En un descomunal partido de Champions, puro contraste con la Mugrienta Liga Negreira (Alcaide dixit), el Madrid se dejó los tres puntos frente al City pero, a cambio, recuperó su orgullo. Sí juega así, puede optar a todo. Pero claro, ¿seguiremos en adelante jugando como esta noche? En el fondo, lo más probable es que siga la montaña rusa.
La previa de este Real Madrid-Manchester City se presentaba entre perfumes coloniales y micciones propias, ajenas o una mezcla de ambas. Los de Xabi llegaban con multitud de bajas. En punta estaría Gonzalo, ya que Mbappé arrastra molestias. Recordemos que el City es el segundo equipo que más goles recibe a balón parado, y el canterano destaca en la disciplina del remate de cabeza. En el centro del campo, Ceballos en lugar de Güler.
Desde el comienzo se vio que partido sería el ida y vuelta frenético que se intuía. Una gran presión alta del Madrid, que tanto se había echado en falta, desembocó en el señalamiento de un penalti, aunque el VAR corrigió con justicia a Turpin y sacó fuera del aérea la falta a Vinicius. A continuación, un contragolpe de libro del Madrid, con un gran pase combado de Rodrygo, no alcanzó a convertirla en gol el propio Vini. Se veía bien dispuestos en el campo a los blancos, solícitos, vibrantes. Gonzalo presionaba y se ofrecía, Vini inquietaba y todos se implicaban en defensa. El mejor de largo en esos primeros minutos era curiosamente el más defenestrado por las redes sociales y por sus propias estadísticas: Rodrygo. Con un hambre voraz, y moviéndose por todo el campo, el brasileño brillaba.
Veíamos a un Madrid entregado, tostón en el hostigamiento a los de Pep. Veíamos un Madrid serio bajo el mando de Tchouaméni y Bellingham, a lomos de los cambios de juego de Valverde, pujante con los dos brasileños, bien secundados por un Gonzalo muy dinámico. Contra todo pronóstico después de una racha nefasta (o tal vez lo contrario, porque hablamos del Madrid), los de Xabi acogotaban al rival cerca de sus propios dominios.
Como premio al mejor primer tercio de partido en lo que va de año (juzgado en sí mismo, pero también por la entidad del rival), llegó el gol. Carreras gestionó admirablemente un balón en la banda, avanzó, combinó con Gonzalo y este con Bellingham, que buscó en profundidad la llegada desbocada de Rodrygo. Ya había sido el mejor hasta el momento sin necesidad de marcar, pero su tiro cruzado valió el 1-0 y su redención, una de las palabras más cinematográficas que existen. Era un Madrid imponente. También era, hombre a hombre, casi el mismo Madrid que perdió de manera denigrante con el Celta. El fútbol es incomprensible, o quizá es solo que el Madrid tiene una relación demasiado comprensible con la palabra actitud.
Como el fútbol es eso, incomprensible, el City empató sin haber hecho excesivo mérito para ello. Un córner mal defendido por los locales lo embocó O’Reily ante el mal despeje de Courtois. Enseguida, fue Rüdiger el encargado de cagarla con un agarrón innecesario a Haaland. Transformó el propio noruego. Inconcebible cómo se iban por el desagüe los méritos, por errores propios, en cuestión de un minuto. 1-2.
Y pudo ser peor. Courtois lo evitó por dos veces en dos milagros, sobre todo el primero ante Haaland. Pareció que, en el inicio de la jugada, le hacían penalti a Asencio en área citizen, pero esta vez no entró el VAR.
1-2 al descanso. Injusto, pero así va este juego.
En la reanudación, se hizo patente el deseo visitante de dormir el partido. Sin embargo, una excepcional salida desde atrás de Carreras derivó en un contragolpe fulgurante. Bellingham envió su vaselina por encima del larguero. A renglón seguido, otra gran jugada acabó con un chut desviado de Rodrygo. Flirteaba el Madrid con el empate, pero la amenaza de Doku provocaba pánico.
Quitó Xabi a Gonzalo para introducir a Güler. Cambio arriesgado. Se perdía en trabajo y remate, aunque en principio debería ganarse en creatividad. Seguía el toma y daca, y si no que le pregunten a Courtois, que tuvo que salir a los pies de Haaland, y luego a chut escorado de un extraordinario Doku. Ahora creaba más peligro el City de lo que había hecho en todo el partido. Con todo, Xabi seguía asumiendo riesgos y quitaba a Ceballos en beneficio de Brahim.
El Madrid seguía pugnando de manera meritoria. En el 76, una nueva jugada espectacular de Rodrygo acabó con un remate de Vinicius a centro de su compañero. El balón se fue fuera por poco. Más leña al fuego por parte del tolosarra. Fuera Asencio, dentro Endrick.
Un admirable Madrid embotellaba al City. Vinícius remataba en semitijera un córner. Esta sí es la actitud que gusta al madridismo, se gane o se pierda. Bellingham crecía. Todos creían, honrando esta vez el escudo. Como muestra de ello, Endrick remataba al larguero un centro de Carreras. Y así, intentándolo, sin tino pero con el denuedo más edificante, propio del escudo, el Madrid lo intentó hasta el final.
Esta noche recibimos en el Santiago Bernabéu al Manchester City. Nuestro duelo de cada año contra el equipo de Pep Guardiola llega esta vez en una fase de liguilla que tenemos bastante encaminada. Como otras veces cuando nos enfrentamos al City, está en juego esta noche algo más que un simple partido de fútbol. Normalmente nos jugamos una eliminatoria donde se dirime el todo y la nada, esta vez hay algo en juego más sutil: la dignidad propia. El Real Madrid afronta el partido atravesando una crisis de resultados que posicionan al equipo entre la espada y la pared.
Ganar esta noche sería un bálsamo. Todos sabemos que la empresa se antoja complicada, pues nos acechan las bajas en defensa y el clima está enrarecido. Por ello, más allá de los tres puntos, una victoria contra el temible City de Guardiola sería como tender un puente sobre las aguas turbulentas que nos inundan desde hace más de un mes.
el club debe empezar a revertir la situación actual cesando al técnico. ¿Es responsable exclusivamente Xabi Alonso del mal funcionamiento de su equipo? No. ¿Tiene parte de culpa? Evidentemente, sí
Decía la semana pasada que a río revuelto, ganancias de pescadores. Más allá del espejismo en Bilbao, el equipo lleva más de un mes sin trasladar una imagen mínimamente digna. Hasta el día de hoy he tratado de calibrar mi discurso y no decir abiertamente lo que pienso. Incluso en el tema de Vinícius traté de tirar de imaginación y buscar un argumento alternativo a las dos posibles interpretaciones del entramado en torno al brasileño. Pero viendo cómo está el patio, he decidido dar un paso hacia delante y tratar este tema de forma adulta.
Parafraseando a Serrat, también comentaba la semana pasada que nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Y para poder reconocerme sin rubor en un futuro, ahora tengo que decir lo siguiente: el club debe empezar a revertir la situación actual cesando al técnico. ¿Es responsable exclusivamente Xabi Alonso del mal funcionamiento de su equipo? No. ¿Tiene parte de culpa? Evidentemente, sí.
Parece que se ha abierto la veda para que cada uno dé su opinión respecto a la gestión técnica de Alonso, y me parece bien. Como os decía, hasta ahora no he querido entrar en detalles futbolísticos que yo considero cuestionables pero llegados a este callejón sin salida, entraré encantado. Y lo hago desde el respeto y la admiración a Alonso. Y por supuesto, admitiendo que es mi opinión subjetiva como aficionado que lleva 25 años viendo fútbol. Por supuesto, comentaré brevemente ciertos detalles que cualquiera puede considerar. No hay que ser Rinus Michels para valorar muchas decisiones.
