Las mejores firmas madridistas del planeta

En (quizá) el mejor y más completo partido de lo que va de temporada, un espléndido Real Madrid, que aunó abordajes frenéticos con ratos de buen control, goleó por 0-3 al Athletic Club con dos goles de un formidable Mbappé y otro de un sensacional Camavinga.

El comienzo no pudo ser más voraz por parte de los blancos. Ya a los tres minutos, Mbappé maniobró de manera soberbia sobre la línea de fondo y terminó obligando a Unai Simón a sacar el brazo de modo magistral, cosa que tuvo que hacer al minuto siguiente, de nuevo, tras un chut de Vinicius desde la frontal. Era la antesala del gol, dentro del mismo fulgurante inicio. Trent metió un balón largo marca de la casa, Mbappé controló, buscó el hueco en la frontal y disparó a la red con la clase incomparable que distingue a los más grandes del fútbol de siempre. Seis minutos, 0-1.

Como no podía ser de otro modo, el Madrid se tranquilizó un poco tras arranque tan imparable, aunque siguió dominando y solventando con total solidez las inocentes intentonas locales. Mbappé y Vini, no obstante, continuaban sembrando el desconcierto, y un pase sensacional del francés lo pifió su compañero en boca de gol, intentando un pase de la muerte absurdo, por cuanto no iba acompañado por nadie. No obstante, ambos resultaban amenazantes.

El Madrid se manejaba con solvencia en el centro del campo merced a las evoluciones de Tchouaméni y Camavinga, con un Valverde algo por debajo de ambos. De hecho, una mala salida de balón del uruguayo derivó en la primera ocasión athlética. Disparó a bocajarro Guruzeta y Courtois ejecutó la parada apelotante preceptiva. Repetiría el belga al filo de la media hora, y tendría más mérito aún. Sensacional su intervención a tiro de Berenguer tras dejada de Nico.

De pronto, a lo tonto, podría haber empatado el Athletic. Parece el sino del Madrid: zafarranchos deslumbrantes junto a alarmantes desconexiones.

Con todo, no llegaría a ser el caso. Vini estuvo a punto de hacer el 0-2 recibiendo un balón largo y, casi sin ángulo, disparando al palo sobre la salida de Unai. Y repetiría ocasión a renglón seguido, de nuevo a pase de Trent, que la pone donde quiere desde donde quiere. La bajó de fábula el brasileño, pero no logró batir a Unai en su atinada salida.

Bellingham, por lo demás, comenzaba a carburar, y era una de las cosas que el Madrid necesitaba. La superioridad blanca se certificó de manera espectacular en una de las mejores jugadas de la temporada. Una combinación coral soberbia cristalizó en un centro de Trent (enorme primer tiempo), Mbappé tocó en el segundo palo y Camavinga remachó, también de cabeza. 0-2, justo premio al trabajo y la inspiración del equipo.

El Athletic comenzó apretando tras la reanudación, y un zambombazo lejano de Jauregizar obligó a Courtois a llevar a cabo su tercera gran parada de la noche. No obstante, el Madrid se sostenía con robustez. Trent se lesionó en un pase largo y entró Asencio en su lugar.

No tardó en liarla Kylian para poner el partido a dormir con una disparo sensacional desde su casa. Lo de este tipo está más allá de lo sobrenatural. El mejor atacante del planeta sin ningún tipo de discusión.

Sentenciado el encuentro, Xabi desencadenó un carrusel de cambios. Valverde lanzó un trallazo que obligó a intervenir a Unai una vez más. Estaba todo visto para sentencia, como decían los clásicos, y el partido languidecía hacia un final balsámico para el Madrid, tanto por el marcador como por el juego.

Virgencita, que, tras mucho sobresalto, esta versión sea la definitiva del Madrid 25/26.

 

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Este miércoles a las 19 horas, Athletic Club y Real Madrid juegan su partido adelantado de la jornada 19 de La Liga pues ambos disputan a principio de año la Supercopa de España. Este encuentro, quinto partido consecutivo fuera de casa, llega en un momento crucial para el Madrid de Xabi Alonso. El equipo parece desorientado, sin una propuesta de juego clara y haciendo aguas por momentos.

Desde el partido contra el Valencia a principios de noviembre, el Madrid ha dejado de ser ese equipo aparentemente serio y matemáticamente incuestionable. Si bien es cierto que tanto en Liga como en Champions el equipo está bien clasificado, los de Alonso no dan muestra de superioridad en ningún momento. Las sensaciones futbolísticas son malas y los resultados últimos, cuestionables. Si bien es cierto que hasta ahora he tratado de ser imaginativo y sacar explicaciones alternativas para algunas decisiones incomprensibles, ahora no sé cómo mostrarme indulgente.

Por su parte, el Athletic Club necesita ganar en su estadio pues la visita del Real Madrid siempre supone un extra de motivación para su afición. El conjunto bilbaíno llega al partido de esta noche tras una victoria por 0-2 al Levante UD. Sin embargo, la dinámica de los de Valverde no está siendo nada positiva. Con seis derrotas y clasificados en la octava posición con 20 puntos, este Athletic Club parece no cumplir con las expectativas creadas tras la clasificación para Champions que tan brillantemente consiguieron la pasada temporada.

los nombres de Kees Smit y Adam Wharton para el centro del campo serían para la próxima temporada. el aficionado asume que el equipo necesita seguir reforzando las líneas del centro del campo y la defensa

Las dudas que arrastra el Athletic pueden jugar a nuestro favor. Si bien es cierto que la victoria ya es importante, también es fundamental recuperar buenas sensaciones. La voracidad goleadora exhibida en El Pireo ha de volver. Y doy por sentado que Antonio Rüdiger y Eder Militao volverán a ser los centrales titulares. La primera parte del brasileño contra el Girona fue lo mejor que nos dejó el partido. Esperemos que en el río revuelto de San Mamés, podamos pescar los tres puntos. Falta nos hace.

Decía Joan Manuel Serrat en esa canción brillante llamada Sinceramente Tuyo que nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.El pasado lunes en esta misma web el maestro Tomás Guasch llegaba a la siguiente :"El camino está empinadísimo. Tanto que no se puede creer. No, ya no se puede disimular. Esto está que arde". Y es evidente que tanto los jugadores como el staff técnico están rindiendo por debajo de su nivel. Podemos encontrar explicaciones más o menos afortunadas para el análisis pero acabaremos en el mismo punto: esto no va. Yo no tengo ninguna duda de que tenemos equipo suficiente para ganar el campeonato liguero con cierta holgura. Si ya nos cuestionamos la calidad de ciertos jugadores, cerramos el chiringuito y dediquemos nuestro tiempo a cosas mejores.

