Vuelve la Copa de Su Majestad el Rey, vuelve la ilusión. Como bien es sabido por todos, esta noche nos toca entrar en los dieciseisavos de esta apasionante competición. Esta vez el destino ha querido que nos enfrentemos al CF Talavera que actualmente milita en la Primera Federación, tercera categoría del fútbol español. La expedición blanca viaja con toda su ilusión a la bellísima y nobilísima ciudad de Talavera de la Reina.
Los pupilos de Xabi Alonso tienen este miércoles una ocasión magnífica para respaldar a su técnico. En estos momentos tan significativos para las fuerzas vivas del madridismo, es cuando más unidos debemos estar. Por suerte para todos, la afición respalda ampliamente a su entrenador. Fue conmovedor comprobar la noche del pasado domingo cómo tantos hinchas respiraban aliviados con la victoria del Real Madrid en Mendizorroza.
Personalmente, me sorprende con agrado cómo hay tantas personas que priorizan el proyecto de Alonso frente a cualquier resultado. Es conmovedor que un aficionado acostumbrado a la exigencia caiga ahora en la cuenta de que tenemos que ser empáticos. Hay que sobreponerse a la ansiedad y dar tiempo al equipo técnico.
La pasada semana ya me pronuncié abiertamente sobre la continuidad o no del técnico. Mi posición es clara y no está sujeta a vaivenes. La situación deportiva que atraviesa el Madrid es la que es y sus posibles consecuencias son las que son. La historia del fútbol es tan vieja como el hilo negro y cualquiera sabe cómo funciona el asunto. No obstante, respeto cualquier escuela de pensamiento divergente, y más en estas fechas tan entrañables.
En muchas ocasiones, nos dejamos llevar por los instintos. Este fin de semana reflexionaba con una amiga sobre esto. Nos conocemos desde hace muchos años y tenemos confianza suficiente para hablar abiertamente. Además, ella es profesional de la salud mental y está acostumbrada a tratar cuadros psicológicos y emocionales como El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), un verdadero mal de nuestro tiempo.
La muerte de Robe Iniesta nos llevó a valorar cómo la sociedad española parecía llorar la pérdida de un héroe de la música. Más allá de nuestra sensibilidad respecto al otrora líder de Extremoduro, parece incontestable cómo a la gente le afectó la pérdida del cantante extremeño. Mi amiga suele escuchar música en inglés pero estaba afectada porque su novio era fan fatal del músico extremeño.
Si extrapolamos a nuestro terreno cómo los sentimientos nos afectan en el juicio, podemos llegar a conclusiones parecidas. Debemos respetar al aficionado que está sufriendo porque a su entrenador se le cuestiona. ¿Qué más da la crisis de juego y resultado si la mayoría merengue siente un pesar enorme por el posible cese de Alonso? Lo importante es construir. ¿A partir de la última victoria podemos volver a la senda del éxito? Cada uno que piense y exprese lo que quiera. Estamos en un país libre.
Por supuesto que no todos tenemos que pensar igual. No existe un cuerpo homogéneo entre la afición, no somos un único ente filiforme. Entre nuestras filas contamos con grupos enfrentados y, gracias a Dios, también gente civilizada que entiende la disparidad del pensamiento. En definitiva, somos aficionados a un equipo de fútbol y no miembros de una secta.
La victoria frente al Alavés es bienvenida. Analizarla por encima de nuestras posibilidades no nos lleva a ninguna parte. ¿Y cómo valoramos nuestro estado tras la victoria? Como Dios nos haga entender. Cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre. Es un poco complicado llegar a acuerdos absolutos cuando el libro de los gustos está en blanco. Y además, como dijo el poeta, nunca terminas por convencer del todo a nadie de nada.
En estas fechas tan entrañables todos estamos sumergidos en una vorágine familiar. Quien más, quien menos, al final todos hacemos de tripas corazón para que reine una convivencia correcta. Todos, unos más y otros menos, priorizamos el bien común sobre nuestras filias y fobias. Lo importante es que los mayores sean felices y nos disgustemos a la abuela. Algo así debemos hacer con nuestra familia futbolera.
Estas historias también pueden suceder en esas quedadas con las amistades. Especialmente esas reuniones para almorzar o cenar con antiguas amistades que se reúnen de navidad en navidad para recordar tiempos pasados. Siempre hay un graciosillo que a la tercera copa empieza a insultar a Vinícius o a Florentino. ¿Qué podemos hacer? Alejarnos del interfecto antes de tener que mandarlo a Parla. Pues igual con ese creador de contenido con ganas de armar jaleo insultando a media plantilla del Madrid.
¿Qué tendría que pasar este año para que el madridismo acepte a su club tal y como es? Dicen los profesionales que todo depende de nuestra elección. Es decir, depende de nuestro foco y cómo autopercibimos la película de nuestra existencia. Como bien sabemos por el refranero popular, todo es según el color del cristal con que se mira. Pues así pasa con el análisis de la situación del Real Madrid y las diferentes percepciones que tienen los aficionados. Amemos a nuestra familia merengue tal y como es. Al fin y al cabo, estamos en navidad. Tengamos la fiesta en paz.
“Hay en psiquiatría un estado de ánimo que se conoce como la “ilusión del indulto”, según el cual el condenado a muerte, en el instante antes de su ejecución, concibe la ilusión de que le indultarán en el último segundo"
(Viktor Frankl)
De igual modo que Viktor Frankl hablaba de la ilusión del indulto, hay en el madridismo un estado de ánimo en todo lo relacionado con las trampas del Barça que se conoce como la “ilusión del castigo”. Según este estado, los madridistas, en el instante antes de conocer una sanción al club que lo ha corrompido todo, concebimos la ilusión de que los sancionarán en el último segundo. También nosotros nos agarramos a los jirones de esperanza y hasta el último momento creímos que no todo sería tan malo.
Yo perdí la “ilusión del castigo” hace muchos años. Conozco el país en el que vivimos, he visto demasiadas tropelías por parte de los dirigentes del fútbol español y mantuve la ilusión poco más allá de la inexperiencia de la juventud, pero la perdí hace más de un cuarto de siglo, más o menos. Supe que nunca les cerrarían el Camp Nou tras lo de Figo, pese a que estuvieron dos años jugando mientras ignoraban la clausura por dos partidos. Siempre supe que les perdonarían no haberse presentado a un partido de Copa, o que jamás tendrían una descalificación por alineación indebida, ni les darían un partido por perdido aunque no hubieran llegado a la hora convenida. Los que hemos jugado toda la vida al fútbol aficionado sabemos que existen diez minutos de rigor en cualquier liga de medio pelo, pero no en LaLiga de Tebas, que presume de ser de las mejores del mundo.
Sin embargo, tengo amigos veteranos que todavía hoy, o ayer, creían que se iba a hacer justicia con alguna tropelía del Barça. Son tantas que ya no sé si la última fue con los palcos VIP y los inversores fantasma, o con el reconocimiento de la incobrabilidad de las palancas falsas que les permitieron inscribir a media docena de jugadores, o con la inscripción de Joan García, pero sí recuerdo cuando gané una de tantas apuestas por las tropelías “indultadas”. Recordad que a principios de enero parecía que “esta vez sí”, que se les iba a frenar por una vez y que iban a quedarse sin inscribir a Dani Olmo.
