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El partido del odio

El partido del odio

Escrito por: John Falstaff3 mayo, 2016
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Yo celebro que, mientras velamos armas junto a nuestro equipo a la espera de recibir al Manchester City, el destino nos haya deparado a los madridistas la rara ocasión de deleitarnos con el enfrentamiento entre el Atlético de Madrid y el Bayern de Múnich. No todos los días tiene uno la oportunidad de aliviar la tensa espera con un partido como éste. Así que, arrogándome un derecho que como todo el mundo sabe sólo corresponde por designio divino a los periodistas deportivos, me he tomado la libertad de bautizar este partido que acaba de terminar. Y habida cuenta de que lo de El Clásico ya estaba cogido y muy manoseado, y además resultaba a todas luces inapropiado, he elegido un nombre que, modestia aparte, refleja exactamente la naturaleza de este encuentro: el partido del odio. Del odio mío, claro.

Dejando a un lado al eterno rival, no encuentro en el mundo dos equipos más odiosos que los que esta noche se enfrentaban en Múnich, y agradezco a los astros que se hayan alineado para darme la oportunidad de ver cómo se han despellejado mutuamente con la esperanza de merecer el derecho de enfrentarse  a los blancos y radiantes en la gran final de Milán (confíemos en que así sea). Ha sido, cómo no, un espectáculo dantesco y algo gore, con sangre y vísceras en el terreno de juego, una pelea encarnizada, y a mí se me abría el apetito presenciándolo. El Allianz Arena ha transmutado en coliseo romano y yo me he sentado a contemplar el espectáculo desde el palco de mi casa envuelto en mi blanca túnica, desgranando con pausa y delectación un racimo de uvas mientras los gladiadores se sacaban las entrañas en la arena entre gemidos de dolor y chasquidos de hueso roto. No me digan que el espectáculo no ha merecido la pena.

Hay, sin embargo, una diferencia entre ambos equipos. O, para ser más precisos, entre el odio que generan ambos equipos, al menos en mi persona. Una diferencia sutil pero fundamental que inclinaba la balanza de mis deseos para esta noche y que hace que el resultado final no me haya dejado indiferente. Por ambos equipos profeso un inconfundible odio africano, pero el odio no es una categoría moral que esté exenta de matices ni de gradaciones. Hay odios y odios, y no conviene confundir conceptos.

Atleti Bayern

Empecemos por los alemanes. El Bayern de Múnich sale de fábrica con la prepotencia montada de serie y la arrogancia marcada en la frente como si fueran los cuatro aritos de su logotipo. El Bayern siempre sale al campo con el Deutschland über alles impreso en el ADN y con las trompas wagnerianas resonando triunfantes en una fanfarria ensordecedora. Es una parafernalia imperialista, de propaganda de guerra, y uno no puede dejar de acordarse de un españolito moreno, bajito y madridista que se plantó ante los panzer alemanes al pisar simbólicamente la cabeza de Matthaus, como aquel estudiante en la plaza de Tiananmen. Aquello estuvo mal, sí, pero la guerra es la guerra, y uno no puede dejar de sentir simpatía por el feo gesto de Juanito, porque el Baryern produce un odio revirado y reconcomido, emponzoñado y venenoso, un odio mezclado con indignación, un odio cabezón, como de vino peleón. Es un odio garrafón que no se extingue nunca y que no te deja en paz, como una mosca cojonera que interrumpe la siesta y de la que uno no acaba de librarse nunca. Que el entrenador se llame Guardiola no hace sino agravar el cuadro.