Sinceramente, no sé cómo tomarme algunos argumentos bienintencionados como el de la supuesta recomposición del equipo. La musiquilla del equipo en construcción me suena tan mal como la posible asunción de nombres para enero. Los periodistas apuntan a un posible central o centrocampista para el nuevo año. Los fichajes en el mercado de invierno no son recomendables, son síntomas de que las cosas no marchan como debieran.

Por el contrario, entiendo que los nombres de Kees Smit del AZ y Adam Wharton del Crystal Palace para el centro del campo serían para la próxima temporada. Se manejan cifras tan elevadas que están fuera del precio de mercado en invierno. Sea como fuere, el aficionado asume que el equipo necesita seguir reforzando las líneas del centro del campo y la defensa.

Para ello, varias ventanas de mercado son necesarias. Por ejemplo, el próximo verano todo apunta que David Alaba y Toni Rüdiger acaban contrato y tenemos espacio salarial para acometer el fichaje de un central de primer nivel. La apuesta por jóvenes valores como Dean Huijsen también deben venir de la mano de la contratación de primeros espadas como Konaté.

Nos adentramos en el último mes del año y tenemos la sensación del estudiante brillante que no hizo los deberes a tiempo y se presentó a los exámenes sin estudiar. Sí, sacó todas las asignaturas pero muchas por los pelos y otras tirando de ingenio. Y con cierta culpabilidad, el estudiante llegará a las quedadas navideñas con más pena que gloria, tratando de disimular su desidia y escapándose por la tangente. Antes de que Mariah Carey se arranque con su celebérrimo villancico pop y ya no se calle, tenemos 5 partidos por delante. Acabemos el año con dignidad.

 

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1- Sistema de juego y once probable

Partido intersemanal adelantado de la Liga para el Real Madrid por la Supercopa de España que se jugará en el mes de enero. Una de las salidas más complicadas del campeonato en San Mamés en un momento peliagudo. No está siendo la mejor temporada de los vascos, pero es un conjunto de Champions. Poco a poco van sacando la cabeza, aunque para volver el año que viene a la máxima competición continental lo tienen complicado. Valverde cuenta con una nómina larga de bajas: Sancet está sancionado, Yeray suspendido por dopaje e Iñaki Williams, Robert Navarro, Sannadi, Prados y Egiluz lesionados. Además, es duda Yuri tras abandonar el entrenamiento del lunes con molestias. No se esperan demasiadas rotaciones en un once amoldable al 1-4-2-3-1 y 1-4-4-2. Un once probable es el formado por Unai Simón en portería, Gorosabel como lateral derecho, Yuri o Lekue por el izquierdo, Vivian y Laporte pareja de centrales; en el centro del campo, Jaureguizar y Ruiz de Galarreta en la sala de máquinas, en una línea de tres por delante, con Nico por banda izquierda, Berenguer por la derecha, Unai Gómez en la zona del ‘10’ y en punta Guruzeta.

 

2- Presión

Es San Mamés y es el Athletic contra el Real Madrid, el partido del año en Bilbao. La presión está garantizada, con un cuadro rojiblanco que presionará mucho arriba, buscando el ahogo en la salida del balón blanco y provocar pérdidas. Esta presión se espera, sobre todo, realmente intensa en los primeros 20-25 minutos de encuentro. A lo largo del partido, la presión bajará y lo normal es que haya una disposición en bloque medio. La razón es que si el adversario salta la primera línea de forma sencilla se encontraría un equipo largo, con distancia entre sus hombres y así las posibilidades de hacer daño sin el plantel compacto son mayores. Por eso su prioridad es acumular gente en pocos metros para tener superioridad numérica e intentar las recuperaciones de ese modo y lanzar a sus baluartes ofensivos. El Real Madrid deberá tener cuidado en las zonas de banda donde el Athletic busca la trampa de los 2vs1 para provocar pérdidas, robar y salir rápido. La organización será con los delanteros saltando sobre los centrales, los medioscentros ajustando una línea más atrás y los jugadores de banda tapando los huecos interiores y cortocircuitando las conexiones en esas zonas.

 

3- Salida de balón

Una salida rápida ya sea en corto o en largo. Es lo que busca el Athletic con el balón desde atrás. Laporta con su zurda será el principal encargado para sacar el cuero. En primer término buscan asociación con los medios para que puedan girar y descargar los balones a la banda o conectar con los puntas. Ahí, ya habrá conseguido Valverde el plan que pretendía para dar alas al equipo y prosperar de la fase defensiva a la ofensiva. La otra idea es directamente un balón en largo para bien lanzar directamente al espacio a las bandas con Nico y Berenguer que son bombonas de oxígeno para el equipo gracias a su velocidad o por otra parte buscar la cabeza de Guruzeta, para lograr prolongaciones o su pecho para bajar el cuero y descargar de cara.

4- Apartado defensivo

Los leones son un conjunto sólido que defiende bien en estático o en transiciones. Está ligeramente peor que la temporada pasada en cuanto a goles encajados con 17 en 14 jornadas. Cuentan con el póker de internacionales españoles formado por Unai Simón en portería y Vivian-Laporte (o Paredes) en el centro de la zaga y su nivel competitivo es importante. Valverde ha creado un equipo que defiende de forma eficiente en bloque medio o medio-bajo, que no deja espacios entre líneas y que presiona a los poseedores de balón para que no giren ni den la vuelta. En el lateral derecho se pueden encontrar más resquicios con Gorosabel y al que Vinicius debería causar muchos problemas si sigue cayendo por esa zona. Por el carril central son fuertes también con el trabajo de los medios y, además, meter centros por arriba al área no será una solución porque Vivian mide 1,84cm, Paredes 1,87cm y Laporte 1,89cm y el Real Madrid salvo alguna llegada por sorpresa de Bellingham, o Gonzalo si tiene minutos, no cuentan con demasiada altura en sus delanteros.