SIEMPRE Supe que nunca les cerrarían el Camp Nou tras lo de Figo, que les perdonarían no haberse presentado a un partido de Copa, o que jamás tendrían una descalificación por alineación indebida, ni les darían un partido por perdido aunque no hubieran llegado a la hora convenida
La cagada del Barça era enorme, un ridículo descomunal. Habían pagado 60 millones de euros por un jugador y más de cuatro meses después quedaba libre. En esta ocasión, al contrario que otras veces, ni LaLiga ni la Federación se saltaron su normativa y denegaron cualquier posibilidad de inscripción fake. Mi colega decía que era imposible revertir la situación, que esta vez sí se habían caído con todo el equipo, albergaba esa “ilusión del castigo” que yo perdí hace mucho, así que le dije tajante:
—Jugará la Supercopa, no tengo ninguna duda. Con otra cautelar, como Gavi, con permiso del Papa, o con algún nuevo resquicio que busquen, pero jugará y al día siguiente todos mirarán al dedo que señala y no al señalado.
—No voy a ser yo el que niegue la posibilidad de que el gobierno cometa una ilegalidad para beneficiarles, pero también es cierto que eso no impediría a los clubes acudir a los tribunales —me contestó.
Los clubes… comenzando por el Real Madrid, que presionó al Consejo Superior de Deportes para facilitar la inscripción. Y ya no hay “caso Olmo” ni cautelarísima que valga. Apenas un mes después, el resto de clubes se alinearon con el Barça para redactar un obsceno comunicado contra el Real Madrid por señalar lo que la Guardia Civil había denominado “corrupción sistémica” de la competición.
Aún recuerdo que aquellos días del “caso Olmo” (así denominado, como cuando hay un escándalo de corrupción), Televisión Española hacía otro de esos ejercicios de condicionamiento e informaba acerca de la situación de “los jugadores damnificados”. Según la RAE, damnificado significa que ha sufrido un grave daño de carácter colectivo. Coño, es puro Orwell, neolengua manipuladora. La maquinaria culé a pleno rendimiento.
El viernes pasado, Joan Laporta declaró en los juzgados por el caso Negreira. Dejó las justificaciones falaces de siempre y muchas preguntas sin contestar. LaLiga, personada en la causa como perjudicada, solo hizo una pregunta, bastante irrelevante, por cierto, acerca de los acompañamientos del hijo de Negreira a los árbitros. Recordemos que el presidente de LaLiga dijo nada más conocer el escándalo de los pagos que “era gravísimo”, pero que todo estaba prescrito. Que siguiéramos con nuestras vidas y olvidáramos la ilusión del castigo porque “su” indulto ya estaba dado.
El abogado de la Federación Española de Fútbol, organismo del que dependen los árbitros, no sé si conviene recordarlo, no hizo una sola pregunta a Joan Laporta. Ni una. Qué XXXX vergüenza. Para ellos ya ha pasado todo, nos han vendido que se ha regenerado el Comité Técnico de Árbitros y que conviene mirar hacia delante. El nuevo presidente del CTA, Fran Soto, intervino recientemente en la COPE para animarnos directamente a todos a “olvidar el caso Negreira”.
¿Alguien espera algo del llamado “cuarto poder”, la prensa? ¿De verdad alguien creía que los medios subvencionados iban a presionar para que este escándalo se investigara o, al menos, para criticar como merecen a los organismos que debían velar por la limpieza de la competición y hacen una mísera e irrelevante pregunta al tipo que cuadruplicó los pagos al vicepresidente de los árbitros? El diario deportivo más leído, el poco gallardo Marca, se retrató el sábado pasado. Recordad el Portanálisis, en letra casi ilegible. Con la mitad de tamaño que la opinión de Juan del Val sobre Xabi Alonso. Esa es la importancia que le dan.
¿Qué nos queda, la UEFA? El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, dijo nada más salir a la luz el escándalo de los pagos del Barça a Negreira que era “lo más grave que había visto nunca en el mundo del fútbol, para la UEFA no ha prescrito”, y a buen seguro que este tipo ha visto muchas cosas en este mundo del fútbol, tan dirigido por golfos y gente de la peor calaña. Pues bien, meses después, tras la visita de Joan Laporta a Eslovenia a ver al máximo dirigente de la UEFA, no sabemos qué pasó o qué “favores” se prometieron (muy a la manera de Vito Corleone, cierto), pero todo cambió. Podemos intuir que la renuncia pública a la Superliga era la moneda de cambio para que a Ceferin se le olvidara “lo más grave que había visto nunca en el mundo del fútbol”, y desde entonces se le ha visto muy ufano en el palco del Barça. En un giro nada sorprendente de los acontecimientos, ha permitido que el club cliente de Negreira se saltara la propia norma de la UEFA para el retorno al Camp Nou. Ya tiene el OK “ceferino”.
Solo queda la FIFA. Según parece, la relación de Florentino Pérez con Gianni Infantino es excelente. El Real Madrid ha enviado una serie de informes al máximo organismo del fútbol mundial, ha pedido que la FIFA supervisara nuestra podrida competición (estas últimas jornadas son un muestrario excelente para los informadores) e implora su intervención, pues parecen ser los únicos que podrían llegar a sancionar deportivamente, incluso, sin esperar a una resolución en nuestros juzgados, famosos por su proverbial lentitud. Ya lo hicieron con la Juventus de Turín y ese Moggigate o Calciopoli, ridículo en duración y comparación con el caso Barça-Negreira.
Por eso, entiendo que sean muchos los madridistas que aún albergan “la ilusión del castigo”, desilusión en mi caso. Joan Laporta, por su lado, juega como toda su vida lo ha hecho, no con “la ilusión del indulto”, sino con su certeza. A mí me han echado del fútbol, de un deporte que me encantaba y que ahora detesto ver.
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Buenos días, amigos. El aloe vera es una planta muy conocida por sus propiedades medicinales y cosméticas. Se ha usado desde hace miles de años en distintas culturas, especialmente en zonas cálidas y secas, y muy especialmente en el nordeste de la Península Ibérica, donde se consume aloe vera bien a precios exorbitados, bien en cantidades industriales, o quizá las dos cosas a la vez.
Se reconoce por sus hojas carnosas y alargadas, que contienen un gel transparente rico en compuestos beneficiosos. Ese gel es muy apreciado para el cuidado de la piel y el cabello en los cinco continentes, pero muy especialmente en las alrededores de la Ciudad Condal, donde por lo visto hace furor.
Lo decimos a tenor de las revelaciones que se desprenden del Caso Negreira, y más específicamente de la reciente testifical de Jan Laporta. La cosa daría para cachondeo durante al menos 17 años (los mismos que el club que preside estuvo pagando a Negreira con constancia contable) si no fuera porque la ira se impone inevitablemente al chascarrillo.
