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Crónica del Málaga, 1; Real Madrid, 1

Crónica del Málaga, 1; Real Madrid, 1

Escrito por: Mario De Las Heras21 febrero, 2016
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Antes el Madrid viajaba a campos, si no amigos, al menos amables. Aquella “amistad”, una suerte de respeto y de admiración, y también la amabilidad, se han perdido. Los equipos de fútbol, frente al Madrid, se molestan porque éste se adelante a abrirles la puerta con caballerosidad. El Madrid viaja siempre a territorio comanche, como si en vez de existir la posibilidad de ser cortés con las damas, le esperasen las FEMEN con los pechos al viento y la piel pintarrajeada.

Así cualquiera puede perder la alegría de vivir siempre que no se sea el Madrid, que no tiene excusas para nada. Ni siquiera su bipolaridad, la bipolaridad de este equipo moucelobenizidanista que no se encuentra, cuyas referencias paternofiliales casi piden a gritos un tratamiento psicológico de choque. ¿Sería para poner a estos jugadores a visionar sus grandes momentos sin posibilidad de cerrar los ojos, con los párpados sujetos, como al Alex de La naranja mecánica? Pues no nos vamos a poner como ese madridismo  que después de cada fiasco sale en patrullas vecinales a cazar.

A veces me gustaría, pero no puedo. Sólo achacar estos cambios de humor a una patología que, ciertamente, resulta cansina y en ocasiones aterradora porque el efecto Zizú se disipe incapaz de superar esa barrera psicosomática. Seamos pacientes. Seamos siempre pacientes (¿qué hacer mejor si no?) y soñemos con la primavera. Dejemos pasar el tiempo e incluso confiemos en que diez puntos de desventaja no son nada y a pesar de ello miremos a la Copa de Europa como la solución a todos los males. Es duro, sí, pero este equipo de Zizú necesitaría de una tercera vuelta, una vez perdida la primera.

Camacho, el comentarista, comentaba que le había gustado el partido, pero claro, para gustos ya saben. Un par de escapadas de Isco a lo wide receiver anunciaban otra cosa. El Málaga no se obnubiló. El Madrid parecía aguantar la presión malaguista con la mirada serena aunque acabó perdiéndola como los demás han perdido la cortesía. Movía Kroos el balón, secundado por Kovacic, y Modric supervisaba con visera y lápiz en la oreja.

Jugaba el Málaga, al que le dejaban jugar, y los madridistas trataban de romper ese dominio con flechas, como esas flechas de Apocalipse Now que caían sobre la lancha del capitán Willard, aunque ninguna atravesaba el pecho del patrón, eran esas con las que se adornaba Lance, el surfista trastornado, en busca de Kurtz. Quizá a este Madrid no le inspiraba ese campo soleado de segunda vuelta plena, un campo casi tinerfeño, con las esquinas sucias de arrabal.

Pudieron haber marcado Juanpi y Charles, y se notaba que algo no iba bien. Marcelo estaba tenso, en lo que quizá tenía algo que ver que Recio casi le parte el tobillo. Recio le quitó la alegría como si de ahí Robert Graves pudiera sacar una leyenda mitológica. A Keylor le temblaba el pulso en los saques de puerta. Daba la impresión de que se podía salir de aquello en cualquier arrebato, pero no se salió. Amagó Kovacic como Alí a Foreman en el Rumble in the Jungle, qué juego de pies, y la jugada acabó en un típico remate de Jesé sin ángulo, de los que se estrellan contra el portero.

La tarjeta de compensación a Marcelo presagiaba nubes oscuras sobre las mentes. Luego, de pronto, llegó el gol de Cristiano. En fuera de juego. Y apenas sin alegrarnos el portugués provocó un penalti cuyo lanzamiento fallaría con el estrépito de la ceniza cayendo sobre esos cuerpos ¡el apocalipsis de La Carretera de McCarthy en la costa del sol! Y sin embargo los malacitanos de feria. El partido convertido en feria. “Dientes, dientes, que es lo que les jode”, me viene a decir, no sé por qué, la Pantoja.

Comenzó la segunda parte el Málaga obligando a echarse aún más atrás al Madrid. Balones a Keylor. Imagínense balones a Casillas, siempre lo hay peor, no desesperen. Sólo hay un cinismo que supera al de los políticos y es el de los futbolistas. Qué mini dramas se desarrollan en el campo. Es ver manos levantadas desde el suelo y no creer, como al pastor del cuento del lobo. A Nacho le estaban dando una paliza en su propia área, pero al Madrid después del gol concedido en posición antirreglamentaria no le quedaban ojos de halcón ni perdón divino, de lo que Albentosa se aprovechaba como la gente de Nothing Gulch con los Dalton al saber que no podían responder si los provocaban bajo pena de perder el indulto.