5- Aspecto ofensivo

El Athletic con Valverde tiene un importante arsenal ofensivo, aunque es cierto que las bajas de Iñaki Williams, Sannadi y Sancet les hacen bajar enteros. Suma 14 dianas en 14 encuentros hasta la fecha. Se espera a un Athletic clásico, que apostará por transiciones rápidas y verticales buscando a los delanteros y contraataques directos con pocos pases. La ausencia de Sancet es importante por es un muy preciso lanzador y pasador. Una identidad destacada de lo que ha sido el Athletic. Un equipo de ritmo alto, enérgico y muy intenso que realiza todas sus acciones con vértigo y mucha velocidad. Por tanto, la clave es la precisión porque hacer todo en una sexta marcha y ser seguros y eficaces en todas las acciones es tarea compleja. Las bandas son la joya de la corona de los bilbaínos porque ahí es donde quieren crear el desequilibrio, con el desborde y amplitud de Nico, la velocidad de Berenguer y la superioridad numérica que otorgan los laterales apurando a línea de fondo y poniendo centros peligrosos a los atacantes o jugadores que llegan desde atrás. Por supuesto también hay que tener muy en cuenta y extremar precauciones con las llegadas de los medios desde atrás o la astucia e instinto que demuestra Guruzeta en el área grande. Ojo también siempre al balón parado del Athletic, con futbolistas de buen pie a la hora de colgar balones (han incorporado a Ruiz de Galarreta que es un especialista) y de varios jugadores que van bien por arriba.

6- Estilo de juego

Valverde ha construido un equipo compacto, con un gran ritmo ofensivo y defensivo y con dos premisas claras: la organización y el equilibrio. Un aspecto diferente respecto a la etapa Marcelino es que el Txingurri aboga también por algo más de posesión, con buenas circulaciones y combinaciones en la línea medular y de tres cuartos. Frente a equipos grandes en los que le cuesta más tener la pelota, las transiciones muy rápidas tras recuperar el cuero y aprovechar los espacios a la contra serán dos aspectos claves para buscar el triunfo. El Real Madrid debe tratar de finalizar jugadas y no sumar pérdidas en las circulaciones para evitar que el Athletic se lance rápido y vertiginoso arriba como hizo el Girona hace tres días. Además, veremos seguro bonitos duelos en velocidad por las bandas y con el dúo de centrales madridistas (Asencio y Rüdiger/Militao) corrigiendo y haciendo ayudas.

7- Hombre clave

Nico Williams es la gran estrella del Athletic. Su pubalgia le ha limitado todo el curso, aunque en las últimas jornadas ya se ha visto un jugador mejor físicamente, más ligero y en crecimiento en cuanto a estado de forma. Valverde lo sitúa ya más concretamente en la izquierda, aunque si juega Berenguer pueden intercambiar posiciones sin ningún problema. En el choque ante el Real Madrid se verá las caras con Trent, lo que supondrá un examen también para el inglés en uno de sus grandes debes que es el aspecto defensivo. Nico es un futbolista eléctrico, rapidísimo, vertical, encarador y atrevido. Regatea por habilidad o velocidad y si tiene el día puede volver loco a cualquier lateral. El central derecho madridista deberá estar atento a las ayudas porque por ese costado, con las incorporaciones de Yuri o Lekue el Athletic puede encontrar una vía para progresar y crear oportunidades de peligro. Nico no tiene tanto gol a lo largo de su carrera, aunque está mejorando, pero dispone de un magnífico golpeo con ambas piernas para meter centros venenosos.

 

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Buenos dias, amigos. El 22 de mayo de 1998, justo dos días después de que Mijatovic anotara el gol más importante de la historia del Real Madrid, y por tanto el más importante de la historia del fútbol, se estrenaba la película de Terry Gilliam “Miedo y asco en Las Vegas”, una estupefaciente obra de culto llena de psicodélica y repugnancia con Johnny Depp y Benicio del Toro en sus papeles principales.

Miedo y asco en Las Rozas, ciudad sede de la RFEF y del Comité Técnico de Árbitros, es lo que sentimos hoy (hoy y siempre, en realidad) ante el atropello descarado que sufrió el Atlético de Madrid anoche, en su partido liguero frente al equipo cliente de Negreira. Nada de esto aparece en las portadas cataculés, que simplemente se solazan ante la victoria negreirista.

El recuento de expolios del dúo De Burgos-González Fuertes es conciso a la par que grave:

-Señalan  un presunto penalti sobre Dani Olmo que, de serlo, convierte en inmediato penalti el sufrido por Rodrygo en Girona el pasado domingo, así como el anulado de Lamine Yamal a Vini en el mal llamado clásico. Los análisis hay que hacerlos así, no mirando las jugada de manera aislada, porque eso forma parte de la trampa del sistema.

-Dan validez a un gol de Ferran Torres previa mano del delantero blaugrana.

-Omiten señalar una mano fuera del área de Joan García que habría supuesto la expulsión del guardameta.

Estas son solo las jugadas más graves. Los protagonistas del desaguisado fueron el mismo dúo de árbitros que en la previa de la última final de Copa se permitieron amenazar al Real Madrid, es decir, al equipo al que iban a pitar en cuestión de horas, sin que nadie decretara la sustitución de esos colegiados por otros a resultas de hecho tan inaudito.

El negreirato es esto y sigue vivo. El negreirato consiste en que Fran Soto diga que debemos olvidarnos de Negreira, de la misma forma que el demonio está especialmente interesado en que no creamos en su existencia.

Miedo y asco en Las Rozas.

Menos mal que, al menos, el Barça lo reconoce. Pusieron ayer el siguiente tuit, que nuestros amigos del CD Zamora no tuvieron más remedio que enmarcar.

Es una confesión digna de todo agradecimiento, si bien realmente juegan con 13. De Burgos hace el 12, pero González Fuertes en el VAR no cumple un papel menos importante inhibiéndose ominosamente de rectificar las dantescas decisiones de su compañero en el campo.

A todo esto, el Atleti está encantado con el latrocinio, como era de esperar. Tardarán en leer este portanálisis porque estarán de resaca de celebración de la derrota. El Cholo no solo no tuvo críticas pospartido para la labor arbitral, decisiva en su contra, sino que desoyó expresamente el consejo de Harvey Keitel en Pulp Fiction, procediendo a succionar sin más dilación el metafórico miembro blaugrana como buen representante de la filial negreiresca en la capital. Ya profetizábamos ayer, en esta misma sección, que las cosas se dejarían llevar por su propia naturaleza y los colchoneros, dóciles, agacharían la cerviz ante el amo y señor de la esquinita, pero no preveíamos este nivel de untuosidad. Que si Raphinha debería ser Balón de Oro, que si da gusto ver jugar a los compañeros de la casa matriz, que si tal y que si cual.