No es cuestión de achacarle a Alonso todos los males, no. Pero podemos empezar hablando por las cosas que él ve y no ve nadie. Por ejemplo, Fran García. Contra el Elche, el canterano hizo de extremo izquierdo. Y bajó a defender lo mínimo cuando él es fundamentalmente lateral o carrilero en un día generoso. Sacas a Carrera de su posición para que haga de central y a Asencio lo mandas al lateral derecho cuando puedes tener ahí a Fede Valverde o algún canterano tipo Jesús Fortea. Si un canterano no puede jugar contra el Celta, apaga y vámonos.
Como entrenador no puedes salir con Fran García y Asencio de laterales contra el Celta. Tampoco puede ser que tu primer cambio sea Rodrygo en la banda derecha. ¿Qué reacción pretendes lograr?
En cambio, a Vini se le exige defender como un empecinado defensa. Lejos de ser Paolo Maldini, el brasileño intenta coberturas, roba balones y presiona todo lo que un delantero o extremo puede hacer. Y no, no es indolencia. Yo no quiero que Vini o Mbappé defiendan y corran por correr. Quiero que ambos hagan su trabajo y ambos lo realizan a la perfección. Sinceramente, me parece tribunero eso de que hay que defender y correr y dejarse la vida. ¿Acaso ellos no lo hacen? Pero su función principal no debe ser tapar al delantero contrario. Esto se lo puedes exigir a un jugador de un equipo que lucha por el descenso, no a un señor que juega al nivel Real Madrid.
¿Por qué Rodrygo tiene que ser siempre el primer cambio ofensivo? Si el brasileño está totalmente perdido, ¿por qué sigue empeñado en usarlo por delante de otros compañeros? Siendo Rodrygo un jugador de gran talento y demostrada experiencia, desde la pasada primavera parece haber dimitido del fútbol. Hay algo extraño que le impide rendir y que no se ha querido explicar por los motivos que sean. El internacional con Brasil lleva 32 partidos sin anotar un gol. ¿Se necesitan más argumentos?
Es legítimo querer subrayar el papel de los jugadores como también lo es poner en valor la capacidad del entrenador. La inmensa mayoría apunta a la plantilla, pocos nos focalizamos en el técnico. Como entrenador no puedes salir con Fran García y Asencio de laterales contra el Celta. Tampoco puede ser que tu primer cambio sea Rodrygo en la banda derecha. ¿Qué reacción pretendes lograr? ¿Por qué acabas el partido sin hacer todos los cambios? ¿Por qué Endrick ha sido ninguneado en lo que llevamos de temporada? Si Mastantuono ha vuelto a la convocatoria y está en el banquillo, ¿por qué no lo sacas como posible revulsivo?
A cada cual le sobran los motivos para censurar al actual Real Madrid. Los argumentos que están sobre la mesa tienen validez. Unos suelen ponderar al técnico y ver en los jugadores unos incompetentes, mientras otros valoran que el entrenador no está haciendo el trabajo para el que fue contratado. Y, como en todo en la vida, hay un tercer grupo minoritario que balancea la situación y nos recuerdan que no todo es blanco o negro. Es decir, sabiamente analizan la situación y reparten proporcionalmente culpas entre directiva, staff técnico y jugadores. Les agradezco su visión numantina porque son los más acertados. Así pues, pase lo que pase esta noche, que Dios nos pille a todos confesados.
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Nada más lejos del ánimo de estas líneas que erigirse en tratado de sociología. Una vez puesta la venda sobre la herida aún no producida, desarrollemos el tema.
Si algo se repite al hablar de la generación Z —los nacidos entre mediados y finales de los 90 y la década de 2010— es la acusación de blandura, infantilismo y una inclinación casi programática a esquivar responsabilidades mientras presentan privilegios como si fueran derechos.
Tomando como válida esa premisa, es sencillo concluir que la plantilla de nuestro Real Madrid se ha convertido en el epítome de esa generación Z. Los valores, sí, valores, ese término desgastado y prostituido por su uso pernicioso por parte de otras entidades, siguen siendo en el madridismo lo que siempre fueron: búsqueda de la excelencia, sacrificio y entrega sin condiciones. No piense el lector que aquí se reivindica un pasado amarillento entre nubes de humo de tagarninas infectas, caspa y efluvios de Varón Dandy; nada más lejos. El Real Madrid de la Champions de nuestras vidas, el de las remontadas imposibles e impensables, comparte nombres con el actual, sí, pero no necesariamente espíritu, y es precisamente en esa grieta, en esa distancia entre la épica y la expectativa, donde empieza a crecer el desconcierto presente.
Algunos análisis, de rigor discutible pero de circulación insistente, atribuyen esta situación al llamado “síndrome de la barriga llena”. Ya el nombre evidencia una falta de sofisticación peligrosa, pero su principal implicación es aún peor: en la plantilla actual, excepción hecha del titán eterno Dani Carvajal con seis entorchados, quien más Champions ha levantado apenas cuenta dos en su haber. La pertenencia al Real Madrid exige un hambre patológica: no hay espacio para la saciedad, pues es el prólogo del conformismo. Don Alfredo Di Stéfano, el mejor jugador de la historia, sostenía que ningún futbolista es tan bueno como todos los demás juntos. Ese mantra sigue presidiendo los vestuarios del Bernabéu, recordando que el “yo” —tan caro a la generación Z— queda supeditado al “nosotros”: acaso el único caso funcional de comunismo exitoso que ha conocido la humanidad. Las necesidades individuales palidecen y desaparecen si un bien colectivo superior así lo demanda.
Si algo se repite al hablar de la generación Z —los nacidos entre mediados y finales de los 90 y la década de 2010— es la acusación de blandura, infantilismo y una inclinación casi programática a esquivar responsabilidades mientras presentan privilegios como si fueran derechos. es sencillo concluir que la plantilla de nuestro Real Madrid se ha convertido en el epítome de esa generación Z
Jugar en el Real Madrid es un privilegio reservado a unos pocos elegidos, por mucho que hayamos visto ejemplos recientes de fichajes que bien podrían haber contado con las bendiciones de Gonzalo Miró y Jota Jordi. Quien viste de blanco forma parte de un grupo más que exclusivo y, precisamente por ello, debe asumir una consciencia que únicamente puede desembocar en responsabilidad y gratitud, máxime cuando los emolumentos percibidos por tal honor resultan —digámoslo sin rubor— estratosféricos.
El club no está en deuda con nadie. Paga mucho y puntualmente a sus empleados, y ejemplos sobran de la generosidad, a veces excesiva, con que se maneja a la hora de recompensar rendimientos extraordinarios, incluso los efímeros. La actual generación de jugadores se gobiernan como si fuera el Real Madrid quien debiera plegarse a sus caprichos y preferencias, mientras culpan de su bajo rendimiento al tedio, al empedrado, a los métodos de un entrenador que vino habiendo logrado lo impensable en Alemania; a cualquiera menos a ellos. No entra en su cabeza que para exigir hay que cumplir antes, que existe un principio de autoridad en el que todo el mundo ha de responder de sus actos ante alguien y que, repito, son privilegiados, no acreedores.
