De entre todas las buenas noticias que deja la victoria sobre el club cliente de Negreira, quizá la mejor sea el excelente marcaje de Carreras a Lamine Yamal, que se recordará durante mucho tiempo. Lamine acabó el encuentro con las estadísticas que comenta Albert Ortega, y que despertarán en el seguidor culé un entusiasmo perfectamente descriptible, como diría aquel.
Conviene razonar estas cifras con arreglo a tres factores. El primero: puede que, aun siendo muy bueno, tanto el entorno como el propio Lamine se hayan precipitado ligeramente al coronarlo/se como el mejor jugador del mundo. El segundo: aun en el generoso supuesto de que por talento fuese el mejor del mundo, debería cuidarse (en genérico) y cuidarse de (en particular) el engreimiento epicúreo que le rodea. Y por último: Álvaro Carreras estuvo absolutamente espectacular en la tarea de atarlo en corto. Se lo merendó, y aún se guardó unos fideos de yatekomo para la cena.
Esta mañana, Álvaro Carreras se ha levantado y, hastiado de fideos asiáticos, ha desayunado huevos revueltos en tostada mientras leía todo lo que la prensa ha ido publicando sobre el mal llamado clásico. Ha ido haciendo scroll (en los desayunos ociosos de la era analógica tenía más encanto pasar lánguidamente las páginas del diario) para encontrase con atribulados culés que lloran su infortunio: Toni Freixa poco menos que retando a una pelea a Carvajal (no sabemos si el directivo que cuadruplicó el sueldo de Negreira ha visto alguna foto del torso desnudo del capitán del Madrid), o David Sánchez quejándose de que se recrimine a Lamine sus insultos al Madrid en la previa, de donde se deduce que Lamine puede decir lo que le dé la gana, pero a Lamine nadie puede rechistarle. Están acostumbrados a que no les pase nada ni comprándose el sistema arbitral durante 17 años, de manera que piensan que los excesos verbales de su gente quedarán también impunes. Esta vez no. Donde las dan las toman y hablar es barato, como recordaba Bellingham en Instagram al final del partido.
Álvaro Carreras sonríe ante el post de su compañero y se ventila media tostada de un mordisco. El yatekomo puede llegar a ser indigesto. “Cómo estuvo Jude”, piensa, y qué razón tiene. El inglés vuelve a ser el que era, mandando, templando, presionando, asintiendo y marcando. La fotografía que deja el gol del de Birmingham tiene más clase que George Sanders en la película que me ha recomendado Athos Dumas y que no logro terminar. La empuja a gol, tras la asistencia de cabeza de Militao, y sale andando de allí como quien acaba de ejecutar un trámite en cuya mediación no se considera importante, pues estaba escrito en las estrellas. El estadio estalla en un vocerío extasiado y él camina a lo largo de la línea de fondo como un dominguero resacoso a la orilla del Serpentine.
Álvaro sonríe también ante el recuerdo, cuyo repaso fugaz remata con un trago de zumo. Es uno de los mejores desayunos de su vida. Suelta una carcajada ante el tuit de Camavinga, en el que celebra haber jugado algunos minutos como carrilero derecho, cubriendo así una nueva posición. Jugará donde le pongan, piensa Álvaro, y si sigue en esta forma será el jugador clave de la temporada, o uno de ellos. “Yo también espero serlo”, musita con sencillez, y con la confianza que le brinda su partidazo.
Lee ahora sobre la tangana. Sobre el partidazo de Tchoaméni, a quien Genaro Desailly pone un SOBRESALIENTE en La Galerna (“A mí también me lo pone”, se ufana). Sobre el extraordinario primer tiempo de los de Xabi, que mientras aprenden a jugar casi a otra cosa encandilan a ratos a la afición. Y sobre la sustitución de Vini, claro, que la prensa se ocupa y ocupará en resaltar para que se hable menos de la victoria blanca. “Vini se pasó, ya le conocemos, pero Xabi lleva el tema con gran mano izquierda. Hoy será uno más, que es lo que él se siente, ni más ni menos. Es un grande Vini”.
Se siente como un niño que avanza dentro de otro estrato de un sueño, como hacían los protagonistas de Inception. Es el mejor desayuno de su vida. Con otro imponente mordisco liquida la tostada, deja la servilleta sobre la mesa, recoge el plato, lo deja en la pila junto a los cubiertos y el vaso, agarra las llaves del coche, se pone la cazadora y sale a la mañana fresca de Madrid con una sonrisa imbatible. La puerta se cierra a sus espaldas. Es un chico demasiado normal como para que su silueta se recorte en el horizonte con el marco de la puerta abierta.
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Arbitró César Soto Grado del comité riojano. En el VAR estuvo Iglesias Villanueva.
Partido electrizante y con bastante polémica que no puede faltar en un Real Madrid-Barça. El riojano tuvo muchas sombras en su actuación y acertó poco.
En el 2' pitó penalti de Lamine a Vinícius por un derribo pero le corrigieron desde el VAR. Es una de las acciones más complicadas de arbitrar cuando un jugador se dispone a disparar y el defensa mete la pierna. En la opinión de un servidor es Vini el que golpea a Lamine y no al revés, por lo que bien hecha la rectificación del VAR.
Luego se anularon dos goles a Mbappé. El segundo, sin duda. El primero deja muchos interrogantes. El primero es si toca Fermín o Arda, algo clave en la jugada. No hubo muchas repeticiones para comprobarlo. El segundo, el famoso frame. Según la aplicación, el francés está ligeramente adelantado, pero una décima de frame cambia todo.
La segunda mitad comenzó con otro penalti para los blancos. Una mano punible de las que figuran como indiscutible de pitar en el nuevo testamento de las manos. Eric la tiene abierta y estirada. Soto Grado la peritó como que iba abajo y de nuevo el VAR le rectificó.
También se reclamó falta de Huijsen a Cubarsí en el segundo tanto merengue, pero fue una disputa de fútbol. Por último, hubo otro gol anulado a los locales por fuera de juego previo de Brahim en la diana posterior de Bellingham.
En el apartado disciplinario, al final sacó más tarjetas por las tanganas de última hora. Valverde por derribo a Rashford y Pedri por una falta táctica las vieron en la primera parte. En la segunda se unieron Huijsen por una entrada dura abajo y en la tangana de la zona técnica Militao, Lunin y Fermín. Los dos primeros, sobre todo el ucraniano, fueron más a separar y poner paz que otra cosa.
En la penúltima jugada del choque fue expulsado Pedri por llegar tarde y con fuerza ante Tchouaméni. Unos segundos antes Soto Grado se la había perdonado por una patada a Camavinga sin opción de jugar el balón y por detrás.
Soto Grado, DEFICIENTE.
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-Courtois: APROBADO. Un mero espectador, excepto en el gol culé, en el que no pudo hacer nada.
-Valverde: SOBRESALIENTE. Partidazo imperial hasta que no pudo más.
-Carreras: SOBRESALIENTE. Se merendó a Lamine Yamal, y aún le queda un fideo de Yatekomo para la cena.
-Militao: SOBRESALIENTE. Ejerció en el presunto mejor partido del mundo como el mejor defensa del mundo. O sea, lo que es.