El Atlético de Madrid, sin embargo, ofrece en su mejor versión un odio limpio de polvo y paja. Yo nunca he odiado tan a gusto como odié al Atlético de Madrid de los Capón, Ayala, Heredia, Leal, Panadero Díaz y Rubén Cano. Era un equipo de melenudos que tenían el espíritu de los hermanos Hanson de El castañazo, y eso son palabras mayores. Era como ver a los Ramones, o tal vez a los Who saltar al campo y romper guitarras en el escenario mientras Luiz Pereira se preguntaba qué pintaban ahí él y su violín. Era, sí, un fútbol guitarrero, macarra, de suburbio metropolitano, un fútbol de cemento y asfalto, con muchos decibelios y poca sutileza. Esa es la esencia del Atlético de Madrid, la sangre que corre por sus venas, los genes que se transmitieron de generación en generación, de Heredia a Arteche, de Arteche a Tomás y de éste a Juanma López y al propio Simeone. Es el hábitat natural de gente como Diego Costa o el propio Arda Turan, que llevaba el fuego en los ojos, en la barba y en el nombre hasta que lo trasplantaron al Camp Nou y pasó de dar miedo a dar pena al verle obligado a trocar el hacha por la lira para que danzaran las bailarinas blaugranas.

Uno odia al Atlético de Madrid con todas sus fuerzas, porque un enemigo tan feo y antipático sólo puede merecer el odio de una persona decente, pero también con respeto. Uno odia al Atlético y es un odio purificador, relajante, taumatúrgico. Uno odia al Atlético y sabe que al hacerlo es mejor persona, porque es lo justo odiar a un equipo tan correoso, tan duro, tan leñero, tan agrio y tan desagradable. Pero también respeta su orgullo de perdedor, ese buscarse la vida a golpes, a machetazos si es preciso, ese afán de supervivencia aun sabiéndose incapacitado para alcanzar la cumbre de la escala alimenticia. El Atlético, en cuanto Atlético, tiene el halo heroico de los perdedores que siguen peleando aun cuando son conscientes de que nunca dejarán de serlo. Con malas artes, sí. Con violencia, también. Con la sed de venganza inyectada en sus ojos, qué duda cabe. Pero con el orgullo inasequible al desaliento de quien, siendo incapaz de pintar Las Meninas, rompe y mancha unos lienzos para defender con vigor que lo suyo también es arte.

Sí. Al Atlético de Madrid, cuando es el auténtico Atlético de Madrid, yo lo respeto tanto como lo odio. Por eso sugiero al Cholo Simeone que se olvide de discursos buenistas, que se quite la careta de buen chico tras la que últimamente tiende a ocultarse, que deje de lloriquear por las diferencias de presupuesto, que deje de ser podemita y que se muestre tal como es. Que se lance a la calle, que haga la revolución, que desempolve la guillotina si es preciso, que tome el cielo al asalto, pero sin intentar convencernos de que pretende ganarlo con rezos, sin adoptar una pose pía y beata que en él resulta vergonzante. Le seguiremos odiando igual, le seguiremos derrotando igual, y le seguiremos resultando igualmente inalcanzables. Pero tendrá nuestro respeto y, si me apuran, hasta nuestro puntito de admiración. Porque la grandeza propia es, en buena medida, el resultado de la fortaleza de los enemigos.

Así que espero hayan disfrutando tanto como yo viendo la carnicería, la lucha a muerte entre dos equipos intrínsecamente odiosos. Pero sin perder la perspectiva. Insisto: hay odios y odios. Yo me alegro de que el Bayern se haya ido hoy a los infiernos. Al Atlético, que es el único equipo al que un madridista puede odiar como Dios manda, ya le volveremos a facturar nosotros al lugar al que pertenece.

En el prosaico mundo real me llaman Eduardo Ruiz, pero comprenderán ustedes que con ese nombre no se va a ninguna parte, así que sigan llamándome Falstaff si tienen a bien. Por lo demás, soy un hombre recto, cabal y circunspecto. O sea, un coñazo. Y ahora, si me disculpan, tengo otras cosas que hacer.

13 comentarios en: El partido del odio

  1. "le seguiremos derrotando igual". No sé, yo le he visto ganar al Madrid varias veces. Le he visto ganar en el Bernabeu, incluso una final de Copa y le he visto ganar 4-0 al Madrid, el día que para el miope de Piqué empezó todo.

