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El madridismo de George Miller

El madridismo de George Miller

Escrito por: Hank14 julio, 2022
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Así es, queridos galernautas. El genial director australiano, creador de la saga Mad Max, además de ser el mejor director de acción de la historia, también es madridista. Y además pertenece a esa extraña estirpe de famosos madridistas que más aprecio en mi fuero interno: aquellos mismos que aún no saben que lo son. Porque George, aunque no lo sepa, es madridista y mucho. Y además de serlo, tuvo el detalle para con todos los madridistas de predecir la Decimocuarta en las grandes pantallas a través de su retorno a la saga que lo catapultó a la fama a finales de los años 70, Mad(rid) Max: Fury Road.

No son pocas las convergencias entre el director nacido en Brisbane y el club de Chamartín, desde la épica casi propia del mismísimo estadio Santiago Bernabéu que imprime el veterano australiano a sus películas hasta la versatilidad que tiene para hacer películas de diversos géneros (y que funcionen). No en vano todos recordamos de él no solo la saga de acción y ciencia ficción Mad Max, sino desde dramas que te parten el corazón como El aceite de la vida hasta películas familiares que te lo arrebatan como Happy Feet o Babe: el cerdito valiente. Lo dicho, una versatilidad propia de un Real Madrid capaz de ganar con un fútbol de contrataque de ensueño como era el de aquel Madrid de Mou, hasta el de juego de posesión de Zidane con el que conquistamos 3 Champions seguidas o el actual fútbol de empuje, arreón y alma con el que Carletto nos ha llevado a ganar la trigésimo quinta y la decimocuarta. Distintos métodos y estilos, pero mismo éxito. Pero, en el texto que nos atañe hoy, he preferido que nos centremos en esa profética película con la que Miller nos mostró una primera versión de la Champions que acabamos de vivir: la de nuestras vidas, sí.

En el año 2015 George Miller presentaba en el Festival de Cannes fuera de concurso su regreso al universo Mad Max con su cuarta entrega: Fury Road. Fue recibida con una ovación de campeonato tras haber asombrado a todo el público con aquella película con la que el director oceánico le recordaba a un mundo ya demasiado acostumbrado a las películas de superhéroes de Marvel cómo se rueda realmente una película de acción, de manera similar a como en el pasado mes de noviembre Florentino ya le insinuaba a la UEFA la proeza que el mundo iba contemplar realizar al Real Madrid.

No fue precisamente tarea fácil presentar esta película, pues aunque estaba programada para 2012 tras obtener, tras un muy arduo y duradero proceso, la financiación necesaria para rodarla, Miller sufrió en sus carnes su particular etapa post-Cristiano y Zidane y el posterior año de Covid con una serie de imprevistos que llegaron a retrasar el comienzo del rodaje hasta 3 años. Cuando todo estaba previsto para comenzar a filmar, las inusitadas lluvias torrenciales que generaron unas inundaciones en el inhóspito y salvaje desierto australiano que no se veían desde hacía más de cinco décadas, así como las complicaciones para coordinar los calendarios de los actores principales, hicieron que el australiano, hastiado de tanto contratiempo, acabara por llevarse el rodaje al desierto africano de Namibia, donde las altas temperaturas y la meticulosidad de George a la hora de realizar las tomas hicieron del rodaje un auténtico infierno. Finalmente, casi un lustro después de lo esperado, su artesanal trabajo pudo acabar viendo la luz. Una obra comparable a la inversión que realizó Florentino en aquellos veranos en los que llegaron los Militao, Mendy, Courtois, Vinicius y Rodrygo entre otros, que tras unos años de aclimatación y crecimiento han acabado dando sus frutos formando parte del ya histórico equipo que ha coronado el doblete esta temporada.

