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Walter Samuel, El Muro

Walter Samuel, El Muro

Escrito por: Antonio Valderrama21 julio, 2015
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Han leído bien: hoy vengo a hablarles de Samuel. De Walter Samuel. El Muro. Walter Adrián Samuel Luján, de Laborde, Argentina. Nacido en 1978, a la sazón con 26 años en julio de 2004, cuando aterrizó en Barajas procedente de Roma. Era entonces, según los expertos, el mejor defensa del mundo. O uno de los mejores. Robusto, fuerte, serio, hosco, ceñudo, cuando se cruzaba de brazos parecía el portero de la discoteca de mi pueblo. Esos que, a las cuatro de la mañana de una noche cualquiera en verano, con la camiseta negra a punto de explotárseles en los bíceps, sólo musitan son diez euros con consumición mirándote de arriba abajo. Samuel, Il Muro, como lo empezaron a llamar en Roma tras cuatro temporadas espectaculares en las que formó una malla invisible alrededor de la portería y en las que la Associazione Sportiva romana ganó un Scudetto y una Supercopa de Italia. Walter Adrián, se llamaba. Cómo no recordarlo tan bien.

En el verano de 2004, aún con el estrépito y la vajilla rota de la temporada 2003-2004, en el Madrid se pedían cojones y centrales. Se tenía entonces esto como la fórmula mágina, el Abracadabra que solventaría el escandaloso final del sueño trasatlántico del año de Queiroz: la pócima de Fierabrás con la que Florentino, todavía mojado tras el hundimiento de su Titanic, pensaba sanar las heridas de una afición en shock. Se repetía por los bares de Madrid: ¡centrales! ¡cojones! ¡Camacho! Era la letanía del madridismo, el diagnóstico de lo que había fallado a partir del 10 de marzo. Se trajeron entonces un par: Jonathan Woodgate, una joven promesa del balompié británico, baluarte del eficaz Leeds United que había llegado a semifinales de la Copa de Europa un par de temporadas antes, y a Walter Samuel. Il Muro.

Central argentino de reconocido prestigio internacional, Samuel llegó a España mostrándose desde el principio parco en palabras. Esto no le ayudó a ser percibido por la afición como un tipo con el que encariñarse. Redundaría en su perjuicio, más adelante. Por aquel entonces yo contaba con 16 años y leía a diario el Marca. No es que fuese a comprarlo todas las mañanas: lo consumía con fiebre, lo devoraba. Por aquel tiempo ya se decían muchas pamplinas, y a mitad de aquella campaña dejé de ser un fiel en el kiosco. Pero ese verano, yo necesitaba respuestas. Quería saber por qué el Madrid, para mí aún bendito por la infalibilidad papal que velaba mis ojos de adolescente acrítico (pura carne de la propaganda idiotizante), no había ganado nada el año anterior, y cómo íbamos a ganarlo todo en la siguiente. Con Camacho. Con centrales. Y con cojones.

Walter Samuel Real Madrid

Samuel era, para mí, un auténtico can cerbero del infierno: un mastín, un alabardero real, una figura mítica, un portento de la retaguardia, un zaguero impenetrable, la verdadera encarnación de la Línea Sigfrido. Los telediarios no hacían más que poner el mismo corte: Samuel, de rojo romanista, haciendo un tackle; Samuel, de blanco, en uno de esos campos italianos de fondo desamparado y nombres que inspiran temor, tales como el Artemio Franchi o el Ennio Tardini, anticipándose al delantero; Samuel, en el Olímpico de Roma, metiendo un gol de soberano testarazo; Samuel, despojándose de la camisa y la chaqueta a lo Clark Kent, salvando a una viejecita de morir atropellada en un atestado paso de peatones de Manhattan. Samuel, en definitiva, era la polla. No nos iba a meter un gol ni Cristo bajándose de la cruz y calzándose las botas de Cantona en el anuncio de Nike, pensaba. Ingenuo de mí.

