
La nómina de jugadores brasileños que han militado en el Real Madrid es extensa. Algunos dejaron huella, como Roberto Carlos, Marcelo, Ronaldo Nazario o Casemiro. Otros pasaron bastante desapercibidos, como Vitor, Rodrigo Fabri o Lucas Silva. Y hay casos en los que no cumplieron lo que se prometía de ellos, como Didí y Kaká. Fernando Giudicelli fue el primero, y en su muy breve estancia decepcionó.
Ahora se cumplen 90 años de la llegada de Giudicelli a Madrid, donde no duró ni un mes. El brasileño había nacido en Río de Janeiro el 1 de abril de 1903. Se trataba de un medio que comenzó su carrera en el America FC para luego ir al Fluminense, en el que disfrutó los mejores momentos de su vida deportiva. Su buen papel en el club tricolor no pasó desapercibido para Pindaro de Carvalho, que lo convocó para la selección brasileña. Así fue incluido en la convocatoria para el primer Mundial de la historia en Uruguay 1930.
En el conjunto brasileño tenía una importante competencia en Fortes, Benvenuto o Pamplona, pero jugó los dos encuentros de la liguilla frente a yugoslavos y bolivianos. La derrota ante los plavi apeó a Brasil a las primeras de cambio y no accedieron a semifinales. Su último partido internacional, aunque no de carácter oficial, fue unos meses después, en agosto, cuando volvió a medirse a Yugoslavia en el estadio Laranjeiras.
A partir de 1931, su trayectoria tomó un nuevo rumbo y decidió mudarse a Europa. Viajó en la gira que hizo Vasco da Gama por el continente europeo en verano, en la que el cuadro carioca también invitó a otros jugadores como Carvalho Leite y Nilo, de Botafogo. En uno de esos encuentros pasaron por Barcelona y, aunque Giudicelli no jugó, sí habló para Mundo Deportivo: “Yo soy jugador del Fluminense y ocupo el jugar de medio ala. No jugué aquí porque en el viaje engordé algo y creyeron conveniente no alinearme. Yo tengo buen sprint y soy corredor de los 100 metros vallas”.
El medio, tras concluir la gira, se quedó. Primero fue a Italia para jugar en el Torino durante dos temporadas (1931-1933), hasta que el gobierno italiano le requirió para realizar el servicio militar. Luego firmó por el Young Fellows de Zürich y, tras un breve retorno en 1934 al America FC, su carrera continuó en el Girondins de Burdeos en Francia hasta el final de la temporada en 1935. De allí se marchó al Sporting Clube portugués, donde jugó tres partidos. Su siguiente destino fue Madrid.
Los primeros rumores aparecieron en la prensa a mediados del mes de noviembre. El cuadro blanco buscaba un extranjero desde hacía semanas cuando un directivo blanco lo declaró en las páginas del diario Informaciones. El mismo medio, el día 20, publicó una noticia en la que decía que Giudicelli era el elegido. En un informe enviado al club a su sede de Recoletos se afirmaba que “causará sensación en España, como la causó en Italia y la ha causado en Lisboa”. Sin embargo, todavía había cierta desinformación, porque se explicaba que su nacionalidad era argentina y que ya estaba en la capital de España, pero lo cierto es que, aunque anunció su llegada a la directiva blanca, cuando algunos miembros del club fueron a la estación a buscarlo no descendió de ningún tren. El entrenador madridista por entonces era Paco Bru y antes de contratarlo lo probaría porque buscaba un medio para fortalecer la plantilla.
Los días pasaron y hubo nervios dentro del club porque el jugador no terminaba de llegar y había rumores de ofertas de equipos franceses, según publicó El Sol. A finales del mes, desde la entidad blanca consiguieron contactar con Giudicelli mediante conferencia telefónica con Lisboa y el futbolista les comunicó que en breve avisaría de su llegada a Madrid. Finalmente, el día 30 dejó la capital portuguesa donde fue despedido cariñosamente por todos sus compañeros de equipo.
Según La Libertad el contrato de Giudicelli con el Sporting Clube de Portugal no encerraba un “compromiso que le impida traspasarse a cualquier otra Sociedad extranjera, ya que en dicho contrato figuraba una cláusula en la que el jugador se reservaba la facultad de abandonar el club en el momento que lo estimara oportuno”.
En el mismo medio, para dar un poco a conocer al futbolista a sus lectores, había una breve reseña sobre sus cualidades futbolísticas: “Se trata de un excelente jugador, científico, con un gran control del balón. Especialmente el pase corto lo domina por completo; su seguridad no es igual en los pases largos, aunque también los realiza con precisión. Se desenvuelve en diversos puestos, pero especialmente en el centro de los medios”.
