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La contradicción del Real Madrid

La contradicción del Real Madrid

Escrito por: Villalobos RM22 diciembre, 2025
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Dos cosas diametralmente opuestas pueden, sin embargo, ser completamente ciertas. Podemos afirmar que en el Real Madrid hay jugadores que parecen no ser del todo conscientes de la profesión que ejercen ni del peso de la camiseta que visten; y, a la vez, alegrarnos cuando ese mismo grupo se esfuerza aunque no siempre le alcance para imponerse a los grandes de Europa. Es lo que hay.

Aceptar que es humano rabiar al ver cómo el equipo naufraga contra rivales modestos —especialmente por la falta de actitud de sus jugadores— y que, al mismo tiempo, esos mismos futbolistas, cuando ponen de su parte, son capaces de jugar bien e incluso muy bien, es clave para entender el momento actual.

Suena contradictorio, pero es la realidad de hoy: el Real Madrid atraviesa una transición profunda y significativa.

Pasamos de tener enfermos de su profesión en la plantilla a una generación de jugadores que, si bien han demostrado que saben ganar, quizá se acomodaron demasiado pronto al estatus de estrellas. En parte es reflejo del declive del fútbol en general y, en parte, del creerse más de lo que se es a partir de una mera sospecha de potencial legendario. Incluso yo mismo, no hace tanto, eché las campanas al vuelo con Xabi Alonso, a quien creí más valiente de lo que se ha mostrado o más dispuesto a tomar decisiones duras hoy para recoger frutos mejores mañana.

Hay partidos que no les apetece jugar. Por inaudito que parezca —tratándose de futbolistas que forman parte de la élite solo por enfundarse la camiseta del Real Madrid—, a un buen número de jugadores de la actual plantilla les activa el himno de la Champions League y poco más

Sin embargo, esos matices y esas contradicciones importan. Es evidente que el equipo ha sufrido un bajón considerable y, de la quema, solo se salvan Courtois —que aparece con una o varias paradas decisivas por partido— y Mbappé, a quien los goles se le caen de los bolsillos. El resto, por ahora, ha dejado mucho que desear.

Hay partidos que no les apetece jugar. Por inaudito que parezca —tratándose de futbolistas que forman parte de la élite solo por enfundarse la camiseta del Real Madrid—, a un buen número de jugadores de la actual plantilla les activa el himno de la Champions League y poco más. ¿Esfuerzo? ¿Presión alta? ¿Trabajo y pundonor? Sí, pero a veces. Y cuando les viene bien.

Mientras tanto, millones de madridistas —en Madrid, en Nueva York, en San José y en Bogotá; en Asia e incluso en África y Oceanía— estamos condenados a rabiar semana tras semana. Muy lejos queda ya el Mundial de Clubes, donde se vio la versión más reconocible del Xabi Alonso entrenador. No tan lejos en el tiempo, pero ya remoto en la memoria colectiva, queda aquel Clásico en el que se jugó muy buen fútbol —por momentos—, o los grandes partidos ante Valencia y Athletic. En la retina persiste, en cambio, la imagen desoladora frente a Celta y Girona, así como las victorias pírricas que se amontonan, llegando a necesitar que Lunin se exigiera en la última jugada para no irnos a la prórroga ante un equipo que pelea por no descender dos categorías más abajo que la nuestra, como ya ocurriera en la Copa del Rey frente al Talavera de la Reina.

Y sin embargo. Kylian Mbappé celebra ya 59 goles en un año natural, compartiendo el récord con su ídolo Cristiano Ronaldo; un Rodrygo Goes que parece haber superado sus problemas y empieza a devolverle a Xabi la confianza, tras haberle sostenido durante tanto tiempo en la rotación y darle cabida incluso en el once. Y, como ya dijimos, el más regular y decisivo de los nuestros: Courtois. Es evidente que un portero está para evitar los goles del rival, pero que su influencia resulte tan determinante —ya en diciembre— dice mucho del poco funcionamiento colectivo del equipo.

No es normal ganar muchas Champions en poco tiempo como lo hizo este club no hace tanto. No es normal (ni bueno) acomodarse a la victoria como si fuera norma. Pero tampoco es normal el bajón que ha experimentado el equipo. Es contradictorio y, sin embargo, ambas cosas son ciertas, como estamos comprobando en este cierre de año.

La exigencia del club —como les recordó Florentino Pérez a los jugadores en la cena navideña— es la misma de siempre, y aun cuando existen dudas sobre el cuerpo técnico, y aun cuando no se sabe bien a qué jugamos, el esfuerzo y la entrega deben seguir siendo innegociables.

Harían bien las estrellas de la plantilla en darse cuenta de ello, porque, a pesar de ser superlativos y diferenciales —por contradictorio que parezca—, solo con Mbappé y Courtois no nos va a alcanzar para competir en mayo y, probablemente, no sea suficiente para que el saldo final de esta temporada difiera del de la anterior. Dos ceros consecutivos, con dos métodos distintos, dejarían en entredicho la comprensión de lo que significa el madridismo, no por parte de la afición —que apoya y cuestiona cuando es menester—, sino por parte de unos protagonistas que han dejado desangelado a Xabi, que obligan a Courtois a obrar milagros bajo palos y que podrían desperdiciar, una vez más, una temporada de récord goleador del astro francés.

 

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