-Huijsen: APROBADO. Bien situado y con temple ante el inoperante ataque culé.
-Tchouaméni: SOBRESALIENTE. Este hombre se multiplica. Imaginaos lo que es una bestia así multiplicada. Omnipresente y jugón.
-Camavinga: SOBRESALIENTE. El cyborg con rastas ha vuelto, y en qué momento.
-Bellingham: SOBRESALIENTE. Antológico primer tiempo y, aunque bajó algo en el segundo, su aportación fue tremenda, gol incluido.
-Güler: SUSPENSO. Imperdonable su error en el gol culé, que emborrona cualquier otro mérito.
-Mbappé: APROBADO. Sublime primer tiempo y gran bajón en el segundo.
-Vinícius: SOBRESALIENTE. El mejor Vini hasta su incomprensible sustitución.
-Brahim: APROBADO. Se fajó en los minutos más complicados, pero no estuvo muy lúcido.
-Rodrygo: SUSPENSO. Con las piernas frescas, no mejoró en nada a un Vinícius cansado.
-Carvajal: APROBADO. Aportó experiencia y aplomo cuando apretaban los culés.
-Gonzalo, Ceballos: sin calificar.
-Xabi Alonso: APROBADO. La exhibición del primer tiempo lleva su firma como entrenador de autor. Luego parapetó al equipo con acierto, aunque nadie entendió el cambio de Vinícius.
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Llegábamos al partido contra el club cliente de Negreira con presidentes, expresidentes, jugadores, exjugadores, padres, expadres, pertos y expertos relacionados con esa entidad corrupta diciendo sandeces con la impunidad que les otorga saber que nunca les ha sucedido nada por más desmanes e irregularidades que hayan cometido. Al final, el Madrid se impuso a todo el sistema, incluso a los errores propios, y dejó la boquita cerrada a los culés.
En lo deportivo, el Madrid afrontaba el encuentro con Fede, Militao, Huijsen y Carreras en la zaga. Tchouaméni, más adelante. Arriba, Vinícius y Mbappé y, entre medias, Camavinga, Güler y Bellingham sin saber a priori las posiciones de cada uno de ellos. Los aficionados encarábamos el partido con una mezcla de hastío y asco por tener que compartir competición, deporte, país y planeta con algo como el Barça y, a la vez, con ganas de destrozarlos, deportivamente hablando y con total limpieza.
Al poco de empezar, le pareció a Soto Grado, al cronista y a todo el mundo en su sano juicio que Lamine Yamal zancadilleó en el área a Vinícius. Fijaos que hasta se lo pareció a los comentaristas de DAZN. Sin embargo, Iglesias Villanueva dijo desde el VAR que nones.
Los amigos del chat de La Galerna se han vuelto (casi) todos locos y dicen que el VAR y Soto Grado tenían razón. Pues nada, conste su opinión.
A los doce minutos, Mbappé chutó desde su casa y marcó un gol descomunal tras robar Güler cerca del área rival, pero el VAR decretó que era fuera de juego. La repetición la cocinaron durante horas para que las líneas dieran como resultado lo que el negreirismo quería. Esta vez, ni siquiera los amigos del chat de La Galerna estuvieron de acuerdo con la decisión ni con la realización. Nos miccionan en la cara. Al principio nos daba igual. Ahora parece que nos gusta.
A los 23 minutos, Bellingham metió un balón prodigioso ante el desmarque de Mbappé, que marcó al más puro estilo Kylian. Este cronista no se atrevió a celebrar hasta que se sacó del centro del campo, llegó el jueves santo y Pedro Sánchez perdió las elecciones. Pero fue gol.
El Madrid se vino arriba ante la inopinada sorpresa de que Soto Grado concediera un gol válido en su favor, y siguieron un par de tiros de Bellingham y Valverde que sembraron inquietud en las filas del equipo cliente de Negreira. A los 28, Valverde metió un gran balón a Mbappé, que volvió a obligar a intervenir al portero polaco, que tuvo que actuar de nuevo, con mucho más mérito aún, ante Huijsen. El Madrid estaba poseído por un zafarrancho que nos hacía, aunque no estuviera sobre el campo, pensar en aquella declaración de Mastantuono: “Quiero ser un hincha sobre el campo”. El Madrid dominaba de manera furiosa.
Bien es cierto que los azulgrana generaron una ocasión de Eric García, pero los blancos, llevados del magisterio de Bellingham y Valverde, por poco amplían la ventaja en un intento de vaselina de Vini que atajó Szczęsny, el héroe de los visitantes (con permiso de Negreira), quien también hubo de intervenir a renglón seguido para parar un remate de Bellingham.
Pero sucedió lo inesperado. Güler cometió un fallo garrafal y Fermín empató. Se le vino encima el Bernabéu al turco. Se le debió caer Maracaná también, por el mismo precio, aunque nuestro deseo es que hubiera salido ileso, claro. Parece imposible tirar por tierra de manera más lamentable el enorme partido de tu equipo hasta el momento. Pudo ser peor: Huijsen la sacó sobre la línea en un córner.
Pero la justicia se hizo valer enseguida, en el ritmo frenético del partido. Un balón bombeado lo tocó Militao en el segundo poste para que, tras peinar Huijsen y sobre la línea, marcara Jude. Soto Grado trató de anularlo alegando una cita en el dentista de Cubarsí, pero a su equipo se le olvidó pagar al endodoncista durante 17 años. 2-1, con el que se llegó al descanso. Aunque, antes del mismo, no subió el tercero al marcador porque Kylian lo anotó en fuera de juego. La última jugada del primer tiempo, buena acción de Vini que sin embargo definió mal.
La segunda mitad comenzó con una ocasión para cada equipo. Después, mano clara de Eric García. Soto Grado dijo que no. No había duda posible, porque García estiró la mano para ir hacia el balón, pero desde el VAR tardaban en decidir y, mientras tanto, los comentaristas de DAZN justificaban la acción con una memez propia de quien sabe quién le da de comer.
Ni Soto Grado, ni Iglesias Villanueva, ni el resto de actores de la Mugrienta Liga Negreira consiguieron evitar la victoria del Real Madrid
Szczęsny despejó el penalti lanzado por Mbappé. Otra ocasión inmejorable marrada por los blancos. Si hubiese sido gol, ya sabéis, a pesar de tratarse de un penalti claro, habrían hablado de robo del Madrid porque el Barça se compró la cúpula arbitral durante décadas.
El partido seguía intenso y la siguiente fue para Fermín, pero su disparo, muy centrado y sin excesiva fuerza, lo detuvo Thibaut.
Antes del minuto 60, Militao se hizo con un balón en banda derecha, recorrió todo el campo, se plantó en la portería rival, y se le apagó la luz completamente. Otro probable gol al limbo. Sabemos que al revés el Barça no habría perdonado. El Madrid, en cambio, se estaba echando atrás, lo contrario que hay que hacer contra este rival.
Fede al suelo con problemas. Carvajal se quitaba la camiseta para entrar, pero Valverde pudo continuar. El cambio fue Brahim por Güler, aplaudido por el Bernabéu. El 21 ocuparía la zona derecha del ataque blanco y Camavinga se colocaría en posiciones más centradas.