Sí, amigos, es formidable. 60.000 euros en un “pack regalo Aloe Vera” para Negreira. Desembolsos también por sus presuntos informes sobre partidos de un Mundial que aún no se había celebrado. Ríete tú de Rapel. Negreira te diseccionaba un Camerún-Escocia años antes de jugarse, y además lo hacía con la piel perfectamente hidratada. El aloe vera contiene tantas vitaminas, aminoácidos, minerales y antioxidantes que te permite saber lo que va a pasar en un Suecia-Nueva Zelanda de dentro de tres Copas del Mundo.
La verdad, no le encontramos más que ventajas al aloe vera. No obstante, nos alerta ChatGPT de que puede tener un efecto laxante, lo cual es lo último que le interesa a según quién en este momento. Jan Laporta, por ejemplo, padece desde hace unos días un terrible síndrome de colon irritable. La plena conciencia de haber mentido como un bellaco en sede judicial le tortura, pues hacer tal cosa es un delito que podría derivar en el tránsito de testigo a imputado. Este presagio le ha inducido una colitis galopante, pese a que aún no haya refrendado el proceso la báscula. No querríamos que un suministro excesivo de aloe vera acrecentara los síntomas. Hay que andarse con cuidado con estos cosas, pues los efectos colaterales pueden resultar deleggnables.
Decimos deleggnables y decimos bien, pues con dicho adjetivo (podría agregarse una ge adicional, o sea, delegggnables) definió ayer en la Cope Isaac Fouto el mensaje navideño de Florentino Pérez.
Cuánta razón tiene Fouto, si bien no en lo relativo a Florentino sino a lo que Florentino denuncia. Todo lo que está pasando es precisa y rigurosamente delegggnable.
Obsérvese la cara de cachondeo de Juanma Castaño mientras Fouto gritaba "delegggnable". Sería conveniente que el colectivo arbitral, en ausencia de respeto alguno por la moral y la ética, observara al menos el respeto a la lengua castellana a la hora de nombrar al portavoz oficioso en los medios de todas sus fechorías.
Por lo demás, el diario As (no pretendíamos el pareado) refleja la rueda de prensa de Xabi Alonso antes del partido copero de esta noche, comparecencia en la cual se alineó con el club en su reclamación de justicia en el asunto Negreira, soltando también la perla “En el extranjero no entienden que no haya pasado nada”, cosa que puede verificar cualquiera que haya conocido un mínimo número de futboleros más allá de nuestras fronteras.
Marca habla de “fuego cruzado”, poniendo al mismo nivel a Xabi, a Laporta y el lamentable comunicado arbitral de ayer, comunicado en el cual, con cinismo digno de mejor causa, llegaban a negar el que González Fuertes amenazara al Real Madrid en sus incalificables declaraciones previas a la final de Copa. Acuda el sindicato de millonarios con silbato exactamente al mismo sitio que Marca. No hay ningún “fuego cruzado”. Lo que sí hay es una cruzada contra el fuego de la ignominia.
La prensa cataculé, por su parte, glosa la victoria de los suyos ante el todopoderoso Guadalajara cual si hubiesen sometido al Bayern de Múnich. Si el Madrid llega a necesitar más de setenta minutos para meter un gol al Guadalajara, no queremos pensar en los mandobles que hoy le estaría procurando su prensa presuntamente afín (reíd con nosotros, y pasad un buen día de paso).
Ciao.
Hola de nuevo:
La Navidad tiene esa costumbre traicionera de ponernos sentimentales sin pedir permiso. Las luces de adorno en las calles, los villancicos que suenan demasiado pronto, los reencuentros semiforzados y una melancolía suave —pero persistente— que se cuela entre los mantecados y los balances vitales de fin de año. Diciembre es un mes para recordar lo que fuimos, lo que creímos que íbamos a ser y lo que, al final, se nos quedó a medio camino. También en el fútbol, ya te oigo anticiparte. En efecto. Especialmente en el fútbol.
Tampoco hace falta ninguna coartada para que la rutina del Real Madrid se envuelva en el dramatismo. Sobre todo en una temporada como la actual, en la que la expresión “comerse el turrón” ha adquirido el cariz siniestro que suele conllevar cuando se utiliza en el mundo del fútbol. En este instante, la banda sonora de nuestro equipo se halla bastante lejos de la alegre dulzura que caracteriza a los coros infantiles de estas fechas. Ni siquiera podemos recurrir a la hondura del folclore de unos Campanilleros. Si queremos embellecer la insoportable carga de tensión que el bueno de Xabi Alonso tiene sobre sus hombros, quizá haya un verso de tu época que defina con precisión la circunstancia actual. The winner takes it all, cantaban tus suecos predilectos (https://www.youtube.com/watch?v=81WhM9dOcYI ). Acaso no exista una frase que resuma mejor el voraz ánimo de este club; desde luego, mucho más que ciertas bienintencionadas indulgencias acerca del espíritu navideño.
Nadie está a salvo. Ni Xabi Alonso, quien llegó al Madrid con las mejores credenciales. El tolosarra poseía un discurso, una maleta llena de ideas, una supuesta metodología moderna, un elegante porte que, efecto halo mediante, parecía constituir el mejor escudo. Y, por encima de todo, la promesa implícita de que el fútbol del conjunto blanco iba a volver a ser algo reconocible. Venía a convertir el talento en sistema y, no podemos negarlo, su inicio fue ilusionante. En el Mundial de Estados Unidos se atisbaron ejemplos de que, después de mucho tiempo, la idea podía estar por encima del contexto. Sin embargo, su propuesta no terminó de caer en terreno fértil. Sin ánimo de establecer una cronología absolutamente precisa, estarás conmigo en que hubo jugadores que no la entendieron, y otros que directamente nunca la compraron. De modo que la falta de convicción agravó las debilidades que ya existían y no se había logrado corregir. De manera inconcebible, el Madrid pasó de liderar con solvencia el campeonato a luchar por no descolgarse de la cabeza, como inmerso en uno de esos accidentes que se observan a cámara lenta.
lo bueno del futuro es que no está escrito. Mucho menos en el Real Madrid
En las últimas semanas, la situación parece haber dado un giro. Da la sensación de que Xabi ha tratado de aparcar su idea, echándose más en brazos de los jugadores, quienes al menos parecen haber entendido que, sin actitud, no hay redención posible. Se corre más, se protesta menos y se intuye una suerte de pacto tácito: primero salvarnos, luego ya veremos. Pero que los muchachos respalden a Alonso no elimina las dificultades puramente futbolísticas: una defensa en cuadro que adolece de falta de contundencia en los balones aéreos, un medio del campo sin brújula y una delantera que, con excepción de Mbappé, necesita demasiados intentos para convertir. Por desgracia, el fútbol no se conforma con acuerdos puramente emocionales.
Ignoro cómo acabará esta historia. Se ha llegado a especular con que basta una derrota más para que en el vestuario se apague la música y Xabi quede solo, standing small, recogiendo sus ideas del césped mientras el calendario continúa avanzando. Por mi parte, quisiera creer que un puñado de victorias lo puede cambiar todo. The gods may throw a dice, continuaba la letra de ABBA, y lo bueno del futuro es que no está escrito. Mucho menos en el Real Madrid. En cualquier caso, ninguno de todos los consejos con los que pretenden sepultar a nuestro entrenador atesora más verdad que la frase del estribillo: el ganador se lo lleva todo, y el perdedor tiene que caer. It’s simple and it’s plain. Why should I complain?
