área.

En su segunda conquista europea, su Barcelona apeó al Arsenal perdiendo en Londres en la ida; al Shaktar Donetsk, venciendo en Ucrania, y al Madrid, en el partido en el que a Dani Alves lo derribó con espantosa violencia una corriente de aire que se formó de repente en la banda derecha del Bernabéu. En la final de Wembley, Messi cometió otra torpeza fascista-madridista al atreverse a chutar desde fuera del área, marcando así el 2-1 de un partido que terminaría con victoria barcelonista sobre el United por 3-1.

Bien, el Barcelona de Guardiola es, si se pregunta por la calle, una de las cimas de este deporte. Sin embargo, sí que es cierta una cosa: jugaba muy bien, pero no tanto como se daba a entender. Ciertas acciones de espíritu, digamos, propagandístico, ayudaron a forjar esa imagen ya indeleble de escuadra portentosa que practicaba un fútbol celestial, un juego que no era de este mundo y al que el resto de mortales debía aspirar a toda costa. Como todo hermoso relato también éste tuvo su contrarrelato: hay quien sospechaba que, en realidad, Guardiola había dado con una formación táctica que maximizaba la mayor virtud de una serie de extraordinarios futbolistas como Xavi, Busquets o Iniesta, el control del balón, cuyo objeto era desarrollar un estilo de juego pasivo, en términos de balonmano, que destruyese psicológicamente al adversario generando el espejismo de un asedio sin fin parecido a La Jaula, el sketch de los dibujos animados japonesa de Oliver y Benji.

el barça de guardiola jugaba muy bien, pero no tanto como se daba a entender

Al relato guardiolista contribuyeron, por supuesto, tanto la herencia cruyffista como las victorias de España en el Mundial de Sudáfrica y en la Eurocopa de Polonia y Ucrania. Desde luego hubiera sido otra cosa sin la eclosión de un futbolista monstruoso como Messi, pero eso es como preguntarse qué hubiera pasado si Hitler hubiese destruido Dunkerque antes de la evacuación del ejército francobritánico. Una ucronía.

Guardiola, como entrenador, vive estupendamente del relato. Se aprovecha porque es un hombre bastante inteligente, de innegable talento como manager y entrenador de fútbol. Hijo del cruyffismo original, parece que entendió bien el constructo psicosocial mediante el cual una Copa de Europa ganada gracias a un free-kick o tres Ligas de cuatro regaladas en la última jornada por catástrofes del adversario se transforman por ensalmo en inalcanzables logros que trascienden lo deportivo para alcanzar el terreno de lo olímpico.

En un reciente artículo publicado por The Irish Times, el periodista, Barney Ronay, se preguntaba si Guardiola no sería, a pesar de todo, un fraude. La palabra suena gruesa, más en inglés que en español. El mismo periodista, sin embargo, también alude a la condición de Guardiola de arquitecto del “equipo más convincente de la era moderna”, en referencia a su Barcelona. No es posible sospechar de los periodistas anglosajones en este aspecto, casi tan rendidos a la mística del guardiolismo como la prensa de Madrid. “¿Es Guardiola un fraude calvo?”, titula la pieza, jugando con la polisemia de bald, que puede ser calvo o simple, es decir, sencillamente, un fraude. Dirime la cuestión comparando las estadísticas de posesión y tiros a puerta del virtual campeón de la Premier con los resultados de sus tres últimos partidos, grandes partidos, los dos del Liverpool y el derby de Manchester. Entiende que el resto de entrenadores del mundo han encontrado una manera de meterle mano a “the fine point machinery of Guardiola’s team”.

No le ha pasado sólo este año. Mourinho y Di Matteo derrotaron a su onírico Barcelona y desde entonces Guardiola lleva repitiendo un patrón similar en los partidos de la verdad, es decir, en la Copa de Europa. Con un global de 5-0 en 2014, 5-2 en 2015, 3-2 en 2016, 6-6 en 2017 y 5-1 en 2018, parece claro que a la tiranía del fútbol divino le ha salido una disidencia goleadora.