En el minuto 68, otro gol, ahora de Jude, anulado por fuera de juego de Brahim. Parecía perentorio anotar más goles no ya legales, sino que no nos los anulasen.
No tardó mucho en abandonar el campo Fede. Minutos después fue sustituido por Carvajal. Rodrygo entró en lugar de Vinícius, que se marchó del terreno de juego notoriamente enfadado directo al vestuario. No parecían lo más acertado ni el cambio ni la acción del 7, si bien es cierto que poco después volvió al banquillo.
Diez minutos antes del final, doble ocasión, primero para Mbappé —desbaratada por Araújo— y, tras el rechace, para Tchouaméni. Acabó en córner. En el 88, otra de Kylian. Cruzó en exceso. Si hubiese acabado en gol, habría sido anulado por apendicitis psicológica de un familiar lejano de Raymond Kopa.
Bellingham y Kylian —muy ovacionado— dejaron su lugar a Ceballos y Gonzalo para disputar los 9 minutos de prolongación. Necesitaban darle tiempo al Barça para, al menos, empatar.
Rodrygo pudo sentenciar en el 94, pero disparó de manera muy inocente, sobre todo para un jugador fresco que llevaba pocos minutos sobre el campo.
En el 97, Soto Grado perdonó la segunda amarilla a Pedri, que zancadilleó a Camavinga cuando el francés se marchaba solo de cara a portería. Este colegiado es un buen profesional para el CTA. Szczęsny evitó el gol de Rodrygo en la falta lanzada por Goes.
Un minuto después, ni siquiera a Soto Grado le quedó más remedio que expulsar a Pedri, pues cometió otra falta de amarilla nítida, en este caso sobre Tchouaméni, e iba a resultar demasiado cantoso, incluso para él. A la decisión le siguió un enfrentamiento entre jugadores de ambos banquillos.
Final. 2-1. Menudo partidazo de Lamine Yamal (?). Ni Soto Grado, ni Iglesias Villanueva, ni el resto de actores de la Mugrienta Liga Negreira consiguieron evitar la victoria del Real Madrid.
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Se acabó el partido contra el Atleti y daban ganas de dejarlo todo. Nos habían metido 5, lo nunca visto, y era evidente cómo iba a reaccionar el rival: si se han pasado medio año hablando de un penalti mal tirado, el recuerdo de una goleada tan abultada puede durar por lo menos medio siglo. Muy bien, que les aproveche, no tiene remedio ya. Ahora bien... ¿cómo rehacerse desde el lado madridista?
La primera reacción fue, claro, el abandono. Menuda estafa de equipo sin alma ni garra, yo a estos sinvergüenzas no vuelvo a verlos. Perder siempre es una calamidad cósmica en el Madrid, pero lo imperdonable de verdad es la falta de ganas. En especial cuando te enfrentas a equipos para los que doblegar al Madrid es su objetivo más satisfactorio, que ya son casi todos. Algún día habrá que hacer un recuento humorístico de cuántos clubes creen tener una rivalidad con el Real Madrid.
Desde la óptica blanca, sin embargo, sólo se admite la pugna con lo imposible —o sea, con el Madrid mismo— y, si acaso, unos pocos ogros a veces monstruosos y a veces domesticados: Bayern, Liverpool y aún esperamos la resurrección del Milan... ¿y el Barça? Sí, claro, el Barça, cómo no. El primero de la lista de quienes sueñan con ser califa en lugar del califa, con todas las pulsiones freudianas a flor de piel y esa cosa tan española —mal que les pese a algunos— de menospreciar los méritos del mejor.
Para ser sinceros, tengo que decir que durante años vi a un Barcelona tan pujante y con el viento de la historia tan a favor que daba visos de ser el rival de talla colosal definitivo, más allá de la conveniencia de una némesis a la que combatir. Pero ese tiempo pasó y, ahora que sabemos de dónde salía el fuelle de ese viento, es oprobioso concederles semejante categoría. El Barça ya debería haber sido castigado y, mientras eso no suceda, lo mínimo es castigarlos en el campo. Sin embargo, ha sucedido lo contrario demasiadas veces: dar una paliza al Madrid se ha hecho para los blaugranas una costumbre balsámica, un remedio legitimador de sus tropelías, el espejismo de ser el mejor club del mundo, més que un club, el centro del universo y lo que haga falta. Este domingo vuelven al Bernabéu y el partido resuena como una historia conocida, aunque con matices.
El Barça ya debería haber sido castigado y, mientras eso no suceda, lo mínimo es castigarlos en el campo
Esta vez, ni los aficionados ni el incipiente proyecto de Xabi Alonso pueden tolerar otra derrota humillante. La desconexión del equipo con la grada (o con quienes fueron la grada antes de que esta se llenase de turistas accidentales) es el único verdadero temor que cabe en este partido. Y al pensar en esa posibilidad regresa la misma sensación que quedó tras lo del Metropolitano, con el inevitable ciclo marcado por J. B. Toshack hace casi tres décadas como un metrónomo del desencanto que también puede parafrasearse desde el punto de vista del espectador: el primer día no quería saber nada de ninguno, el segundo empecé a pensar que la cosa no estaba tan mal y, al tercer día, como mandan las Escrituras y el delirante calendario del fútbol, ya se había resucitado en mí toda la fe del universo. Cada vez que me dan un rato vuelvo a vivir, como siempre, deseando volver a ver sobre el césped a los once cabrones vestidos de blanco.
Y hay que decir que el equipo respondió y se rehízo bien después de la primera derrota de la temporada. Colaboraron a ello el propio Atleti y el Barça con sus respectivas impotencias, incapaces de sostener un ritmo de victorias constante. Pero entonces vino el infame parón de selecciones, que hace del fútbol de clubes un gatillazo permanente, un campeonatus interruptus, con el agravante de servirnos a la vuelta dos partidos odiosísimos de jugar y de ver. Getafe y Juve han establecido en el peor momento posible una distancia enorme con la promesa fundacional de Xabi: que el madridista se encienda. A cambio se han brindado dos victorias que dan sosiego para construir y crecer, pero como en un eterno retorno volvemos a estar al principio del ciclo. Lejos de encender nada, de momento nos conformamos con no apagar la tele.
Así nos llega el Barça y este será el partido que determine si el equipo va en serio o no. Para los jugadores quizás no tenga esta dimensión, pero desde afuera esperamos con ansiedad que quienes se vistan la camiseta —a la que Gareth Bale llamó hace poco con respeto reverencial that clean, crisp white shirt of Real Madrid— cumplan con lo esperado: que sean, antes que nada, nuestros once cabrones en el campo.