Debutó en Da Luz. Era un amistoso, frente al Benfica, que el Madrid perdió 2-1. Jamás, hasta la eclosión de Varane en 2013, ansié tanto ver jugar a un central como aquella tarde tórrida de agosto en que me pasé dos horas delante del televisor, viendo el amistoso por Antena Tres. Once años después, la única fotografía que retengo de aquel partido es la imagen de Samuel despatarrado ante Casillas, mirando muy serio, con ese aire dramático que conserva quien huye del gesto peripatético, cómo la pelota iba mansa hasta la red del Madrid. Samuel era, contrario a costumbre, un argentino callado y mustio, un argentino hierático que no regalaba triquiñuelas de parlanchín ante las cámaras. Por lo general rehuía el foco, y eso en el Madrid puede ser bueno si las cosas te van bien: al contrario, nadie sentía como propio a aquel tipo sepulcral que cuando fallaba, cosa inaudita, se echaba la culpa a sí mismo.

Costó poco menos de 25 millones y fue vendido por poco más de 16. Fue titular prácticamente todo el año, a excepción, naturalmente, del partido más importante de la temporada: el de vuelta de los octavos de final de la Copa de Europa del año 2005, en Turín. El Madrid defendía un 1-0 logrado en el Bernabéu a puro huevo. Fue el mejor partido del año y es probable que de toda la Década. No obstante, el influjo inefable, intangible, el perfume arrebatador de la Década, ya había envuelto la eliminatoria: Samuel vio tarjeta en el minuto 73, y ya debía acumular otra de la fase de grupos puesto que no viajó a Delle Alpi. Allí, claro, el Madrid perdió. Lo hizo, además, en la prórroga: centro lateral, Raúl Bravo -jugó de central, sustituyendo a nuestro querido Walter- despejó blando como la mierda de pavo, hacia la frontal del área, y Zalayeta cañoneó sin piedad. Noi a Istanbul e voi a Hollywood, decía una pancarta en las afueras del estadio.

Real Madrid Walter Samuel

Samuel fue muy criticado. Recuerdo un artículo de El Cortador de Césped en Marca, antes de que a este buen señor le devorase el personaje de hater profesional. Decía, y esto fue en septiembre u octubre, que no le gustaban los centrales zurdos. Yo por entonces no conocía la diferencia entre un central zurdo y otro que no lo fuese. Me pregunté: ¿en qué le afecta patear con la siniestra? Desde entonces me esforcé mucho en advertir alguna circunstancia que delatara la poca idoneidad de ser central zurdo. Escrutaba los movimientos de Samuel con tanto ahínco que llegaron a dolerme los ojos. A veces, en el bar, miraba a mi alrededor diciéndome: ¿seré el único gilipollas que está apretando la vista hacia el televisor fijándose en cómo golpea un central la pelota? La cuestión es que no hallé inconveniente alguno en eso, pero sí en Samuel. Era evidente que la cualidad desharrapada de la plantilla del Madrid incidía negativamente en su rendimiento. Arropado en la Roma por un sistema que, trazando la comparación económica, podríamos llamar garantista, en Madrid Samuel se desenvolvía, contra natura, en un desbarajuste anárquico.

La fachada imponente de Samuel, su cualidad pétrea, transformóse en debilidad, nervios, indecisión, duda, ausencia de precisión. Errático, en su caminar no había seguridad, y fallaba hasta los pases horizontales más sencillos. Se había convertido en un perro apaleado: iba al suelo cuando no hacía falta, apenas soportaba la tensión termodinámica del uno contra uno, y en general, al primer silbido del público del Bernabéu, Samuel perdía la concentración irremediablemente.

Tuvo tres entrenadores en aquel año terrible. Huyó Camacho y llegó García Remón. El Madrid alcanzó simas de oprobio y ridículo inauditas. El mundo se caía a trozos entorno a mí y aquel pobre argentino con porte de gaucho parecía deambular por un planeta ininteligible. Marcó un gol y, en un gesto rebelde que indicaba orgullo interior y amor propio de central herido -los defensas tenemos un ego muy grande, aunque no lo parezca- se dirigió a la tribuna del Bernabéu señalándose la oreja: craso error. Ese desafío a la platea es lo más subversivo que puede hacérsele al ultramontano público de Chamartín. Lo entendieron como un reto altanero y, claro, Samuel quedó sentenciado ante el Senado y el Pueblo de Roma. Por chulo. Mi padre, al tiempo, me preguntó sarcástico (siempre le ha gustado ensañarse con los nuevos fichajes del Madrid que a mí me entusiasmaban, en una suerte de rejoneo paternofilial que supongo entenderé cuando yo sea padre y coma huevos) si a ese que había traído el Madrid de Italia le llamaban el Muro; sin esperar mi respuesta, me miró de lado y lo vi agarrando el cincel y la placa de mármol: pues el Muro no llega ni a Tapia.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

10 comentarios en: Walter Samuel, El Muro

  1. Bonito relato. Nunca entendí por qué no triunfó este hombre en el RM, al igual que otros muchos buenísimos jugadores.

    Especialmente recuerdo uno que me gustaba mucho y que jugaba como dios según mi criterio, Milan Janković. Un jugadorazo que sólo aguantó una temporada. En fin, espero que alguien que sepa escribir le dedique una líneas en La Galerna.

