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El Papa es madridista

El Papa es madridista

Escrito por: Padre Suances28 junio, 2015
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Un amable colaborador tuvo la gentileza hace unos días de enviar a La Galerna un artículo en el que discrepaba con el último mío, “Laudrup y el Papa”. La principal discrepancia es que, según nuestro amigo Falstaff, que así se hace llamar admirablemente, la encíclica Laudato Si’ “está informada desde la cruz a la raya de un rotundo y radical antimadridismo”.

Buscando en su artículo las razones aducidas para tan categórica afirmación, y con el susto en el cuerpo, ya que no suelen pasárseme por alto los rotundos y radicales antimadridistas, he encontrado que las razones principales de su descontento son fundamentalmente tres: que no le gusta la prosa de la encíclica, que San Francisco, y por ende el Papa, le parecen “cursis” y “ñoños” y que según su opinión el Papa está en contra del “éxito, el triunfo, la acumulación de victorias, la riqueza y la gloria ganadas con el esfuerzo, la meritocracia, la fe en la igualdad de oportunidades pero no en la igualdad de resultados, el orgullo de ser y saberse mejores”.

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El primer disgusto no puedo discutirlo, es una cuestión de sensibilidad lectora, supongo. Remitámonos al punto 7 del Tractatus para zanjar aquí esa cuestión. No obstante he de decir que, comparada con otras encíclicas y documentos pastorales, se lee fácilmente.

El segundo disgusto puedo y debo discutirlo. San Francisco no es cursi. Cualquier conocedor de su vida y obra puede ratificarlo. En el cursi todo adorno es innecesario, toda floritura impostada, él es el primero que está en íntimo conflicto con sus almíbares de los que no sabe escapar más que añadiendo una nueva voluta, un nuevo arabesco que recarga su ya atestada vida de cartón piedra. En san Francisco es lo contrario. Lo que pudiera parecer cursi es en realidad sensibilidad tras la que hay una sólida idea, una fe profunda, un convencimiento maduro. Pensar que San Francisco es cursi por llamar “hermano sol” al sol o “hermana luna” a la luna es como pensar que son cursis Zidane o a Laudrup por la manera en que miman el balón. Si ese mimo no va acompañado de un futbol preciso y letal, es sin duda una floritura inútil, una cursilería, pero vaya si es letal. De la misma forma, este monje del siglo XIII, que fue guerrero, que estuvo preso por el enemigo de guerra y por su propio padre,  que se plantó ante el Sultán de Egipto para intentar su conversión, que transformó la Iglesia no es un adolescente sensiblero. La profundidad de su vida excluye esa posibilidad.

En contra de todos los poderes mediáticos de su época, repudió el tiquitaca (las riquezas sin sentido) y abogó porque la verdadera forma buena de la Iglesia era el contraataque como el relámpago (la sencillez más eficaz). Lejos de hedonismos muy estéticos pero poco éticos.

Que San Francisco cante (en el sentido lato de canto, alabanza, loa) no es cursi. ¿No cantamos nosotros al poderío de CR? ¿Al liderazgo de Arbeloa? ¿Al humilde y poderoso soldado que es Modric? Claro que lo hacemos. ¿A qué obedece el himno al final de los partidos en el Bernabéu? No es para conjurar una victoria que ya se habrá dado, sino para celebrarla, para alabar al equipo, por un acto de puro amor, de gratitud y de comunión madridista. No me parece cursi.