Bajo el lema “Witness” –“sed testigos”, en nuestra querida lengua cervantina- el director australiano nos introduce en algo que, más que una película, es una imparable explosión de colores y emociones ejecutada a través de un sinfín de escenas imposibles que Miller dirige con tal maestría que el espectador no puede dejar de hacer otra cosa que preguntarse a sí mismo cada minuto “¿cómo diantres han podido rodar esto?” Un desconcierto bastante similar al que han sufrido este año los equipos que han tenido la desgracia de cruzar su camino con el del Real Madrid en la Liga de Campeones y que todavía están tratando de desentrañar los misterios de cada remontada en el templo blanco. No saben todavía (ni lo sabrán) que cuando el Real Madrid te mete en esa Cúpula del Trueno particular que tiene en su Santiago Bernabéu, y te invita a un “dos hombres entran, uno sale”, el desenlace es sencillamente inevitable.

el espectador no puede dejar de hacer otra cosa que preguntarse a sí mismo cada minuto “¿cómo diantres han podido rodar esto?” Un desconcierto bastante similar al que han sufrido este año los equipos que han tenido la desgracia de cruzar su camino con el del Real Madrid en la Liga de Campeones y que todavía están tratando de desentrañar los misterios de cada remontada en el templo blanco. No saben todavía (ni lo sabrán) que cuando el Real Madrid te mete en esa Cúpula del Trueno particular que tiene en su Santiago Bernabéu, y te invita a un “dos hombres entran, uno sale”, el desenlace es sencillamente inevitable

A lo largo del post-apocalíptico largometraje, sufrimos junto con los personajes una persecución interminable (de estas de las que le gustan a la UEFA y Ceferín) que ocupa prácticamente la totalidad de la película y en la que los personajes, al ritmo de la maravillosamente rocknrollera banda sonora de Junkie XL, tienen que luchar, como diría (o más bien narraría) nuestro querido David Álvarez, contra todo y contra todos, y que les obliga a buscar continuamente soluciones para cada contratiempo que se les presenta (y vaya sí se les presentan). Cerca estuvo Miller de tirar también de Camavinga y Rodrygo en el minuto 70, pero seguramente pensó que serían demasiados guiños y se contuvo. Al igual que el Madrid en esta edición de la Copa de Europa, en la que ha pasado más tiempo eliminado que clasificado, Max, Furiosa y compañía no tienen un segundo de respiro y conviven con la constante sensación de tener la soga atada al cuello durante las casi dos horas que dura el film, para acabar sobreviviendo épicamente al imposible desafío que encararon juntos: derrotar al imperio de Inmortan Joe con apenas un camión y unas pocas armas. Una quimera similar a la de un Madrid que ha acabado venciendo en Europa derrocando de manera casi inviable a rivales supuestamente superiores cuando las casas de apuestas situaban al equipo vikingo quizá excesivamente abajo como candidatos al título, y en septiembre-octubre se decía desde la prensa (e incluso desde parte de la afición) que “no había plantilla” para aspirar ganar la Champions. Por suerte, tanto George como Carlo y esta plantilla nos han recordado a todos que, como mínimo, siempre podemos aspirar a creer. Aunque solo sea un poquito. No se sientan culpables por hacerlo de vez en cuando.

El siguiente guiño intencionado de George lo dejó caer a través de los villanos. Fury Road está ambientada en un planeta Tierra devastado tras las guerras nucleares, que han dejado nuestro planeta en un estado casi totalmente desértico en el que unos pocos han ascendido al poder acaparando algunos de los pocos recursos que quedan en el mundo y que los han convertido en los emperadores del mundo. Aunque solo hay un villano protagonista (el caudillo Inmortan Joe) a lo largo de la película, se vislumbra casi a lo lejos que existen otros dos con los que parece convivir en una escala de poder equitativa y con los que comercia con dichos bienes para perpetuar su situación de poder y continuar dominando a la población. Dichos recursos son la gasolina, el agua, la leche materna, armas de fuego y municiones. Resulta bastante obvio cómo el veterano director nos estaba ya introduciendo este fútbol actual en el que vivimos, asolado económicamente por la UEFA y dominado por los clubes-estado que, en este caso, controlan otros recursos como el gas y el petróleo. Ni qué decir tiene que esos tres líderes coincidirían con los tres clubes (y sus respectivos jeques) a los que el Madrid se enfrentó en Champions League: PSG, Chelsea y Manchester City.

