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Un pellizquito de odio, por favor

Un pellizquito de odio, por favor

Escrito por: José Luis S. Ortiz29 agosto, 2017
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Estoy en un sinvivir, se lo reconozco. Días de zozobra y meditación me acompañan. A pesar de los resultados y del estado general de optimismo en todo el madridismo, negros nubarrones se ciernen sobre mí. Si me tienen paciencia, les cuento.

Soy, como todos ustedes sabrán, aficionado madridista. Lo soy -esto no lo sabrán- desde hace muchos años. Siempre he vivido feliz con este sentimiento, felicidad que he visto tambalearse hará un par de años o tres, justo en el momento en el que, vía redes sociales, empecé a contactar con otros madridistas (muchos) que sentían el mismo afecto por el club de referencia, pero con una matización muy importante. Y así, comencé a observar que, al margen de este afecto global a todo lo que significa el Real Madrid, si uno quería integrarse completamente en la manada madridista era recomendable/imprescindible tener cierto brote diferenciador. Este brote consistía en odiar, mirar torcido, aborrecer, detestar, execrar, abominar o despreciar a algún jugador del Madrid.

Ese, y no otro, es el toque definitivo, el que nos distingue del resto de aficionados de otros clubes. Si no detestas a uno de los tuyos, no eres madridista de rancio abolengo. Uno, como poco.

No se me engañen, no estoy hablando de críticas puntuales por un mal partido a Tal o Pascual, no. De hecho, este humilde servidor les mentiría si les dijera que nunca he criticado a jugador alguno del Madrid. No solo he criticado a alguno, creo que los he criticado a todos. Del mismo modo que les digo lo anterior también les digo que he disfrutado con ellos y de ellos, cuando la cosa se ha terciado. Y he disfrutado mucho o muchísimo.

No, no hablo de criticar, ni siquiera de criticar ferozmente. Hablo de otra cosa más profunda, más irracional, más visceral y, por lo tanto, totalmente inexplicable. No es un odio de pretemporada ni de temporada ni de postemporada. Es un odio atemporal en nada relacionado con los partidos, los goles y los títulos. Nace del escroto y se desparrama en twitter. Y yo carezco de ese sentimiento, ergo, mal que me pese me barrunto que no soy un madridista como Dios manda. Carezco de esa bilis, de ese colmillo retorcido, de esa sangre inyectada en ojo sanguinario y odiador. Y por ello tengo un gran problema porque, como todos ustedes podrán comprender, yo quiero formar parte del clan, de la secta, de la tribu.

Y es un gran problema dado que no puedo odiar a ninguno de los jugadores del Madrid de hoy. A ninguno. A estos que forman el colectivo actual, me resulta imposible. En mayor o menor medida, me gustan todos.

No puedo odiar a ninguno de los jugadores del Real Madrid de hoy

No puedo odiar a un tipo tan poco odiable como Bale. Esa carrera de la Copa de Nuestro Rey, esas dos finales de Champions, esa potencia y esa manera de jugar cuando está sano. Esa manera de hacer equipo antes de la final de Cardiff. Por si fuera poco, es que el tipo es un caballero educado, amable y todo corrección. Cada vez que pisa una final, sea por el mantra sea por lo que sea, final que nos traemos. Tampoco puedo odiar a alguien porque se lesiona mucho. Más le pasará a él. No puedo odiar a un tipo que le dice a su presidente que o le vende al Madrid o deja el fútbol. Y no, tampoco puedo odiar a un tipo porque lo digan Santisegu o Supercroqueta. Es más, tan solo esto último sería motivo más que suficiente para crear la peña GarezBale en cada rincón de cada pueblo de España.