Modric para entonces ya había dejado de supervisar, se había quitado la visera y sus guedejas cobrizas volaban al viento. A mí me encantaban las sonrisas equidistantes de los malaguistas, sobre todo las del entrenador, en las decisiones arbitrales, y es que todo quisque cree poseer superioridad moral contra el Madrid. ¡Hasta el Málaga! ¿Quién es el Málaga comparado con el Madrid? Pues nadie, sólo unos que le han hecho perder cuatro puntos. Ya no existen las formas.

Se veía que estaba la tarde como tinerfeña. Jesé podría estar encarando al defensa como Forrest Gump, hasta fuera del campo si le dejaran. Jesé a veces encara y encara y uno se duerme; es como si esperase que en el ínterin fuese a suceder algo fantástico como salir volando como los niños de E.T. delante del control policial. No estaría mal. Y por los aires el Madrid recortándose sobre la luna camino de la Undécima.

La confirmación de que no era el día fue una contemporización, más bien un pachangueo casi sonrojante,  a la que tuvo que poner fin (como siempre) Luka tirándose para adelante y gritando (en croata): “¡Vamos, cabrones!”. Kovacic le seguía, voluntarioso, esforzado, mientras todo el peligro del Madrid, que a pesar de todo existía, salía de un inmenso Marcelo, imparable y valiente y punzante pero triste.

De la tristeza, de la melancolía del artista se iba a aprovechar el picapedrero Albentosa, quien además de tristes nos iba a dejar a todos jodidos. Era el minuto veintidós, pero no hubo más. O sí, pero tengo que ir a ver el baloncesto, comprenderán ustedes. Sólo una cosa más: un penalti a Modric no pitado, el penaltic desde ahora, que terminó de dejarnos una sensación como si en vez de ver fútbol hubiéramos leído algo de Dostoievski transcurrido en Málaga. Qué cosa más rara.

LAS NOTAS

Keylor: Destaca (D). El mejor.

Carvajal: Progresa Adecuadamente (PA). Lo intentó pero no pudo.

Ramos: Entre PA y NM. Da la impresión de que ha perdido toda ascendencia.

Nacho: Destaca (D). Le pegaron todos, y resistió.

Marcelo: Destaca (D). Es un genio que necesita alegría. Hoy no la tuvo pero cumplió con creces.

Kovacic: Destaca (D). Ya tiene el rostro del titular.

Kroos: Progresa Adecuadamente (PA). Corrió demasiado hacia atrás, donde menos es él.

Modric: Destaca (D). Triaction pegamento. Pega, repara, sella.

Jesé: Progresa Adecuadamente (PA). Sin ideas y sin suerte.

Isco: Progresa Adecuadamente (PA). Dos escapadas al comienzo del partido.

Cristiano: Destaca (D). Está en plena forma. Feo día para que se notara, aunque se notó.

Lucas Quinto: Destaca (D). Por momentos aguantó al Madrid allí en su banda.

James: Progresa Adecuadamente (PA). Siempre tiene una última bala en esa zurda.

Zidane: Progresa Adecuadamente (PA). Sin fuerza esta tarde su aura, ahogada en medio de la feria.

EFEMÉRIDE DESTACADA

El Real Madrid gana su vigésimo sexta Copa del Rey de baloncesto (2016).

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Ha trabajado en Marca y colaborado en revistas como Jot Down o Leer, entre otras. Escribe columnas de actualidad en Frontera D. Sobre el Real Madrid ha publicado sus artículos en El Minuto 7, Madrid Sports, Meritocracia Blanca y ahora en La Galerna.

4 comentarios en: Crónica del Málaga, 1; Real Madrid, 1

  1. Ya los antiguos romanos entonaban " Vae victis" ante la imagen de los enemigos vencidos y esclavizados. Así nos reciben hoy en día por esos campos de España. Vae victis, saben lo que este equipo es desde hace tiempo, salvo en los tiempos en los que un caudillo lusitano nos lideró, un grupo de grandes perdedores, muy publicitados y encantados de haberse conocido. Da igual el general al que el emperador confíe sus legiones, todos acaban como Quintilio Varo en el bosque de Teotoburgo. A lo mejor la solución esta en deshacer para siempre a las legiones decimosexta, decimoséptima y decimoctava, creo recordar, que sufrieron tan infamante derrota. Así lo hizo el emperador en aquella época. Dejando la historia aparte, nunca creí en los milagros. los mismos jugadores, jugando de manera similar producen los mismos resultados. Hasta ahora, aunque se hubiera decretado el estado de optimismo universal, a mi modo de ver, la única mejora con Zidane al frente del primer equipo, la ha tenido el Castilla.

  2. ..."es que todo quisque cree poseer superioridad moral contra el Madrid. "...
    Espero y deseo que el autentico Madridismo no forme parte de tal colectivo. Sólo faltaría.
    Enhorabuena por la crónica!

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