El manejo de una mentalidad así se antoja complicadísimo, pues no existe en la junta directiva ni en el cuerpo técnico nadie capaz de asimilar esa manera de manejarse tan pueril como indeseable. Por ello, e igualmente que se hace con los niños cuando se los educa, la palabra más poderosa para ello solamente tiene dos letras: NO. Llámenle asertividad, autoridad, mano dura o como prefieran. Las acciones u omisiones tienen consecuencias, e igual que se premia un rendimiento sobresaliente con una mejora salarial, las conductas inadecuadas, las faltas de respeto o el simple incumplimiento del deber de búsqueda de excelencia inherente al club deberían redundar en sanción, banquillo o traspaso.
Nadie es mejor ni más importante que el resto del equipo, y esa asunción exige una humildad que parece haberse evaporado en la actual plantilla. El grupo, o al menos parte de él, asimila erróneamente su condición de estrellas del deporte y miembros del mejor club del mundo con la facultad de hacer lo que les venga en gana. Y sin embargo —como diría Stan Lee— ese gran poder implica, ante todo, una gran responsabilidad. Y eso trasciende décadas, rachas y generaciones.
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La derrota Del Real Madrid ante el Celta de Vigo en el Bernabéu no puede explicarse únicamente a través del marcador, las expulsiones o la falta de táctica. Aquel 0-2 dejó un mensaje claro: el problema del Real Madrid no es estructural, ni táctico, ni conceptual. Son los jugadores. El partido desnuda una falta de intensidad, de compromiso y de continuidad competitiva que ha dejado al equipo en manos de su propia apatía.
El contraste con lo visto en San Mamés es demasiado grande como para ignorarlo. Allí, el equipo corrió, presionó, ganó duelos y mostró una versión reconocible, casi vibrante. Hubo ritmo, intención, calidad individual y colectiva. Tres días después, ante un Celta que llevaba dieciocho años sin ganar en Chamartín, ese mismo equipo pareció otro. Pero no desde la táctica; desde la actitud. Y ese cambio no lo explica una pizarra: lo explican las piernas, o mejor dicho, el uso que los jugadores deciden hacer de ellas.
Las cifras internas que manejó el cuerpo técnico tras el partido son demoledoras. El equipo recorrió 6,8 kilómetros menos que en Bilbao. La presión tras pérdida cayó casi un 40 %, y solo tres jugadores lograron superar los 9 kilómetros en total, cuando cualquier centrocampista de élite debería acercarse a los 11 o 12 km. En sprints y aceleraciones, la diferencia respecto al miércoles fue aún más notable. No estamos ante un bajón técnico, sino ante un bajón emocional.
Y sin embargo, los números superficiales contarían otra historia: más del 57 % de posesión, 23 remates, un 91 % de acierto en pase, ocho saques de esquina. Pero el partido no se pierde ahí; el partido se pierde en la intensidad. En la ausencia de agresividad. En la falta de convicción.
El contraste con lo visto en San Mamés es demasiado grande como para ignorarlo. Tres días después, ante un Celta que llevaba dieciocho años sin ganar en Chamartín, ese mismo equipo pareció otro
Las expulsiones de Fran García y Álvaro Carreras y la lesión de Militão agravan el cuadro, pero no explican el origen del problema. El partido ya iba desordenado, lento y sin energía desde la primera media hora. Y que el equipo solo empiece a apretar cuando juega con diez no habla de orgullo: habla de comodidad previa. De esa tendencia cada vez más evidente a reaccionar solo cuando están al borde del abismo. Como si la camiseta tuviera que hacer sola el trabajo.
En la rueda de prensa, Xabi dejó una frase que resonó más de lo habitual: “Me decepcionó la actitud de los jugadores. No hubo esfuerzo ni intensidad.” Lo que no quiso verbalizar es la preocupación que empieza a instalarse en Valdebebas: el equipo no mantiene una identidad competitiva continua porque algunos jugadores no mantienen la exigencia mínima durante 90 minutos.
La incertidumbre es ya un problema estructural. Lo que inquieta al aficionado no es un tropiezo aislado, sino no saber qué versión del Madrid aparecerá cada semana. El de San Mamés, reconocible, o el del Bernabéu ante el Celta, lento, apático y sin intención. Esta montaña rusa emocional no nace en la estrategia; nace en el vestuario. En líderes silenciosos que deberían hablar. En jugadores que aparecen cuando les provoca. En un colectivo que todavía no ha decidido qué quiere ser.
Antes del Clásico, el equipo llevaba una sola derrota. Desde el partido ante el Barça en el bernabéu, son 3 victorias 2 derrotas y 3 empates. Ese dia todo cambió. Cambió porque un futbolista llamado Vinicius Jr. dejó en evidencia que este es un vestuario liderado por los futbolistas, donde no hay respeto por el entrenador. Vinicius no tuvo ningún castigo, fue titular el partido siguiente y se fue de rositas con un simple tuit.
Este equipo no está compitiendo porque no quiere competir de forma sostenida. Tiene el talento para hacerlo. Tiene la plantilla para dominar. Pero en el fútbol moderno ya no alcanza con la calidad. Hace falta espíritu, piernas y orgullo competitivo. Y el Real Madrid está mostrando demasiado poco de las tres.
Lo que duele no es la derrota. Lo que duele es la indiferencia con la que algunos la aceptaron. La sensación es que algunos futbolistas quieren fuera al entrenador. El problema está claro, y ya no se puede esconder. Hace seis meses era Ancelotti, ¿ahora es Xabi? Falta saber si quienes deben verlo (los jugadores) están dispuestos a enfrentarlo.
Y hoy, el City.
El Real Madrid recibe hoy al Manchester City en el Bernabéu por la sexta jornada de la fase liga de la Champions. Ambos equipos llegan en una buena situación en lo que a la clasificación se refiere. Bien es cierto que el Manchester City se encuentra fuera de las ocho posiciones que dan acceso directo a los octavos de final, pero está empatado a puntos con tres equipos que sí forman parte de ese grupo. El Real Madrid, por su parte, se encuentra como quinto clasificado con 12 puntos, empatado con Bayern de Múnich, Inter de Milán y París Saint-Germain, que cuentan con la misma puntuación.
Respecto a sensaciones y juego, hablamos de situaciones diferentes.
El Manchester City no es un equipo perfecto. De hecho, es un equipo bastante vulnerable. No tanto como la temporada pasada, donde fueron realmente pobres tanto en ataque, como en defensa, como en el centro del campo, pero vulnerables al fin y al cabo. Sin ir más lejos, hace una semana el Fulham estuvo muy cerca de empatarles un partido que en el minuto 55 iba 1-5 a favor de los “citizens”.
El análisis del equipo de Guardiola en esta temporada 25/26 puede sonar un tanto reduccionista, pero es tan simple como que cuentan con el mejor portero del mundo junto a Courtois, y con el que, en mi opinión, es el mejor jugador del mundo en este preciso instante.
Gianluigi Donnarumma y Erling Haaland son los dos factores diferenciales del Manchester City. Es evidente que cuentan con otros futbolistas de gran nivel, como Tijani Reijnders, Ruben Dias o Josko Gvardiol, y con jugadores que están dando un paso al frente en esta temporada como Rayan Cherki, Jérémy Doku, o Phil Foden.
cuentan con el mejor portero del mundo junto a Courtois, y con el que, en mi opinión, es el mejor jugador del mundo en este preciso instante
Pero Donnarumma y Haaland son las dos piezas que explican el puzzle del Manchester City. Un equipo que ha pasado de abrasar a sus rivales a base de dominar el centro del campo con el famoso “three-box-three”, compuesto por Rodrigo y Stones en el doble pivote con Bernardo Silva y De Bruyne por delante, a ser un equipo que basa su dominio en la calidad individual en ambas áreas.
