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El nardazo

El nardazo

Escrito por: John Falstaff19 agosto, 2018
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Tenemos muy hablado en la redacción de La Galerna lo del nardazo. Bueno, lo tenemos hablado, recitado e incluso cantado (da muy bien para la polifonía, con un aire entre Tomás Luis de Victoria y los villancicos picantes con olor a establo y pajar). El nardazo puede definirse de muchas formas y también puede no definirse, que es por lo que yo voy a optar habida cuenta de que estamos en horario infantil. Baste decir que el nardazo nos hará libres. El nardazo es la respuesta a la desazón que nos turba, algo que llegará a fin de mes, no como llega la nómina -el nardazo es cualquier cosa menos prosaico- sino como un deus ex machina que resolverá nuestros problemas de un plumazo que más bien será un nardazo, y disculpen ustedes la tautología y la tontología.

El nardazo, si bien se mira, es la esencia última del Real Madrid, pues no otra es la piedra sobre la que el Real Madrid ha edificado su iglesia y su leyenda. Una de las grandes virtudes del nardazo es que puede adoptar muy diversas formas sin abandonar la morfología de nardo que le es propia, y nadie lo sabe tan bien como el Real Madrid. No voy a hacer recuento de las ocasiones en que el Real Madrid ha sacado el nardazo a pasear, porque les supongo a ustedes lo suficientemente ocupados para no disponer de tres o cuatro años que dedicar a la lectura de este texto. Pero interesa subrayar que Florentino Pérez siempre ha entendido muy bien lo del nardazo, y ha hecho uso profuso de él desde que debutara en disciplina tan noble y tan nuestra accediendo a la presidencia del club sentado a horcajadas sobre el nardazo de Figo.

Yo tengo puestas todas mis esperanzas en el nardazo, y así ha sido siempre desde que tengo uso de razón madridista, porque el nardazo siempre llega. El nardazo es la verdadera fe, una fe que nos salva y nos redime y nos lleva a la gloria eterna. Como dice el sermón de la montaña, bienaventurados los que creen en el nardazo porque ellos serán madridistas, y si no lo dijera o dijese el sermón de la montaña ya lo diría yo. El nardazo es la epifanía madridista que no cesa, la redención de toda servidumbre, la manumisión de toda esclavitud. El nardazo es alegría y es alborozo que diluye murrias y tribulaciones, el rayo de luz que se abre paso entre las tinieblas y disipa las sombras. El nardazo vivifica y purifica, acrisola y tornasola, limpia, fija y da esplendor. El nardazo es la Biblia de Dufresne, el séptimo de Caballería, la escalera de Jacob.

El nardazo va a llegar, no tengan la menor duda, y lo va a hacer de las manos de Florentino. Un nardazo enorme, colosal, gigantesco. Un nardazo glorioso y paroxístico. Un nardazo inconmensurable e inagotable que colmará y saciará todos los agujeros negros. Un nardazo monumental y apocalíptico del que se hablará por los siglos de los siglos. Regocijaos, madridistas, porque el nardazo está al caer.

En el prosaico mundo real me llaman Eduardo Ruiz, pero comprenderán ustedes que con ese nombre no se va a ninguna parte, así que sigan llamándome Falstaff si tienen a bien. Por lo demás, soy un hombre recto, cabal y circunspecto. O sea, un coñazo. Y ahora, si me disculpan, tengo otras cosas que hacer.

9 comentarios en: El nardazo

  1. Con semejante suspense (Un nardazo monumental y apocalíptico del que se hablará por los siglos de los siglos) sólo se me ocurre un nombre que pueda responder a esas expectativas, y la verdad es que no lo concibo: Messi. ¿O tal vez Griezman?
    ¡¡Caray, Falstaff, no nos haga esto, hombe!!

  2. No es verdad, Sr. Falstaff. Mire que lamento discrepar de vd con lo bien que escribe y sobre todo después de citar al maestro T.L. de Vitoria, pero lo cierto es que no es cierto. Lo del "nardazo" e vero e ben trovato, pero solo en la era d.F.(después de Florentino) y ni siquiera en el último lustro, a fe mía. Cualquiera de la generación de las botas "Gorila" recordamos años y años de Amancio y Pirri, o de Juanito y Santillana. Y si con esto no está todo dicho, preferiría no acordarme de eras a.F., o i.F. (la aún más ominosa "inter Florentinus"), en las que el "nardazo" venía de los Cárpatos a pegar balonazos que mataban al tío de las gaseosas en el fondo norte; o a hacer mil bicicletas que andaban menos que un triciclo sin pedales. Tampoco hay que olvidar "nardazos" llenos de "glamour" y tatuajes, que se hinchaban a vender camisetas y a meter centros con rosca que no remataba nadie.
    Dicho lo anterior, si hay "nardazo", que sea con sentido, porque realmente el "nardo" venga a dar al equipo algo único, especial, definitivo. Si se trata de un "nardazo" apagafuegos, contentatontos y populifiche, mejor nos ahorramos el tiesto, el abono, el agua y la manguera, no vaya a ser que nos saquen los menudillos para terminar plantando en el vestuario un geranio como los que tiene mi vecina en el tendedero, debajo de las cuerdas.

    1. Jajaja, muchas gracias, José Manuel, por tan brillante respuesta. Pero déjeme que le diga que los cuatro jugadores que cita por su nombre eran cuatro nardazos como cuatro soles.

      Y discrepe usted cuanto quiera y sin ningún pesar, faltaría más.

  3. Señor Falstaff, me temo que el nardazo va a ser igual que el "mineralismo". "El mineralismo va a llegaaar..."
    Como mucho será el sueño etílico de una noche de verano.
    La austeridad tampoco es mala de suyo.
    Saludos cordiales.

  4. Lejos de mí la más mínima intención, ¿qué digo intención?, la mera sospecha de que pueda deslizar cualquier insinuación en contra de esos cuatro iconos, Sr. Faltaff. Fíjese que en mi camiseta blanca, la más vieja que yo recuerdo, mi madre cosió el inmarcesible "7" del brujo Amancio. Pirri y Santillana son mis dos jugadores más queridos del RM de todas las épocas. Muy al contrario, sostengo que ganábamos liga tras liga con esos "nardazos", en aquellas épocas en las que el talonario se le había quedado pequeño al pobre Don Santiago.
    Por favor, no me tome estas líneas como apostilla, ni como "dúplica". Faltaba más. Es sólo un pobre "ay de mí" que no podía excusar para con esos cuatro héroes homéricos del madridismo.

    1. No me cuadra mucho Kane con la epopéyica narración de Falstaff. Este jugador no levanta especial entusiasmo entre el madridismo. A mí se me pasó por la cabeza Messi, pero es inconcebible. Lo dejaré entre Neymar y M'Bappe, por decir alguno, y por supuesto, siempre y cuando lo escrito por Falstaff sea cierto...

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