Deseo más que nada en el mundo que Xabi alcance a escuchar villancicos tranquilo esta Navidad.
Cuídate. Volveré a escribirte pronto.
Pablo
El conjunto blanco disputa ante el CF Talavera hoy miércoles 17 de diciembre, en el estadio Municipal El Prado, los dieciseisavos de final de la Copa del Rey 2025-26. Todo un acontecimiento para la localidad castellanomanchega el poder recibir al Real Madrid. Sin embargo, esta no es la primera visita de los madridistas a la ciudad, ya que en 1951 viajaron para homenajear al jugador blanquiazul ‘Pati’ Martínez.
Por entonces, el CD Talavera militaba en la Tercera división y esa campaña ocupó el undécimo puesto de la tabla. Aunque para la siguiente temporada el club renunció a su plaza en la categoría de bronce. Mientras, el conjunto merengue completó otro curso decepcionante sin títulos. Un año en el que tuvieron hasta tres técnicos: Keeping, Albéniz y Scarone. En la Liga concluyeron en novena puesto y en la Copa cayeron eliminados en semifinales contra la Real Sociedad.
Una semana después de perder contra los donostiarras, fueron a Talavera en un encuentro ya de la post temporada. El partido quedó fijado para el 24 de mayo en un terreno de juego de El Prado, que había sido inaugurado unos años antes, en 1944, y al que se conocía también como campo de Educación y Descanso. El homenajeado Manuel Martínez de la Casa había sido una de las grandes estrellas del Talavera y decía adiós al fútbol con 28 años porque empezaba a recibir más pitos que elogios desde la grada.
Comenzó su carrera en el Frente de Juventudes y después pasó al CD Moralo. Jugó también brevemente en el Toledo antes de pasar al CD Talavera en su primera temporada en Tercera división en el curso 1944-1945. Martínez, según las crónicas de la época, era un delantero centro muy cerebral, inteligente y con clase. Un gran conductor del juego y habilidoso con el balón en los pies que, al ser un jugador bastante liviano y sin grandes facultades físicas, solía rehuir el contacto con los zagueros rivales que eran muy duros y contundentes. El periodista talaverano Eladio Martínez escribió que llegó a probar en el Real Madrid, y que otros clubes como Sevillla y Atlético de Madrid manifestaron su interés en contratarle.
En su edición del 23 de mayo, el diario Pueblo publicó una breve nota en la que se hacía eco del partido entre talaveranos y madridistas para el día siguiente que coincidía con la conmemoración del Corpus Christi. Por su parte, en Marca, anunciaban el once blanco que sería el formado por Alonso; Clemente, Pont, Azcárate; Pérez, Oliva; Macala, Olmedo, Pachichu, José Luis y Arsuaga.
Se trataba de un conjunto con muchos titulares, pero finalmente algunos de ellos, como Juanito Alonso y Pont, no viajaron. El Real Madrid decidió enviar a varios integrantes de la primera plantilla y a una nómina de futbolistas del Plus Ultra, el equipo con el que el Real Madrid tenía un acuerdo de colaboración. No se conoce la razón de invitar al cuadro blanco al homenaje, pero uno de los antiguos presidentes madridistas, don Luis Usera y Bullagal, era originario de Talavera, y tal vez influyera para hacer llegar la petición del equipo blanquiazul al máximo mandatario Santiago Bernabéu.
esta no es la primera visita de los madridistas a la ciudad, ya que en 1951 viajaron para homenajear al jugador blanquiazul ‘Pati’ Martínez
Talavera se volcó con la presencia de los madridistas en un terreno de juego por entonces arenoso y cubierto de polvo. Primero por despedir a uno de los jugadores más importantes de su historia hasta ese momento, y segundo por recibir al Real Madrid. En la crónica de Enrique Ginestal para El Alcázar se describieron todos los prolegómenos antes del pitido inicial: “Saltaron al terreno de juego los que habían de jugar, y comenzó en el centro de la pradera blanquiazul un sencillo acto en honor del homenajeado y en el que, en presencia de todos los jugadores, directivos, etc., pronunció unas palabras de gratitud y ofrecimiento el señor alcalde de la ciudad. Seguidamente, el señor Mingoranz, como presidente del CD Talavera, agradeció el rasgo del Real Madrid y entregó a este club una magnífica ánfora de cerámica con alegorías, escudos y fechas al y del acto. Correspondió el señor Pablo Hernández Coronado, que, entre las lógicas frases de respuesta, tuvo para Martínez unos párrafos especiales, en los que le hizo saber que “no olvides que todos somos iguales en Primera división, en Tercera o en cualquier categoría; todos quedamos fraternalmente unidos porque pertenecemos a la gran familia deportiva”. El jugador homenajeado recibió varios obsequios, y entre ellos un valioso distintivo del club local, trabajado en oro, y que le regala la afición (tras un donativo de una peseta). Los jugadores compañeros de equipo le ofrecieron un recuerdo en el que figuraban las firmas de todos ellos.
El once local estuvo formado por Calleja; Macario, Sanz (Agustín), Pachicho; Zamorita, Clavel (Verdugo); Julito, Sanz (Agustín), Botrán, Chispa y Pachichu, jugador madridista que reforzó al cuadro talaverano en ataque. Por su parte, el equipo merengue alineó a Verdasco; Clemente, Óscar, Azcárate; Pérez, Oliva; Macala, Olmedo, José Luis, Abilio, Arsuaga. En la segunda mitad también tendrían minutos el portero González, Jaro y Narro. De la primera plantilla del Real Madrid estaban Clemente, Azcárate, Oliva, Macala, Olmedo, Arsuaga, y Narro. Mientras que el apoyo de jugadores de Plus Ultra lo integraron Verdasco, Óscar, Pérez, José Luis, Abilio, González y Jaro.
El duelo, según la crónica de ABC, resultó “insulso” y para Enrique Ginestal de El Alcázar fue de “guante blanco, y sobre este, más guante blanco todavía”. Este mismo cronista también tuvo un recado para los que no acudieron y “no aportaron su óbolo a quien se despedía, gracias. Porque su falta define a los que de verdad acudieron. Su presencia sencillamente, nos hubiera confundido. Así no se engaña a nadie. Estos actos, quizá, no sé, solo quedan para los aficionados “elegidos””.

Olmedo, uno de los goleadores
El triunfo fue claro para los madridistas por 1-4, aunque se llevaron un susto inicial porque el marcador lo abrió el jugador local Chispa a la media hora de juego. Después llegaron los tantos blancos. No hay coincidencia en los goleadores en las distintas crónicas. Para ABC, el autor del empate fue Olmedo, el 1-2 lo marcó Abilio a los quince minutos de la segunda parte, el tercero fue de Narro y el cuarto de nuevo de Abilio para firmar un doblete. Mientras que en el diario YA apuntan que el jugador que logró dos tantos fue Olmedo y los otros goleadores Abilio y Macala.