  2. Recuerdo perfectamente ese gol de Samuel. Es más, recuerdo lo que exclamó mientras hacía ese gesto a la tribuna. De hecho, en la foto ya se le ve en actitud alveolar para empezar a gritar: ¡la concha de tu madre!

  3. A Samuel, un buen defensa desperdiciado en el Madrid, le pasó que llegó a un equipo en el que solo él intentaba defender y ,claro, no cabía en su asombro viendo la molicie que le rodeaba. Eran tiempos en los que las palabras correr, esfuerzo, presión,meter pierna fuerte etc, estaban desaparecidas del diccionario blanco. Un diccionario plagado de términos como galácticos, espectáculo, indolencia, estrellas,ferraris y tantas otras aún más nefastas. En aquel equipo, unos porque no sabían y otros porque no querían, correr es de plebeyos, nadie intentaba quitar la pelota al rival, salvo Samuel y claro,desentonaba tanto que siempre pagaba el pato.

  4. Para completar el por qué del cabreo del Bernabéu ante el gestito de La Tapia (grande tu padre), convendría recordar que el gol con el que mandó callar al Bernabéu se lo marcó al todopoderoso Albacete, si no recuerdo mal, y después de pegarse la temporada que se pegó todo el equipo.
    Digamos que no eligió el mejor momento para abandonar su hieratismo... O que era gilipollas, vamos, pero una de las dos casi seguro.
    Un saludo.

  5. Samuel no era mal jugador, era un central correcto que eso si necesitaba formar en un equipo bien estructurado defensivamente. Pero en aquella epoca su compañero de zaga era un autentico desastre llamado Helguera, lo de jugadores manenidos por la prensa en el Madrid no es nuevo y el caso de Helguera es palmario. El tipo fallaba una y otra vez, era lentisimo, aculaba tzanto la defensa que acababa detras de Casillas (cuando todavia era Casillas), Iba al suelo al mas minimo amago del rival, etc.... pero no recibia una puta critica de los medios y por lo tanto del os zombis del Bernabeu tampoco, no las recibia por el puto compadreo que tenia con la prensa y por ser español (luego son los franceses los Chouvinistas) a Samuel que ni mucho menos hizo grandes cosas en nuestro club lo mataban por fallar un despeje y al paquete de Helguera lo ensalzaban aunque era un puto desastre de jugador, Lo de la prensa no es nuevo, lo nuevo es la resistencia que hay en las redes sociales y darse cuenta que no eres el unico que ve la mierda que son.

  6. Walter Samuel no estuvo al nivel que se esperaba en el Real Madrid: lo recuerdo mediocre en el corte, regular en el juego aéreo y con mala salida de balón si bien es cierto que su paso no fue catastrófico porque se recuperó gran parte de su inversión en la venta.
    Es cierto que pesó, y mucho, en su contra tanto su caracter apocado como una exagerada expectación creada ante su llegada como muy bien apunta el artículo.

    Podría ser la historia de otro fichaje fallido más de nuestro club, hay casos más decepcionantes, pero creo que es lejos de ser anecdótico, es el mayor error deportivo con diferencia de Florentino Pérez y puede que de la era moderna de nuestro club.

    Para el que no lo recuerde, la presencia del Walter Samuel agotando el cupo de extranjeros permitido fue el argumento que cerró la puerta a otro Samuel, apellidado Eto'o, que marcó una época en nuestro más directo y odiado rival. Dos matices sobre este asunto:
    1) Los otros extranjeros eran Roberto Carlos y Ronaldo cuyos declives eran inminentes pero puedo entender su posición históricamente blindada que el central no merecía, siquiera por novato.
    2) Valoro la opción que la historia del cupo, se habló a posteriori en la SER que il Muro pudo jugar como nacionalizado y el club no quiso, realmente fuera una excusa para no fichar a un problemático (¿?) Eto'o pero como aprecio a nuestro presidente, más si traspasa adecuadamente a Ramos, me atengo a la versión oficial y culpo al fichaje del argentino de la llegada del camerunés a Cataluña.