Sí, amigos. Lo previsto. El Barça es la dominatrix y el Atleti recibe solícito, a cuatro patas, los correspondientes azotes al extasiado grito de “Soy capitalino, pégame”.

—Mírate—, se jacta el Barça, látigo en mano, lúbrico ante la visión de las posaderas blancoenrojecidas de su partenaire.— El macho por antonomasia. El supremacista pelo en pecho de la derrota. El heteropatriarcado frenteatletista de raíz joseantoniana, rendido a mis pies con el artefacto pleasure chest bien ajustado a las gorduras.

—¡Calla, por Dios!— suplica el Atleti a ras de suelo.— Soy tu esclavo. ¡Pégame! ¡Llámame madridista!

¿Alguna queja sobre el asunto arbitral? Ni la más mínima. ¿Alguna reclamación por parte de la prensa afín? Pero almas de cántaro. La filial nunca se queja a los headquarters, y menos de manera pública. Si acaso, solicitará por correo interno información para conocer los protocolos de chinchamiento al Enemigo, que es en cambio de quien corresponde quejarse por sistema. ¿Que ayer nos pitan un penalti en contra que no es? No pasa nada. ¿Qué dieron al rival un gol que no debió subir al marcador? Menudencias. ¿Acaso se obvió la pretendida tarjeta amarilla para Ceballos, que es la que de verdad amerita movilizar al gallardismo?

De ninguna manera, amados líderes de la provincia. Vosotros a lo vuestro. Vosotros a pagar al vice de los árbitros durante décadas para que las cosas sigan donde tienen que estar, o sea, sojuzgando a esos malos a los que nosotros, sin vuestra ayuda, no podríamos ni rozar, y el logro de cuyo mal supone el quid de nuestra existencia.

Miedo y asco en Las Rozas. Y en muchos más sitios.

Por lo demás, la selección femenina ha ganado la Nations League (enhorabuena) y este Madrid en el que ya no sabemos si creer se juega la vida en San Mamés con la inestimable ayuda de Mr. Jerk AppleTree y su impagable hoja de servicios al régimen.

Os dejamos, nos vamos a vomitar.

Pasad un buen día.

Entre las anécdotas escogidas en la singular Guía poco práctica del fútbol español, destaca una excentricidad de Ramón Mendoza, cuyo acceso a la presidencia cumple este año su cuarenta aniversario, y su salida, el treinta. Nos trasladamos al verano del 93, en plena confirmación de la decadencia de La Quinta, cuando el hábil representante José María Minguella logró convencer a Ramón Martínez para que el Madrid firmara a la estrella del Slovan de Bratislava. Se llamaba Peter Dubovsky.

Dubovský y su mejor tarde ante el Nápoles

El acuerdo parecía cerrado y el jugador se trasladó a la capital para firmar su contrato con Mendoza: cinco años a razón de una cifras que se incrementarían desde los 30 hasta los 40 millones de pesetas. Pero entonces sucedió algo que dejó a todos estupefactos y hoy sería impensable. Mendoza, con toda serenidad, se negó a rubricar lo pactado porque “un jugador del Madrid no iba a cobrar tan poco”, así que redondeó hacia arriba antes de dar su consentimiento. Luego, como saben, aquello salió como salió.

El principal argumento quizá les suene: el equipo vence, pero no convence. La primera piedra para que el asiento del banquillo comenzara a tambalearse estaba puesta

Pero no fue la única salida de curva del ex presidente blanco, que aun con el bagaje dorado de haber acunado los éxitos de Butragueño y compañía, también cometió algún exceso, como el que sucedió año y medio antes del comentado fichaje sui generis del eslovaco. Hablamos, por supuesto, de la destitución de Radomir Antic cuando el equipo marchaba líder. Una historia que no por conocida —o no tanto para los hijos de la LOMLOE— todavía deja algunas curiosidades y detalles interesantes cuando rascamos un poco. Pronto lo entenderán.

El entrenador yugoslavo llevaba en el banquillo madridista desde marzo de 1991, cuando llegó para sustituir a Di Stéfano en principio de manera provisional. Pero los resultados hablaron en favor de Antic (se llevó 17 de los último 18 puntos disputados en Liga) y aquello desbarató los planes de traer a Maturana para darle un voto de confianza al técnico que convirtió a Hierro en un goleador desde el centro del campo.

Y así comenzó la campaña 91/92, con un equipo sólido y serio que hasta el 27 de noviembre sólo concedió dos empates en 15 partidos de Liga y Copa de la UEFA. Pero entonces llegó la primera derrota —contra el Neuchatêl, luego solventada en la vuelta— y, sobre todo, el ruido mediático que minó la confianza de Beenhakker, que ejercía de manager, y del propio Mendoza. El principal argumento quizá les suene: el equipo vence, pero no convence. La primera piedra para que el asiento del banquillo comenzara a tambalearse estaba puesta.

La puntilla, curiosamente, acaeció tras una victoria. Fue ante el Tenerife, que protagonizaba así su primer cruce negro en la historia del Madrid, el 26 de enero de 1992. “El Tenerife me ha gustado más que el Madrid”, se despachó Mendoza antes de finiquitar a un Antic que tenía al equipo primero, con tres puntos de ventaja respecto al Barcelona pese a haber dilapidado un margen de ocho (también les resultará familiar).

Pocos dieron crédito a la decisión, comenzando por los jugadores. “No me lo esperaba. Me he quedado frío”, declaró Milla. “Me encontraba muy a gusto con él. Es extraño que esto suceda cuando vamos primeros”, señaló Gica Hagi. “Antic ha estado muy presionado”, explicó Aldana. Y ahí residió una de las claves, según se publicó por entonces. Parte del vestuario no compartía los planteamientos de Antic, les costaba identificarse con su fútbol e incluso se lo hicieron ver en alguna reunión que terminó con el serbio recriminándoles falta de concentración y fe. Qué lejos y qué cerca queda todo aquello.