Fotografías: Alberto Cosín
El Madrid es agonía, que para los griegos tenía que ver con la lucha. Es decir que se podría decir que el Madrid es una lucha permanente por la vida, parafraseando a Pío Baroja, que era guipuzcoano como Xabi Alonso y que algo, de esto, entendía. Como dice Hughes el Madrid de Alonso es, ya, puritito agón y en eso empieza a conectar de alguna manera con la tradición madridista, pues Zidane, el mejor entrenador de la Historia si se ponen al peso todos los títulos conseguidos, definió el carácter ganador en el fútbol con dos verbos: saber sufrir.
Yo no sé si el Madrid de Alonso sabe sufrir pero indudablemente, lo está aprendiendo. Y nosotros, con él, con ellos, con jugador y entrenador fundidos en una comunión eucarística en el tormento, estamos, como aficionados, refrescándonos la memoria. Entre la videodesfachatez del corrupto CTA y el laberinto del entrenador, el madridista promedio está echando las muelas de juicio. Sentarse a ver un partido es una experiencia inmersiva en la idea conradiana del horror. El último mes está siendo terrorífico y Alonso ha salvado in extremis la cabeza a base de pírricas victorias que, de momento, lo único que le garantizan es vivir para morir otro día.
Y sin embargo, no es poca cosa. Capello, en sus tiempos, pedía a sus jugadores que, si un partido no se puede ganar, al menos no lo perdieran. Por el mismo camino, Di Stéfano decía que un portero no tiene que parar las que van dentro sino, aunque sea, no meterse las que van fuera. Puede parecer de perogrullo pero si el Madrid de Alonso salva lo que queda de año a la misma distancia que está ahora mismo del Barcelona y vivo en la Copa del Rey, habrá ganado algo más que tiempo.
Porque el tiempo, ¿qué es? Nada más que una convención humana. Hubo días, no lejanos, en los que los madridistas, embriagados, definíamos el tiempo igual que los enamorados: tiempo es cuando juega el Madrid. Ahora sin embargo ya conozco a más de dos que piensan en el siguiente partido del Madrid como si de una cita con el dentista se tratara.
Esa alegría es lo que hemos perdido y, lo que son las cosas, los aficionados podemos recuperar por la senda tortuosa e incierta del sufrimiento.
De Alonso esperábamos rock and roll y fútbol moderno, y de momento nos podemos dar con un canto en los dientes con este camachismo resucitado
Si el Madrid de Alonso es La Sufridera al menos no es aburrido ni produce indiferencia y, por ese lado, hay algo ganado. Me cuesta encontrar brotes verdes como a Hughes pero el Madrid, a base de los vulgares cojones, sacó adelante el partido del Alavés. Hubo lo que antes se conocía como casta, que no da títulos pero se puede considerar la base de algo, indicios de que un cuerpo sigue vivo. Los jugadores corrieron y pelearon como contra el City. Y si bien no se pasó de ser un equipo vulgar y frágil, como digo al menos parecieron con vida, con fuerza y un poquitito de hambre. Y como decía mi abuelo de los enfermos, si hay hambre, hay tío.
De Alonso esperábamos rock and roll y fútbol moderno, y de momento nos podemos dar con un canto en los dientes con este camachismo resucitado. Se ha re-españolizado de golpe. El sufrir es muy castizo y la generación zoomer, esa que ha crecido pensando que las Copas de Europa las regalan por fascículos cada temporada, no está acostumbrada. Del gegenpressing hemos pasado al por cojones, que al final es la última ratio de todo esfuerzo español y por el que hay que dar gracias, ¡pues al menos es algo!
El día del Barcelona me pareció atisbar un neomourinhismo y así lo dejé escrito pero, ¡cuánto puede cambiar la historia en cuatro semanas! Hay una cierta idea de juego en torno al 442 atortugado, blindado no en torno al músculo, porque no hay, el único que sigue en pie es Tchouameni del nefando modelo de eneryía, pero sí una cierta congregación en torno al pase. Güler y Bellingham, juntos en torno a Aurelio y con un par de alas abiertas, dan una sensación de verticalidad al equipo y no esa cosa estancada y pútrida que vimos en Vallecas, Elche y Gerona. No son Xaviniesta ni la CMK del Madrid de Zidane pero algo es algo. Al menos en base a este precario orden se pueden sacar partidos adelante, mal que bien y apretando los dientes. Sólo la victoria encadenada salvará el proyecto, que aquí no se trata de Alonso pues, si lo echan, ¿quién vendría después y para qué? ¿Qué podría hacer con un equipo que parece imposible táctica, técnica y humanamente?
Desde luego que resistir es vencer y el Madrid de Alonso se acoge al sufrimiento como vía de expiación a la espera de ir recuperando jugadores. La nómina de los que faltan tiene la suficiente entidad como para pensar que por sí sola pueden cambiar la inercia de la temporada: Carvajal, Trent, Militao, Camavinga…
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Hay fechas que no son casuales, aunque el mundo moderno se empeñe en tratarlas como una suma de horas intercambiables. El 14 de diciembre es una de ellas. Ese día, en 1947, Madrid inauguró algo más que un estadio. Inauguró un carácter. Y setenta y ocho años después, el mismo día, nació Hugo, mi segundo nieto. No es una coincidencia menor. Es una de esas alineaciones cósmicas que no figuran en los almanaques, pero que uno reconoce de inmediato cuando ocurren.
El Estadio Santiago Bernabéu cumplía 78 años. Hugo cumplía unas horas de vida. Uno con la historia escrita en hormigón, acero y memoria colectiva; el otro con todo por escribir. Pero ambos unidos por una fecha que no es neutra. Porque el Bernabéu no es un estadio cualquiera y Hugo, desde el mismo instante en que decidió llegar ese día, tampoco es un recién nacido cualquiera. Ha nacido el día del Bernabéu. Y eso, aunque suene exagerado para los espíritus prácticos, significa algo.
El Bernabéu no es solo un recinto deportivo. Es una catedral laica, un lugar donde se ha aprendido que ganar no es suficiente si no se hace con dignidad, que perder no es el final si se pierde de pie, y que la excelencia no se hereda: se exige. Allí se ha silbado al ídolo acomodado y se ha aplaudido al canterano valiente. Allí no se ha regalado nada nunca. Por eso sigue en pie. Por eso se ha reinventado sin traicionarse. Y por eso sigue siendo relevante.
El Estadio Santiago Bernabéu cumplía 78 años. Hugo cumplía unas horas de vida. Uno con la historia escrita en hormigón, acero y memoria colectiva; el otro con todo por escribir
Que Hugo haya nacido ese mismo día no lo convierte automáticamente en nada, pero sí lo inscribe en una tradición. El madridismo no es una fe que se predique, es una manera de mirar. Una forma de entender el esfuerzo, el éxito y el fracaso. No se aprende en manuales, se absorbe. Y hay nacimientos que llegan ya impregnados de algo difícil de definir, pero fácil de reconocer con el tiempo.
A Hugo no le han puesto aún una bufanda blanca (le quedan dos telediarios, pero dos, los de hoy, para tener el carné madridista) ni le han hablado de finales imposibles (ya se encargará su abuelo Javi de hacerlo). No sabe quién fue Bernabéu ni por qué Di Stéfano sigue siendo una referencia aunque el fútbol haya cambiado de idioma y de ritmo. No sabe que hubo un tiempo en que ganar cinco Copas de Europa seguidas parecía una extravagancia y que luego se convirtió en precedente. Pero lo sabrá, vive Dios que lo sabrá. No porque se lo contemos con solemnidad, sino porque la memoria madridista se filtra sola, como el carácter.