La parte más mollar de la réplica que nuestro amigo Falstaff nos ofrece, y por tanto la más complicada pero a la vez más necesaria de contrarreplicar es la que interpreta como antimadridista el mensaje de amor y respeto por la Creación de la encíclica. A nuestro galernauta este mensaje le parece “adscrito al más rancio ecologismo” y hermanado “con el ecologismo sandía más montaraz”. No cabe duda de que es su opinión y de que la expresa con vehemencia, sin embargo no puedo dejar de hacer notar a los lectores que el propio Papa sacude algunos sopapos paternales a los ecologistas rancios y que lejos de entroncar con el mensaje del ecologismo sandía, y siguiendo la estela de San Juan Pablo II da una dimensión fundamentalmente humana a la ecología. Leer los puntos 89, 90, 91 y 92 lo evidencia. Entresaco: “Es evidente la incoherencia de quien lucha contra el tráfico de animales en riesgo de extinción, pero permanece completamente indiferente ante la trata de personas, se desentiende de los pobres o se empeña en destruir a otro ser humano que le desagrada”. Esto [la protección de la Creación] no significa igualar a todos los seres vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar que implica al mismo tiempo una tremenda responsabilidad. Tampoco supone una divinización de la tierra […]”. “A veces se advierte una obsesión por negar toda preeminencia a la persona humana, y se lleva adelante una lucha por otras especies que no desarrollamos para defender la igual dignidad entre los seres humanos”. 

Creo que con estos párrafos queda claro que el Papa no defiende a la Pacha Mama ni a los animalistas extremos.

Le parecen mal a nuestro compañero madridista también algunos párrafos que hacen mención a los desmanes del beneficio económico inmediato que han resultado catastróficos para el medio ambiente y que sin duda dejan daños irreparables para las generaciones venideras. Pienso ahora por ejemplo en los desastres ecológicos generalizados en los países comunistas, provocados todos ellos en nombre del progreso económico. Recuerden la desecación del mar de Aral o la contaminación de los ríos Huang-He y Yang-Tze con la desaparición de decenas de especies. Es objetivo y claro que propósitos económicos pueden perjudicar de forma irreversible al medio ambiente. Lo que no llego a entender es la relación que establece nuestro amigo entre la denuncia de estos desmanes y el menoscabo que sufren en consecuencia los valores madridistas. Denunciar esto sería ir en contra de “el éxito, el triunfo, la acumulación de victorias, la riqueza y la gloria ganadas con el esfuerzo, la meritocracia, la fe en la igualdad de oportunidades pero no en la igualdad de resultados, el orgullo de ser y saberse mejores”. Realmente no veo la relación, pero como apostilla de su frase yo añadiría “y la humildad por la responsabilidad que tenemos por ser mejores”.

Aprovechando que estamos entrando en harina, yo diré que esos párrafos contra los intereses económicos exorbitados que perjudican el entorno para sobrevivir, son una descripción perfecta de otros intereses que perjudican al Madrid. ¿No es verdad que hay dizque madridistas, dizque periodistas que atentan contra la estabilidad del Madrid? ¿No dañaron intereses espurios de manera irreversible por ejemplo el proyecto deportivo de Mourinho para el Madrid? ¿No significa el éxito editorial y económico de ciertos periódicos deportivos un menoscabo para el bien común de los madridistas? Rotundamente sí. Lo más precioso a proteger, la Creación, el Madrid, a pesar de su majestad y potencia es ciertamente frágil, se le puede atacar.

Este es uno de los pensamientos más potentes de la encíclica: la fragilidad de la Creación y la misión del hombre de custodiarla. Asimismo, el Real Madrid puede ser dañado, no es invencible, ni infinito, ni nada de eso. Es dañable, se le ha dañado. Por intereses puramente económicos o de comodidad (a qué periodista no le gusta ir invitado al Txistu sin importarle si eso es bueno para el Madrid o no). Y los madridistas hemos permitido durante años que así fuera. Solamente hace poco tiempo han surgido iniciativas (como la propia Galerna) que materializan esta idea de que el madridista ha de ser no solamente beneficiario de la feraz naturaleza del Madrid, sino que tiene que custodiarlo y defenderlo de intereses espurios y puramente utilitaristas de unos pocos. Y esto cada uno según su sitio, su capacidad y su carisma, otra idea que impregna toda la Encíclica. Aquí nadie puede escurrir el bulto: cada criatura tiene una función y ninguna es superflua”. En la Galerna somos los custodios de una Creación que se nos da para legar a generaciones futuras sin contaminar, sin pervertir, sin someter a meros intereses personales o crematísticos. ¿No se creó La Galerna para ir en contra de poderes económicos y sociales establecidos que dañan a nuestra casa común? Yo, cuando leo el Portanálisis, así lo creo.