A Guardiola se le han escrito dos libros, que yo sepa. No puedo opinar porque no me los he leído. Pero las notas hagiográficas en prensa española, deportiva y generalista, siguen estando a la orden del día. Guardiola nunca pierde: es el sistema. Ha conseguido instalar en la opinión pública la ilusión de que sus equipos, comprados con el mismo dinero que el del resto de clubes de la élite en la que compiten, son en realidad bandas del patio, de chiquillos alegres y entusiastas que no juegan para ganar, sino por el bien. Durante seis meses, desde agosto a septiembre, sus equipos juegan para la paz mundial y la felicidad de los pobres porque ganar es algo demasiado hortera; llega la primavera y el hombre se enfada como cualquier hijo de vecino cuando no gana lo que quiere ganar, pero entonces, casi nunca es culpa suya.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

12 comentarios en: Pep Guardiola nunca pierde

  1. Como entrenador yo no puedo juzgarlo a pesar de los triunfos en el Barça, tan pronto estuvo en otros equipos no ha ganado nada más que la competición oficial , por tener mucha diferencia con los otros equipos, como persona merece un cero, ni me gusta su comportamiento, y tampoco lo que trasmite, me parece un ser muy despreciable y poco amigo de arreglar cosas que es lo que hay que hacer cuando se pasan por ciertas situaciones , en fin no es una buena persona.

  2. Hubiera ganado el barca de Cruyff la champions del 92 si llega a jugarla también aquel Milán ? Nunca se sabe ! Pero yo lo dudo mucho . La prueba está cuando al siguiente año el Milán destrozó al llamado " dream team " . Y como bien escribe Ud, tres ligas ganadas de aquella manera ( Tenerife , penalti de Djukic ) ganadas en el último segundo de la competición! . Nadie duda que fuera un gran equipo , pero , tanto como para llamarlo dream team? . Forjaron su " relato " como ahora quieren forjar el relato del Madrid , pero al contrario .

    1. Yo es que la primera vez que oí lo de dream team refiriéndose al Barcelona (la frase nació con el equipo que USA envió a los Juegos de Barcelona, con Bird, Magic Johnson, Jordan, etc...) fue a Ramón Mendoza en un tono que me pareció muy sarcástico. Guardiola es uno de los grandes entrenadores que hay, y ya está.

  3. Para mi José Guardiola sí es un fraude, lejos del ecosistema de "la red" ha cosechado fracasos sonados, no los voy a enumerar los conocemos de sobra. Claro que sus fanboys saldrán a decir que ha ganado la Bundesliga y tiene a tiro la Premiership, pero sinceramente no creo que ni Bayern ni Man. City le contrataran para ganar sólo sus respectivas ligas. Ya como jugador era de lo más marrullero que he visto, un ejemplo claro y del que se fue de rositas sin tarjeta alguna, es el que ocurrió en la 1996/97, lo podeis ver en youtube, simplemente buscar Guardiola codazo a Suker.

  4. Lo que está claro es que se maneja como nadie en discursos huecos y liristas, que tanto gustan a los Robinsones, Maldinis, Cappas y Carrascos de turno, y en la hipocresía. Con un discurso que pone en la lupa los millones de los gastos del Madrid (que en las últimas temporadas han sido muy pocos), escondiendo los muchimillones propios; cerca de 1.000 millones entre Bayern y City para llegar lo más lejos a semis (?) de champions.
    Lo peor de todo es que, como buen culé, goza de un maquillaje y marketing excelente, que hace que se venda el producto, y a precio muy caro, y que incautos directivos de clubes se lo compren.

  5. Y lo sorprendente es como a olvidado la prensa el turbio asunto de su positivo por nandrolona , en Italia, que se solventó por un defecto de forma sin que nadie alli cuestionara la veracidad del caso. Si no estoy equivocado el tema sigue abierto en Italia y este fulano no puede poner un pie allí.

    1. Te refieres a que no puede entrenar o a que no puede visitar Italia?.

      Muy de acuerdo con el autor del artículo.

      Para mí es un buen entrenador con mucha propaganda y con muchas sombras y muchas sospechas sobre sus métodos que nadie ha abordado seriamente nunca...

  6. Hay que recordar que Pepito Guardiola es el único jugador ESPAÑOL sancionado por DOPAJE.
    Los rumores sobre dopaje en sus equipos son continuos. Puede que nunca se demuestre, aunque también se decía lo mismo de Lance Armstrong.... como también del enano argentino.
    Del equipo de baloncesto también hay rumores, así como declaraciones de exjugadores, de "sustancias" que han perjudicado su salud de forma irremediable, ¿se investigará? Pueden estar seguros de que no.
    Aún así no gana tanto como debería, lo cual sólo me lleva a pensar que su nivel como entrenador es MEDIOCRE, pero beneficiado por estar en clubes con un poder adquisitivo enorme... no me le imagino entrenando a Las Palmas como su amigo P. Jémez. Eso sería indigno para alguien "superior" como él.
    Lo que nunca van a oír a sus "lameculos" es que M. Pellegrini (Mr. Puntaje) lo hizo mejor que él en el M. City... antes despellejan al último jugador del planeta que reconocerlo.
    El mundo está MUY mal.

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