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El sacrificio madridista

El sacrificio madridista

Escrito por: Van Cleef27 abril, 2020
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Lo que estoy a punto de contar sucedió hace tantos años, que ya casi no recuerdo la fecha exacta. Pero todo comenzó un día en el que me llevé una de las mayores sorpresas que uno se puede llevar. Acababan de llamar al timbre de mi casa y procedí a abrir la puerta. Y allí estaba yo al otro lado. Porque, quien había llamado, era exactamente clavado a mí.

- Hola -me dijo con mi misma voz, a la vez que entraba sin ningún permiso y se dirigía a la cocina. Le seguí totalmente atónito y caminando con inseguridad, debido al desconcierto que sentía en ese momento. Había abierto el frigorífico y se estaba echando al coleto una de mis cervezas.

- ¿Quieres una? -me preguntó- Claro que sí; te vendrá bien. Aquí tienes.

Mientras me la bebía de un trago le fui examinando de arriba a abajo. No solo era idéntico a mí, sino que incluso llevaba puesta mi ropa de los domingos.

- Bueno -dijo él- Iré directamente al grano, porque no tenemos mucho tiempo que perder. Sí. Tal y como estás sospechando, yo, soy tú mismo.

- ¿Eres... un clon mío..?

- No exactamente. Vengo del futuro. De dentro de tres días, en concreto. Porque, sí; los viajes en el tiempo existen realmente. Y si estás tan sorprendido de verme, imagínate lo que me pasó a mí cuando me visitó nuestro Yo de dentro de 35 años. Es ya un anciano, aunque perfectamente reconocible. Alégrate de saber que a esa edad estarás todavía en bastante buena forma y con algo de pelo en la cabeza... ¿Quieres otra cerveza?

Mientras bebíamos me fue explicando (todo lo que un ignorante como él en tal materia puede explicar) acerca de cómo se viajaba en el tiempo y esas cuestiones. Pero me seguía costando acabar de creerme todo aquello:

- ¿Y qué pasa con las paradojas temporales y las incalculables consecuencias en el futuro por el hecho de que tú y yo estemos viéndonos ahora mismo en persona...?

- Son todo zarandajas. Cosas de escritores de ciencia ficción. No pasa nada, créeme. Además, tú y yo ya no somos exactamente la misma persona. Yo tengo tres días más de vida que tú. En este tiempo, a mí ya se me han muerto millones de neuronas y de células, que tú aún conservas. Tengo las uñas tres días más largas que las tuyas. Y el pelo también. Y lo que comas tú mañana, yo ya lo cagué ayer. ¿Te das cuenta de la situación...?

- ¡Es increíble! ¡Asombroso! Pero bueno, -reaccioné yo- no creo que hayas realizado un complicado viaje en el tiempo solo para vaciarme la nevera. ¿Qué te trae realmente por aquí?

- Pues verás -dijo abriéndose otra cerveza- Sabes que mañana se juega un Barça-Madrid, ¿verdad?

- Sí. Y supongo que ya sabías que lo sé.

- Sí, claro... Bueno, pues el caso es que el Madrid ganará ese partido.

- ¡¡Bieen!!

- Y debemos evitarlo a toda costa.

- ¿¡Evitarlo!? ¿Pero qué coño dices? ¿Por qué?

- Es largo de contar, pero el futuro de la Humanidad depende de ello. A mí me lo explicó detalladamente mi futuro y anciano Yo. Nuestro futuro y anciano Nosotros.

Según el viejo -como decidimos llamarle en adelante-, la situación política era tan delicada en aquellos momentos, que la derrota del Barcelona generó graves disturbios callejeros, se agravó la crisis independentista y acabó provocando un alzamiento social que derivó en una guerra civil. Y eso fue el punto de partida de nuevos alzamientos y guerras civiles en toda Europa.

EEUU, Rusia, China y algunas naciones más, metieron baza en el asunto buscando sus propios intereses y se acabó liando la de San Quintín a nivel mundial, lanzándose misiles nucleares unos a otros con una ligereza tal, que ya quisieran en la fiesta de La Tomatina...

- La radiación atómica acabó prácticamente con todas las especies -continuó contándome el de dentro de tres días- Solo sobrevivieron algunos insectos, moluscos y unos pocos roedores.

