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Un enorme beso en la cabeza de Herrerín

Un enorme beso en la cabeza de Herrerín

Escrito por: Mario De Las Heras19 abril, 2017
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Rezaba Casemiro en primer plano y se podían oír sus oraciones: "Iesusito de mia vida, eres rapazinho como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corasao". Vidal, en cambio, pronto daba muestras de encomendarse a otras influencias a juzgar por su brío inusitado: en el minuto cinco ya se había ganado la amarilla a pulso.

Lo que quería el Bayern era meterse en el cuerpo del Madrid, recorrer sus articulaciones y tendones como los escarabajos de La Momia. The Mummy deberíamos llamar ya de una vez al Munich. El Bayern juega y yo oigo todo el rato: "Anck su Namun, Anck su Namun...".

Aunque a mí quien verdaderamente me da miedo es Lewandovski y en ocasiones Iván Helguera al micrófono. Unas veces parece el Drácula de Gary Oldman ("Bienvieniido a mi humiilde moraada, señor Harker") y otras el Gabriel Albiac del fúrgol. Había oído decir que Marcelo no defiende, claro que he oído cosas peores. No lo podrán decir del tope para las puertas con rizos que vimos ayer.

La sensación de apretura parecía poder arreglarse en cualquier momento de un chispazo, pero este era un chocar de piedras medio desesperado, y mientras el Bayern se iba colando por las cerraduras transformado en arena o entre las rendijas hecho viento. Cortaba Marcelo y al instante aparecía en ataque. Robaba el Bayern y amenazaba Ribery.

El partido era un bonito espectáculo deportivo. En una de esas idas y venidas, Nacho le salió al francés como un Rottweiler de su caseta atado con cadena. Eso casi venía a ser todo: niños corriendo perseguidos por perros peligrosos, el niño de Stand by Me riéndose de Chop por detrás de la verja.

Marcelo cruzaba de lado a lado como los fantasmas de Ghost. Y Sergio Ramos le decía a Lewandovski en el área: "¡Fuera de mi tren!". Modric dirigía y Robben le daba todo el rato al FFWD. El holandés no sabe jugar de otra manera y se pierde todas las canciones. Pero no deja de ponernos nerviosos.

Por el treinta y cinco el Madrid había tenido noventa y siete oportunidades (sumadas las del partido de ida, la mayoría en esta vuelta con Kroos y disparo franco y frontal) de resolver la eliminatoria, pero la famosa pegada y Neuer, el Hagrid no de Hogwarts sino del Bayern, lo impidieron.  En ese plan siguió el Madrid hasta el descanso.

Hubo una demostración de medias vueltas. Primero el inmenso, inmensooo (cantaba Rocío Jurado) Carvajal y luego Modric conteniendo al mismísimo Bayern de Munich con medias vueltas: Only in Santiago Bernabéu. Y para cualquier desperfecto: Casemiro, que corta, repara y sella, y hasta te prepara unos huevos fritos.

Terminaba la primera parte, un completo escándalo del que se hablará en los años venideros, con el Madrid subido a una ola, Isco no brillante pero sí pesado, visible, notable, y Marcelo guiando a todos los surferos por el centro. Surf de los cincuenta y tipos muy rectos andando sobre la tabla con bañadores cortos subidos hasta el ombligo imitando al Gran Kahuna.

Nada más empezar el segundo tiempo, a Vidal se le apareció Aytekin, el ángel de los villanos, y al Madrid el ángel Marcelo (no el ángel de la Guarda del exministro) bajo los palos. Apenas un minuto después el célebre árbitro volvió a aparecer, esta vez en forma de apuntador, susurrándole a su colega un derribo fantasioso de Robben, el Neymar naranja.

...Marcelo guiando a todos los surferos por el centro.

Hubo descoloque blanco y horrible sufrimiento madridista a partir de entonces con la amenaza de un gol terrorífico que se salvaba con valentía y sin juego y sin suerte. Zidane puso a Asensio por Benzema con media hora por delante y las viejas nos hacíamos cruces ante lo que parecía un pecado mortal. A Zizú no se le entiende con Ave Marías Purísimas.