La desconexión del equipo con la grada es el único verdadero temor que cabe en este partido. Y al pensar en esa posibilidad regresa la misma sensación que quedó tras lo del Metropolitano, con el inevitable ciclo marcado por J.B. Toshack hace casi tres décadas
¿Es eso posible a estas alturas y con estos mimbres? Courtois ha presentado esta semana credenciales a rajador y, además, lo ha complementado con una actuación memorable que nos retrotrae a sus mejores días. Ejercer de cabrón no le ha sentado nada mal, pero necesitamos uno fuera del área. Mi opción favorita, claro está, es Bellingham. En su fulgurante primer año se le comparó mucho con Zidane, y es cierto que a veces uno tiene la sensación de ver en él su zancada, su ocupación del espacio, su plasticidad corporal, su pie fino y su potencia hacia el gol. Sin embargo, hay otro aspecto de Zizou que también tiene y no es menor: Jude es de mecha corta. Los árbitros ya han tratado de afeitárnoslo, como los cuernos de los toros —y tal como se ha hecho con Vinícius hasta sacarlo de rosca demasiadas veces—, enviándolo a la ducha por un fuck off o un it’s a fucking goal (...when in fact, it was), pero sigue siendo el candidato más sólido para coger en volandas al equipo cuando toca y empujarlo hasta meter al rival dentro de su portería.
Para el futuro guardo la elocuente promesa de Mastantuono, ser un hincha en la cancha, que es justo de lo que estamos hablando, pero aún es hipotético el día de su jerarquía, por simple cuestión de estatus. Y en los demás veo fogonazos, gotitas de mala leche, pero la gran esperanza debe ser, precisamente, quien los comanda desde el banquillo. Xabi Alonso tenía la ventaja de no parecer un cabrón, pero repartía más que un cartero en Navidad. Era exquisito y leñero, tenía nervio y corazón, como predica el himno. Con él en el centro del campo tuvimos batacazos y gloria, pero siempre dejó el aroma de lo legítimo.
Ahora tiene un equipo en construcción y aún debe demostrar si ha sido capaz de insuflarle algo de ese espíritu. Hay millones de madridistas que los veremos llegar hasta donde alcancen, sea el cielo o el infierno, y que regresaremos de cada pedrada con nuestras esperanzas siempre renacidas e invencibles. A cambio sólo le pedimos que el domingo vuelva a poner en el césped a once jugadores y todos consigamos reconocer en ellos a los mismos que están en nuestros recuerdos y nuestros sueños: los once cabrones de blanco impoluto, dispuestos a enmierdarse hasta quedar cubiertos de gloria.
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Buenos días, queridos vertebrados. La orden ayer fue clara en las principales cuatro cabeceras deportivas publicadas en Madrid y Barcelona: «poned la palabra "clásico" en el titular como sea, que es lo que se lleva ahora» (años ha fue el tractor amarillo). Y así lo han hecho. Probablemente tras haber consultado antes si le parecía bien a Tebas, no vaya a sentar algo mal al nosferático sátrapa del fútbol español y los deje a todos sin comer.
Los cuatro frontispicios, con sus encabezados correspondientes, apenas tienen interés para el lobotomizado medio, principal consumidor de este tipo de periódicos y de los principales programas audiovisuales españoles. Sin embargo, entre la mediocridad destaca, cómo no, el diario Sport.
Todo lo que deyecta este medio conviene interpretarlo —por higiene intelectual y moral— en sentido contrario. Hoy titulan: «El clásico de la verdad». Es decir, lo adecuado es: «El clásico de la mentira».
Los motivos no son pocos: además de cursi, emplear el término «clásico» para referirse a un Real Madrid-FC Barcelona es una tendencia de los últimos tiempos que de hecho no se corresponde en puridad con la historia, pero cuando esta no se conoce se puede imponer mediante el relato, por más que este sea contradictorio con la verdad. Pero ¿a quién le importa la verdad pudiendo elegir la opción lucrativa? El otro principal motivo, ya lo sabéis, es que no se puede emplear ese término que denominar a un partido entre un club de fútbol y una organización ya condenada por la justicia por otros delitos y sin embargo no castigada por el mayor escándalo del deporte mundial: nadie se había comprado a los árbitros durante décadas sin sufrir consecuencia alguna. De hecho, simplemente nadie se había comprado a los árbitros durante décadas.
Añade Sport que Lamine llega motivado al duelo y siendo el centro de las críticas de los aficionados madridistas por sus declaraciones. Sobre Yamal y sus declaraciones, nada extraño. Lamine es el estandarte perfecto de la entidad más corrupta del deporte. Una persona con una educación, unas maneras, una elegancia, una cultura, una estética que casan a la perfección con los valors del club azulgrana y con los hábitos de su presidente actual.
Lo cortés no quita lo valiente, y como hemos repetido en diferentes ocasiones, hay que agradecer al club cliente de Negreira la labor social que realiza: sustenta y ha sustentado a no pocos seres vivos —desde Luis Suárez hasta Gavi, pasando por Lamine— que probablemente sin la manutención del Barça habrían resultados onerosos para el erario.
El diario de Godó elige el adjetivo «apasionante» para acompañar a «clásico». Qué original, ¿verdad? Y apasionante, ¿a que sí? Mundo Deportivo representa de maravilla también esos valors culés, esa «virtud» tan valiente de poner la tirita antes de la herida, de jugar a dos bandas, de decir una cosa y la otra, de nadar y guardar la ropa por si acaso: «Un Barça con siete bajas y sin Flick en el banquillo sale a por el triunfo en el Bernabéu para tomar el liderato». Lo llevan en el ADN, lo de hacérselo encima de manera preventiva.
Marca, que para destacar que es la hoja parroquial del capo de la Liga lleva el logo de esta organización incrustado en las propias letras de su nombre, opta por «Superclásico» como titular. Es de agradecer que lo hayan escrito bien, la mayoría habría puesto: «Súper Clásico», separado y con «clásico» en mayúsculas.
La pleitesía es tal, que este humildísimo portanalista ha tenido una pesadilla en la cual aparecía Gallardo ataviado con una cofia sirviendo un café aliñado al señor Tebas, que se carcajeaba y le arrojaba unas monedillas al suelo para verle agacharse a recogerlas. Imagen para desterrar de la memoria inmediatamente y que por suerte no puede estar más alejada de la realidad.
«Clásico por el liderato» es el destacado de As. Añade: «El Barça aspira a igualar el récord de cinco victorias seguidas ante el Madrid». A esta racha se une una batería de declaraciones de presidente, jugadores y exjugadores del club que ha pagado a quien manda en el arbitraje español desde los años noventa del siglo pasado —según se han vanagloriado ellos mismos— en las que acusan al Madrid de «robar» y de condicionar a los árbitros por emitir en su televisión resúmenes de las actuaciones de los colegiados. Si no tuviera ni puta gracia, con perdón, el chiste se cuenta solo. Son sus costumbres. Siempre han sido así de hipócritas.
Es complicado ceñirse a la vertiente deportiva de un enfrentamiento entre un club de fútbol y una suerte de cártel corrupto, pero conviene canalizar toda esa ira que provoca la injusticia, la (presunta) comisión continua de delitos sin recibir castigo alguno por tratarse el Barça de un asunto de Estado, para salir esta tarde a la hora de la siesta a acogotarlos, a no dejarlos respirar, a darles una lección de fútbol, de honradez y de arrojo.
Alberto Cosín ha desmenuzado el juego del club cliente de Negreira, sus puntos fuertes y sus puntos débiles, en el ámbito futbolístico, en esta pieza.
Pasad un buen día y ¡hala Madrid!
