Me importa un carajo la resolución final del proceso penal en el que se investiga al Fútbol Club Barcelona, unos cuantos de sus presidentes y otros altos ejecutivos divinamente conectados con la esfera política. El denominado caso Negreira.
Del proceso mismo, como dije en su orígenes, espero que sufran mucho y ensucie todo lo posible la imagen del club que ensució el fútbol. Todo apunta, ya, a que no lo está siendo tanto como sería justo. Que lo diga Spotify. Porque somos una sociedad lamentable.
Más acá de la verdad judicial, que se establecerá en términos de subsunción o no de las conductas de los investigados en un delito tipificado en el Código Penal —lo que será sin duda una verdad, pero una verdad técnica, no la verdad misma—, cualquier persona en uso de razón concluye que alteran la competición los pagos reservadamente realizados por un competidor a cualquier autoridad perteneciente a la organización arbitral y por ello con cualquier grado de capacidad de influencia en los árbitros, sean estos contemplados como persona individual o colectiva.
(...) una organización obligada, como esencia de la naturaleza de su función, a ser imparcial. En castellano y en catalán, significa no tener interés con ninguna de las partes. Al destruir una nota de su esencia, los árbitros dejaron de ser árbitros
Porque el mero hecho del pago, desde el instante mismo en que se realizó por un competidor y se aceptó por una autoridad o ejecutivo de la organización arbitral, destruyó la apariencia de imparcialidad de una organización obligada, como esencia de la naturaleza de su función, a ser imparcial. En castellano y en catalán, significa no tener interés con ninguna de las partes. Al destruir una nota de su esencia, los árbitros dejaron de ser árbitros.
Del proceso me importan, por lo tanto, solo los hechos (objetivos) probados. Cuánto y cuándo. Me traen sin cuidado el dolo y la culpa. Las alegadas intenciones, los supuestos propósitos, las figuradas finalidades. Los cuentos chinos, en suma, paridos por los publicistas y las coartadas ideadas por los abogados, una vez que, en el fondo del armario de Laporta, apareció, en forma de facturas falsas, el cadáver putrefacto de la competición futbolística española, apuñalado doscientas veintiocho veces por el Fútbol Club Barcelona.
Cualquiera fuera su finalidad, insisto, durante todas y cada una de las temporadas en que mantuvieron su acción concertada, el Fútbol Club Barcelona y el Vicepresidente de la organización arbitral destruyeron de forma irreparable la apariencia de imparcialidad a la que tenían derecho todos los competidores. Y como sabemos todos, y en territorios de la Hispania Citerior sabían al menos desde Julio César, la honradez no vale nada sin su apariencia.
Ahí vaya el proceso penal. Siga su curso. Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte[1]. Allá vayan Laporta y sus armarios. Que a los fines de situar la competición española a un lado u otro de la línea que separa lo limpio de lo sucio, nada significan los informes perdidos y hallados o alegadamente destruidos. No habría hecho menos sucio, ni menos destructivo para la integridad de la competición, pagar al vicepresidente de los árbitros para adquirir un informe o para saldar la cuenta de un prostíbulo.
[1] Konstantínos Kavafis
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Asco gentuza, corrupción por doquier desde Núñez hasta hoy mismo la MUGRIENTA LIGA NEGREIRA no me interesa no la veo ni la sigo..veo al Madrid aun sabiendo que esto es una farza del fútbol ojalá la FIFA intervenga sino se acabó
Estoy de acuerdo esta vez con lo que escribe el sr. Matamoros
Muchas gracias, Sr Matamoros. No se puede explicar mejor. Y el 95% de los periodistas mirando para otro lado. Nunca imaginé que había tanta basura en España. Me da pena. Pero es lo que tenemos.
Solo me queda el Real Madrid. Y la Galerna.
Real Madrid y nada más.