El Bernabéu ha visto pasar generaciones enteras. Padres llevando a hijos, hijos llevando a padres ya mayores, abuelos explicando por qué aquel gol fue más importante de lo que parece en los resúmenes. Ha sido refugio en tiempos difíciles y escenario de celebraciones que no cabían en las calles. Ha resistido modas tácticas, relatos interesados, arbitrajes creativos y ciclos de euforia ajena. Y sigue ahí. Ahora más moderno, más tecnológico, más espectacular, pero igual de exigente.
Setenta y ocho años no son pocos para un estadio. Pero el Bernabéu no envejece: acumula experiencia. Como los buenos jugadores, como las buenas personas. Por eso su aniversario no es una cifra más, es una reafirmación. Y que Hugo haya llegado ese día tiene algo de declaración silenciosa: la historia continúa.
Los nietos llegan para desordenarte el calendario emocional y para activar en tu receta electrónica una buena dosis de “consentidina forte” y de “malcriadex de 80 mg.”. De repente, fechas que eran importantes pasan a segundo plano y otras adquieren un brillo inesperado. El 14 de diciembre ya no será solo el cumpleaños del Bernabéu, será también el día en que Hugo decidió empezar. Y esa doble celebración dice mucho de cómo funciona el tiempo cuando se mezcla la memoria con la esperanza.
Imagino a Hugo dentro de unos años, andando de mi mano por la Castellana, caminando a Chamartín, con su hermana mayor, Candela de mi alma, yendo a disfrutar de un partido de nuestro Madrid o del Tour del Bernabéu, mirando de reojo esa mole que impone respeto incluso a quien no sabe muy bien por qué. Sentirá algo, una especie de familiaridad inexplicable. No sabrá que nació el mismo día que ese estadio, pero lo reconocerá como propio. Porque hay lugares que te pertenecen incluso antes de conocerlos.
El madridismo no es una obligación ni una consigna heredada a la fuerza. Es una educación sentimental. Enseña a no rendirse, a desconfiar de los relatos fáciles, a exigir siempre un poco más, empezando por uno mismo. Enseña que el aplauso hay que ganarlo y que la historia no se negocia. Todo eso está en el Bernabéu. Y, de alguna forma misteriosa, también está ya en Hugo.
Hay quien insiste en que el fútbol no importa. Suele ser gente que no ha entendido nada. El fútbol importa cuando se convierte en símbolo, cuando articula recuerdos, cuando acompaña a las personas en distintos momentos de su vida. El Bernabéu no es importante por los goles que se han marcado en él, sino por lo que ha representado para millones de personas durante décadas. Ha sido escenario, refugio y espejo.
Hugo no tendrá que cargar con ninguna épica. No tendrá que saber de memoria alineaciones ni discutir sobre sistemas de juego. No tendrá que justificar nada. Pero tendrá, si quiere, un relato al que agarrarse. Una historia previa que no le pesa, sino que le acompaña. Y eso, en los tiempos que corren, es un privilegio.
El 14 de diciembre de 1947 se inauguró un estadio que iba a marcar una época. El 14 de diciembre de 2025 nació un niño que empieza la suya. Entre ambos hay setenta y ocho años de distancia y una misma fecha como punto de unión. No es una metáfora forzada, es una realidad cargada de simbolismo. El Bernabéu representa la permanencia. Hugo, la renovación. Ambos, a su manera, hablan de futuro.
El Bernabéu no es importante por los goles que se han marcado en él, sino por lo que ha representado para millones de personas durante décadas. Ha sido escenario, refugio y espejo
Quizá dentro de muchos años alguien le cuente a Hugo que nació el mismo día que el estadio y que su abuelo Javi escribió este artículo. Sonreirá, le parecerá una anécdota curiosa. Pero algo quedará, porque hay coincidencias que no se olvidan del todo. Y porque el madridismo, cuando se instala, lo hace para siempre.
El Bernabéu sopló 78 velas invisibles. Hugo abrió los ojos por primera vez. Uno celebraba todo lo vivido. El otro empezaba a vivirlo todo. Y en esa superposición de tiempos hay algo profundamente hermoso. Algo que reconcilia con el paso de los años. Algo que recuerda que, pese a todo, la historia continúa.
Bienvenido, Hugo. Has elegido bien el día, has nacido cuando el Bernabéu celebraba su existencia. Y eso, sin necesidad de discursos ni proclamas, te convierte ya en parte de una historia mayor, una historia blanca, una historia exigente, una historia que, como tú, todavía tiene mucho por delante. Hugo, tu abuelo Javi te quiere más que a su vida.
Por cierto, el Real Madrid ganó en Vitoria, Valdepeñas debutó como el jugador nº 879 en vestir la camiseta del primer equipo en partido oficial y no, no vi el partido…
Me despido como siempre, ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida… ¡Hala Madrid!
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Buenos días. Ayer, en la tradicional copa de Navidad ante la prensa, Florentino Pérez descerrajó un mensaje que no era precisamente de concordia y paz entre los hombres, como se le supone a estas fechas.
Bueno, también hubo de eso, claro, porque la Navidad es tiempo de amor, pero fue en esencia una admonición moral en la que se instó a los presentes a no olvidar. La prensa ha desempeñado un papel vergonzoso, descuidando por completo su deuda con la Verdad, y en términos generales ha ocultado cuanto ha podido el caso Negreira. Ha coadyuvado en la ignominia. Sin su inacción, no habría podido tener lugar, o al menos se habría descubierto a tiempo para que el crimen no hubiera prescrito para la justicia deportiva. Recordándole su obligación de mantenerlo vivo en el futuro, Florentino recriminó indirectamente a la prensa su complicidad por vía pasiva.
Dándose por aludido o no (no se pronuncia), Marca refleja de manera fidedigna lo dicho por Florentino. Ante la indignante petición pública de Fran Soto, el presidente de los árbitros, en el sentido de que el caso Negreira debe olvidarse, el presidente del Real Madrid clamó, colerico, exactamente lo que titula el diario de Gallardo.
“¿Cómo vamos a olvidar el mayor escándalo de la historia del fútbol?”
He aquí otras cosas que dijo Florentino.
“La Navidad también es un momento para reflexionar sobre las cosas que nos preocupan. Y en nuestro caso, les digo con rotundidad que la mayor preocupación del Real Madrid es la situación del arbitraje en España. Un problema que ha traspasado nuestras fronteras y daña la credibilidad y la reputación de nuestra competición."
"Como bien saben, la situación es gravísima tras lo ocurrido con el caso Negreira durante casi dos décadas. Ante todo, es indiscutible y obligado que se haga justicia. Y les recuerdo que el Real Madrid es el único club que está luchando por ello. Es del todo incomprensible que las instituciones del fútbol hayan dejado solo al Real Madrid en esta lucha."
"¿Cómo es posible que en el caso penal seamos los únicos que luchamos para que se haga justicia? ¿Cómo es posible que el presidente de los árbitros nos pida que lo olvidemos y pasemos página? ¿Pero cómo vamos a olvidar el mayor escándalo de la historia del fútbol en el mundo? No lo haremos nunca."