Décima jornada de Liga y llega el clásico al Santiago Bernabéu. Un partido que decidirá el liderato de la tabla y el que gane puede asestar un importante golpe al rival, porque ambos conjuntos llegan con dudas y un calendario próximo con algunas curvas. El alemán Flick, que no estará en el banquillo por sanción, cuenta con una lista larga de bajas entre las que se encuentran Ter Stegen, Gavi, Olmo, Joan García, Lewandowski y Raphinha. Además, Koundé es duda por un golpe en el pasado encuentro de Champions. El técnico alemán tiene alguna duda en la alineación y en el sistema a utilizar. Hay rumores de la posible inclusión de un cuarto centrocampista en lugar de jugar con tres arriba y que la referencia como delantero centro sea Ferran, que llega justo tras dos semanas parado. Por tanto, una posible alineación sería Szczesny; Koundé, Eric, Cubarsí, Balde; Pedri, De Jong, Fermín; Rashford, Ferran (Casadó en la variante de utilizar a Fermín volcado a banda izquierda), Yamal.
La presión es uno de los grandes mandamientos de Flick y lo que considera ADN Barça. Una presión muy alta, intensa y agresiva hasta el área rival. La línea media también se sitúa muy arriba para incomodar al pivote o interior rival y que no pueda girarse ni dar la vuelta. Si la presión surte efecto y el Barça recupera arriba, se convierte en un equipo peligrosísimo, porque en las inmediaciones del área jugadores de talla mundial como los que están arriba no perdonan. Sin embargo, si se logra saltar esa presión con éxito, el Madrid se encontrará con mucho campo para correr y tiene jugadores que aprovechan esos espacios. Esta campaña, la presión no está siendo tan efectiva ni intensa, sobre todo por las bandas, con Rashford y Yamal. Y eso lo han aprovechado diferentes rivales en las últimas fechas para hacer daño. Uno de los duelos del partido estará ahí sin duda. En el éxito o no de la presión arriba de los catalanes.
La salida de balón es uno de los aspectos en los que más hincapié hizo Flick el curso pasado. La presencia de Iñigo era clave y, sin él, han bajado enteros. Araújo es otro tipo de central al que le cuesta con claridad iniciar el juego desde atrás. Por eso, el entrenador alemán está utilizando a la pareja Eric-Cubarsí, que es mucho más aseada. Otra opción de salida es por los laterales, principalmente porque en velocidad y conducción bate líneas con mucha facilidad. A veces también De Jong se retrasa unos metros para empezar el juego e hilvanar rápidamente con Pedri, que es la brújula culé. Si el Madrid va arriba y recupera, las oportunidades de peligro se multiplicarán y sobre todo le hará entrar en muchas dudas a la zaga. La otra opción, que ya se ha visto del Real Madrid frente al Barcelona, es no buscar la agresividad y presión al poseedor del balón, sino más bien esperar en bloque medio.
En la Liga actual se están mostrando mucho menos sólidos, rocosos y fiables atrás que el curso pasado. El dato que mejor lo demuestra es que en nueve encuentros han recibido diez goles y la catarata de ocasiones claras que reciben no baja con el paso de los partidos. La línea defensiva se coloca prácticamente en el centro del campo, sin presión para el pasador y sin coordinación para el fuera de juego es un auténtico suicidio, porque conlleva manos a mano con el portero en varias oportunidades. Es la decisión de Flick, pero con esta idea los rivales siempre tendrán ocasiones para marcar goles. La baja de Iñigo, que coordinaba la zaga para dejar al rival en órsay permanente también ha sido dura. Muchos equipos están cogiendo el truco a la zaga adelantada buscando un pase extra o las bandas en vez de ser tan directos. Ahí estará una de las claves del cuadro de Xabi Alonso para superarla, y que los Mbappé y Vinícius no se precipiten en los fueras de juego. Un día importante para Arda y Bellingham, que serán los encargados de filtrar pases decisivos. Por último, el Barça, si no sale Araújo, puede sufrir por arriba porque le faltarían centímetros salvo en la defensa.
Las bajas que se acumulan le restan pólvora, porque hay muchos goles en las botas de Lewandowski y Raphinha, pero siguen siendo un equipo peligroso con Ferran y Rashford, que están viendo puerta con facilidad. Además, es un conjunto coral que crea peligro en juego estático y también con espacios en contras lanzadas por Pedri o Yamal. Por las bandas, también hacen daño con un Balde en un buen momento y con las incorporaciones más medidas de Koundé por la derecha. El Barça tratará de amasar mucha posesión en pies de Pedri y de Jong, moviendo a la defensa blanca y cuando salten buscando al hombre libre. Mucho manejador del cuero en la media y atacantes que pican y aceleran en los últimos metros. Ojo también a Fermín, que es un gran llegador de segunda línea, con mucho gol y que ya sabe lo que es marcar al Real Madrid.
El estilo de Flick es proponer con balón, tener el control del partido con mucha posesión, con gran capacidad asociativa y de combinación, y practicar un juego ofensivo. Le gusta manejar el ritmo del juego y que la circulación sea rápida, alternando mucho pase horizontal con el vertical en las inmediaciones del área cuando encuentran el espacio y al hombre libre. Al técnico germano le gusta jugar con extremos que abran bien el campo y ensanchen a la defensa para poder disponer de huecos en los que hacer daño. No hacen tampoco ascos al contraataque y, si gozan de terreno para correr, son un equipo que amenaza con la velocidad de sus bandas y Ferran, que corre muy bien y se desmarca con astucia. En cuanto a las estadísticas actuales este curso, podemos contemplar que es el equipo máximo goleador con 24 dianas, el que más disparo realiza, el que más posesión dispone, con una media de 70% por encuentro, y el que más regates completa. Además, es un conjunto top ganando duelos, en porcentaje de cantidad de pases y pases exitosos.
Lamine Yamal no llega en el mejor momento del curso ni ha alcanzado el pico que se vio la pasada campaña, pero sigue siendo un jugador determinante que en una jugada puede decidir un partido. Ya sea a través del regate y el desequilibrio, la visión de juego y capacidad para filtrar pases al espacio o con su disparo envenenado de rosca con la pierna izquierda. Se verá un bonito duelo con Carreras, que ya lo conoce del enfrentamiento entre ambos el año pasado en la Champions. De todas formas, el ferrolano necesitará ayudas y coberturas para intentar frenar a la perla culé.
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Hola, amigos. El tiempo transcurre de manera inexorable y las fechas que anticipa el almanaque acaban presentándose tarde o temprano. Sí, estamos a horas del mal llamado clásico. Ayer os explicó Javier Vázquez, en estas mismas páginas, por qué no convendría llamarlo así, y nuestro editor Jesús Bengoechea ejerció de Grinch en esta historia. Se supone que hay que recibir el clásico con la misma ilusión que la Navidad. Bueno, ya vemos que hay quien no. Hay quien prefiere jugar contra quienes no hacen trampas, y considera un trámite pesaroso el tener que disputar partidos contra quienes debieron ser descendidos a Segunda División en pago por sus crímenes.
Así que las portadas versan invariablemente sobre el partido en cuestión, si bien el premio Princesa de Asturias a Serena Williams tiene su lugar también.