Esto no significa que sea un equipo cuyo plan de juego se base en el repliegue, que Donnarumma se convierta en una especie de milagrero, y que Haaland cace un par de contragolpes. A lo que me refiero es que es un equipo cuyo entrenador se ha dado cuenta de que ya no dispone de la calidad necesaria en el centro del campo para dominar a cualquier rival en cualquier contexto, y que, por tanto, se pueden explorar otras vías para ganar.
Ha pasado de ser un equipo cuya mayor virtud residía en el centro del campo a uno que no necesita ser tan dominador en esta zona, porque tiene dos jugadores a ambos lados del campo que resultan decisivos.
Haaland llega en el mejor momento de su carrera después de clasificar a Noruega para el mundial de 2026 tras 28 años de espera, anotando 16 goles en 8 partidos de clasificación para la copa del mundo, incluido un doblete a Italia en el Giuseppe Meazza que certificó la participación de la selección noruega en la próxima cita mundialista.
Su estado de forma es espectacular. Su facilidad para ver puerta en cada remate es todavía más letal que antes. Su capacidad para influir en los rivales estando incluso fuera del área también ha mejorado. Está pletórico.
Y esto es una muy mala noticia para un Real Madrid que lo último que necesitaba era una crisis a las puertas de enfrentarse a este monstruo.
Haaland llega en el mejor momento de su carrera después de clasificar a Noruega para el mundial de 2026 tras 28 años de espera, anotando 16 goles en 8 partidos de clasificación para la copa del mundo
Las últimas semanas del equipo blanco son realmente decepcionantes. Se está personalizando demasiado en la figura de Xabi Alonso como máximo responsable de esta situación, pero realmente no es así. Es evidente que su dirección de campo ha dejado mucho que desear en este último tramo, y que su lenguaje corporal en rueda de prensa es el de un hombre abatido y superado por la situación, pero la actitud y la apatía con la que están jugando la mayoría de los futbolistas no están en el debe del entrenador.
Y, honestamente, no me sale ser optimista de cara al partido de hoy. Por la sencilla razón de que ya no veo a un equipo, simplemente a un grupo de jugadores que dan la sensación de estar perdidos por el campo, y algunos de ellos también de no querer encontrarse. En la derrota del domingo ante el Celta se vio a un equipo deshilachado, sin ninguna capacidad para generar peligro por pasillos interiores o por bandas, y que al contragolpe sufría demasiado ante Bryan Zaragoza y Borja Iglesias.
De nuevo la sensación de que para generar una ocasión el Real Madrid ha de hacer las cosas prácticamente a la perfección, y el rival con un par de combinaciones se encuentra mano a mano con Courtois o en situaciones muy ventajosas.
Hay que sumar, además, la devastadora lesión de Éder Militão, que estará alejado de los terrenos de juego alrededor de cuatro meses. El Real Madrid no solo pierde a su mejor defensor, sino a uno de sus mejores jugadores y de las pocas certezas competitivas que tiene este equipo en partidos de alta exigencia junto a Courtois.
Está claro que en el fútbol todo puede pasar, y que el Manchester City no es un equipo redondo, pero sí es un bloque mucho más compacto que el actual Real Madrid, y que, por mucho que reciban golpes, serán capaces de devolverlos con más fuerza.
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El Real Madrid femenino venció (2-0) al Wolfsburgo en el penúltimo y sufridísimo partido de la fase de grupos de la Liga de Campeones gracias a los goles de María Méndez y Linda Caicedo. Las madridistas, que acabaron con nueve sobre el campo, supieron manejar el partido para acercarse a la clasificación directa a los cuartos de final de la competición continental.
Nadie en su sano juicio, ni afición ni jugadoras profesionales, necesita sufrir para ganar un partido de fútbol. Cualquier cardiólogo lo desaconsejaría. Pocas madres lo entenderían. Y sin embargo, hay cierto tipo de sufrimiento no solo necesario, sino indispensable para el crecimiento de un equipo aspirante a ganar títulos importantes. Son horas de rodaje que agudizan los instintos básicos, desbloquean nuevos estados mentales y refuerzan las ganas de seguir recorriendo un camino común. A este Real Madrid femenino le falta calidad, le falta experiencia y le falta incluso afición, pero tras su duelo ante el Wolfsburgo en el Alfredo di Stéfano ganó 100 minutos de experiencia europea de alto nivel. Un pequeño tesoro.
De inicio, el equipo alemán tiró de parche de doble campeón de Europa y quiso imponer –consiguiéndolo por momentos– un ritmo alto para hacer temblar al Madrid. Fueron quince minutos de tensión para las locales, con una ocasión por portería, de los que el Real escapó de la manera más insospechada: anotando de cabeza a balón parado ante un rival llamado a penalizar esa teórica debilidad propia. Eva Navarro, de nuevo excepcional en laboras de lateral y botando córners, centró desde el banderín al palo corto buscando a una María Méndez que remató como pudo de espaldas. El balón mordido salió en busca del segundo palo y superó a una Stina Johannes desconcertada bajo palos.
El 1-0 dio paso a media hora en la que las jugadoras de Pau Quesada supieron jugar con viento a favor hasta dar la vuelta al estatus inicial de cada bando, demostrando que este Madrid en ascenso es uno de los clubes llamados a adelantar al otrora todopoderoso Wolfsburgo femenino. En ese lapso pudieron anotar el 2-0 Linda Caicedo, Alba Redondo e incluso Eva Navarro de gol olímpico, mientras que Misa Rodríguez, con seguridad renacida, defendió con solvencia la portería local. Todo marchaba bien hasta que Maëlle Lakrar vio dos amarillas consecutivas al borde del descanso, hecho que abocó a sus compañeras a la agonía hasta el pitido final.
El descalabro elevó la dificultad de la prueba de estrés, pero la respuesta de cada equipo fue radicalmente distinta. Mientras el conjunto alemán apretó el acelerador sin ningún tipo de inteligencia ni control mental, las madridistas crecieron en derroche físico, astucia y temple hasta convertir en virtud el hándicap de jugar con diez. Atrás, Rocío Gálvez y María Méndez cortaron tanto por bajo como por alto cualquier intentona apresurada del Wolfsburgo; en el lateral, Yasmim Ribeiro se atrincheró y acabó disfrutando del juego de perros poniéndosele cara de Daniel Carvajal; y arriba, Naomie Feller, Linda Caicedo y Caroline Weir contemporizaron y supieron exprimir cada balón en posesión.
Transcurridos veinte minutos sin que las visitantes encontraran la solución al plan de partido llegó la estocada blanca. Weir amansó un balón medio despejado desde el área, escondiéndolo entre rivales y dando tiempo a que Linda Caicedo iniciase el despegue, para filtrarle un pase de oro en profundidad. La colombiana, ya inmersa en su sprint desbocado, se plantó frente a la portera, regateó ante su salida y disparó cruzado para que la central se pasara de frenada en la cobertura de la portería. En resumen, una obra de arte magnificada por las delicadas circunstancias del momento de partido.
Aunque quedaba un mundo por jugarse bajo la lluvia, la contundencia del Madrid noqueó a un Wolfsburgo incapaz de crear peligro o de siquiera plantear dudas en el esfuerzo defensivo madridista. Quedaría tiempo, eso sí, para que entre Caicedo y Weir rozaran el 3-0, pero también para que la árbitra expulsara por una rigurosa roja directa a Iris Ashley, que intentó cazar un balón dividido ante la salida de la guardameta ya en el descuento. En otra circunstancia, el Real Madrid no habría sobrevivido a cinco minutos de prolongación con nueve futbolistas ante un rival europeo de nivel. Por entonces, no obstante, los compases de juego blanco con el cronómetro bordeando el minuto 100 fueron un deleite de fútbol puro: brega, sagacidad y compromiso colectivo. Este Madrid femenino, que fue lucha y fue belleza, ya sabe cuál es el camino.