No puedo odiar a Karim. No puedo odiar a uno que está en la lista de los diez máximos goleadores en la historia del Madrid. No puedo odiar al protagonista de la joya del Vicente Calderón. No puedo odiar a un tipo que en mitad de una sesión de tiros a puerta se pone a hacer abdominales como si no costará. Sí, ya sé que es una razón que les puede parecer estúpida, pero al menos a mí, me sirve para corroborar que el mantra de la vagancia del francés es un mito imbécilmente admitido por muchos. No puedo odiar a un tipo que juega tan bien al futbol aunque juegue muy mal. No lo puedo odiar porque los patitos feos son mi debilidad. Y con mucho mayor motivo, no puedo odiar a Karim porque el As de la Ouija diga que es el preferido del presidente.

No puedo odiar a Cristiano. ¿Cómo voy a odiar a Cristiano? Para un madridista como yo, es imposible odiar a Cristiano. Sí, se le pueden criticar gestos y actitudes. Como los tendría, en su tiempo, D. Alfredo, seguro.  Pero, ¿cómo vas a odiar a un tipo que ha dado tantos y tantos ratos de alegría? ¿Se puede odiar a un tipo tan profesional? Busco y rebusco y más allá de cosas puntuales, no encuentro nada. Lo peor de Cristiano no es él ni nada suyo, lo peor es una parte de su ejército de aduladores que han decidido motu proprio que se hace justo y necesario odiar a otro jugador de ese mismo equipo por vaya usted a saber los motivos. No lo entiendo y me pregunto: esta gente ¿quién quiere que gane, el Madrid o Cristiano? ¿No se darán cuenta de que si el Madrid gana, con o sin Cristiano, también gana Cristiano?

Vivimos tiempos agridulces. Dulce por el desparrame del Nou Camp y la Supercopa de Europa y agrio porque hemos podido comprobar que el villarato está vivo y colea como nunca lo había hecho. Dulce para regodearnos en la exhibición y en la heroicidad de jugar y ganar contra todo. Y agrio con motivos de aluvión para criticar la cosa federativa. Sin embargo, haciendo acopio del refranero español, éramos pocos y parió la abuela. En lugar de volcar todo ese poderío en el bando contrario, muchos deciden volver la cara hacía alguno de los nuestros. Éramos pocos y parte del dizque madridismo decidió hacer causa común con el enemigo de verdad, ese que vende fotos de tías en pelotas, y tomarla con alguno de los nuestros.  A pesar de ese batallón de amigos (cuerpo a tierra que vienen los nuestros) yo no puedo odiar a Ronaldo. Me resulta imposible. Y disfruto, como el que más, de sus maravillas. Y me encabrono, como el que más, con las injusticias que se comenten con él desde hace mucho tiempo. Si ser admirador de Ronaldo conlleva odiar a algún jugador del Madrid, bájenme de ese carro. No lo quiero. Me fastidiaré con mi madridismo light.

No puedo odiar a Ramos y eso que,  para mí, se ha transmutado en Canelita más veces de las deseadas. No puedo odiarle aunque, en compañía de otros, le hiciera la cama a Mourinho. El 92:48 lo dice todo de la reciente historia del Madrid y él fue el protagonista. Como diría nuestro mequetrefe de referencia, allí empezó todo. Sin él, muy probablemente, nada de lo de hoy sería posible. Es imposible odiar a alguien así. Y tampoco le puedo odiar porque es un buen capitán, a diferencia de otros, y porque es un profesional como la copa de un pino. Esos cuerpos serranos no se forjan sin profesionalidad y entrenamiento. No le puedo odiar aunque se desbarate y se desmelene más allá de lo recomendable. Y no le puedo odiar porque es sevillano, como mi mujer, y mi integridad física correría peligro. Es como si fuera de la familia.

No puedo odiar a Marcelo a pesar de su cintura, a veces sospechosa. A pocos jugadores extranjeros del Real Madrid he visto llorar a lágrima viva como a este muchacho al final de la Décima. No le puedo odiar aunque defienda de aquella manera. Porque en el otro lado del campo hace cosas que invalidan lo de servido por lo comido. Es mucho más lo servido que lo comido.