A Zizú se le debe asentir porque siempre acierta. Luego puso a Lucas por Isco y a las viejas nos dejó zumbando del murmullo. El Madrid jugaba rápido por las bandas y despasito por el centro como Justin Bieber hasta que llegó Carvajal al que dejaban y dejaban pero esperó demasiado.

Modric se la iba a dejar a Casemiro al borde del área (cuando tendría que haber sido Casemiro el que se la dejara a Modric al borde del área, qué despelote) y el brasileño sacó un pie de fútbol playa copacabanero para poner un balón corto y bajo y kroosizado a Cristiano que remató a gol con el cuerno que luego les sacó a los pitadores.

Lo que pasó después yo no lo vi ni lo quise ver, pero el Bayern había empatado la eliminatoria con su peligrosidad de Jason, de Michael Myers, de Freddy Krueger. La expulsión de Vidal unos minutos después fue como una brisilla en medio del terror. Lo suficiente como para recobrar la respiración tras la casi incomprensible pero Real asfixia.

Antes de comenzar la prórroga, Carletto sacrificó al coco Lewandovski y del Madrid sobresalió el carácter con Modric desmembrándose para robar arriba y Cristiano disparando a discreción. En el ciento cuatro, que sonaba como a distopía, Ramos vio infiltrado a Cristiano en el área y éste batió por segunda vez a Hagrid, el héroe del Bayern.

El portugués estaba en claro fuera de juego, lo cual le da un valor extra por rareza, una bagatela en un mundo de carísimos regalos, como si fuera un souvenir de coleccionista: "¿Qué me has traído, un pin del Bernabéu?/ No, un fuera de juego del Madrid no señalado". Luego vino Marcelo, siempre Marcelo (no le duran más de un partido la gordura y la baja forma) otra vez sobre la ola para cruzar el checkpoint de la Friedrichstrasse, vigilado por los guardias rojos Kimmich y Thiago, y darle el tercero a Cristiano, el mejor de toda la vida.

Ya sólo faltaba Asensio, el niño, llevando el contraataque en vilo y mirando para atrás en carrera, como parándose igual que Magic Johnson, como un caballo de rejones esperando la embestida de Hummels, al que superó con indiferencia e inteligencia, qué cabeza, qué personalidad la de este Marco apropiándose de la jugada y batiendo al enorme Neuer al que al final, entre unas cosas y otras, endosaron seis goles, seis, cinco de ellos del mejor de toda la vida que puso el punto final con un beso enorme en la cabeza de Herrerín.

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Ha trabajado en Marca y colaborado en revistas como Jot Down o Leer, entre otras. Escribe columnas de actualidad en Frontera D. Sobre el Real Madrid ha publicado sus artículos en El Minuto 7, Madrid Sports, Meritocracia Blanca y ahora en La Galerna.

2 comentarios en: Un enorme beso en la cabeza de Herrerín

  1. "Vidal, en cambio, pronto daba muestras de encomendarse a otras influencias a juzgar por su brío inusitado: en el minuto cinco ya se había ganado la amarilla a pulso."

    Vea esa jugada repetida, hasta los CULES en el chiringuito reconocieron que era roja.

    https://twitter.com/elchiringuitotv/status/854475207507140608

    El consenso es que no saco roja... pero que era demasiado pronto..

    Jugó de regalo todo el partido, le perdono una amarilla de libro al principio del segundo tiempo. Y aun se fue a asaltar al arbitro después del partido:

    https://twitter.com/elchiringuitotv/status/854456576400338945

    Y todo esto con penalty mas que discutible (ya son dos con el de la ida) y el autogol de Ramos con dos del Bayern en fuera de juego.

    El Madrid debe salir al paso, porque el Bayern esta vendiendo encima que esto fue un atraco, cuando nunca se debió llegar a la prorroga.

  2. Partidazo de equipo con figuras relevantes, todas!
    A por la duodécima...hasta el final vamos Real!!!
    Magnífico artículo.
    "La grandeza de la victoria está en la dificultad del camino"

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