A Marca, en el intento de hablar de ambas cosas, le ha salido la portada más fea del presente milenio, y una además que arroja una confusión imprevista. Sabemos que en esta primera plana aparecen Serena Williams y Lamine Yamal, aunque no tenemos perfectamente claro cuál es cuál. Intuimos que Lamine ha de ser el que viste de azulgrana y al cual está encimando Vinícius, mientras que Serena ha de ser la que luce un vestido rojo, pero el color de pelo casi idéntico y el parecido facial nos hacen dudar.
Dice en todo caso Marca que “las palabras de Lamine encienden al vestuario del Madrid”. No, no las pronunció en su discurso de aceptación del Princesa de Asturias, sino en una conversación con Ibai Llanos. Fueron una serie de fanfarronadas propias de adolescentes pajutos a las que tampoco hay que dar más importancia que la que tiene Bad Bunny a la altura de Wolfang Amadeus Mozart, que es el Madrid. Lo que debería “encender” el vestuario del Madrid, e inocularle las ganas de aplastar al equipo que tendrá enfrente, no son las chorraditas de un mozalbete con acné, sino el hecho de que el club cuyo escudo defiende se comprara el sistema arbitral durante un mínimo de 17 años, en perjuicio del club cuyo escudo defienden ellos.
Si en la portada de Marca queda patente el desconcertante parecido físico entre Lamine Yamal y Serena Williams, en la de Mundo Deportivo parece descartarse la posibilidad de que Joan Laporta se parezca jamás a Jude Bellingham, por mucho que imite el gesto del inglés cuando marca un gol. No estabais preparados para esta bella imagen, ¿verdad? Qué queréis que os digamos. Si nosotros hemos tenido que verla, vosotros también.
Buen intento, Jan, pero algo nos dice que a Jude la americana le sentaría de otra manera. Sería capaz de abrocharse algo más que el botón más cercano a la sotabarba, y este no amenazaría con asfixiar su gaznate. Habría que cantarle un buen “Hey Jan” a Laporta, si bien en este caso, en lugar de recomendarle a Jan que no cargue el mundo sobre sus hombros, como en el clásico (este sí) de los Beatles, sería preferible recomendar al mundo que no cargue con Jan sobre los suyos.
Don’t make it bad, Jan. Aseguras que nunca te cansarías de ganar en el Bernabéu. Hay muchas cosas de las que nunca te cansarías, ya lo sabemos, entre ellas de cuadriplicar el sueldo de Negreira para asegurarte de que nunca dejarás de ganar en el Bernabéu, que es la única forma de no cansarse de hacerlo.
La foto es inefable. Existe una fina línea entre lo sublime y lo ridículo. En el caso de Jan, la distinción es más sencilla, dado que el presidente culé no se ha acercado a lo sublime más de lo que nunca se ha acercado a lo decente.
En fin. Os dejamos con las otras portadas del día. Que estéis muy bien.
Por suerte la afición madridista no es como la culé. Ellos son capaces, en líneas generales, de defender pagos al vicepresidente del CTA mientras siguen acusando de robar al Real Madrid.
Tampoco es como la del Atleti, que en su mayoría sigue siendo cholista, aunque inviertan morteradas de dinero en jugadores de ataque extraordinarios y sigan sin ganar títulos.
En el Real Madrid siempre han existido opiniones dispares entre los aficionados. No solemos ir todos a una.
En lo que va de temporada, doce partidos en total, he oído muchas quejas sobre el equipo. Sin embargo, después del último partido contra la Juventus, parece que se ha desatado el ya conocido como vinagrismo merengue. Todo mal. No hay nada destacable en este nuevo proyecto de Xabi Alonso, es lo mismo que con Carlo. No ha cambiado nada. Y mil cosas más. Todo viene de un nivel de autoexigencia que es muchas veces fruto de prepotencia y análisis futbolísticos poco profundos. Yo mismo he pecado de ese vinagrismo muchas veces, pero la edad me da el poso suficiente para calmarme y volver a analizar todo de nuevo. A veces volviendo a ver partes de partidos enteras.
Sé que hacer el análisis que voy a hacer, a las puertas de jugar contra el Barça es peligroso porque, si nos vuelven a pintar la cara, esto se llenará de comentarios acordándose hasta de mis antepasados neandertales, pero me voy a aventurar a hacerlo igualmente.
Para empezar, no sé qué tendría de malo que el equipo se pareciera al de Carlo, que nos hizo ganar dos dobletes en tres temporadas, amén de la Décima en su primera etapa. Cosa distinta es como jugó el Madrid la temporada pasada. Y partiendo, precisamente, de ese equipo es como quiero empezar mi análisis.
Lo primero y muy importante que ha conseguido Xabi Alonso es que estamos viendo la mejor versión de muchos jugadores a la vez, cosa que la temporada pasada no vimos
No es lo mismo coger un equipo al que ya has entrenado los últimos años que entrenarlo por primera vez e intentar que jueguen de forma muy distinta a como venían jugando. Y para los propios jugadores tampoco es sencillo, y encima introduciendo esas caras nuevas desde el primer día. Eso también debe ser tenido en cuenta, pues tiene su dificultad, y la idea que tiene Xabi es la excelencia, no ganar jugando al contraataque aprovechando los jugadores de arriba, cosa totalmente lícita y que suele funcionar bien. Él quiere un equipo que juegue al fútbol en todo el campo, en defensa y en ataque, y que todos los jugadores se sientan integrados con su idea. Eso es algo muy complicado, y requiere de varias fases diferentes para ir consiguiendo el objetivo.
Lo primero y muy importante que ha conseguido Xabi Alonso es que estamos viendo la mejor versión de muchos jugadores a la vez, cosa que la temporada pasada no vimos. Mbappé está a un nivel impresionante, tanto físico como de juego, sin haber llegado aún al máximo, ya que todavía le vemos fallar goles claros, y aún así lleva más goles que partidos; Vinicius está volviendo a su mejor versión, y lleva mejores números que nunca a estas alturas de la temporada; Militao está a un nivel impresionante; Asencio, salvo cuando ha jugado de lateral, está a un gran nivel; Alaba ha jugado medio tiempo en Getafe satisfactoriamente; Tchouameni está perfecto en el centro del campo, así como en defensa; Jude parece estar justo en el momento de forma perfecto ahora, habiendo salido de una lesión fastidiada; a Camavinga lo hemos visto pletórico en los partidos que ha jugado y mejor con el balón que nunca; lo de Güler creo que no es necesario ni hablarlo, es algo extraordinario; Carvajal está totalmente recuperado y cogiendo el tono, pero a la pequeña lesión de la cual ya está de vuelta; Fran García no lo ha hecho nada mal los ratos que ha salido; Brahim sigue siendo el revulsivo de siempre; Rodrygo está a buen nivel, quizás le falte un poco más de atrevimiento, pero no está nada mal; Ceballos cuando ha jugado lo ha hecho bien en defensa, y en ataque como siempre. El único que parece no encontrar el ritmo en el centro del campo es Valverde, pero cuando ha jugado de lateral derecho se ha mostrado pletórico; y Courtois, que desde que volvió de la lesión no se atreve en muchos balones donde debe salir, al menos sí ha recuperado su mejor versión en el resto de facetas del juego.
En el debe está que Endrick no ha debutado, y Mendy tampoco, aunque éste acaba de salir de una larga lesión.