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Buenos días. Pep Guardiola sorprendió ayer a todo el mundo, durante la rueda de prensa previa al vibrante Real Madrid-Manchester City de esta noche, haciendo gala de unos inopinados conocimientos sobre urología. Ya saben ustedes que una uróloga es una mujer que trabaja donde las demás se divierten, pero ese es otro tema porque Pep, que se sepa, es varón, varón dandy para ser precisos y por lo que se infiere de sus extrañas manifestaciones de ayer. No le pega al de Sanpedor incurrir en asertos casposos de tan mal gusto. Tiene otros defectos, no ese. Que supiéramos.
La cosa nos dejó picuetos. Mirad que ya hemos oído de casi todo, pero el que a un hombre deban recomendarle que utilice el propio miembro para miccionar (en el entendido de que, de así preferirlo, podría orinar valiéndose del miembro de cualquier otro) nos ha sorprendido extraordinariamente. Pensábamos que solo existía una manera de hacer estas cosas, pero ha tenido que venir Pep para revelarnos variantes inusitadas. Si Pep recomienda a Xabi que “mee con la suya”, solo puede ser porque al parecer es posible hacerlo con la de otro.
Compréndasenos. No nos referimos a la poco higiénica opción de sujetársela a otro mientras migita (práctica que no es siquiera común entre parejas del mismo sexo), sino al imposible metafísico de (entendemos) sujetársela a otro mientras migita… el propio orín, quizá valiéndose de un circuito de cables que por la espalda comuniquen ambas anatomías. Sobre estas marranadas, propias de una chabacana producción de ciencia ficción al estilo David Cronenberg, nos obliga a especular Guardiola. Por lo menos, parece desmotivar a Xabi a intentar disparates escatológicos semejantes, incentivándolo a la fórmula tradicional.
Parece ser que la cosa viene del catalán, según nos informa un atento oyente que domina la lengua que Aznar hablaba en la intimidad.
Respetamos y amamos esa bella lengua, hermoso activo del Estado español. Pero Pep debe ser consciente de que traducir de ella al buen tuntún podría no ser la mejor idea. Hay imágenes que aterrizan regular en otros idiomas. En todo caso, amén de zafia, la referencia de Guardiola parece también arrogante desde la falsa modestia, que es como suele ser arrogante nuestro hombre. Lo decía en X nuestro fundador y editor.
Las portadas del día reflejan el dislate guardiolesco, si bien afortunadamente en letra pequeña (lo veréis en las primeras planas de As y Marca) y ¡sin fotos alusivas, menos mal! El eje central de las primeras planas madrileñas de la jornada es el partido de esta noche, con tanto en juego: los puntos de Champions, el prestigio y posiblemente el crédito de Xabi.
El Madrid llega en cuadro al duelo contra uno de los mejores equipos de la competición. Por perder, perdemos hasta Mbappé. Para mear y no echar gota, por seguir (perdón) con la linde guardiolesca. Todo esto le recuerda a este portanalista ya entrado en años que debe hacerse la correspondiente revisión de próstata, cosa que a cierta edad no conviene descuidar. Aprovechamos para aconsejar a Xabi, cualesquiera que sean las funciones que lleve a cabo dicha glándula (aparte de para dar problemas, nadie sabe para qué sirve), que las ejecute con cargo a la próstata propia y no, sin ir más lejos, a la de este portanalista, que bastante tiene con los molestos síntomas de la que Dios le dio.
El club cliente de Negreira ganó ayer (también lo hizo el Atleti) en su duelo europeo ante el Eintracht. Eric García le practicó un heterodoxo tacto rectal a un jugador teutón, pese a lo cual no fue expulsado. Últimamente hay sensación de euronegreira in the air.
Y poco más, amigos. Que hoy juega nuestro equipo, que el partido es muy importante y que necesita a la afición, incluso en un momento en que la afición está tan quemada con el equipo como lo está ahora mismo. Y que os recomendamos encarecidamente no serviros de otro ciruelo que del propio a la hora de ir al baño.
Pasad un buen día.
Alfonso Ussía tuvo una dilatada carrera como escritor, columnista y colaborador en distintos programas de radio y televisión. Durante su vida, una de sus grandes pasiones fue el Real Madrid y a principios de los años 90 se lanzó a la carrera por presidir la entidad blanca.
Ussía, madrileño de nacimiento (1948), y procedente de una familia nobiliaria por parte de su padre, luchó codo a codo en 1991 con Ramón Mendoza por ser elegido presidente del Real Madrid. Estuvo cerca de conseguirlo en una candidatura con Luis Butragueño y Juan Guerrero-Burgos como vicepresidentes, que también integraban célebres nombres como el del abogado Ramón Calderón (vicepresidente 2º) y el empresario de la noche Pedro Trapote.
El día 27 de enero, la Asamblea extraordinaria de socios compromisarios del Real Madrid aprobó la convocatoria de elecciones anticipadas a la presidencia. La fecha, todavía por fijar, sería entre los meses de marzo y abril, siempre que hubiera más de un candidato. El vigente presidente, Ramón Mendoza, confirmó que se presentaría a la reelección, y rápidamente empezaron a sonar nombres como el de Martínez Laredo, José María Diéguez, Florentino Pérez, Juanito Navarro y Pedro Antonio Martín Marín. Jesús Nogal y el doctor Campos Gil fueron más allá, llegando a recoger avales, pero el único oponente oficial que le salió fue Alfonso Ussía. El escritor, en el anuncio de su intención de presentarse, explicó que lo hacía “en defensa de la imagen perdida”.
La era Mendoza, en lo deportivo, había sido triunfal, con 5 Ligas, una Copa del Rey, una Copa de la UEFA, 3 Supercopas y una Copa de la Liga en fútbol; y una Liga, dos Copas del Rey, una Copa Korac, una Recopa y una Supercopa en baloncesto. En lo económico, el club había rebajado un 34,8% la deuda y se había firmado en 1990 un contrato con la empresa Dorna. Además, la entidad proyectaba una remodelación del estadio Santiago Bernabéu y la construcción de un pabellón polideportivo en la Ciudad Deportiva.
Ussía, cuando todavía era precandidato, concedió una entrevista a Luis Miguel González, en el diario AS, donde se mostró bastante duro con Mendoza. Lo calificó de “dictador”, afirmó que “los errores que últimamente ha cometido son graves”, avisó de que “el compromiso con Dorna habría que mirarlo con lupa” y que “lo que sucede en el campo es reflejo de lo que pasa en los despachos”.
La presentación de su candidatura se produjo el día 30 de enero en una rueda de prensa en un hotel madrileño. Le acompañaron Pedro Trapote, Ramón Calderón, Juan Guerrero Burgos, Luis Butragueño y Julio García, y tras una exposición de intenciones explicó que había que “recuperar la imagen de la sociedad porque creemos que el ciclo de Mendoza ha terminado”. Además, criticó la “chapuza” de Asamblea de unos días antes y explicó que salió “decepcionado de lo que allí había visto. Me sentía pesimista, pero ante los apoyos recibidos, que podemos calificar de apabullantes, he decidido presentarme”.
Volvió a mentar el acuerdo con Dorna “porque, aunque sea algo con cierto aire romántico, aspiramos a que el club siga siendo propiedad de los socios, y no de una sola persona”. También habló de su hermano Jaime, que fue directivo con Mendoza, pero que “se fue de la junta al no ver claro el futuro y por el ascenso de Lorenzo Sanz”. Por último, no tenía miedo de conseguir los avales económicos.