    En cuanto a la arrogancia del Bayern... Incluida ésta, ¿en cuántas columnas de la galerna no se deja ver una arrogancia arrolladora, irreflexiva, devastadora? En unas cuantas tal vez. Y es que el odio en fútbol es, sin duda, una carretera de doble dirección.

  2. Buenas noches John, dice que lo respeta tanto como lo odia, yo de odio todo, de respeto nada,
    es imposible respetar a un club que se fundamenta, en las esencias y características, del español
    la más importante de ellas la envidia, contra todo "STATUS" que es noble, elevado y de rango superior
    adquirido durante décadas de trabajo duro y sacrificio en ecosistemas hostiles prácticamente sin
    ayudas de nadie. Otra característica que me da asco es su origen, este atlético en contra de todas
    las milongas, que nos han contado en los últimos 40 años y 9 meses, no proviene de unos estudiantes
    vascos que en 1900 y pocos y residiendo en Madrid decidieron hacer en la capital una sucursal del
    equipo blanco y bla, bla bla, etc..... . Este equipo desapareció el 18/ 07/ 1936, dejó de existir y de tener
    actividad. Al contrario que el Madrid que siguió plenamente operativo en la zona republicana.
    EL actual Atlético de Madrid fue fundado en la primavera de 1937, en Salamanca ( zona fascista)
    y en su origen tiene un claro origen militar y pro-fascista. Sus primeros partidos semioficiales están
    datados ya en Zaragoza, y son de carácter regional ya siempre como Atlético Aviación hasta 1949,
    que le cambian el nombre al equipo por el actual, para disimular sin duda su origen.
    Vale por esta noche, pero si algún seguidor aviador quiere más tengo para dar y tomar
    Saludos blancos, castellanos y comuneros

    1. Fe de erratas. cuando digo sucursal del equipo blanco, en realidad quiero decir sucursal del
      equipo rojiblanco bilbaíno. como habrán deducido la mayoría de foreros.

  3. Buenas noches se me olvidaba una razón meramente futbolística para odiar al Atlético Aviación
    esta banda de matones consentida por la federación y sus árbitros, puede ganar la liga de
    Campeones y la liga Española, metiendo -ojo- 60 goles menos que nosotros, entre las dos
    competiciones, un desastre para el futbol ( como espectáculo), se mire como se mire
    Saludos blancos, castellanos y comuneros.

  4. La palabra "odio", como que no, muy fuerte eso... Yo les tengo a esos equipos "antipatía", sí, eso mismo... Me caen mal el Guardi y el Cholo y eso se hace extensible a los equipos donde estén entrenando.
    Aunque he de confesar que prefería que ganase el equipo alemán, sólo por ver a la mayoría de los periodistas deportivos (que son todos del At. Madrid o directamente antimadridistas) que copan las radios, prensa y tv en España retorcerse del disgusto (y echando espumarajos por la boca, figuradamente, claro)
    Ahora lo que toca es aguantar las loas (exageradas y ridículas) al fútbol del Cholo (ese entrenador macarra que ellos pintan como un "angelito") y escuchar mil y una veces más eso de que "el fútbol le debe una Champions al At. Madrid"... el horror...

    1. Creo que Lagavulin explica y contextualiza perfectamente la palabra Odio. Además, como en lo del amor y el sexo, para que vamos a llamarlo antipatía si lo que queremos decir es odio.

  5. Odio lo que se dice odio, sera un odio monumental. Si el MADRID pasa a la final y se olvida de pagar la cuenta colchonera. En fin,, soy MADRIDISTA Y me gusta que me odien......

  6. Gracias Comunero por dejar claro lo del origen del Atlético de Madrid (para mi siempre será Atlético Aviación). Cada vez que tengo oportunidad y alguien tacha al Real Madrid de equipo del régimen, dejo claro quién es quién y de donde viene cada uno. Aún así, nadie le quita la etiqueta de equipo rebelde o de barrio a los del Atlético Aviación. No lo entiendo.
    Por cierto, me encantan los Ramones, los Who y lleve melena en mi adolescencia hasta que me fui a La Legión. Soy un Madridista de mente abierta y bastante apolítico.

