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Anatomía de una ¿genialidad?

Anatomía de una ¿genialidad?

Escrito por: Fer de la Cierva18 febrero, 2016
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La mesura es uno de los grandes pecados del periodismo deportivo de este país. Incansable en su búsqueda del rigor informativo y alérgico a la hipérbole, considera la pasión como una lente que desenfoca la realidad. Sigue a rajatabla ese viejo lema (que me acabo de inventar) de que en esta vida lo único que es bueno en exceso es la moderación. Sin embargo, las emociones son una parte fundamental de la experiencia y valorar todo desde un prisma tan aséptico da lugar a una visión sesgada de los hechos. Esta mañana, aún con legañas en los ojos, comprobé, no sin cierto estupor, que el celebérrimo penalti de Messi ya no era portada de los principales diarios deportivos; en su lugar, aparecían noticias insoportablemente banales como partidos de Champions, de Liga, futuribles fichajes y otras informaciones que se perderán en el tiempo como las lágrimas de Rutger Hauer en la ducha. Tan sólo han pasado unos pocos días y ya ha desaparecido de la primera plana el penalti que cambió el mundo. Al igual que la llegada del hombre a la Luna o la caída del muro de Berlín, el pase de Messi a Suárez en el penalti del pasado domingo es uno de esos sucesos que quedan grabados con tinta indeleble en la memoria colectiva, y la obligación del periodismo deportivo es reflejarlo en toda su dimensión, sin ahorrar calificativos, aunque ello vaya en contra de su proverbial sobriedad descriptiva. Afortunadamente, a principios de esta semana consiguió librarse de los grilletes de la contención y otorgarle a la milagrosa jugada la consideración que merecía. Prueba de esta inaudita desinhibición es que uno de los calificativos que más he leído en diferentes crónicas y columnas es el de “histórico”. No obstante, ninguna palabra se ha repetido tanto como “genialidad”. Parece haber una abrumadora unanimidad (incluso entre ilustres madridistas como Relaño, Valdano o Segurola) a la hora de calificar la acción como genial. Como siempre fui el perro verde de mi familia y más raro que una oveja negra, he de decir que discrepo de esta apreciación mayoritaria. No, para mí el penalti de Messi no fue una genialidad. Voy a tratar de explicar brevemente por qué.

Vaya por delante que el penalti no me pareció una falta de respeto al Celta. Independientemente de que esa misma jugada realizada por un jugador de otro equipo hubiera generado una reacción mediática muy diferente, no la juzgo reprobable. Estamos llegando a un punto en el que cualquier acción con una finalidad ornamental se tacha de irrespetuosa, en el que el orgullo del futbolista (o del equipo) debe prevalecer sobre el espectáculo. Pienso que la única manera de mancillar el honor del contrincante, dentro de los límites del reglamento, es dejar de competir intencionadamente. Y me atrevería a afirmar que cuanta más deferencia se muestra hacia el equipo rival, más desconsiderado se es con el público –aún me cabreo cuando recuerdo el partido en el que el Barça de Rijkaard nos hizo el pasillo en el Bernabéu; pese a que le endosamos cuatro goles, el Madrid levantó descaradamente el pie del acelerador y perdió la oportunidad de infligirle al equipo catalán una goleada histórica. Escuché después del encuentro a algún jugador madridista argüir el cortés argumento de que no se debe hacer sangre–. Aborrezco a los futbolistas justicieros como –puesto que me parece poco elegante poner su nombre, esconderé su identidad tras un críptico e ingenioso alias– Saúl García, que hacen respetar los códigos tácitos del fútbol a base de mamporros y suele castigar las filigranas con deportivas patadas. En el fútbol, como en la vida, lo diferente no está bien visto, el talento (el principal factor diferencial) siempre está bajo sospecha; yo, sin embargo, lo prefiero al esfuerzo. Nunca me gustó que en el Bernabéu se aplaudiese más una infructuosa carrera de ochenta metros para recuperar un balón que un espectacular pase de rabona, que tuviera menos reconocimiento un insólito malabarismo de Marcelo que una providencial cobertura de Coentrao. Si me dan a elegir entre un vago con talento y un currante tuercebotas, escojo al vago. Aunque, por supuesto, los jugadores que más me emocionan y me hacen disfrutar son aquellos que aúnan calidad técnica y capacidad de sacrificio (Modric nuestro, que estás en los campos…).