La oficina electoral de Ussía se encontraba en la calle Marceliano Santamaría 9, en un local pequeño, pero coqueto, acogedor y pintado todo de blanco. Al comienzo de su campaña no quiso entrar en polémicas con algunos jugadores que mostraron su preferencia con Mendoza, pero sí tuvo un breve enfrentamiento con Julio Iglesias. El cantante estaba a favor del expresidente y cuando le preguntaron acerca de Ussía respondió que “no sabe si el balón es redondo o cuadrado”, a lo que el escritor contestó que “si Julio dice eso yo digo que su último disco me parece cursi”. Más tarde, también denunció amenazas de los ultras, asegurando que iban a quemar las instalaciones del precandidato.
En los primeros días de febrero, y tras casi cinco horas de reunión por parte de la Junta Electoral, se eligió el 14 de abril como la fecha de los comicios. Un total de 52.420 socios tenían derecho a voto y los avales necesarios a presentar serían de 1.848 en un plazo límite del día 8 de marzo. La fecha de las elecciones coincidiría con el encuentro de Liga entre el Real Madrid y el Valencia.
A partir de ese momento, la Comisión Gestora tomó las riendas del club, con Pedro Zapata a la cabeza presidiendo la junta. El 28 de febrero, llegó el gran lío cuando decidieron la destitución de Wayne Brabender, entrenador del equipo de baloncesto. Un hecho que enfadó a Ussía, que declaró que “esta decisión demuestra que la Junta gestora es solo una continuación de la Junta Directiva que presidía Mendoza, personificada por Pedro Zapata. La Junta gestora es un órgano tan provisional que no creo que tenga capacidad para tomar una decisión tan importante como la destitución del entrenador del primer equipo de baloncesto”.
No hubo vuelta atrás y la leyenda madridista dejó su puesto y fue sustituido por Ignacio Pinedo. Tres semanas más tarde, fue el turno de Di Stéfano, el técnico del equipo de fútbol. Sin embargo, fue ‘La Saeta Rubia’ quien había pedido el relevo y no se formó tanto revuelo. Ussía, eso sí, se tuvo que enterar a través de la prensa, porque Zapata no le llamó para comunicárselo.
Cuando restaba un mes para las elecciones, se entregaron los avales definitivos. Mendoza presentó 11.142 (válidos 10.290) y agradeció “el apoyo de la masa social”. Mientras que Ussía consiguió 9.019 (válidos 8.371) y respecto a un posible triunfo aseguró que “si hubiese una abstención importante, yo sería el más perjudicado. Soy consciente de ello”. El escritor comentó que iba a contar con el apoyo de Luis de Carlos, Laforgue, Paunero, Pedro Antonio Martín Marín, Aguilar, Jaime Bernabéu y Juanito Navarro, aunque no le constaba también el de Nogal y Campos Gil, que desistieron del deseo de la presidencia. Por tanto, la carrera estaba más igualada de lo que se esperaba, aunque Mendoza seguía siendo favorito por un estrecho margen.
A mediados del mes de marzo comenzaron a sonar las promesas en forma de fichajes y hombres importantes de ambos candidatos. En la candidatura de Mendoza se rumoreaban los nombres de Prosinecki, Buchwald, Ablanedo, Lasa, Quique Sánchez Flores, Luis Aragonés y Maturana. Mientras que Ussía intentaba amarrar a Vujadin Boskov como técnico, pensaba en Juanito como manager y en cuanto a jugadores salieron a la palestra el austriaco Polster, el inglés Paul Gascoigne y el alemán Schuster, que regresaría a la casa blanca.
El 16 de marzo, Ussía volvió a hablar en AS. Con el paso de los días se veía con más opciones de triunfo y lo argumentó diciendo que “tengo la absoluta seguridad de que Mendoza le teme a mi candidatura. Y si lo hubiera sabido antes, estoy seguro de que no habría tomado la decisión de convocar elecciones”. Manifestó tener una relación cordial con Mendoza, pero era duro con su gestión: “Es mejor empresario de sus empresas que del dinero ajeno. Con el del Real Madrid ha actuado alegremente”.
En lo deportivo, el golpe de la eliminación en la Copa de Europa a manos del Spartak de Moscú fue muy duro. Los rusos dieron una lección a los blancos en el Bernabéu y se llevaron el triunfo por 1-3. Ussía lo calificó como “miércoles negro” y aceleró pronto las negociaciones con Boskov para que fuese el entrenador de su proyecto. Tanto el diario AS como Marca los cazó reunidos en Niza el 21 de marzo. En un hotel pactaron las condiciones del técnico en caso de que el candidato ganase las elecciones. El yugoslavo regresaría al conjunto madridista después de su etapa entre 1979 y 1982. Ussía dijo que “con un entrenador así el equipo recuperaría su prestigio y la gloria” y añadió que “Mendoza ha transformado el club en un caso, pero mi Madrid será mucho mejor. Por el bien del club debería retirar su candidatura”.
A medida que se acercaba la fecha electoral el tono fue subiendo. Ussía, el 1 de abril, volvió a cargar contra el antiguo presidente: “En el Madrid sigue malmandando Mendoza y el único pacto posible con él es que se marche. Sabía que iba a competir por la administración de un club desorganizado y deteriorado, pero no caótico”. Además, también criticó a Zapata: “Está descalificado para formar parte de cualquier Junta directiva”.
El punto álgido de la carrera electoral se produjo en los debates electorales. Primero hubo uno con García en Antena 3 radio y el segundo fue el 8 de abril, cuando ambos candidatos tuvieron un debate en Telemadrid junto al jefe de deportes José Joaquín Brotons. En los medios, se criticó la escenografía de la habitación negra y la mesa redonda con los dos candidatos y el moderador demasiado juntos en un espacio muy pequeño. Ussía basó su estrategia en atacar mucho a Mendoza en lo económico, le sacó a relucir el tema espinoso con Dorna y también tuvo reproches en algún aspecto deportivo. Después, declaró sentirse seguro de su triunfo ante un Mendoza con ilusiones renovadas que se defendió con aplomo de las acometidas de su rival.
El programa de Alfonso Ussía que constaba de 12 puntos lo publicó Marca en el mes de abril.
La semana previa a los comicios se especuló con un fuerte golpe de mano de Mendoza anunciando a Sacchi y Ruud Gullit tras un viaje fugaz a Milán, pero todo quedó ahí. También salió el nombre de Mattäus, Van Basten y Pancev, pero a los dos que tenía atados eran Prosinecki y Luis Enrique. Sin embargo, la noticia de alcance fue el plantón final de Boskov a Ussía. El yugoslavo confirmó que seguiría en la Sampdoria y el escritor cargó contra él: “No merece dirigir al Madrid. Espero poder hablar con él, al menos me tiene que dar una explicación. A lo mejor el que se había equivocado al buscar la persona era yo”. Fue entonces cuando miembros de su candidatura confirmaron que habían iniciado conversaciones con Bilardo y Beckenbauer.
En cuanto al basket, el nombre de George Karl estaba en ambas candidaturas, siendo objetivo de Ussía a través de José María Paz, y de Mendoza, que delegó las gestiones a Jaquotot, el hombre fuerte del expresidente en la sección. Aunque en AS también llegaron a publicar otros dos objetivos en la candidatura de Mendoza: Sergio Scariolo y Javier Imbroda.