- ¿Y ningún político?

- Sí; la mayoría. Dentro de tres días serás tan listo -dijo él con orgullo- que te afiliarás rápidamente en la sede del primer partido político que te quede más cerca de casa...

Estuve un rato masticando y tratando de asimilar toda aquella terrible información. ¡El fin del mundo! Y al parecer, se podía evitar...

- ¿Y cómo haremos para que gane el Barça?

- ¿Ves esto? -dijo sacando algo parecido a un paraguas plegable- Es un duplicador cuántico de identidad física personalizado que me entregó el viejo. Suplantaremos la identidad del árbitro y de un linier y pitaremos todo a favor del Barcelona durante el partido.

- ¿No sería más efectivo dejar que piten ellos como de costumbre...?

- ¡No, porque según el viejo, el conjunto arbitral realizará un correctísimo y excepcional arbitraje y el Madrid ganará sin problemas!

- Vaya... ¡Y tener que desperdiciar ese arbitraje! No es justo...

- ¡Venga! Coge lo que te haga falta y vamos a Barcelona vía Puente Aéreo.

No fue difícil para nosotros dos suplantar la identidad de los colegiados, pues siempre hemos sido un poco delincuentes. El otro linier (de aquella, todavía existía solamente el trío arbitral) no sospechó prácticamente nada del cambiazo perpetrado. Durante el partido, anulamos por diversas causas todas las ocasiones del Madrid y expulsamos a Ramos y a un par de jugadores blancos más. Ya ni siquiera recuerdo sus nombres. El Barcelona terminó ganando por un gol en fuera de juego y de esta manera conseguimos evitar la Tercera Guerra Mundial.

Al día siguiente, la prensa celebró el excelente juego blaugrana y su merecida victoria. Yo me sentía un poco asqueado por lo que había hecho. Pero fue por una causa mucho más importante que la de un simple partido ganado o perdido. Fue como una especie de sacrificio realizado. Y eso me procuró una tranquilidad interior y algo de sosiego. Había hecho que el Madrid perdiera un partido, sí. Pero a cambio, había salvado a toda la Humanidad. Y eso estaba bastante bien.

A la semana siguiente, me encontraba tranquilamente en casa regando los geranios del balcón y a la gente que pasaba por la calle, cuando llamaron al timbre. Abrí la puerta y allí estaba yo otra vez.

- ¿Otra vez tú..?

- Así es -me dijo dirigiéndose de nuevo a la cocina.

- ¿Y qué quieres ahora? Aparte de beberte mis cervezas...

- ¿No serás tan ingenuo como para pensar que con un solo partido mangoneado ya salvamos al mundo para siempre, verdad? La Liga aún no ha acabado. El peligro existe semana tras semana. Año tras año. Década tras década. El viejo me ha dicho que esto tendremos que seguir haciéndolo indefinidamente.

- ¡¿Queeé?! ¡Me niego a tal cosa!

- ¡No seas necio, hombre! O eso, o el mundo se va al garete. Venga, prepárate, que tenemos partido en Sevilla.

Y esta es toda la verdad de lo que ha estado ocurriendo durante tantos años. Me sabe muy mal por ciertos árbitros, los pobres, porque los madridistas hablan muy mal de ellos, cuando en realidad eran excelentes colegiados que aplicaban gran justicia a todas las decisiones que tomaban. Pero era yo el que en muchas ocasiones me hacía pasar por ellos y me veía obligado a realizar aquellos lamentables arbitrajes.

Así pues, ódienme a mí y no a ellos. Pero no se olviden de que lo he hecho para salvar al mundo...

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Madridista perdido y sin deseos de ser encontrado. Le gusta usar todos los sentidos, aunque carece por completo del común y el del humor.

7 comentarios en: El sacrificio madridista

  1. JAJAJAJAJAJAJA. Me río, pero es verdad que se ayuda al farça para evitar alborotos sociales...un error tan tremebundo como pueril, porque esas ayudas extraordinarias, els amics las convierten en derechos adquiridos. Y cada vez piden Mas...

  2. Jajaja. Todo tiene una explicación científica.

    Desde luego, el Van Cleef de "El bueno, el feo y el malo" habría sido capaz de esa felonía.

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