Pero no solamente esto tiene de madridista la encíclica. El Santo Padre se pronuncia veladamente sobre todos los temas de importancia en el Madrid.

Cita el Santo Padre a su antecesor Benedicto XVI sobre Sergio Ramos y Casillas cuando olvidan lo que es el Madrid: “donde nosotros mismos somos las últimas instancias, donde el conjunto es simplemente una propiedad nuestra y el consumo es sólo para nosotros mismos. El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino que sólo nos vemos a nosotros mismos”

Sobre el clima del vestuario: “El clima es un bien común, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático”. Hay que cambiar algunas piezas “tradicionales” para mejorar el rendimiento total del sistema. Para que cada resultado no nos cueste tan caro en términos de residuos. Imaginemos que ante cada parada de un nuevo portero no tuviéramos que escuchar los madridistas los residuos periodísticos de “lo que nos ha dao” y similares. La mejor central de petróleo de Móstoles nos ha producido mucha energía, pero ya no podemos aguantar la contaminación. Cerremos y abramos otra cosa que viene de Manchester y que contamine menos.

Sobre los pesos pesados del vestuario: “Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático” ¿No es esto una alusión velada a la presión mediática a favor precisamente de los jugadores más establecidos, mas “viejos” y que más residuos producen en su funcionamiento, enmascarando los problemas causados por ellos?

Sobre que no hay que conceder lo que pide a Ramos y sí a Llull: “Conocemos bien la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos.”

Sobre las memorables remontadas: “Sin embargo, no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse a sí mismos con honestidad, de sacar a la luz su propio hastío y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos. A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle”. Claramente piensa el Papa en las remontadas del Madrid cuando escribe esto, dudo incluso de que no piense concretísimamente en GutiHAZ. En este pensamiento, por cierto, está de acuerdo nuestro amigo galernauta que afirma que “La dignidad es hacerle frente a la vida y pelear hasta el final, y en eso el Real Madrid es el faro del mundo. Le disguste a Villar o al Papa Francisco”. Pues vemos, caro Falstaff, que al Papa no le disgusta: le gusta muchísimo.

No satisfecho con una encíclica tan claramente madridista, el Papa critica el estilo de juego del Barsa y en particular a su compatriota y jugador fetiche azulgrana: “Un antropocentrismo desviado da lugar a un estilo de vida desviado”. Que el Barça juegue exclusivamente para Messi hace que su juego sea desviado, no hay duda. “Cuando el ser humano se coloca a sí mismo en el centro, termina dando prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales, y todo lo demás se vuelve relativo”. Otra vez Messi y los peores de los nuestros.

Me temo, amigo mío, que el Papa es madridista, por más que Bergoglio pudiera no serlo. Ya no es el cardenal más o menos progre de Buenos Aires, es el Sumo Pontífice Romano. Ya no valen con él clichés ideológicos. Un nuevo carisma significa una nueva vida en la Iglesia. Y esta nueva vida es blanca, afortunadamente.

 

 

 

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No soy la respuesta madridista a mi querida amiga Sor Lucía Caram. Hay planteamientos tácticos mezquinos que entusiasman el corazón de Dios.

Un comentario en: El Papa es madridista

  1. Como presumo que los lectores de La Galerna están más interesados por el Real Madrid que por las enseñanzas del Papa... Esperen, déjenme reformular la frase: como presumo que los lectores de La Galerna entran a esta página buscando información y opinión sobre el Real Madrid y no necesariamente sobre el Papa, voy a ahorrarles el fastidio de obligarles a una dúplica a la contrarréplica que tan amablemente me dedica el Padre Suances, y me voy a limitar a apuntar muy brevemente en este comentario las razones principales por las que nuestro querido capellán yerra en su intento de neutralizar mis argumentos y de conciliar lo irreconciliable (la encíclica y el Real Madrid). A saber:

    1. Afirma que la primera razón que aduzco para tildar de antimadridista la encíclica es la poca calidad de su prosa. Ciertamente, en mi artículo manifesté la opinión desfavorable que dicha prosa me merecía, pero no recuerdo haber aducido que eso convierta la encíclica en más o en menos madridista. Simplemente afirmé que la inhabilitaba para figurar en la sección "El Córner del Anti" de estas ilustres páginas. Primer traspiés, querido Pater.