"Y añado: ¿cómo es posible que la Federación y LaLiga, que deben velar por la integridad de la competición y perseguir que se haga justicia, se comporten de esta manera? ¿A qué se debe su pasividad? Confío en que algún día también lo sabremos."
"La Federación y LaLiga tienen el deber de velar por la integridad de la competición para no parecer cómplices de un caso tan grave. Sin duda, el caso Negreira es el problema más grave que tiene el fútbol a día de hoy, incluso a nivel internacional. Tal y como se ha publicado estos días, hoy sabemos que se han pagado más de 8 millones de euros por informes técnicos sobre árbitros, los informes más caros del mundo, y que encima nunca fueron conocidos por los propios entrenadores, que eran los destinatarios de los informes”.
"¿Quién puede creer que se hayan pagado millones de euros por informes técnicos que, al parecer, debían ser inútiles, porque ni siquiera se facilitaron a los entrenadores, que al parecer no conocían su existencia?"
"Hoy seguimos viviendo las secuelas de un caso que mancha la imagen de nuestro deporte y que pone de manifiesto la necesidad de un cambio radical de las estructuras del arbitraje español."
"Sin ir más lejos, ayer fuimos arbitrados en el VAR por un árbitro que nos amenazó con tomar medidas contra nuestro club el día previo a toda una final de Copa. ¿Se imaginan esta situación en cualquier otro país? Y como vieron ayer, o en nuestro anterior partido en Girona, parece ser que las zancadillas sufridas por Vinicius o Rodrygo en nuestras últimas dos salidas no son penalti, es la novedad arbitral de esta temporada."
"Estamos seguros de que no somos el único club perjudicado por este caso. Es más, es posible que algún club haya incluso descendido, víctima del caso Negreira."
"Está en juego la integridad y la decencia de nuestro deporte. Se ha dañado gravemente la imagen de nuestro fútbol. Y por tanto, hay que hacer justicia porque solo así podremos, entre todos, regenerar el fútbol español. No olviden que el juez instructor del caso lo calificó como corrupción sistémica."
"Y ya conocéis todos que, en entrevistas públicas, exdirectivos del Barcelona reconocieron abiertamente que se hacían estos pagos porque eran convenientes para su club. ¿Convenientes, por qué? ¿Y para qué?"
"Desde luego, sus entrenadores han afirmado que ni conocían ni necesitaban esos informes. El Real Madrid seguirá insistiendo en ello por lo que representa nuestra institución en el mundo del fútbol y del deporte. Y vosotros, desde los medios de comunicación, jugáis un papel fundamental para que 2026 pueda ser el año en el que, por fin, se haga justicia y comience la verdadera regeneración del fútbol español."
Como diría un castizo, toma ya. “Ojalá en 2026 se haga justicia”. Florentino no formula deseos al pedo ni agita imposibles. Si pide justicia a 2026, es porque sabe que en 2026 puede haberla, por fin.
“Las instituciones nos han dejado solos” es otra de las frases del discurso de Florentino que destaca, en este caso, As. La mejor prueba de ese duro aserto reside en la testifical de Laporta ante la jueza, que tuvo lugar el viernes pasado. Mientras el abogado del Real Madrid acribilló a preguntas al máximo mandatario barcelonista, el abogado de LaLiga solo hizo una pregunta, por cero preguntas de la abogada de la RFEF.
Parece que, por lo que sea, la prensa cataculé no ha encajado de muy buen grado el que Florentino haya invocado el fantasma de las Navidades pasadas del Barça. Qué poco dyckensiana es a veces esta gente. Es de agradecer, no obstante, que citen tal cual las palabras del presidente del máximo rival, aquel cuyo palmarés soñaron con igualar a base de sobornar al estamento arbitral. Con todo, ha habido intentos risibles de combatir el intachable discurso florentinista exhumando los restos de Franco y su supuesta predilección por el Real Madrid, cuando todos sabemos de las difíciles relaciones de Bernabéu con el régimen y de las múltiples condecoraciones que, en cambio, otorgó el Barça al caudillo. Traer a colación leyendas negras superadísimas por los datos no va a ayudarles un ápice. La FIFA, además, permanece atenta al juicio del caso Negreira, así como a los informes que le presenta un Real Madrid que, por fin, y con toda justicia, va con todo en esta lucha.
Pasad un buen día.
El domingo vivimos una nochecita poco vista en el Madrid. Nos contaban que si no ganaba despedía a su entrenador. No es frecuente. Con el Madrid mediante, no acostumbran a caer entrenadores.
Del rival, pocas veces, con el Madrid lo normal es que palmes. Propios, algunos pocos. Curiosamente, españoles los últimos. Los recordados Benítez&Lopetegui. El Madrid ha sido, es y será europeo sobre todo.
Fue una noche especial, sí. Hogares, bares con o sin lucecitas, peñas de todo pelaje se desbordaron para seguir el gran momento. ¡El Madrid va a echar al entrenador!
En muchas redacciones de prensa, radio y televisión pasó que se presentaron a trabajar tíos y tías que libraban. Conozco diez. Soñaban con la locura, no iban a perdérselo. En un par de ellas se gritó más el gol del empate que en Mendizorroza. Hay fotos, otra cosa es que las publiquen. Gritos, abrazos, sollozos, lloros… En fin, lo siento: ganó el Madrid, otra vez será.
Ganó este Madrid que sigue haciendo las cosas a medias. Lo suficiente para que Xabi esté en Talavera, estadio del Prado, el equipo de mi abuela Guille. Ojo que irá con ellos, los suyos, y cuando la abuela intervenía… Y sigue interviniendo, sí. Es algo que el nieto primogénito siente y sabe. El anti sueña con un Alcorconazo. En fin...
Yo no esperaba ayer una maravilla, la verdad. El ambiente es el que es, las bajas son las que son. Apretaba el cinturón y el madridismo recelaba: ¿el Alavés es menos que Rayo y compañía? Esta vez, como todas aquellas, Bilbao inclusive, la pelota estaba en el tejado del Madrid. Si hace lo que debe, gana. En la Liga, seguro.
Y lo hizo un rato sí y otros no. Arrancó bien, luego se difuminó. Quizá de haber salido así ante el Celta… Dominaba, se adelantó y fue desapareciendo, lo que le llevó a verse empatado a falta de veinte minutos y a sentir que el corazón se le ponía a mil.
esta vez, como todas aquellas, Bilbao inclusive, la pelota estaba en el tejado del Madrid. Si hace lo que debe, gana. En la Liga, seguro
Rodrygo, dos goles en los últimos dos partidos, decidió tras jugadón de Vinícius, lo mejor de su noche. Ahora que el 11 emerge va a resultar que el tipo a rescatar es el 7.
Pasó, en fin, lo más razonable. Si lo fue que el equipo de las mil bajas no ganara el City, cabe considerar también razonable que este Madrid, cualquier Madrid, le gane al Alavés. Normalmente, vamos. Por la mínima, ¿eh? Resultado justo por méritos y en el marcador.