Para argumentar por qué el penalti de Messi no es (para mí) una genialidad, primero debo establecer qué entiendo por genialidad. Sin entrar en profundas disquisiciones semánticas, creo que en el fútbol la genialidad de una acción se puede evaluar en función de cuatro parámetros: originalidad/novedad, dificultad, belleza/estética y riesgo. Cada uno es suficiente y no necesario para la genialidad, es decir, basta que sólo se dé uno de ellos en alto grado para calificar una acción determinada como tal (por ejemplo, una jugada que comporta un gran riesgo puede ser genial aunque no sea original, ni difícil de realizar, ni bella). Partiendo de esta base, analicemos el penalti de Messi:

penalti Messi

Originalidad/novedad: Sin duda, es su punto fuerte. Es una jugada que se ha visto pocas veces en el fútbol de élite, mas hay un puñado de precedentes bien conocidos. Messi y Suárez no inventaron nada, tan sólo reprodujeron una acción que ya había sido puesta en práctica por futbolistas como Coppens y Piters, Cruyff y Olsen o (de manera fallida) Henry y Pires, por lo que no podemos hablar de una creación original. Por ello, estimo que es justo calificarla más bien como una acción muy poco frecuente.

(Ejemplo de una acción futbolística que puede ser considerada genial por su originalidad/novedad: El taconazo de Guti en Riazor. Tal vez no fue la jugada más bella, difícil o arriesgada que se ha visto, pero no conozco a un solo aficionado al fútbol que pueda recordar a otro jugador que, estando solo delante del portero, diera un pase de tacón hacia atrás.)

Dificultad: Es una jugada que apenas reviste dificultad, no exige ninguna cualidad técnica especial. La pueden imitar con precisión niños de diez años que juegan en el patio de un colegio. Puedo afirmar con seguridad que fue una acción fácil de ejecutar.

(Ejemplo de una acción futbolística que puede ser considerada genial por su dificultad: El famoso gol de Messi al Getafe (para que luego digan que mi madridismo me nubla el juicio). Empezar una carrera en el centro del campo, regatear a varios contrarios (incluido el portero) y finalmente conseguir marcar, es una jugada que entraña una enorme dificultad y sólo está al alcance de unos pocos jugadores.)

Belleza/estética: Es lo más subjetivo dentro de un análisis impregnado de subjetividad. No obstante, creo que puede haber amplio consenso en que no se trató de una jugada de cautivadora belleza; no conozco a nadie que se haya quedado embelesado viendo un pase de la muerte dentro del área. No creo caer en un forofismo cegador si digo que resultó una acción no especialmente estética.

(Ejemplo de una acción futbolística que puede ser considerada genial por su belleza/estética: El gol de Van Basten en la final de la Eurocopa de 1988. La elegancia con la que el mítico delantero efectuó el golpeo y la extraordinaria parábola que dibujó el balón, conformaron una jugada de gran y emocionante belleza.)

Riesgo: El riesgo que asumió Messi con el penalti también parece bastante limitado. El partido ya estaba decidido y jugaba en casa. Lanzándolo de esa manera, se expuso a un momento de rubor, pero a efectos prácticos las consecuencias eran nulas. Se trató, por tanto, de una acción de bajo riesgo.

(Ejemplo de una acción futbolística que puede ser considerada genial por su riesgo: El penalti de Panenka en la final de la Eurocopa de 1976. El último penalti de una tanda que puede dar a tu selección la primera Eurocopa de su historia, parece un escenario poco adecuado para intentar un disparo tan poco convencional como temerario. El jugador checoslovaco se arriesgó a un ridículo de una magnitud demencial.)

Recapitulando lo expuesto en cada uno de los parámetros, creo que es razonable concluir que el penalti de Messi fue una acción muy poco frecuente, fácil de ejecutar, no especialmente estética y de bajo riesgo. Me parece que estas características no son suficientes para etiquetar una determinada acción como genialidad; de lo contrario, la próxima vez que viese a mi madre haciendo una tortilla de patatas tendría que admitir que no sólo estoy presenciando un hecho afortunado sino también genial.

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Soy un murcianico que ama incondicionalmente al Real Madrid. La psicología clínica es mi oficio y el deporte mi gran evasión. Me apasionan la música, el cine y la literatura. Pienso que sólo la libertad es más importante que la vida. Mi patria son las personas que quiero y que me quieren.

5 comentarios en: Anatomía de una ¿genialidad?

  1. Yo aún estoy a salvo de la secta que está secuestrando a toda la humanidad para convertirla a la "corriente positiva" y por eso me ha encantado el artículo.

  2. Yo también soy otro perro verdad, además de ser un madridista sin complejos por lo que llevo diciendo desde el penalti de marras que esa ejecución me parece una auténtica chorrada. No es bello, no es original ni tiene dificultad.
    Saludos

  3. Pues eso mismo pensamos muchos. ¿Qué tiene de genial ese penalti? Si aunque sea lo hubiese ejecutado al "estilo Cruyff" (vamos, que Messi pasa el balón a otro y éste se lo devuelve y marca el propio Messi) entonces me hubiera parecido al menos "curioso" y/o "arriesgado" (ya que yo no conocía el de Cruyff en ese momento)... pero pasarle el balón a otro que ya está en posición adelantada (ilegal) y que meta el gol... pues eso...

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