Giudicelli pisó territorio español la noche del día 30, cuando llegó a la estación de Delicias. Allí le esperaba, entre otros, Paco Bru. La primera entrevista se la hizo Zancadilla para el Semanario de AS. Lo primero que quiso dejar claro el jugador es que “no tengo ningún deseo de que la prensa, y antes de verme actuar, haga comentarios. Esto perjudica. Por otra parte, yo solo vengo a Madrid en plan de prueba. Si les conviene mi forma, me quedaré; en caso contrario…”. A Italia, eso sí, manifestó con rotundidad que no volvía, seguramente por las exigencias militares que allí le requerían.
La conversación continuó en el hotel donde iba a estar alojado. El brasileño confirmó que conocía el fútbol español y había visto jugar al Barça, Español y Athletic Club. A los blancos no, pero tenía buenas referencias: “Allí, en Lisboa, se habla, por ejemplo, de Quincoces y de Luis Regueiro, y se dice que Lángara es un centro delantero de mucho empuje”. En el Sporting no acabó de cuajar y la intervención de Paco Bru le hizo desistir de continuar con los lisboetas. En la entrevista se confirmó que el entrenador madridista ya conocía al brasileño porque había sido el seleccionador peruano en el Mundial de 1930 y lo vio allí en acción.
Giudicelli explicó su pasado en el Torino y que había sido seleccionado “en diferentes ocasiones para suplir a Monti en el equipo italiano”. Respecto a la edad, afirmó tener “27 años, pero creo que aún conservo mi forma. La edad, cuando no se han cometido excesos y se ha servido bien al deporte, no dice nada. Lo interesante es jugar, y jugar bien, con la afición y el entusiasmo que deber tener un profesional con el club que le paga. Aparte de esto, adoro el fútbol por encima de otras manifestaciones deportivas”.
Después se supo que había mentido en su edad y realmente tenía 32 años. Por último, especificó que jugó siempre de medio y que todavía no tenía ningún contrato, pero que “mi deseo, naturalmente, es el de quedar bien y actuar en sus filas. Me gusta el club y adoro el ambiente español. Esta semana empiezo los entrenamientos. Deseo prepararme bien. En realidad, no estoy falto de juego, pero siembre conviene, y antes de hacer la prueba definitiva, que supongo será en un encuentro amistoso, entrenarse para actuar después con mayor confianza”.
Giudicelli presenció en las gradas de Chamartín el partido entre el equipo madridista y el Valencia, y al siguiente día comenzó a entrenar, según La Tarde, “bajo la estrecha vigilancia de Bru, que examinó su toque de balón y su estilo en el pase”. El día 4 tuvo su primera prueba cuando el cuadro blanco organizó un partidillo de entrenamiento contra el Nacional para verle en acción. En la prensa se especulaba con que si los técnicos lo estimaban conveniente podría jugar el fin de semana contra el Sevilla y le arrebataría el puesto a Bonet.
En el periódico El Sol apuntaron que fue un “encuentro sin dificultades para los de Chamartín, que dominaron y vencieron por amplio margen”. Respecto al brasileño, subrayaron que “como nos suponíamos es un jugador de estilo calmoso del fútbol canario y brasileño. Una especie de Valle… pero con estatura. Poco juego defensivo y pase perfecto”.
En La Voz siguieron una línea parecida: “Giudicelli probó ser una edición corregida (en tamaño) de Valle. Como él, mejor atacando que defendiendo, y como él, dotado de tranquilidad y de buen pase. Fútbol de poca fibra”. Mientras que El Heraldo de Madrid fue más allá y en sus páginas se pudo leer que si es “una especie de Valle acabará en el reserva”. Los planes con el jugador es que los técnicos del Madrid lo someterían a otra prueba el domingo en un partido a puerta cerrada y luego habría dictamen.
En AS, Rienzi adelantó que el encuentro concertado para el fin de semana sería contra el Ancora de Aranjuez. Un directivo madridista por teléfono le explicó que “si nos agradara mucho, mucho, sería cosa ya de ofrecerle un contrato teniendo en cuenta su edad de alrededor de 15.000 pesetas; más, no”.
El día 10, El Liberal, en una breve crónica, reveló que el resultado del duelo fue de 4-2 para los blancos. El brasileño volvió a mostrar pocos “arrestos a lo Bonet. Pasa bien, pero es incapaz de buscar el choque. Peca de cierta lentitud y tiene un concepto magnífico del football”. Se aventuraban a que “todavía no se había hecho público el acuerdo con el brasileño, pero parece que se quedará, luego de someterle a una tercera prueba. Y, es más; no sería difícil que debutase contra el Racing de Santander”.
Sin embargo, un par de días después saltó la noticia en el diario Informaciones, con el titular “Giudicelli no interesa”. La noticia ampliada decía que “se reunieron los directivos del Madrid para ultimar sobre el caso del brasileño. Se reconocieron las grandes cualidades del jugador, pero parece ser que su modalidad de juego no es la que más encaja en un once como el del Madrid F.C. Giudicelli saldrá para París donde dice que se le han hecho ofertas muy tentadoras”.