Por si fueran pocas semejanzas, Miller no pudo ocultar más su vena madridista, que a estas alturas de su vida se le escapa ya a raudales, y decidió atribuir a la población comandada por Inmortan Joe una cultura y religión vikinga (cómo no) en la que los jóvenes tienen como principal objetivo alcanzar la más gloriosa de las muertes al grito de “sed testigos” para justificar su paso al Valhalla. Curiosamente, son tres las veces que se le abren las puertas del Valhalla a uno de los protagonistas, Nux, a lo largo de la película; las mismas veces que halló muerte el equipo blanco en la competición reina y las mismas que logró burlarla haciéndonos reflexionar a los simples mortales si no será realmente el Real Madrid el mismísimo Señor de la Muerte y tendrá en su haber las llaves de su puerta para abrirla y cerrarla a su antojo.

Cuentan las malas lenguas que durante el infernal rodaje de la película el actor protagonista, Tom Hardy, se quejó en no pocas ocasiones de los extremadamente perfeccionistas métodos del director y, especialmente, de la cantidad de veces que tenían que repetir la misma escena desde diferentes ángulos. También dicen esas mismas lenguas que, cuando el actor que encarna al legendario Max vio el montaje final fue a pedirle disculpas a Miller y a ponerse a sus pies para hacer con él las películas que el director australiano quisiera. Por más que lo intento, soy incapaz de dejar de ver reflejado en esta curiosa anécdota a ese madridista enfurecido -tú y yo, en efecto- que durante el transcurso de la temporada le escribíamos tuits o le gritábamos en el estadio o frente al televisor al bueno de Carletto (como si pudiera leernos u oírnos) increpándole sin ningún tipo de decoro que por qué no rotaba lo suficiente, que por qué no ponía al jugador X en lugar de al jugador Z y que por qué se empeñaba en quemar a los jugadores del equipo blanco como si estos mismos fueran velas de cera cuya llama los expusiera irremediable e inevitablemente a la fundición. Cierro los ojos y contemplo a Carlo con la liga en un brazo y la Champions en el otro y lo escucho nítidamente responderme con cierto deje de condescendencia, su ceja derecha alzada y una sonrisa tranquila y amable: “pues por esto, hijo mío.” Con la misma humildad que el actor británico, don Carlo, me postro ante usted y le pido sinceras disculpas. Perdónenos, Carlo, no supimos verlo.

Aunque la película fue la gran ganadora de su correspondiente edición de los Oscars, obteniendo 6 de las 10 estatuillas a las que aspiraba, al contrario de lo que ocurre en el fútbol, donde gana el que más goles marca (gracias a Dios), en el cine lo que cuenta es el relato, razón por la cual Miller no se pudo llevar a casa el que habría sido uno de los Oscars a mejor director más merecidos de lo que llevamos de siglo, que acabó cayendo en manos del discurso filosófico del Guardiola del cine: Alejandro González-Iñárritu. El error de Miller fue callar y no contar su calvario cuando Alejandro zozobraba en cada entrevista que concedía (unas cuatro o cinco diarias) por lo extremadamente duro que fue su rodaje de El renacido, mientras George y Tom Hardy, que estuvo en ambos rodajes, se miraban y encogían los hombros con una sonrisa de complicidad. En fin, el relato, amigos.  En fútbol quizás debamos temer por el Balón de Oro para Benzema (no creo, vaya), pero lo que está claro es que la Orejona no nos la quita ni la UEFA ni Ceferín por mucho que les pese, y sabe el cielo que les pesa y mucho.

Sin más dilación, no me queda sino agradecer a George y a Carlo por sus respectivas obras maestras con las que nos hicieron tocar el cielo con las manos a los amantes tanto del cine como del fútbol. Gracias a ambos por vuestro madridismo. Y porque fuimos testigos.

4 comentarios en: El madridismo de George Miller

  1. Me ha gustado la analogía.
    En cuanto a Carletto y la plantilla ,matizaré mis sentimientos y sensaciones. Desde su llegada estuve a favor de su trabajo. Me siento satisfecho por ello. En cuanto a los futbolistas ,fui de los que creía que había equipo , de sobra, para las competiciones domésticas . Pero que no alcanzaba para la Champions. Sin embargo ,tras lo del PSG y el Chelsea, empecé a esperanzarme.

    1. Tú fuiste el primero que pidió la cabeza de Ancelotti cuando caímos eliminados en copa del rey frente al Athletic.

      1. Eso no es verdad. O ,si lo prefieres, es mentira.
        Nunca fue escrito por el Águila calva original. Siempre defendí a Carletto.

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