Crónica del Sevilla, 1 - Real Madrid, 1

Real Madrid femenino y Sevilla FC no pasaron del empate (1-1) en el duelo de la jornada 20 de Primera Iberdrola que les enfrentaba. Lorena Navarro adelantó a las blancas antes de que Lucía Ramírez pusiera las tablas en el marcador.

Con el ecuador de la temporada superado y con el sol agarrándose cada tarde con más fuerza al día, los partidos de fútbol añaden complejidad a su trama. Los cambios de decorado, los giros de guion repentinos y las escenas de tensión van ganando protagonismo a medida que se acerca la primavera; la hora de la verdad.

En el estadio Jesús Navas, el Real Madrid femenino disfrutó de media hora otoñal con viento a favor en el comienzo del partido. Un gol madrugador, un puñado de recuperaciones de balón rápidas y el buen movimiento del cuero entre las centrocampistas vaticinaba una tarde plácida para las jugadoras de David Aznar.

Aprovechando la inercia previa, las blancas se hicieron con la posesión y no tardaron en pisar el área del Sevilla. Al once de gala del Real sólo le faltaba Kosovare Asllani, y en su lugar Lorena Navarro se propuso que nadie echase de menos a la sueca. La joven atacante, a la que le faltan centímetros pero le sobra inteligencia para leer el juego, no tardó en justificar su titularidad. Rebasado el minuto 5, Teresa Abelleira –aún algo tímida en sus acciones– recibió un balón en la frontal del área que a buen seguro habría chutado con la camiseta del Deportivo de la Coruña. Sin embargo, la gallega optó por filtrar con astucia el balón al área y la recompensa llegó con un error en el despeje de la central Aivi. Allí apareció de la nada Lorena para leer antes que nadie la situación y rematar a gol en un movimiento que bien habría firmado Raúl.

Quiso más, mucho más, el Real Madrid, que por momentos desdibujó a su rival andaluz. Una y otra vez perdió el balón el Sevilla en fase de construcción, lo que facilitaba la gran actividad de las blancas en 3/4 de campo. Mientras tanto y por la izquierda, Olga Carmona y Sofia Jakobsson empezaron a reactivar su conexión aunque sin llegar a conseguirlo por completo. Fue una de las primeras pistas que dejó entrever lo que estaba por suceder.

El Sevilla es un equipo que sabe exprimir sus oportunidades y no se desconecta del choque a pesar de sus limitaciones. Su plan de fútbol sencillo, en apariencia inofensivo, las mantiene siempre a sólo un paso de la meta rival sin necesidad de oscuras disposiciones tácticas. A la media hora de juego habían conseguido frenar la hemorragia defensiva al tiempo que empezaban a frustrar a las jugadoras madridistas. Y entonces, en una falta lateral servida al área por Virgy, Lucía Ramírez ganó la espalda de las centrales Ivana Andrés y Babett Peter. Su remate de cabeza pilló a contrapié a Misa Rodríguez, que ya vencida siguió la trayectoria del balón con la mirada.

El Real Madrid acusó el golpe y nunca terminó de recomponerse del todo. Su concepción del juego, que predispone a las futbolistas a mirar hacia la portería rival, se traduce en ocasiones en verticalidad mal entendida, y el cúmulo de malas decisiones en ataque supone un muro infranqueable. Con la mente de las blancas distraída en esas cavilaciones empezaron a abrirse los espacios a espaldas de la zaga.

Misa salió al corte en la primera carrera peligrosa de Toni Payne, la mejor arma del arsenal sevillista, pero el riesgo ya nunca se disipó. Volvió a percutir el Sevilla en dos ocasiones similares a la vuelta del descanso, siguiendo la misma hoja de ruta, y David Aznar optó por cambiar el sistema para intentar revitalizar el ataque del Madrid. Entraron Marta Corredera y Jessica Martínez para dibujar un 4-4-2 con Jakobsson más centrada y, aunque la modificación potenció algunas situaciones de juego, el ataque blanco nunca fue clarividente. Recayó todo el protagonismo en el costado derecho, donde Kenti Robles y Marta Cardona lo intentaron con relativo acierto una y otra vez, y en el corazón del área, donde todos los balones buscaron la cabeza de Jessica.

El partido, las sensaciones finales y esta crónica habrían sido diferentes con un único acierto de la delantera paraguaya, pero sólo uno de sus cabezazos impactó con la madera. Tuvo dos ocasiones claras en el área pequeña, pero en ambas se fue lejos el cuero y dejaron un sabor a ocasión perdida que no volvería. Para entonces el choque ya se jugaba en el fango y casi a cara o cruz. Olía el Real Madrid la oportunidad de dar un primer golpe de autoridad en su batalla por Europa, y quizás esa misma trascendencia de lo que estaba en juego nubló a las jugadoras.

El 1-1 supo a poco a las blancas, pero el Sevilla volvió a demostrar su gen competitivo. Ahora que se acerca la primavera, el tapete verde va dejando paso a las trincheras y ahí, entre fuego cruzado, es donde hay que ir a buscar cada punto, cada victoria.

Fotografías Getty Images.