  7. Por fin un momento para entrar en La Galerna. Os sigo leyendo todos los días, pero no tengo tiempo para más, aunque sí ganas. Así que al lío.

    Amigo John no puede ser odio. No lo comparto y le digo porqué. La antipatía, enemistad, etc.., sólo se transforma en odio cuando el odiado puede joderte y de hecho te jode, implica por lo tanto elevar la categoría. Uno puede odiar a su jefe, a quién tiene un curriculum envidiable y te va a quitar el puesto del tirón, incluso a los criminales que con impunidad (por los motivos que sean) comenten sus fechorías. No puedes hacer nada contra ninguno de ellos y en su consecuencia, los odias. Puedes, en fin, odiar a quién es muy superior a ti. A un pobre hombre nunca se le odia. Creo.

    No es este el caso del Atléti. El Atleti es humo, y el humo es poco persistente. El personajillo que les representa es un impresentable, (se levante como se levante cada mañana), y la prensa que los arropa y les da vuelo es una banda de vendidos, gente interesada, sin principios y, por supuesto, antimadridistas. El Atleti no puede hacernos daño (daño de verdad) ni aún ganando la final , por que lo suyo es efímero y jamás (en mucho, mucho, mucho tiempo) van a poder compararse a un equipo grande de verdad. Pueden realizar gestas, y considerarlas como leyendas y tal, pero son las hazañas del TBO, de Marvel, etc... Pero nunca, por mucho que sean jaleadas por la banda, serán comparables al Quijote que ya ha escrito el equipo blanco. Y ahí está comunero para seguir contando sus historias, o mejor, historietas.

    Ellos sí tienen motivos para odiar al Madrid. También los tienen la banda deportivo-farandulera de periodistas y personajillos de bodevil. Odian al Madrid porque lo tienen que soportar todas y cada una de las mañanas al levantarse, y cada mañana tiene algo más de historia que el día anterior.

    Por lo tanto y concluyendo el Atleti sí odia al Madrid, no tiene otra forma de luchar contra su superioridad histórica y reciente (2014 UCL), un buen madridista no odia al Atleti y su payaso de verbena. Sencillamente se los desprecia. Ahí llevan su cruz.

    PD: En ningún momento digo que no sea Vd. un gran madridista y de corazón, que lo es como sinceramente así lo pienso. Solo creo que ha equivocado el vocablo. Le ruego que me crea.

  8. Gracias a todos por sus comentarios. Leyéndolos, me da la impresión de que el artículo no refleja adecuadamente el tono paródico (y en no pequeña medida autoparódico) con que está escrito, lo que sin duda no puede achacarse sino a mi torpeza.

    Mi objetivo no era otro que escribir algo políticamente incorrecto y ligeramente provocativo, cargando la suerte en ocasiones, pero sin perder nunca el espíritu burlón y chacotero. Ni odio al Atlético, ni odio al Bayern ni propugno nada parecido. Era sólo una broma, una gansada desafortunada o, como dirían los angloparlantes, an ill-fated joke.

    Mis disculpas por mi torpeza, y ¡hala Madrid!

    1. Así me lo he tomado yo, gran Falstaff y me he divertido de la socarronería que parecía que destilaba el artículo, sí que es verdad que al leer los comentarios me ha entrado la duda y al releer y comprobar como se dibujaba una sonrisa en mi rostro con frases como "porque un enemigo tan feo y antipático sólo puede merecer el odio de una persona decente", ná, está bien reflejado, John. Otra cosa es el momento que nos pilla y lo interpretamos 😉

      Muchas gracias por el divertido artículo, incluso me ha parecido que le has metido varios zascas esos periodistas que loan exageradamente al atleti y lo elevan a arte 😉

  9. Que grande John. Odio? Es el que manejan los antimadridistas pensando en el futuro vencedor de la champions. UNDECIMA les suena aun infierno devastador. Precisamente es Odio lo que tienen a nuestro MADRID. Pues nada, que nos sigan odiando. HALA MADRID Y A POR TODAS....

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