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¿Mbappé pa’ qué?

¿Mbappé pa’ qué?

Escrito por: Antonio Vázquez3 diciembre, 2023
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Formo parte de ese ejército desarmado y silenciado de madridistas que desdeñan el posible fichaje de Killyan Mbappé desde hace mucho tiempo. Lejos de colmarme de esperanzas e ilusiones, los incesantes rumores (que no noticias) sobre la posible contratación del delantero francés solo me producen hastío y desazón. Todo el ruido que genera el bucle Mbappé acaba derivando principalmente en frustración ante las expectativas no alcanzadas, y en un injusto menosprecio a los jugadores que sí se suman al proyecto y a los que defienden cada semana el escudo del catorce veces campeón de Europa. Esto se constató el pasado verano, cuando el Madrid se impuso a los gigantes de la Premier, contratando al mayor talento que ha dado el fútbol inglés en décadas, aunque su llegada fuese menos sonada de lo que debería al perderse en un mar de tuits con emojis de tortugas. El fulgurante inicio de Jude Bellingham en su periplo como madridista pone de manifiesto lo que muchos sabíamos y sosteníamos; el futuro del Real Madrid no depende del fichaje de un futbolista que, además, ya ha tenido y desaprovechado varias oportunidades de vestirse de blanco.

Haciendo un ejercicio muy peliculero de elaborar una lista con pros y contras de la potencial llegada del delantero de Bondy al Madrid, la columna de condicionantes negativos es bastante más extensa que la de razones para apostar por él. No es una cuestión de despecho con un jugador que ha rechazado al Madrid en diferentes ocasiones, son argumentos razonados que tienen en cuenta la relación entre riesgo y posible beneficio.

Para empezar, la camaradería y el equilibrio en el vestuario actual parece ser extraordinario. Y subrayo la palabra parece, porque obviamente solo vemos lo que la ventana del departamento de comunicación y las redes sociales nos dejan, y carecemos del conocimiento real de lo que se cuece en el seno del equipo. Además, destacamos la armonía que parece reinar en el grupo porque los resultados acompañan. Hay conjuntos formados por un excelente ramillete de amigos que son duramente criticados por no alcanzar el rendimiento deportivo deseado. En todo caso, la plantilla actual, que ha sido convenientemente remozada y tiene en la recámara otros jugadores, da la sensación de mantener una sintonía óptima entre veteranos con galones y las vitrinas llenas, jóvenes que ya saben lo que es tocar el cielo en el Bernabéu y los recién llegados, ansiosos por formar parte de la leyenda. Una superestrella que aterriza con estatus especial sin haber contraído mérito alguno en el Bernabéu puede destruir el dedicado ecosistema que es un centro de trabajo con 25 jóvenes millonarios. Y eso sin tener en cuenta la brutal diferencia salarial que todo apunta que habría entre Mbappé y el resto de sus compañeros, lo que también supone un caldo de cultivo perfecto para que los recelos, envidias y tensiones afloren. La modélica escala salarial, motivo de mofa durante muchos años, ha sido un pilar fundamental del éxito deportivo y económico del club.

Haciendo un ejercicio muy peliculero de elaborar una lista con pros y contras de la potencial llegada del delantero de Bondy al Madrid, la columna de condicionantes negativos es bastante más extensa que la de razones para apostar por él

Tampoco a nivel deportivo existe una verdadera necesidad de fichar al francés. No sobran efectivos en la delantera, pero la filosofía de contratar y formar a los talentos más prometedores del mundo ha dado sus frutos, y tiene todo el sentido seguir transitando por esa senda. Endrick llegará el verano que viene para ocupar una plaza de delantero, Rodrygo y Vinicius (que además se desempeña exactamente por la misma zona que Mbappé) tienen que seguir creciendo, Brahim ha demostrado que puede ser importante en este equipo y siempre existe la posibilidad de repescar a Kubo, una de las grandes sensaciones de la Liga. Tampoco hay que descartar acudir al mercado a por otro jugador interesante y seguramente más barato. Porque la realidad es que ni el mundo ni el fútbol empiezan ni acaban en Kyllian Mbappé.