De los nuevos, Trent no ha mostrado aún un juego excelso, aunque ha dejado pinceladas de su calidad; Carreras lo está haciendo bastante bien, salvo algún partido que se ha notado que el cansancio también hace mella; Huijsen parece que tiene treinta años y lleva toda la vida en el puesto; y Mastantuono muestra ser un jugador con carácter y buenas virtudes. Ni que decir tiene que los más jóvenes tienen fallos lógicos, y que deben ir madurando poco a poco. Eso solo se consigue con tiempo y partidos.
Sí, ya sé lo que pensáis todos, y yo también: el partido del Metropolitano, no sólo por la derrota, sino por lo abultado de la misma. Hubo bastantes fallos ese día, el primero de Xabi por alinear a Jude Bellingham sin estar recuperado, y después vimos peores versiones de todos los jugadores, salvo de Mbappé y Güler. Y, sobre todo, falta de intensidad y actitud.
Tratando de obviar ese partido, y esperando que contra el Barça veamos otra cosa, vamos a analizar lo que está pasando y lo que trata de hacer Xabi. Lo primero de todo, antes de conseguir un juego coral, es tener un equipo que defienda bien y, para ello, no solo es necesario que lo haga la defensa: lo tiene que hacer el equipo entero.
En este proceso se tienen que cambiar hábitos, empezando por la solidaridad de los de arriba, que deben entender que en el fútbol actual no se puede andar, y que es necesario que todos vayan a una como equipo. Desde Kylian a Courtois, defienden todos, y es necesario ayudar. Aunque ya se puede apreciar cambios en este sentido, el trabajo sigue en proceso y, hasta que no sean un bloque, no veremos que los laterales del equipo doblen por banda a los jugadores de arriba que juegan en su banda, lo que hará que el equipo rival tenga que estar pendiente de más jugadores atacando el área. ¿Por qué no ha llegado ese momento? Porque ahora mismo cada pérdida de balón en fase de ataque se traduce muchas veces en ocasiones claras de gol del rival. Todavía está en fase de implementación y conlleva sus peligros.
Analicemos ahora el ataque, que en realidad tiene mucho que ver con la defensa, por cuanto si tú atacas rápido, moviendo el balón hacia arriba de forma vertical aprovechando la velocidad de tus jugadores, como Vinicius y Mbappé, y en una de esas jugadas pierdes el balón, tienes el peligro de que te hagan una contra a la misma velocidad, y lo que parecía un ataque prometedor se convierta en un gol en contra. Por contra, si tú juegas con calma desde tu campo, moviendo el balón, y subiendo poco a poco, haciendo que el rival tenga que venir a buscar el balón a tu campo,y que suban sus líneas, vas madurando la jugada poco a poco,y si pierdes el balón tienes a todos los jugadores más o menos situados. Si a base de ir tocando llegas a la zona medular, moviendo el balón de un lado a otro, ahí es donde puedes aprovechar para que haya movimientos de ruptura de Kylian en primer lugar, para ver si es posible romper la defensa directo a puerta, y si no en segunda opción Vinicius, en tercera Jude, Fede, Trent, Carreras, etc. Es decir, jugar con calma y pausa en campo propio, buscando que suban a defenderte, para jugar desde que pisas campo del rival veloz y vertical. Eso asegura también tu defensa. Y, si no surge la jugada, te plantas en campo contrario y sigues jugando, siendo a veces bueno volver atrás e invitar al equipo rival a volver a adelantar líneas. Es jugar con ellos para aprovechar tus virtudes, pero no de inicio, sino madurando poco a poco la jugada para poderles sorprender.
El Real Madrid es el equipo que más veces ha tirado en lo que llevamos de Champions, y el que más ha tirado entre los tres palos también. También somos el equipo que menos oportunidades ha concedido al rival en Champions. Eso quiere decir que poco a poco se van consiguiendo los objetivos defensivos
Esto es precisamente lo que está buscando ahora mismo Xabi: afianzar que se defienda bien. Es la base para construir un equipo sólido, y de ahí buscar luego la forma de atacar. Hasta que no se consiga este equilibrio, y no defiendan todos, no vamos a ver lo que busca realmente nuestro entrenador, y creo que hasta enero o febrero no veremos una plasmación aproximada de lo que se pretende.
También está tratando de involucrar a todos los jugadores posibles. Salvo el ya comentado caso de Endrick y el de Mendy por lesión, el resto de jugadores se siente integrados, y ya no tenemos lo que Carlo hacía habitualmente y que la temporada pasada fue un problema: poner a jugar o a calentar banquillo en función de jerarquías y no por méritos propios. Nunca se ha sentado tantas veces a Vinicius desde que es titular indiscutible, y vimos contra la Juve que no puso ni mala cara al ver su número en el luminoso.
El Real Madrid es el equipo que más veces ha tirado en lo que llevamos de Champions, y el que más ha tirado entre los tres palos también. En otras palabras, hay que admitir que ahora mismo hay un problema de acierto de cara el gol. Como decía Zidane, eso son rachas y no son preocupantes. En el momento en que entren los goles, también se conseguirán más rápido los objetivos desde la tranquilidad que dan.
También somos el equipo que menos oportunidades ha concedido al rival en Champions. Eso quiere decir que poco a poco se van consiguiendo los objetivos defensivos de los que hablábamos.
Hemos logrado once victorias en doce partidos mientras estamos construyendo una forma totalmente diferente de jugar al fútbol, cambiando el rol defensivo de muchos, e incluso el rol de ataque de otros tantos. Mientras vamos construyendo ese nuevo equipo, ganamos todo menos un partido. ¿qué más queréis?
En liga, somos de los equipos que más tiran a puerta de toda Europa. Esto, al igual que pasa en Champions, es un éxito, sobre todo sin haber conseguido aún un patrón de juego esperado. En el momento que empiece a hilvanarse todo, puede ser algo impresionante.
En el debe está que seguimos sin defender bien la mayoría de balones parados, y que los desajustes defensivos pueden hacer que se pierda el foco. Es muy difícil que se levanten cuando empiezan perdiendo. No existe esa confianza que hasta hace un par de años existía. Eso también se está buscando.
Obviamente, el buscar el objetivo, el tratar de ir de forma coral en ataque y en defensa, tiene sus desventajas. El contraataque de Vlahovic el miércoles es producto de perder un balón en el ataque en un momento en que el equipo no está bien posicionado. Ese tipo de fallos se van trabajando y puliendo. También hay que tener en cuenta que, aunque en su liga no está muy fino, la Juventus en Europa sigue siendo un buen equipo. e hicieron un gran partido en el Bernabéu, pese a lo cual el Real Madrid fue bastante superior a ellos. Se habla de las paradas de Courtois, pero os hago la siguiente propuesta: mirad el partido de nuevo e id apuntando las ocasiones claras, veréis la sorpresa: hay dos de los italianos por seis de los blancos. Veréis que hubo fases del partido en que el equipo jugó un fútbol muy bueno. El mejor jugador de la Juve fue su portero, con eso está dicho todo.