El sábado 13 de abril se publicó un sondeo de la Cadena SER con muy buenas perspectivas para Ussía, que además tuvo conocimiento de que había vencido con buenos datos en el voto por correo: “Ya le hemos dado una paliza por correo. Mendoza está acabado y nerviosísimo. El lunes irá a la Ciudad Deportiva a despedirse de los jugadores”. El escritor confesó estar “pletórico de moral”. El día de las elecciones, AS sacó un especial con las declaraciones de célebres madridistas. Para Luis del Sol, la experiencia la “tiene Mendoza”, para Zárraga, los “dos están descalificados”, el antiguo gerente Antonio Calderón calificaba de “cinco años de éxitos” la etapa de Mendoza y para Manolo Velázquez las “dos opciones son válidas”.
Enrique Mateos confesó que creía que ganaba Mendoza, Maceda también votaría al antiguo presidente, mientras que Laforgue se inclinaba por Ussía, San José se limitaba a decir que “voten al más adecuado” y Zoco “que no puedo opinar”. El apoyo más potente de Ussía venía por parte del expresidente Luis de Carlos: “Votaré a Ussía. Tengo la esperanza de que sacará al club de la crisis. Aunque el que salga tendría mi apoyo. Lo único que deseo es el bien del club”.
Terminada la carrera electoral, en varios medios hicieron un recopilatorio de citas de Ussía en ruedas de prensa, entrevistas y los debates:
“Mendoza debió ir a Lourdes y no a Milán si buscaba un milagro”.
“Nuestra junta directiva no está compuesta por floreros sino por abogados del estado, economistas, empresarios y diversas personas de prestigio”.
“Si nuestra candidatura vence habremos derrotado a la beautiful people, al poder”.
“Mendoza no es un empresario sino un comisionista de ventaja en operaciones de comercio exterior”.
“Butragueño es genial, juega muy bien, pero habla demasiado”.
“Si nos encontramos un vestuario de uñas, utilizaremos las tijeras”.
“La Ciudad Deportiva debe ser de todos los socios y no de aquellos que tienen unos derechos adquiridos”.
“Para mí Bernabéu es un Dios”.
“Quien vote a Mendoza es un masoquista”.
La noche anterior a las elecciones, la noticia de alcance fue la aparición de unas pintadas con insultos en la oficina electoral de Ussía por parte de Ultras Sur, que se mostraban predilectos a votar por Ramón Mendoza. El domingo 14 de abril amaneció un día desapacible y lluvioso en el que debían votar 52.420. Finalmente, lo hicieron menos de la mitad y el triunfo fue para Mendoza, que recibió 14.925 votos por los 10.603 de Ussía.
El escritor nunca perdió la fe y esperaba un aluvión de votos poco antes del partido frente al Valencia que no terminaron de llegar. Ussía declaró que “la respuesta social demuestra que el club tendrá que cambiar a partir de ahora”. Tiempo después, cuando descubrió que el voto de un millar de socios difuntos, dijo: “Estuvimos a punto de ganar y lo hubiéramos hecho de no ser unos pardillos”. Por otro lado, también sintió un cierto alivio: “Menos mal. Qué follón ser presidente del Madrid”.
Fotografías: archivo de Alberto Cosín
Hoy iba a tratar el centro del campo y la delantera del Real Madrid, pero no puedo hablar de fútbol más. No creo que nadie pueda.
Al equipo le faltan piezas clave para mover la medular, y los jugadores que tiene son incapaces de mantener la presión e intensidad adecuada durante los 90 minutos de un partido. Además, no combinan bien entre ellos pero, con esta plantilla, no es de recibo el nivel que se exhibe a día de hoy. Se debería jugar mejor. Nada más.
Este equipo está funcionando con los milagros de dos jugadores: Courtois y Mbappé. Si el domingo Mbappé anota la que tiene, el partido cambia. Es cierto que Vinícius no está marcando los goles esperados, y cada partido decimos que no está a su nivel, que debe hacer más, pero hagamos un análisis un poco más serio: a nivel físico, Vinícius está corriendo como nunca, y su implicación es máxima en ese sentido.
Analizando simplemente el partido del Celta, en cada ataque del Real Madrid, cuando tenía el balón Vini o Mbappé, no había nadie más. Eran ellos contra 6 jugadores celtiñas, y ahí da igual la calidad que tengas, es completamente imposible jugar al fútbol así. El debate es por qué. Pero se puede exigir, por mucho que sean dos de los mejores jugadores del mundo, que ellos dos resuelvan contra seis. Debe haber un equipo que acompañe, y no lo hay. Lo más preocupante, no hay fútbol tampoco.
Además, hay decisiones puramente futbolísticas por parte de Xabi inadmisibles. El Celta sabíamos que juega bien, y que se iba a defender con dos líneas para no dejarte hacer tu fútbol, y sales con dos laterales que no aportan nada: Asencio es buen central, pero de lateral no vale nada, y Fran García es voluntarioso. Nada más. Arriba solo estaban Vinícius y Kylian. Tu primer cambio siempre es Rodrygo, que lleva ya 32 partidos sin meter un gol con el Real Madrid, Endrick es un juguete roto por Xabi y Gonzalo sale y está a punto de marcar, demostrando que es bastante útil y no se le usa de forma adecuada.
Al equipo le faltan piezas clave para mover la medular, y los jugadores que tiene son incapaces de mantener la presión e intensidad adecuada durante los 90 minutos de un partido
Desde el partido contra el Valencia, el que suponía la séptima victoria del Real Madrid de siete partidos jugados en el Bernabéu, los blancos mantenían a cinco puntos de distancia al Barça, tal como lo dejó en el clásico. En los siguientes cinco encuentros, el Real Madrid ha ganado uno, el adelantado contra el Athletic, pero de los que se han jugado en fecha no ha ganado ninguno, con tres empates y una derrota. Es decir, en esos cinco partidos hemos hecho seis puntos y el Barça, pleno. De ir cinco puntos arriba a estar cuatro abajo. Yo la liga la veo perdida. Espero equivocarme, pero la veo imposible. La Champions es otro nivel, de ella ya ni hablamos.
El partido que ha ganado ha sido por el planteamiento del rival, no por el de Xabi. El Athletic salió a jugar abierto y fue al ataque, seña de identidad de los vascos en su feudo, y eso es la sentencia de muerte contra el Real Madrid. El resto no se han ganado porque los equipos se han cerrado en un bloque bajo, pero que tampoco ha sido una locura. El Real Madrid no sabe atacar estos planteamientos, porque ahí la receta es única, y permitidme que me base en el Barça para explicarlo: presión alta tras pérdida o saque de puerta para robar en campo contrario y meter gol; además, contar con un tipo que sepa manejar el partido en el mediocampo, como Pedri.
El Real Madrid no hace nada de eso, y empezó la temporada trabajando dicha presión. Ya no se hace, pero repito lo dicho antes: Vinícius sí se deja el alma, no es el problema. Y no tenemos a nadie que vaya a por el balón en el centro para manejar el partido: Güler no vale para eso, y Jude está demostrando que tampoco. Aunque tengan una calidad descomunal, y un físico privilegiado como el inglés, no van a buscar el esférico para generar juego. Se les ve a veces dando indicaciones con la mano para decir dónde debe ir el balón.
El único jugador que podría realizar todo eso es, a día de hoy, Thiago Pitarch. Dudo mucho que suba del Castilla por delante de todas las estrellas y se ponga a jugar. El hándicap es su experiencia, y que puedes arruinarle la carrera si sale mal. Puedes traer en invierno a Nico Paz, pero hay que sentar a alguno.
En este equipo, de los titulares, se salvan Courtois, Militao, Tchouaméni, Vinícius y Mbappé, y uno ya está lesionado
Llegados a este punto, está claro que Xabi no funciona. Me queda por saber si es por no poder o porque no le dejan, porque tenemos que tener claro que donde está Xabi ahora estaba Carlo el año pasado. Si echas a Xabi y traes a otro el problema seguirá. Empiezo a pensar que es un problema del club.