 

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“Para cantar se necesita hasta la voz”, decía Alfredo Kraus. Para ganar también. Hasta las piernas. Hasta marcar goles. Pero no sólo eso. También hacen falta otras muchas cosas. Un ambiente sano, por ejemplo. Un vestuario unido. Un madridismo sereno. Si Kraus, quizás junto a Fritz Wunderlich el tenor de técnica más impecable del siglo XX, sabía que todo cuenta a la hora de emitir una nota, tomemos ídem. Kraus era el Kroos del canto (y pavo real, pavo real, viva la aliteración). La elegancia. La limpieza (en la emisión, en el pase). La perfección.  Kroos ya no está, como tampoco está Kraus. Se les echa de menos, sí, pero sus enseñanzas quedan.

Viene esto a cuento porque, vamos a ver, yo me hice del Real Madrid para empezar a escapar de Logroño. Entonces no lo sabía -tenía siete u ocho años- pero ahora sí. Para poder respirar. Para abrir la ventana. Para ventilar un poco la habitación de provincias. Ese nombre, Real Madrid. Y ese uniforme blanco, blanco todo, puro blanco, blanco inmaculado, virginal, nuclear. El rayo de luz que se cuela por una rendija y deshace la oscuridad. Una ventana al mundo, una expansión del horizonte, una promesa de tiempos mejores, más aireados, más grandes. Lo contrario a la vida provinciana: alicorta, de vuelo bajo, gris, tranquila, aburrida. No más pasar por este mundo vistiendo camisa a cuadros y pantalones de franela. No más futuro de partida de mus, carajillo de pacharán y tiento a la parienta el sábado por la noche, a ver si hay suerte.

Y el Madrid obró el milagro, vaya que si lo obró. El Madrid es esplendor, es alegría, es esperanza, es vitalidad. Es felicidad. Es todo eso o no es. Al menos para mí. Yo no quiero ser del Madrid para sufrir. No quiero ser del Madrid para criticarlo todo. No quiero ser del Madrid para tirarme de los pelos al primer tropezón. La vida al fin me sacó de Logroño. Y he paseado orgulloso mi madridismo en un Brasil rendido al Barcelona de Guardiola, Neymar, Messi, los batidos y Negreira. Y he sido madridista militante, orgulloso e incomprendido durante los cuatro años que pasé en Marte, o sea, en la California de los Warriors y los 49ers.

¿Cuántas Copas de Europa ganó el Madrid de los García? ¿Cuántas ganaron Santillana, Juanito, Stielike, Camacho? Yo nunca me he emocionado más que con aquel Madrid al que le faltaba calidad, pero no hombría

El Madrid es felicidad cuando gana, claro. Pero también cuando no lo hace. O cuando le cuesta. Esto muchos no lo entienden. Hablan de exigencia cuando lo que les mueve es la impaciencia. El Madrid no es grande porque gana, o no sólo por eso. El Madrid es grande aun cuando pierde. Porque la grandeza del Madrid no radica sólo en las victorias ni en las quince Champions. La grandeza del Madrid es no rendirse nunca. No dejar de porfiar jamás. Aspirar siempre a la excelencia. El Madrid, gracias a Dios es ganar, ganar y ganar. Pero su esencia es luchar, luchar y luchar. Lo primero es consecuencia de lo segundo. Y a mí las victorias me producen una alegría plena, extática. Pero el no rendirse nunca, el apretar los dientes cuando vienen mal dadas, el mantener la fe contra toda razón y contra toda esperanza, es lo que alimenta mi madridismo. Es lo que me emociona. Íntimamente. Profundamente. Taumatúrgicamente.

¿Cuántas Copas de Europa ganó el Madrid de los García? ¿Cuántas ganaron Santillana, Juanito, Stielike, Camacho? Yo nunca me he emocionado más que con aquel Madrid al que le faltaba calidad, pero no hombría. Aquel Madrid que ahormó mi madridismo. Lloré sus derrotas y celebré sus victorias, y en unas y otras me sentí orgulloso de él. Con sus limitaciones. Con sus carencias. Pero con su orgullo incólume. Con su voluntad insobornable. Con su ambición a prueba de reveses. Con su madridismo esencial, último. Por ello, y no por sus títulos, han quedado para siempre en mi memoria.

Tiene gracia, triste gracia, que medio siglo después me queráis quitar lo mejor del madridismo. Que gran parte del madridismo ande como pollo sin cabeza. Que Xabi ya no valga, y que no valga la mitad de la plantilla. Porque no ganan todo. Porque no juegan bien (como si jugar bien no consistiera única y exclusivamente en marcar más goles que el rival). Que si hay rencillas. Que si hay camarillas. Que si se hace o se deshace la cama del entrenador. Y tuiter hirviendo. Y las redes sociales hirviendo. Y whatsapp hirviendo. Dejadme en paz. Qué queréis que os diga. Uno no escapó de Logroño para acabar entre vosotros. Si queréis vivir vuestro madridismo como un via crucis, allá vosotros con vuestra amargura y vuestra miopía. Pero a mí no me jodáis.

Porque, aunque acaso nunca seáis capaces de entenderlo, para ser feliz se necesita hasta al Real Madrid.

 

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Buenos días. En un estadio a medio hacer, al que solo puede acceder la mitad del aforo, y siempre y cuando funcionen la aplicación que da entrada a los socis, el equipo cliente de Negreira juega esta noche un partido contra el Atlético de Madrid que se antoja decisivo para la liga que estamos disputando. Dice Mundo Deportivo que es un “partidazo”, y quiénes somos nosotros para desautorizar a tan insigne rotativo, medio del Conde de Godó, Grande de España.

Estamos, amigos, tan profundamente deprimidos y desmotivados en nuestro madridismo que esta noche, sin anestesia, nos vamos a apretar un partido del Atleti. La depresión obra efectos asombrosos. Un Negreira-Prescritos un martes a las 21. Bring it on.

“Hoy, por lo que sea, no quiero que gane el Atleti”. La frase, manifestada en privado por un ilustre amigo colchonero de La Galerna, refleja muy a las claras por dónde deben ir las apuestas en lo relativo al encuentro en cuestión, pues bien es sabido que el equipo del pueblo raramente obra en contra de los designios del mismo, con quien se sabe en deuda. En este partido, amigos, “por lo que sea”, conviene poner un uno en la quiniela (¿hay quinielas aún?). No en vano el cholismo consiste en dos cosas básicamente:

  1. Querer que el Madrid pierda.
  2. Declinar la responsabilidad última de que el Madrid no gane títulos (que es el objetivo de la temporada) en la Casa Matriz del Antimadridismo sita en la esquina, dado que nosotros no confiamos en nuestras propias fuerzas aunque hayamos invertido 350 millones en dos veranos y tengamos al entrenador mejor pagado del mundo. A ver si al final va a depender de nosotros el que el Madrid no gane títulos y la vamos a liar.