    Sobre Eto'o quiero recordar algunos datos que todos conocemos: era de nuestra cantera, llegó al Real con apenas quince años desde África, y jugando sólo cinco temporadas en Barcelona fue por entonces el máximo goleador del club catalán de las últimas cuatro décadas ganando además, marcando el primer gol de su equipo en ambas finales, dos copas de Europa para un club anclado en los agradecimientos a Bakero y Pagliuca.
    Estos hechos son irrefutables, hay más como sus tres ligas españolas o su aporte a la presión hostigando la defensa rival pero los omitiremos porque ya está descrita creo yo la dimensión deportiva del jugador.

    Soy consciente que muchos madridistas no lo aprecian por su personalidad y por las distintas declaraciones que hizo, ciertamente muy discutibles y criticables, pero considerando los datos anteriores y la profesionalidad de la que hizo gala en entrenamientos y terrenos de juego, de hecho sigue en activo a día de hoy, me parece que el balance es muy positivo para el jugador.
    Es más, esto ya es opinión personal, sus salidas de tono las atribuyo a un rencor por el rechazo de nuestro club a darle una oportunidad para triunfar y además creo que su presencia hubiera sido buena para la imagen de nuestro club en África en plena época de expansión de la marca Real Madrid por el mundo.

    Por eso, cuando oigo las palabras "Walter Samuel" en mi cabeza aparece Samuel Eto'o.

    Perdón por el tocho y felicidades por la página.

  7. No, no huyó Camacho...... te traicionan tus 16 años de entonces...... Camacho fue honesto con su madridismo. Sabía que ser un profesional serio e independiente era incompatible con el presidente que tenía.

    1. Exacto, no entiendo como a alguien por ser un profesional íntegro se le puede recriminar algo. Si se fue es porque aquello era un circo.

      Camacho, hasta el día de hoy no tiene una tacha como madridista. A diferencia de otros ilustres cuyo nombre no merece ser nombrado.

  8. A VECES NOS DESLUMBRAMOS CON LA CALIDAD QUE DEMUESTRAN ALGUNOS JÓVENES ( Y NO TAN JÓVENES ) EN ALGUNOS CLUBES DE FÚTBOL, LOS JUGADORES LLÁMESE PORTERO LATERAL DEFENSA CENTRAL, CONTENCIÓN, CREACIÓN VOLANTE, EXTREMO, DELANTERO ETC ES QUE SABEN QUE HACER EN SU POSICIÓN TAPAR DEFENDER CREAR CENTRAR TOCAR CHUTAR. LO QUE ES DIFÍCIL QUE APRENDAN Y QUIZÁS NUNCA LO HAGAN ES QUE PORTAR LA CAMISETA MERENGUE TRAE SUS CONSECUENCIAS, EL MADRIDISMO EXIGE! PORQUE ES UN CLUB QUE DA TODO Y PARA DAR EL TODO POR EL TODO HAY QUE EXIGIR TAMBIÉN Y MUCHOS JUGADORES, CONFUNDEN LAS EXIGENCIAS DE LA HINCHADA HACIA EL HACIÉNDOSE CREER EL MISMO COMO EL ODIADO DE LA PLANTILLA ES ALGO QUE SE NECESITA MUCHA MADUREZ, PORQUE CUANDO EL MADRIDISMO EXIGE TE LO HARÁ SABER. EL ÚNICO JUGADOR QUE DE VERDAD ME HA SORPRENDIDO HA SIDO RAPHAËL XAVIER VARANE, PARA MI, POSEE UNA MADUREZ FUTBOLISTICA GIGANTE, ENTRADAS PERFECTAS Y SIN MIEDO, ARRANQUES EN VELOCIDAD CON ESMERO Y DESPEJES CON PRECISIÓN, LLEGARAS LEJOS CRACK, ESO SI. RECUERDA QUE EL MADRIDISMO ALGÚN DÍA DE VA A EXIGIR.

  9. Dos detalles: Ese día contra el Benfica el Madrid logró empatar a 2, no perdió 2-1; y Samuel si que jugó contra la Juventus en Turin, el bueno de Bravo sustituyo a Michel Salgado en el lateral derecho, no ejerciendo de central.

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