Parece ser que todo partía de las grandes demandas económicas del jugador. En concreto, a las 15.000 pesetas por la firma, añadía 1.500 de sueldo y las primas correspondientes a final de temporada, según El Liberal. Una vez el brasileño frenó sus ímpetus, se reanudaron las negociaciones y el jugador firmó para debutar frente al Racing. Si gustaba se hablaría de prorrogar su vinculación, si no partiría a Francia. En Ahora hablaron también de su situación aportando otros datos: “Los exámenes en privado habían probado poca cosa. Había cierta disparidad de criterios en la apreciación de sus méritos entre los elementos técnicos de la casa”.
El domingo 15 de diciembre, Giudicelli saltó al césped de Chamartín en el once dispuesto por Paco Bru. Lo hizo ataviado con su habitual boina y junto a Alberty; Ciriaco, Quincoces, P. Regueiro, Leoncito, Méndez Vigo, L. Regueiro, Sañudo, Lecue y Emilín. Visitaba el campo madridista el Racing, que ocupaba la cuarta posición de la tabla. En un duelo magnífico, con gran inspiración y juego veloz, los cántabros se hicieron con el triunfo por 2-4, y los madridistas perdieron el liderato y la imbatibilidad en su feudo. La actuación de Giudicelli en la media fue muy mala y su futuro de blanco quedó sentenciado. En la prensa algunas críticas a su actuación fueron feroces.
En el diario Ya señalaron a Giudicelli como uno de los culpables de la derrota: “Cuando supimos que el Madrid había pensado alinear a Giudicelli temimos por la suerte del equipo. Habíamos observado que lleva dentro, técnicamente hablando, cualidades propias de buen jugador, pero sus características no se ajustan al temperamento y clase de juego que se practica en España. Posee, un control grande de pelota, una visión muy clara y precisa de quien es el jugador mejor colocado para recibir el pase; lo ejecuta a la perfección; pero a todo esto no le une una suficiente velocidad para que su gran conocimiento de juego sirva para algo práctico. Es un jugador demasiado calculista y lento en la acción; no domina el juego por alto, y en España poco se puede hacer con estas condiciones. No bastaron las dos pruebas para convencerse y se le alineó contra el Racing, uno de los equipos más rápidos, y de ahí el fracaso y la derrota madridista”.
En El Liberal, lo acusaron de ser “demasiado lento, demasiado frío de juego. Pasó la mayoría de balones bien; pero no cortó ni una jugada. No es suficiente para ocupar el eje como el de los campeones del Centro”. En El Universal también hacían hincapié en su poca velocidad: “Es conocedor de su oficio, pero lentísimo”. El Debate seguía la misma línea: “Giudicelli estará tal vez muy bien luchando contra el Negus; pero en Chamartín no hace más que pasar con cierta precisión y no corta nada”. En la Hoja Oficial de los Lunes se añadía que “no sabe utilizar la cabeza”. En El Adelanto consideraron su participación “un serio hándicap” para los blancos. En El Progreso no lo veían para el fútbol nacional: “Buen jugador, pero que no le va a nuestro estilo de juego”.
En La Nación lo vieron clave en el mal hacer madridista: “No solo defraudó, sino que tuvo una gran parte de culpa en la derrota que sufrió su equipo”. El Sol usó un argumento parecido: “Giudicelli desorganizó el equipo. Con él, de todas, todas, la defensa estaba vendida. Es magnífico en la entrega templada del balón; no es joven. No corta juego ni por bajo ni por alto. Le faltan facultades”. En La Voz y Ahora también cuestionaron su actitud. El primer medio decía que “buen juego cuando se domina la situación, con un pase lucidísimo, aunque demasiado corto y excesivamente aplicado en proyección vertical. Y sin llegar nunca al balón, sin hacer nada por llegar, que es lo peor”. El segundo: “No es hombre que contenga ningún ímpetu del jugador contrario ni quiera admitir ninguna escaramuza ni que corra en busca del balón perdido”. Por último, en el semanario deportivo AS la opinión no fue muy diferente a los medios generalistas: “Giudicelli ni corta juego, ni disputa el balón; lo pasa maravillosamente bien, eso sí; pero nada más”.
La prueba resultó fallida y el brasileño no continuó su periplo madridista. Un paso fugaz. El diario YA, el día 19, publicó que las negociaciones no seguían y que el jugador había reconocido a la directiva del Madrid que no encajaba en el juego merengue y se marchaba para no perjudicarles. De este modo se marchó a París porque tenía varias ofertas. En los primeros días de 1938, Mundo Deportivo recogió una información desde Francia que indicaba que el jugador se debatía entre el Olympique Lillois y el Antibes. Finalmente, el día 14, el brasileño firmó por el Antibes, con un salario de 3.000 francos mensuales y primas por partidos ganados y empatados. Jugó cerca de una treintena de partidos hasta 1937 y fue su última experiencia profesional en los terrenos de juego.
Tras colgar las botas siguió ligado al fútbol como agente de jugadores, entre otros de Leonidas, y a algunos de ellos se encargó de llevarlos al fútbol europeo.
Falleció el 28 de diciembre de 1968 a los 62 años.
Fotografías: archivo de Alberto Cosín.
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