Hay muchas variables en la ecuación, como las lesiones en defensa. Militao, viniendo de donde viene, está jugando más partidos de los que debe. Su lesión era evitable. Por cierto, todos los clubes que jugaron el mundial, salvo el Bayern, están sufriendo muchos percances musculares. Que alguien en el mundo del fútbol piense en eso de una santa vez.
La situación ahora contra el Alavés, entre lesionados y sancionados, es que sólo tienes a Rüdiger y Asencio como defensas puros de la primera plantilla para jugar.
Del CTA sabemos lo que hay, no vale la pena hablar. El partido contra el Celta se pierde por méritos propios, no por el árbitro, pero el nivel de ese trencilla fue lo más parecido a la mafia que he visto en mi vida. No quiero hablar más de ello, me preocupa más el resto.
Llegados aquí, ¿cuál es la solución? La primera que se me ocurre es que el club le diga a Xabi que tiene libertad para hacer lo que sea necesario, porque creo que no la tiene. Desde imponer que se llegue a la Valdebebas a las 8 y sea obligatorio comer y dormir siesta e irse a las 17 horas, sentar a quien no cumple y meter a chavales del filial. Creo que el problema es del propio club, como he dicho antes, no sólo de Xabi y jugadores, va mucho más arriba y hay que solucionarlo. Mirad el partido contra el Celta de nuevo, se ve a Xabi desesperado en banda pidiendo presión alta. No le hacen caso.
¿Alguien piensa que, si los jugadores no hacen caso a Xabi, se lo van a hacer a Arbeloa?
En este equipo, de los titulares, se salvan Courtois, Militao, Tchouaméni, Vinícius y Mbappé, y uno ya está lesionado. Y hago hincapié de nuevo en los que decís que no es suficiente lo que hace Vinícius con su calidad: la temporada en la que empezó entrenando Lopetegui, al finalizar la gran mayoría de aficionados del Real Madrid querían fuera, entre otros, a Modric, Kroos y Benzema, porque ya no valían. Vinícius no puede jugar él solo contra toda una defensa, ya basta de señalarle, no hay un equipo que acompañe.
La segunda solución es echar a Xabi y poner a otro. ¿Eso va a solucionar algo? Recordemos, como he dicho ya, que estamos donde estaba Carlo. Según algunos periodistas, el club querría traer a Zidane y darle total libertad para tomar decisiones (esto demostraría que Xabi no tiene dicha libertad), y que no les importaría que fuese el seleccionador de Francia de manera simultánea. No creo que la Federación Francesa opine lo mismo, y no creo que sea adecuado: el Real Madrid necesita la atención de entrenador y medio al 150%, no medio entrenador que sea el seleccionador de Francia también.
Si echan a Xabi, habrá que poner un entrenador de transición, y ese es Arbeloa. ¿Alguien piensa que, si los jugadores no hacen caso a Xabi, se lo van a hacer a Arbeloa?
Creo que esto pasa por un cambio dentro del club, y decisiones drásticas tomadas desde mañana mismo. La forma directa de dar un toque a la plantilla es tratar de vender a un jugador importante en este mismo mercado de invierno, y que vean que no son intocables. Bajar a hablar con ellos de forma seria y decirles que en verano va a ser peor, que están todos en venta y nadie es imprescindible. Que sepan lo que es el Real Madrid. ¿Alguien cree que esto va a pasar? Es más, ¿solucionaría algo realmente? Yo creo que puede ser que sí, pero la verdad es que no tengo ni idea.
No obstante, podemos todos opinar y tener nuestra idea, pero no veo ninguna solución y ya no se puede soportar más. Falla el entrenador, fallan los jugadores, y falla el club. O se toman decisiones drásticas o el problema va a seguir. Esto no hay por donde cogerlo ya, pero agarrémonos a una esperanza: cuando Zidane se hizo cargo del equipo tras Benítez, mirad lo que vino. Sí, lo sé, esta plantilla no es aquella, pero dejadme que me agarre a algo, porque no encuentro nada a lo que sujetarme en esta caída libre que tenemos.
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El otro día se despidió Sabina de los escenarios en Madrid. Al menos eso dijo. La última vez que fui a verle en vivo fue cuando sufrió aquel ataque de pánico que él mismo llamó “un Pastora Soler”, con la consiguiente espantada. Después de aquel día me prometí que, aunque me seguiría declarando seguidor, lo mejor para “nuestra relación” era no volver a verle en directo. Aun así, pensar que ya no será posible volver a oírle cantar en vivo me da cierto vértigo. Supongo que será un efecto de lo inexorable del tiempo.
Es difícil quedarse con una canción de Sabina, pero yo tengo predilección por la de “Y sin embargo”. Creo que además sirve para explicar muchos de los sentimientos que en la vida se tienen hacia las personas o las cosas. En estos días, por ejemplo, me describe perfectamente en qué punto estamos el Real Madrid y yo. Hoy (solo hoy) le cambiaría por cualquiera y, sin embargo, mañana muy probablemente, con él soñaré. O, más bien, me hará soñar.
Los últimos resultados y sobre todo el juego y la actitud del equipo me han hecho dudar de gente que hace pocos meses jamás pensé que lo haría. He llegado a dudar de la capacidad de Xabi para dirigir al equipo, de que Huijsen valga para ser el central del Madrid para los próximos diez años, de ciertas actitudes de Vinícius, de que Bellingham pueda marcar una época; incluso he llegado a dudar de cosas antes impensables, como es el compromiso de Fede Valverde.
En sí dudar no es malo. Gracias a la duda, Descartes planteó gran parte de su teoría, e incluso los matemáticos se sirven de ella y de las hipótesis que resuelven esas dudas cuando aplican el método de la inducción matemática. Realmente, dudar ayuda muchas veces. Aun así, hay algo de lo que yo no me permito dudar nunca: del Real Madrid.
Hoy (solo hoy), al Madrid le cambiaría por cualquiera y, sin embargo, mañana muy probablemente, con él soñaré. O, más bien, me hará soñar.
Puede que haya personas que no estén a la altura en determinados momentos, pero lo que es seguro es que el Real Madrid saldrá a flote. Siempre lo ha hecho. Y por lo general, mucho antes de lo que los rivales, e incluso muchos de los seguidores, lo esperan. Por eso no hay que hacer saltar todo por los aires. No tiene sentido ahora abogar por prácticamente desmantelar el club y quemar el estadio como algunas “facciones” madridistas parece que apuestan. Aquello sólo se hizo una vez, y fue porque había una guerra y hacía falta madera para calentar los hogares.
No hay que caer en el tremendismo. Se ha construido una plantilla con muchos de los mejores jugadores del mundo en su posición, encajarlos será sólo cuestión de tiempo. Ojalá llegue a ser Xabi el que lo logre. Pero si no es él y si se termina por no contar tampoco para la causa con ciertas estrellas actuales, tampoco pasará nada. En realidad, son muchas más las cosas que unen a las diferentes “facciones” que las que las separan. Todas saben que el Madrid ha trascendido siempre a sus estrellas. Además, estos momentos suelen ser buenos para discriminar quién tiene actitud para hacer historia (aptitudes tienen todos) de los que simplemente pasan un tiempo para ganar algún título.
Las fases de dudas son duras. Probablemente esta sea una de las más difíciles que recuerdo en los últimos años. Pero tranquiliza saber que el Madrid siempre vuelve, nunca nadie le ha visto hacer un “Pastora Soler”.
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