Hemos logrado once victorias en doce partidos mientras estamos construyendo una forma totalmente diferente de jugar al fútbol, cambiando el rol defensivo de muchos, e incluso el rol de ataque de otros tantos. Mientras vamos construyendo ese nuevo equipo ganamos todo, menos un partido. Sé que todo depende del partido de mañana contra el Barça pero, honestamente, ni una derrota cambiará mi opinión. Si es una goleada en la que no mostremos intensidad, será preocupante por supuesto, pero no debe desviarnos nada de nuestro camino. Estoy seguro de que veremos distinta actitud que en el Metropolitano, y que en el último año en cada partido grande.
Pese a que muchos creen que está perdido, Xabi lo tiene bastante claro, y está trabajando bien. Demos tiempo a que se asiente su idea, a que los jugadores interioricen y mecanicen todos los movimientos, y a que podamos ver el equipo que busca. Tengamos calma,no queramos que el equipo sea el de CR7, Modric y Kroos. Es otro proyecto, y tenemos jugadores buenísimos y jóvenes con otra idea distinta de equipo que se está implementando. Tengamos un poco de calma, porque mientras se asienta encima estamos ganando. ¿Qué más queréis?
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Buenos días, queridos.
Las portadas de hoy reparten su espacio entre el mal llamado clásico, del que ayer despotricaba nuestro editor, transmutado en el Grinch del clásico, y la entrega del premio Princesa de Asturias del Deporte a la fenomenal tenista estadounidense Serena Williams.
El clásico que no lo es, como bien recordaba ayer nuestro colaborador Javier Vázquez. El diario As es el único que no emplea la palabra “Clásico” en su portada, lo cual agradecemos, así que vamos a concederles el (dudoso) honor de comenzar con su portada.
El Kylian Mbappé de esta temporada parece distinto al que cayó ocho veces en fuera de juego en el partido del año pasado, como recuerda la portada. Más certero, más integrado en el funcionamiento de la MLN, como el crack que siempre fue, incluso en los peores momentos del curso pasado. Ojalá funcione ese antídoto que a equipos como el Rayo y el Sevilla les sirvió.
El “Plan Flick” siempre fue el mismo y contó con la confianza que da el colchón del ajuste semiautomático de las líneas del VAR. Recuerden lo que siempre hemos dicho: si se tarda más de treinta o cuarenta segundos en mostrar la imagen en pantalla, es porque se está “cocinando”. En su día por los pupilos de Clos Gómez y, ahora, por los de Prieto Iglesias. Nos hemos acostumbrado a que aparezca un plano dudoso seis o siete minutos más tarde del lance, con el balón distorsionado o el plano partido, sin que se puedan ver a la vez el toque de balón y la posición supuestamente adelantada del jugador que recibe, y no ha pasado nada. Nos hemos acostumbrado a jugar en la MLN, a que un equipo con más de una veintena de infracciones sin sanción campe a sus anchas por el terreno de juego y además, como castigo, nos toca enfrentarnos a ellos en nuestro estadio.
Pues convirtámoslo, empezando por los jugadores, en un infierno. En esa línea se mueve la portada del diario Marca:
Sabemos el nulo contacto que tienen los redactores de Marca con lo que llaman “el vestuario del Madrid”, aun así, ojalá sea cierto que los jugadores están hartos de las chorradas del rival de mañana. Hoy es de Lamine, como ayer lo era de Laporta, de Flick, de Gavi, Fermín, Piqué, Íñigo Martínez, Xavi y tantos otros. Ojalá salgan de verdad con el cuchillo entre los dientes y sangre en el ojo a por el partido. Ya que la justicia de los tribunales parece más lenta que un repliegue de Umtiti, que sean los nuestros los que realicen ese acto necesario sobre el césped. Que no salgamos, como otras veces, con una hora de retraso al encuentro, justo en el día en que se retrocede la hora. No parece mucho pedir.
Y por si no tuvieran suficientes motivaciones con lo que hay en juego, como el liderato o algo tan poco valorado por algunos como el triunfo del Bien sobre el Mal, el Mundo Deportivo nos entrega otra de esas portadas que conviene desterrar de nuestra memoria cuanto antes:
Ojalá los nuestros realicen una presión como la que sufre el botón de esa americana. El Cristo Redentor de Río de Janeiro, las celebraciones de Jude Bellingham y ahora, los brazos en cruz de Jan Laporta. Igualitos. Qué horror. Y anuncian una entrevista exclusiva con el President, ufff, la dejamos para estómagos a prueba de populismo.
Entre los premiados de los Princesa de Asturias de ayer, figuraba el escritor Eduardo Mendoza, gran tipo, fenomenal escritor y una de esas personas que no entendemos que se declare culé. Al menos conoce bien al club de sus amores, pues hace muchos años dejó dicho que “la corrupción y el Barça son los dos agujeros de Cataluña”. Anoche, este portanalista cruzó unas palabras, cerveza en mano, sobre el escritor premiado con Mario, un amigo sensato de antiguas filias culés. Me recomendó que rescatara el primer capítulo de El misterio de la cripta embrujada, ese fenomenal arranque con la narración en primera persona de un partido de fútbol en el manicomio.
—Es una locura, pero, aunque me duela decirlo, es nuestro Barça.
Así que lo busqué. Comienza con un tópico, “habíamos salido a ganar; podíamos hacerlo”. Luego, con una mención a las tácticas de Flick: “el duro entrenamiento que había sometido a los muchachos, la ilusión que con amenazas les había inculcado eran otros elementos a nuestro favor”. Un poco de ese Real Madrid agazapado en sus últimos partidos: “estábamos a punto de marcar; el enemigo se derrumbaba”. Y a continuación, el fatalismo culé: “todo empezó a ir mal, el cielo se nubló sin previo aviso”, Gavi, “a quien había encomendado una defensa firme y, de proceder, contundente, se arrojó al suelo y se puso a gritar que su madre, desde el cielo, le estaba reprochando su agresividad, no por inculcada menos culposa”.
Por supuesto aparece Laporta, pagador de Negreira y habitual bocazas a la hora de reprochar al Madrid lo que él hizo durante años, con generosas subidas de sueldo: “Por fortuna doblaba yo mis funciones de delantero con las de árbitro y conseguí, no sin protestas, anular el gol que acababan de meternos”.
La siguiente frase habla de la situación del club: “Sabía que una vez iniciado el deterioro ya nadie lo pararía y que nuestra suerte deportiva, por así decir, pendía de un hilo”. Ese hilo no se rompió por la ayuda conjunta de LaLiga, el CSD, la Federación, los medios, la justicia ordinaria, la UEFA y el resto de clubes de Primera División, pero el deterioro es evidente y solo nos queda esperar el desenlace.
Los protagonistas de la novela de Mendoza (Eduardo, no Ramón) tenían la sesera algo tocada, el mismo lugar que se señala Ferran Torres, quien ojalá actúe como el Toñito de la obra, quien “se empeñaba en dar cabezazos al travesaño de la portería rival ciscándose en los pases largos y, para qué negarlo, precisos que yo le lanzaba desde medio campo”.
Mario apuró su cerveza y me remitió de nuevo a Mendoza: “comprendí que no había nada que hacer, que tampoco aquel año seríamos campeones”. En nuestras manos está que así sea y que determinados tarados se escondan una temporada.
Pasad un gran día.