En todo caso, como veis, la portada de Mundo Deportivo encumbra a las estrellas de ambas escuadras: Lamine Yamal en el bando negreiro y Julián Álvarez en el de la esforzada filial capitalina. En la foto, Lamine luce ese aparatoso vendaje que suele llevar en la mano derecha, consecuencia de la pubalgia de muñeca que le asola y a propósito de la cual le deseamos una pronta recuperación. En cuanto a Julián, tratará de agradar en el medio-estadio a media entrada donde muy probablemente jugará de manera regular a partir del año próximo. Por mor del punto 2 de la esencia del cholismo antes descrita, el aficionado medio del Atleti, conocedor de que vestido de blaugrana puede hacerle más daño al Madrid, suspira por ver a Julián luciendo los referidos colores. Sería interesante hacer una encuesta en la afición atlética. Seguro que la generalidad de los encuestados no abogaría por subir demasiado el precio del traspaso, no vaya a ser que se vaya a pique la operación.

Por cierto, ya que hablamos del Atleti y esta sección es una especie de revista de prensa, permítasenos que hoy alabemos como es debido a Ignacio Escolar, casi el único periodista de renombre nacional que se ha atrevido a denunciar esto en un medio tradicional.

Con independencia de las posiciones políticas de Escolar, conviene alabar la valentía de denunciar lo que por lo visto tantísimo cuesta poner sobre la mesa, es decir, que dos señores se apropiaron indebidamente del tercer mayor club de España y ahora lo revenden, con la escandalosa plusvalía derivada de que el coste de adquisición ¡fuese cero!

Se trata de otro tema acerca del cual sería interesante conocer la opinión de la sufrida (y silenciosa en estos menesteres) masa social colchonera.

Y poco más, amigos. Madridistamente hablando, estamos sumidos en la depresión más absoluta. Es a lo que conduce la montaña rusa emocional que nos está ofreciendo el equipo de Xabi. Estamos tan desazonados, y a la vez tan confusos, que no descartamos que el equipo gane al Athletic y al City, sin perjuicio de que a continuación empate con el Celta, a fin de continuar con el rompepiernas al que ya nos deberíamos ir acostumbrando.

En fin. Os dejamos con el resto de portadas. Pasad un buen día.

Los amigos de fcQuiz nos ponen a prueba antes del Athletic–Real Madrid de mañana.

¿Cuánto controlas de los duelos entre leones y blancos?

A ver quién aprueba sin mirar en Google.

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Hubo una imagen terrible, en el rush final del partido del Madrid en Montilivi del domingo por la noche: en pleno afán por la remontada, Vinicius fue a sacar un córner y se detuvo cuando su entrenador, corriendo la banda como cuando celebró el gol de Ramos en Lisboa, se lo impidió a voces para que lo lanzara Trent Alexander Arnold. Hay situaciones en las que la gravitas imprescindible a todo líder, que para los romanos era una cosa parecida a la seriedad, se pierde como cuando se estrella contra el suelo un vaso lleno de leche. Esa fue una de ellas.

Xabi Alonso, que tiene los tics guardiolistas de todos los entrenadores modernos, olvidó que era el entrenador del Real Madrid. Que puede estar loco y ser un ridículo, pero nunca parecerlo.

La culpa, desde luego, no es suya. Entre las manos tiene un problema insoluble: Bellingham, Vinicius y Mbappé no conjugan. No pueden jugar juntos, son como el agua y el aceite al menos, claro, que el equipo se resienta miserablemente: tiene mérito que, por separado, sean tres tíos a los que se les caen los goles de los bolsillos, con los tres en el campo el Madrid tenga menos gol que la Crazy Gang del Wimbledon de Vinnie Jones.

Alonso, por tanto, está en un laberinto del que en todo caso, sólo puede salir por arriba. O sea, cortando el nudo gordiano: ha de prescindir de uno del Big Three si quiere llegar a Navidades y no pasar a la Historia como el segundo Lopetegui.

La BMV ha sido un buen chasco. El propio Bellingham es un enigma táctico. Su combinación en un esquema decente es más complicada que hacerle entender al boomer medio que el Estado se dirige al colapso. De hecho, se diría incluso que el aberrante mes largo que el Madrid de Alonso nos ha entoligado a nosotros, sufridores hinchas (que es en sí mismo un concepto en desuso, en franco declive), empieza con la inclusión de Bellingham con calzador en el once.

Alonso se equivocó sustituyendo a Vinicius contra el Barcelona, cuando era el mejor, y luego sin que sus aspavientos tuvieran el mismo castigo que el desacato: público y ante millones de telespectadores, que nos quedamos seguros, como toda la caseta, de la quiebra de la auctorictas del entrenador.

del laberinto sólo se sale por arriba, y de todas formas el ruido de las decisiones drásticas, que causan mucho revuelo, se apaga en cuanto se encadenan dos buenos resultados. Alonso se juega su futuro en Bilbao y contra el City

Pero a Alonso le pusieron entre las manos un Ferrari eléctrico cuya batería es corta, cortita. Nadie lo dice pero todos sabemos, como se saben estas cosas, que hay tres que tienen que jugar siempre. Eso, sumado a que falta un regista, un motor, un mediocentro homologable siquiera lejanamente a Kroos o Modric, grava en exceso el juego de un equipo no ya inacabado, sino inempezado: nonato, pues la ansiedad recarga el peso de los empates en campos menores y alimenta la trituradora de almas que ya suspira por la de Alonso y se relame anticipando el turrón navideño.

Carletto retranca

Para este tipo de situaciones, Ancelotti era un fenómeno. Pero al propio Carletto la dimensión del problema le pasó por encima. Alonso tiene toda su carrera por delante, pero la oportunidad de entrenar al Madrid rara vez se presenta dos veces. Sentar en el banquillo a Mbappé, Vinicius o Bellingham, sobre todo al primero y al último, se antoja, además, un desafío directo a la política deportiva presidencial. Y eso lo saben Alonso pero también el 9, el 5 y el 7, que como no ha renovado y tiene el carácter de un cimarrón, parece predispuesto a considerar este rol secundario como un agravio intolerable.