Mbappé con Francia

Quiero recordar lo que sucedió las tres veces que el galo, como San Pedro, negó al Madrid. La primera ocasión fue siendo solo un niño, en el ya lejano 2012. Entonces, su familia prefirió que siguiera creciendo cerca de casa y no ingresara en la cantera madridista. Luego, en 2017, el delantero entonces del Mónaco eligió permanecer en su país, aceptando la oferta del PSG, antes que competir por un puesto en la delantera con la BBC. Y, más recientemente, en 2021, el horrible verano en que cada día suponía un dramático giro de acontecimientos y supuestas negociaciones, llegó su última renovación en París. Pues bien, tras cada uno de esos sucesos, el Madrid ha ganado Copas de Europa. En la última, además, previa eliminación del mismo PSG en octavos de final.

Una superestrella que aterriza con estatus especial sin haber contraído mérito alguno en el Bernabéu puede destruir el dedicado ecosistema que es un centro de trabajo con 25 jóvenes millonarios. Y eso sin tener en cuenta la brutal diferencia salarial que todo apunta que habría entre Mbappé y el resto de sus compañeros

Hay otro factor que podría parecer menor, pero que a mi juicio no lo es. En el fútbol, como en la vida, un activo importantísimo de una entidad es la imagen que transmite al mundo. Y en las últimas décadas, el Real Madrid ha recobrado la condición que nunca debió perder de elite máxima del fútbol, la definitiva aspiración y sueño de cada niño que empieza a darle patadas a un balón en un patio. Sabemos que no es exactamente cierto, y que hay muchos jugadores en la historia que han acabado defendiendo la zamarra blanca sin ser aptos para hacerlo, pero es importante mantener ese aura. Y para ser lo que significan la filarmónica de Viena, la Universidad de Harvard o la chaqueta verde de Augusta en sus respectivos campos, no basta con exigir el máximo desempeño, también hay que dejar patente que la oportunidad de formar parte de esta aristocracia es exclusiva. O se aprovecha, o no regresa.

Esperando a Godot

A la postre, las decisiones deportivas en el club las toman expertos que han demostrado sobradamente su valía. Y si consideran que el fichaje de Mbappé sigue siendo importante y beneficioso para los intereses del equipo, a buen seguro que se intentará acometer. Otra cosa es conseguirlo. En mi opinión, y siendo como es Kyllian Mbappé un excelente futbolista, no es necesario y ni siquiera deseable extender esta historia interminable. No hay ni urgencias, ni necesidades reales de traerle. Entonces, ¿Mbappé pa’ qué?

 

Getty Images

6 comentarios en: ¿Mbappé pa’ qué?

  1. Vamos, que si no viene con un sueldo ajustado a lo que puede y debe ofrecer el Madrid (incluyendo la prima de fichaje) que no venga, esfuerzos extras por éste jugador ya no.

  2. Me representa por completo.
    Yo no siento rencor, me parece lógico que MBappé nos rechazara dadas las presiones y los emolumentos, disparatados. Y es un crack.
    Pero si desestabiliza el vestuario, provocan problemas sus pretensiones salariales y corta la progresión de los que ya tenemos, ¿merece la pena la millonada que nos va a hipotecar? Prefiero el actual modelo.

  3. Suscribo el que restaría mas de lo que aportaría:

    Ha demostrado ser una rata contra sus compañeros y su club en muchas ocasiones, además de indolente y sin ambición deportiva en las derrotas de su equipo. Su ambición es olo económica, para ello lo mejor es que se vaya a Qatar, no a Madrid.

    Y lo peor, los extraordinarios futbolistas del Madrid no se merecen que llegue un tío, que sin trabajar y esperando solo la bola arriba, cobre el triple que ellos. Totalmente injusto. Mirad a Jude, trabaja sin parar por todo el campo y además promedia gol por partido. Mas Judes y menos tortugas.

    Importante, si Jude ha hecho olvidar a Kylian, ojito el año que viene a Endrick, que en resumidas cuentas: es un Vinicius con buen disparo a puerta...Ojo con él...

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«Un Real Madrid-Bayern de Múnich es un monumento a la guerra y a la conquista, a la voluntad de prevalecer y ganar. Un recuerdo imperecedero de que el juego tiene como fin único la victoria, no el disfrute».

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