No puedo odiar a Carvajal a pesar de sus pinceladas a lo canelita. Aguerrido canterano y llorón, como tiene que ser. No puedo odiar a Varane, es imposible odiar a Varane. Yo creo que cae bien hasta a los antimadridistas. Una vez un tal Alvarez Izquierdo (catalán) le expulsó por dos faltas que no hizo. Irá al infierno. Es lo más parecido a Beckenbauer que yo haya visto. Aunque Beckenbauer, ya sabemos, era un jeta. No puedo odiar a Nacho. También es imposible. No le puedo odiar porque lo que no puede ser no puede ser y además, eso. Canterano y superprofesional con diabetes incluida. Con dos cojones.

No puedo odiar a Keylor Navas. Mucha gente odia a Keylor y ya saben por qué. Tampoco le puedo elegir a él. Podría odiarle como aquel energúmeno que le descerrajo su ira y su inferioridad cuando Keylor se rapó el pelo en homenaje a los niños con cáncer. Yo, si me permiten, aspiro a un odio humano, no al odio que generan otras especies de bípedos. Odiar a Keylor por algo así me es inasumible. Muchos menos puedo odiar a Kiko Casillas porque es otro gran profesional y porque solo a un genio se le ocurre quitarle la tablilla de los cambios al cuarto árbitro en una final de Champions y poner el número 12. No puedo odiar a nuestro niño de la guerra, nuestro jugador favorito, el Luka Modric. Le podría odiar por feo, por buscar una excusa. Pero no me saldría. Un tipo que juega como los ángeles, que pasó su niñez entre bombas, que se enfrentó al tal Levy por venir al Madrid y que dejó para la posteridad aquello de que iba a significar menos para el Madrid que Song para el Barcelona es in-odiable.

Luka

No puedo odiar a Kroos por muy alemán que sea. Porque es muy bueno, el cabrón. Porque aquel alzamiento de brazos alentando a las masas en la final de Cardiff vale más que cualquier frase en perfecto castellano. Se le entendió todo. Normalmente se le suele entender todo aunque no diga nada. Tampoco puedo odiar a Casemiro…”Casimiro, titulá”. Nuestro leñero favorito. Porque, claro, su fichaje fue un error habiendo en el Castilla lo que había. Por ser miembro del pelotón de los inadmisibles para la dizque prensa dizque deportiva.

Nada que no hay manera. No puedo odiar a Kovacic. ¿Recuerdan? Pagar 30 millones por un suplente en el Inter de Milán era un capricho florentinesco. Ya es motivo suficiente, pero no solo por eso, ¿verdad? Por jugar como los ángeles y por aguantar la suplencia sin rechistar cuando le ha tocado. No puedo odiar a Isco…a pesar de que nos lo han querido meter hasta en la sopa, muchas veces sin razón, porque resulta que ha sido él solito el que se ha metido en nuestra sopa. Ahora es un nivel superior.  No le ha hecho falta ningún mamporrero sobrevenido. Cómo odiar a Marco Asensio. Ese chaval con esa adolescencia merece todo, todo, todo lo bueno que le venga. No podría odiar a Marco ni aunque me lo propusiera. Escuchar a su padre contar el día en el que Florentino les puso un avión privado a él y a su hijo para traerles a Madrid a firmar el contrato, me lo impide aún más. No puedo odiar a Lucas Vázquez, por muchos y variados motivos. Por ser buen futbolista, buen profesional y buen jugador de equipo. Pero aquella imagen de un balón dando vueltas sobre su dedo índice me impide oponerle ni el más mínimo reparo.

De los nuevos no puedo odiar a nadie básicamente por una razón: porque todos le han echado una considerable cantidad de valor y coraje. Vulgo huevos. Sabiendo que otros equipos ofrecían el oro, el moro y la titularidad han preferido venir aquí. Ceballos, Theo, Marcos Llorente y Vallejo. Tampoco puedo odiar a Borja Mayoral porque es carne de cañón de todos esos que van por la vida de coleccionistas de cromos. Le menosprecian e infravaloran para justificar la venida de su cromo favorito. Solo por ese motivo, es in-odiable.