    2. Señala asimismo que ni San Francisco de Asís era cursi ni el Papa es ñoño, y apela para ello al pasado guerrero del primero y a una rebuscada interpretación de la palabra "cantar" para tratar de hacer digerible la empalagosa visión que Francisco nos pinta de aquél, arrancándose a cantar cada vez que veía el sol, la luna o cualquier animalillo silvestre. Caro Padre Suances, déjese de interpretaciones forzadas y extraídas con forceps. Como sé que usted domina el latín, invoquemos lo que nos enseñaron los jurisconsultos romanos y repitamos: "in claris non fit interpretatio". San Francisco de Asís era un moñas con balcones a la calle y Bergoglio su alumno aventajado.

    3. Pero vayamos a lo mollar, allí donde usted no sólo niega que el contenido de la encíclica sea antimadridista, sino que lo juzga como decididamente madridista. Veo con simpatía que, como buen madridista, ponga usted en práctica la máxima de que la mejor defensa es un buen ataque, pero no puedo pasar por alto que, al hacerlo, incurre usted de forma tan sagaz como tramposa en dos graves vicios:

    3.a) En primer lugar, y contra toda evidencia, insinúa usted veladamente que cuando el Papa se refiere a los poderosos está pensando en los regímenes comunistas. Nada más lejos de la realidad, mi célibe amigo: toda la encíclica (al igual que la exhortación apostólica "Evangelii Gaudium" que la precedió) está trufada de referencias a los poderes económicos, de un innegable recelo hacia la libertad de mercado y hacia la acumulación de riqueza, y de una visión económica tendente al populismo más izquierdista. Esto no lo digo sólo yo; también, como usted conocerá, lo defiende el ala más lúcida y perspicaz de la propia Iglesia católica. Lea, si no, los atinados análisis del admirable "Acton Institute for the study of Religion and Liberty".

    Así que el Papa no defiende al Real Madrid, club más rico del mundo que acumula títulos en el libre mercado de la competición, contra los ataques de la prensa, sino que se suma a las acusaciones ladinas e insidiosas que casi toda la prensa española dedica, día sí y día también, al Real Madrid por mor de su grandeza.

    3.b) Y en segundo lugar, identifica usted al Real Madrid con la Creación y con la naturaleza en cuya defensa está perpetrada la encíclica, pero no se molesta en indicar qué le lleva a tal conclusión. Ello le permite recurrir a un expediente hábil y tramposo, pero tan viejo como los sofismas: partiendo de una premisa errónea, y a través de un razonamiento intachable desde el punto de vista lógico, llego a la conclusión falsa que estoy buscando. Efectivamente, si partimos de la identificación del Real Madrid con la indefensa naturaleza, todo cuanto dice la encíclica es de un vehemente madridismo.

    El problema es que, como ha quedado demostrado, la realidad es justo la contraria: el Real Madrid es "el poderoso", el que hace peligrar el equilibrio natural de la competición al abusar de su riqueza para comprar jugadores a golpe de talonario, cuando no de utilizar en beneficio propio sus influencias con el poder, llámese Franco o llámese Aznar, que llamó a Gallardón, que llamó al fiscal, etc, etc.

    Podría continuar, pero dejémoslo aquí. Creo que basta para demostrar que las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran. De cualquier manera, mi querido y admirado Padre Suances, sepa que no le tengo en cuenta el patinazo que ha dado usted en su hermenéutica bergogliana: me consta que es usted un hombre de fe y que la fe sirve para hacernos llegar a donde no nos conduce la razón.

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