Pero lo que no se puede tolerar, en el fondo, es que el Madrid exhiba semejante impotencia ante rivales de medio pelo teniendo en cuenta prestigio, presupuesto y los nombres que alinea sobre el campo cada jornada. También está el hecho de que Güler o Camavinga han justificado en pocas ocasiones tantísimas esperanzas puestas en ellos, con lo que el equipo, que no tira con lo que hay, se empecina en fórmulas manifiestamente inservibles en lo que se sospecha bloqueo mental de un míster superado por los pocos años que hay todavía en su hoja de servicios.

Repito que del laberinto sólo se sale por arriba, y de todas formas el ruido de las decisiones drásticas, que causan mucho revuelo, se apaga en cuanto se encadenan dos buenos resultados. A pesar de toda la modernidad de la que se suponía venía precedido, Alonso se juega su futuro en Bilbao y contra el City, en casa. O sea, lo de siempre: puerta grande o enfermería. Y yo la verdad es que, a estas alturas, prefiero que no haya hule y Xabi triunfe por encima de jugadores y miopías de la dirigencia, pues es imposible no simpatizar con un tipo que le dobló la mano a Hacienda.

 

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Antes de adentrarme en este artículo, en la serie que vengo analizando sobre los problemas del Real Madrid, quiero hacer una aclaración importante ante los ataques que llevo recibiendo desde hace un tiempo: algunos me dicen que yo era un revolucionario, que desde que escribo aquí me he plegado al relato oficialista del club y, además, muchos me indican que no hablo nada de las cuentas del Real Madrid, de la “operación societaria” y otras cosas por el estilo. Ante esto tengo que decir:

1.– Nunca me llama Jesús Bengoechea y me dice sobre qué tengo que escribir y cómo debo hacerlo. Siempre he escrito de lo que he querido, comentándole previamente el tema por si hay otros colaboradores tratando lo mismo. Jamás me ha dicho que no a nada, ni me han modificado lo que escribo. Si no escribo del estadio, de las Asambleas del club ni del modelo societario es porque ni quiero ni tengo idea para hablar sobre ello.

2.– No soy periodista, como la inmensa mayoría de colaboradores que escribimos aquí, salvo casos contados como Tomás Guasch, por ejemplo. Yo soy un aficionado al Real Madrid exactamente igual que vosotros pero, debido a que llevo más de ocho años escribiendo comentarios en este portal, he tenido la grandísima suerte de llamar la atención de varios y esto me ha llevado a ser invitado a escribir aquí por el creador de este bendito portal: Jesús Bengoechea.

Hilando esto con el tema a tratar hoy, el CTA, también me dicen, tras el partido de Girona, que ahora me pliego a hablar de arbitrajes cuando hemos jugado rematadamente mal, y por eso soy oficialista. Eso es completamente falso y aquí va la primera premisa para todos vosotros, el fútbol es un deporte en el que entran diversos factores a lo largo de un partido, y no digamos de una temporada: la plantilla, las lesiones, la táctica, las decisiones del entrenador, la suerte, el juego del equipo, las rachas goleadoras, el ánimo del equipo y el arbitraje. A los que me acusáis de tantas cosas, seguramente ni me habéis leído en los comentarios que vengo haciendo hace tantísimos años como usuario de la Galerna, y como soléis hacer con el propio Real Madrid, actuáis ahora conmigo y con otros colaboradores de la Galerna: descargáis vuestra frustración contra el equipo y los que aquí escribimos. ¿Y por qué digo esto? Os voy a demostrar con un ejemplo de mis comentarios de antaño lo que he sido siempre, y sigo siendo fiel a lo mismo:

Supercopa de España de agosto de 2017. Ganamos en el Nou Camp por 1-3, y en el Bernabéu por 2-0. Piqué declaró: “es la primera vez que los veo muy superiores a nosotros”. En la ida, arbitrada por el mismo árbitro de ayer en Girona, De Burgos Bengoetxea, al poco de haber adelantado Cristiano al Real Madrid, lo expulsó por una jugada en la cual le hacen penalti. Pitó piscinazo y en la protesta Ronaldo tocó al árbitro. Roja y cinco partidos al luso. Tuvimos el coraje de meter otro gol más por medio de Asensio. Pero el árbitro ya había hecho su trabajo.

En el comienzo de aquella liga —el Real Madrid venía de haber ganado la mejor final de Champions que recuerdo con una exhibición contra una ultradefensiva Juventus venciendo 4-1, y de una liga ganada con dos claras unidades que iba alternando Zidane— nos encontramos en las 5 primeras jornadas del campeonato con unas decisiones arbitrales completamente deplorables que hicieron que perdiéramos muchos puntos, unido a la sanción de nuestra estrella hasta la cuarta jornada, ya que el primer partido fue en la vuelta de la Supercopa. Aún recuerdo amargamente el choque contra el Valencia en el Bernabéu, que empatamos a dos y fue un escándalo. No digamos el de Mestalla, con tres penaltis pitados por Gil Manzano, donde uno de ellos ni fue, y el único que fallaron lo mandó repetir y perdimos por 4-1.

El Barça, al mismo tiempo, jugaba de auténtica pena, y en los primeros partidos de liga fue impulsado por arbitrajes favorables que le daba victorias inmerecidas. Hasta el punto de que esta fue la evolución de las primeras jornadas de liga:

El Real Madrid cayó al quinto puesto en la 2ª jornada de liga, y los arbitrajes fueron tan descarados que terminaron incidiendo en el buen juego del equipo, que venía como un avión, y lo había mostrado en la Supercopa. En la jornada 13ª, descendimos al cuarto puesto, superados por el Valencia, y hasta la jornada 25 no les adelantamos en la clasificación, quedando terceros a 17 puntos del Barça. Una de esas famosas ligas que tira el Real Madrid, según muchos, incluidos bastantes madridistas.

Recuerdo haber discutido muchísimo con varios galernautas, seguro que ellos también se acuerdan, sobre el arbitraje, haciéndoles ver una famosa máxima: el fútbol es un estado de ánimo. Y en ese sentido, hay veces que, sin jugar a nada, se van ganando partidos, y eso hace que se termine entrando en una rueda ganadora que impulsa que venga un juego rodado. Es decir: que los goles y resultados llevan al buen juego y, por contra, un equipo que viene jugando bien y empieza a cosechar resultados negativos, comienzan a tener dudas, y estas terminan incidiendo en el juego del propio equipo. Recuerdo que muchos decían que el juego era muy malo, yo me negaba a condenarlo viendo los arbitrajes que recibíamos porque era un factor muy importante, y muchos me criticaban por ello, diciendo que jugando así no debía hablar de los colegiados.

