Garemain

Sigue en la Euro el país que votó no seguir en Europa frente al país que -formando parte del mismo país que el otro- votó seguir pero tiene que irse, esta vez por partida doble. Es complicado de explicar pero este partido entre británicos (aunque seguramente algunos de los que jugaron no se sientan felices bajo el gentilicio, especialmente desde anteayer) estaba irremisiblemente marcado por el Brexit, aquel día en que la gente de una isla votó por ser isla es un momento en que ya nadie sabe lo que eso significa.

La gente votó por lo que nadie sabe lo que significa pero hasta aquí llega el paralelismo político-futbolístico, porque tanto Gales como Irlanda del Norte saben perfectamente a lo que juegan. Juegan a depararnos un encuentro quintasencialmente (ay) británico dentro (ay) de una competición quintaesencialmente europea, un partido que huele a fish and chips y donde el silbato del árbitro es sustituido por la campana del pub, ya saben: saltos, empellones, nobleza y barro aun donde no ha llovido ni se espera que lo haga. En medio de ese panorama, donde muy poco más ocurría, apareció el héroe del madridismo y de la nación que (ay) votó por irse como Özil cuando se va del propio Madrid, es decir, sin calcular el frío que puede hacer ahí fuera. Baby, it's cold outside, advertía la camiseta de una militante del REMAIN el miércoles. Gareth lo sabe (suponemos) para Madrid y Europa, y en ambas instancias el expreso es un REMAIN de manual. Le exigió el pase al discreto Ramsey -discreto pero segunda máxima figura de su selección- para internarse por la izquierda y emponzoñar su centro para que McAuley tuviera que mandarla dentro si quería evitar que Robson Kanu lo hiciera. Nos vamos, pero nos vamos por nuestro propio pie, debió de pensar el irlandés. A su nación no le queda ni ese consuelo.

En definitiva, Gales sigue haciendo Historia con su país justo cuando menos se sabe lo que la Historia depara a su país.