Así pues, estoy jodido. No soy un buen madridista. Pero no desfalleceré en el intento. Se me antoja imprescindible odiar a alguien, aunque no sea jugador. Así podré sacar los cañones del twitter y atizar. Así me integraré en el clan madridista de rancio abolengo.

¿Valdría odiar a Chendo? No sé yo. Por aquello de Cheryshev y tal. No y mil veces no. Eso sería tanto como ponerse del lado de la corruta Federación del Fúrbol y los Álbitros. Podría odiar a Herrerín, el señor mayor que está siempre en la bocana de los vestuarios. Pero sería una gilipollez por mi parte. Estamos hablando de un odio humano. Odiar a ese señor es como odiar a Navas. Propio de primates. Podría odiar a Florentino, pero eso me pondría del lado del vendedor de fotos de tías en pelotas. Y por ahí sí que no paso. Podría odiar a Pintus Magnificus, pero tendría el mismo problema, ya que eso me colocaría al lado de Diego Torres Romano, y por ahí tampoco estoy dispuesto a pasar.

Podría odiar a Florentino, pero eso me pondría del lado del vendedor de fotos de tías en pelotas

¡¡¡Ya lo tengo, cojones!!! Voy a odiar a Paul Burgess que es el que cuida el césped de todos los campos del Real Madrid. Cojonudo. ¿Por qué? ¿Acaso necesito razones? Si un fulano odia a Bale porque se lesiona mucho o a Cristiano por sus gestos, ¿por qué no voy a odiar yo al jardinero con la excusa de que no me gusta como corta el césped? No sería el primero que utiliza la excusa del césped para justificar algo injustificable. Si otros pueden, yo también.

A partir de ya mismo, aparezco yo en twitter mezclándome con el populacho vil y atizando al jardinero. Acusándole de ser el culpable de aquel gol que se tragó Keylor, de un mal centro de Marcelo o de un remate al segundo anfiteatro de Cristiano. Simplemente, porque no corta bien el césped. No me gusta que lo corte en franjas paralelas. Prefiero que lo haga en círculos concéntricos. Y mejor aún, si en el césped hiciera algún dibujo con la cara de algún ciudadano ilustre para despistar a los contrarios. La cara del Dioni, del Villar o uno  de estos. De D. Victoriano, no, no cabría. Yo he visto Eduardo Manostijeras y sé que se puede hacer.

Uufff, qué alivio…aunque ustedes no se lo crean, me acabo de quitar un peso de encima. Ya soy madridista a todos los efectos. Por fin he conseguido odiar a uno de los nuestros. Hala Madrid, con dos cojones. Y tan ancho que me quedo, oigan.

PD.- A quien corresponda: me escaneen el certificado y me lo mandan por privado a mi cuenta de twitter. @erZuru2000. Gracias.

14 comentarios en: Un pellizquito de odio, por favor

  1. Excelente.!!!

    Un solo apunte. Debe corregir la tarjeta de presentación que aparece en el pie de los artículos, porque si no recuerdo mal, "tengo doce, como tú"

  2. Este articulo lo voy a enmarcar ahora mismo.

    Pobre Burgess, con lo aseadito que nos tiene el césped. Una anécdota de Burgess. Preguntado por el número de personas que trabajaban a diario para mantener el césped perfecto, contestó: "Nunca está perfecto"

    ¡Cómo vas a odiar a alguien así!