Qué cosas, ahora sabemos que esa temporada aún estaba a sueldo Negreira, y que yo tenía razón en mis sospechas. Ese partido de Supercopa fue en agosto del 17, y una muestra clara de lo que influye el arbitraje en el desarrollo del juego. Defendí entonces exactamente lo mismo que hago ahora.

A algunos les ha convencido el relato antimadridista de que nosotros no podemos hablar de árbitros y, si hemos jugado mal, menos

Se puede jugar un partido mal y, aun así, tener más ocasiones de gol y merecer ganarlo. Y puede ser que las únicas ocasiones sean penaltis birlados. A veces te machacan poco a poco con arbitrajes sibilinos, con muchas faltas que no se pitan, y a ti a la primera te la señalan. Ayer, el Real Madrid no jugó fluido en Girona, sobre todo en la primera parte, pero he leído que no generamos ocasiones de gol. Yo contabilicé dos ocasiones falladas por Mbappé, dos por Militao y dos por Vinicius Jr. Son seis. Ellos tuvieron el gol y otra más.

Además, nos hicieron dos penaltis. El primero, la mayoría no lo habéis visto, seguro, lo estuvieron repitiendo varias veces en Real Madrid Televisión porque, ¡oh sorpresa!, imágenes de otro país mostraban algo que aquí no. En el nacimiento del gol de Girona, Mbappé se quejaba amargamente de una falta que le habían hecho, que nos repitieron una vez en pequeño mientras se seguía jugando. Se ve un empujón a la espalda fuera del área, y una caída extraña. Todos pensamos que se había tirado. Luego se ve a Kylian protestando al cuarto árbitro amargamente, y en el comienzo de la segunda parte se le observa hablando con De Burgos Bengoetxea, señalándose el pie y diciendo que no.

Resulta que en las imágenes se aprecia que el defensa le golpea con su muslo en el pie en la carrera, arrollándolo, y está justo en la línea del área, no ha salido aún. No sólo es que fuera falta, es que fue penalti. Y en ese momento, aunque no estábamos con un juego vistoso, el Real Madrid dominaba el partido, insulsamente, pero lo dominaba. Y pasamos de un posible 0-1 a un 1-0, pero como no lo echaron en la tele, de Tatxo Benet, pues lo que no se repite no sucede. El partido podría haber transcurrido por derroteros muy diferentes.

Gracias a Resl Madrid TV vemos que el inicio del gol del Girona lo que pedía Kylyan era en un su pie. No en ka espalda.
Posible penalty (está en la línea) y ni se revisa pic.twitter.com/j3sAWZFwsJ

— Sergio Yebra (@SerYebra) November 30, 2025

Después se pitó el penalti a Vinícius Jr., y he leído en redes que para qué nos quejamos del arbitraje si nos regalaron una pena máxima. Fue de libro, pero oye, que nos lo han regalado. Y por último viene el penalti a Rodrygo, con algo muy manido en el mundo de los árbitros de radio y televisión: no hay intensidad suficiente. Un punterazo en la zona donde empieza el pie es bastante doloroso y, lo mejor de todo: mirad la cara del defensa en la repetición, él sabe que ha hecho penalti y lo muestra claramente. Nada, ya hemos pitado uno, sigan, no vamos a pitar dos.

La situación del Real Madrid: 3. El CTA

Si el Real Madrid hubiese convertido dos de las seis ocasiones que tuvo, y le hubieran pitan los penaltis y hubiese marcado uno, resulta que quizá habría ganado por 0- 4. Y con un gran juego que habría llegado producto de los goles. Y sí, algunos los fallaron ellos mismos, pero otros fueron por el CTA. Los goles modifican la percepción del juego que tenemos a lo largo de un partido, y cambian tendencias.

Hemos perdido cinco puntos de ventaja en tres partidos, el año pasado fueron siete. Y cierto, no hemos jugado bien. Declaró Laporta que en Elche no debieron subir los dos goles, cuando en los tres partidos hemos sufrido penaltis no pitados, faltas repetidas sin señalarse y a nosotros nos han sancionado alguna alucinante. Y así se va marcando el relato, y lo peor es que muchos madridistas lo compráis, y nos acusáis de negarnos a hablar del juego del equipo y de que somos victimistas.

Yo hablo de todo, y lo estoy demostrando desgranando en distintos artículos los factores que influyen en la situación actual del Madrid. Hoy habría querido hablar de la línea defensiva, pero estoy tan indignado que he comentado antes la influencia del CTA. Es muy importante también, y al que no le guste que siga haciendo lo que hizo durante los 17 años con facturas, 25 en total, de Negreira: negar lo evidente porque les ha convencido el relato antimadridista de que nosotros no podemos hablar de árbitros y, si hemos jugado mal, menos.

Negreira son los padres, por lo visto. Se puede jugar mal y ganar sin merecerlo, se puede jugar mal y merecer ganar, no es incompatible. Se puede merecer ganar y no ganar porque fallas mucho. Se puede merecer ganar y que el árbitro lo impida. Y viceversa, merecer perder y que el árbitro te haga ganar. En este comienzo de temporada, hemos visto arbitrajes lamentables contra el Madrid, incluida la fuerte derrota en el Metropolitano, pero para muchos de vosotros no se puede decir, porque hemos jugado mal. Y hemos visto al Barça ganar jugando rematadamente mal, o empatar, gracias a los trencillas.

A todos los que negáis la mayor, sólo puede deciros una cosa: yo seguiré hablando de lo mismo aunque me acuséis de cambiar mi discurso. Jamás lo he hecho. Es más, el año pasado critiqué el juego del equipo, y que a Carlo se le había ido de las manos todo, y aun así comenté que la liga merecimos ganarla, porque fue un robo descarado.

Me incomoda bastante más el madridista que siempre dice que escondemos el mal juego con el arbitraje que el propio antimadridista. El mal arbitraje puede llevar al mal juego y a perder ligas. Haceos del Barça o del Atleti. Os recuerdo que esa temporada 2017-2018 de la que hablé al principio, ganamos la Champions porque allí no influye el arbitraje, a menos que tengas de patrocinador a UNICEF, y de responsables arbitrales en la UEFA a Villar y a un miembro de UNICEF: Şenes Erzik.

 

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