  3. A mí me parece que exageras y que se está exagerando mucho con eso de los odios por parte de la afición madridista. Siempre ha habido jugadores que han gozado de la simpatía incondicional y otros de lo contrario por parte de la afición. Lo que pasa es que ahora con todo esto de internet, las RRSS y los programas basura-deportivo se da mucho eco y han descubierto que echar mierda y dar palos al Madrid vende y por fin, muchos periodistas deportivos que antes tapaban más su antimadridismo, ahora incluso pueden hacer gala de ello porque cuenta en el curriculum para encontrar empleo en esto de los sálvames deportivos. Pero no creo que las cosas hayan cambiado tanto respecto a la afición del Madrid. Sólo que ahora los altavoces mediáticos se hacen eco, los magnifican y los alimentan.
    Pero lo que hace daño de verdad al Madrid, aparte de las campañas mediáticas, es ese trío cancerígeno que forman Villar-Gaspart-S. Arminio. Los que deciden los títulos, los ascensos y los descensos no sólo de los equipos sino de los árbitros como ya han apuntado algunos disidentes.
    Pienso que algunos os estáis obsesionando demasiado con el deseo de un madridismo homogéneo y afectuoso. Un madridismo racional y sensato.
    Vuestra búsqueda de la afición perfecta es tan estéril y obsesiva como la de los que buscan la perfección del equipo y de cada uno de sus componentes.
    Saludos y ¡¡ Hala Madrid !!

  4. Excelente artículo.
    Tengo que reconocer que yo he llegado a odiar (deportivamente) a Casillas, por su actitud como capitán en los tiempos oscuros. Y antes llegué a odiar (deportivamente) a Raúl por la omertá periodística que se impuso sobre su bochornosos últimos años en el Real Madrid, condenado a jugar con diez durante mucho tiempo. Curiosamente ambos eran defendidos con uñas y dientes por la prensa.

    Le llevaré la contraria en lo de que ese odio es exclusivo del madridismo. Para nada. Lo hay en todos los equipos. Todos tenemos nuestras filias y fobias.

    Eso sí, lo que yo nunca he hecho ni haré será silbar a un jugador de mi equipo, basicamente porque yo quiero que mi equipo gane.

    1. Se me olvidó poner como bien apuntas que las filias y las fobias no es exclusivo del madridismo, se da en todas las aficiones, lo que pasa es que a la nuestra se le da todo el eco del mundo.

  5. ¿Odiar a Chendo? con aquel marcaje que le hizo a Maradona en Copa de Europa, donde el propio Diego dijo que; "fue el mejor marcaje que me han hecho en la vida. Y sin una sola patada". Si Chendo jugase hoy, otro gallo le hubiera cantado a Messi en sus partidos contra el R.Madrid. Gran artículo.

  6. Buenas vacaciones, muchas gracias, guardaré este artículo. Tiene muchísima ironía, mucho conocimiento y también un toque muy serio a la afición. De pasada también pone en su sitio a ciertas "leyendas" blancas. Gracias.

  7. Pues hombre a la mierda el Madrid... Viva el Greonlandinionson Sportu Clubi jajaja ajajajjaja Pedazos de piperos, a comer maní tostaó, frío y con cáscara jaja ajajaja...

    Ps: En plan serio.
    No importa lo que digan, NO puedo odiar a los míos, así de fácil y sencillo. Molestarme, como el domingo, SÍ, claro, no me gusta perder ni jugando béisbol al trapo... La vida es así de injusta, que le vamos a hacer. Unos van a pitar y otros, TV y mar por medio, queriendo estar ahí para terminar roncos con los locos de la Grada o fundiendo un server de Twitter al grito de HALA MADRID. Si cada vez que me acuerdo de la mirada que mi mujer me echó cuando me vió cantando "Yo quiero mi cajón pintado blanco entero" a la par que en la transmisión del partido, como diciendo: estás más loco que una cabra !!!!!
    Al final será (voy a robarles la frasesita a los segundones del Calderón, y disculpenme la comparación) que entre el madridismo hay quienes no lo pueden entender !!!!

  8. Lo que sucede es que el Madrid juega en España, con perdón. En España tenemos bastante ignorancia, mucha cobardía, muchísima envidia y a la vez una gran dosis de mala baba. Por algún sitio tiene que reventar esa mezcla explosiva y si encima es contra gente que ni puede ni quiere defenderse , pues mejor que mejor.

  9. El artículo roza la perfección.
    Sólo un pero: has olvidado explicar por qué no se puede odiar al divino calvo, a ZZ.
    Habrá sido la guinda del pastel, como él mismo.
    Un saludo.

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