El desenlace le da aire a Xabi, pero debemos admitir las dudas que sigue dejando el equipo. Dudas razonables contra las que podemos pedir un antídoto: que 2026 sea el año sin lesiones y el entrenador pueda dar con su once ideal. Y los muchachos vean claro por fin.
Hay que esperar. Seguir esperando, o sea. Qué pasará no lo sabe nadie. Lo que no se discute es que la tarea es complicada y divertida porque, además, al Madrid no le pitan a favor según qué penaltis ni le anulan al rival según qué goles. El Reglamento no es bueno ni malo para el Madrid, es distinto… ‘Ellos’ lo interpretan así.
Lo confirma el penalti no pitado a Vinícius, que fue continuación de aquel tampoco señalado a favor de Rodrygo en Girona: es flipante. Y no puede ser casual. A estas alturas, imposible.
Admitamos en lance generosísimo que el árbitro, o sea dos, el de ayer y el de entonces, no vieron uno ni otro. Urge llevarlos al oculista, pero mientras tanto eso, lo admitimos. ¿Y el VAR? Es tremendo, sí.
Quizá un día el ultimátum sea para los árbitros. ¿Para cuándo?
El señor jefe Soto, la del Soto del Parral, ¿dónde estarán nuestros mozos que la cita no quieren venir?, otra vez mi abuela, nos aconsejaría que lo olvidáramos. Soto, no mi abuela: vuelva usted mañana. Quizá un día el ultimátum será para ellos. ¿Para cuándo? ¡Jaaaja: es broma!
Ah. No les mareo con lo de Negreira, las declaraciones del otro día. Sí les participo que tengo dos nuevos ídolos: el abogado y la abogada de Liga y Federación. Una pregunta entre los dos formularon en tan excitante encuentro con lo más granado del ‘affaire’. Una y fue una cosa así como “señor Laporta, buenos días, por favor ¿qué hora tiene?” ¡Es todo tan de coña…!
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"Ver la luz al final del túnel" es una metáfora que significa el final de una situación difícil, larga o de sufrimiento, y la llegada de una esperanza, solución o tiempos mejores.
Simboliza el fin de la oscuridad, la adversidad o la incertidumbre, indicando que algo positivo está por ocurrir. Leyendo con calma la definición, es lo único a lo que agarrarse como aficionado del Real Madrid, esa luz que llegó a deslumbrar hace mes y medio al aficionado madridista y que sin embargo ahora tiene que hacer un esfuerzo para lograr llegar a verla.
No creo que los de Xabi Alonso se fuesen muy contentos de Vitoria, más allá de que sí, se consiguieron los tres puntos, algo que no deja de ser lo más importante para la clasificación liguera. Sin embargo, se volvió a ver a un equipo que como te pille con pocas horas de sueño, te va a hacer sudar la gota gorda en una batalla cuerpo a cuerpo contra tus párpados. Un poco lo mostrado ya en encuentros anteriores: empiezan bien en el sentido de controlar el juego, que no de disfrutarlo, y luego con el transcurso de los minutos empiezan a dar sensación de que ojalá los partidos no durasen noventa minutos. El problema es que duran noventa minutos.
Lo que más le puede frustrar al madridista viniendo de dónde venía —y no me estoy yendo al último año de Ancelotti, me refiero a este mismo Real Madrid de Xabi Alonso desde el Mundial de Clubes hasta el día del Valencia, más o menos— es que el equipo haya pasado de tener esa luz muy cerquita, tocándola con los dedos, a que tras cada partido esté dando pasos para alejarse de ella. Es imposible dar una razón lógica a todo esto si has visto desde el primer partido hasta el último que ha dado lugar en Mendizorroza del proyecto post-Ancelotti, imposible. Podremos añadir al debate el asunto de las bajas por lesión y el de los arbitrajes, pero, seamos serios, no justifica este cambio.
En el fútbol hay que chocar con el rival, ganar en los duelos, ir al suelo, repetir esfuerzos, jugar a primeros toques, tener la intención de robar en campo contrario, ocupar espacios y desmarcarse para que no todo sea al pie, es decir, no estar quietos. Sin movilidad es muy difícil hacer daño a nadie, al menos en la élite, supongo que para jugar frente al Talavera el miércoles hasta te da para conseguir una goleada. Que falta fútbol es un hecho, hasta aquí puedes asumir que es una cuestión de tiempo que los mecanismos rotos puedan volver a enlazarse, pero al menos de momento, pon todo lo demás para que la espera se nos haga un poco más corta. Quiero decir, que vale, el chef se ha quedado sin sal, en estos instantes todo lo que se cocine hasta volver a tenerla no va a conseguir estar en su plenitud de sabor, ahora, usemos todos los ingredientes que sí tenemos, no le quites también otros tres o cuatro, porque el plato va a estar infumable.
Lo que más le puede frustrar al madridista viniendo de dónde venía, es que el equipo haya pasado de tener esa luz muy cerquita, tocándola con los dedos, a que tras cada partido esté dando pasos para alejarse de ella
Lo que necesita cuanto antes Xabi Alonso es que sus jugadores no parezca que elijan los partidos, que yo no sé si lo parece o es que directamente lo hacen, algo que en cualquier caso no estaría consensuado con él, evidentemente. Si te pones a ver el comienzo de los duelos frente al Alavés y al Manchester City hasta el gol, te vuelves loco recordando el encuentro contra al Celta, o un tramo considerable del partido en Vitoria, porque las cosas que dependen única y exclusivamente de los jugadores no hay bajas ni arbitrajes que te lo impidan hacer.
Contaba Siro López durante su etapa como jefe de prensa del Deportivo de la Coruña una anécdota que creo que es muy adecuada en relación a la situación actual que está viviendo el Real Madrid. Un día, en un partido en Oviedo, Javier Irureta se tiró desde el minuto uno al noventa gritando desde el banquillo a su equipo que por favor presionasen alto, dando mucha importancia a mantener la línea. En resumidas cuentas, que no se hundieran bajo ningún concepto. El equipo, sin embargo, fue poco a poco cayendo, lo que como consecuencia llevó a ver en la prensa a la mañana siguiente definir a Javier Irureta como un entrenador “defensivo”, cuando él desde la banda se dejó la voz en querer hacer un plan de partido completamente distinto. ¿De quién es la culpa? Pues un poco de todos, como en todo.
La idea de partido con la que sale ayer el Real Madrid es la correcta, quizás se le pueda achacar algo más de profundidad en algunos momentos, pero el equipo gobernaba en todos los factores del juego. De hecho, se pone por delante en el marcador de forma completamente merecida, gracias a un buen pase de Jude Bellingham, jugador del que necesita su mejor versión el Real Madrid como el comer, y a una definición excelsa de Kylian Mbappé, que por cierto ya está a tres goles del récord de Cristiano Ronaldo en un año natural. Pues bien, tras el gol, el Real Madrid pierde gran parte de lo mostrado hasta entonces, sin un motivo aparente ni bajo la justificación de “nos falta tal pieza”, porque estaban los mismos que habían hecho una actuación más que correcta en los primeros treinta minutos.
Me cansa muchísimo leer constantemente que el Real Madrid no ha sabido (o no ha querido) fichar un reemplazo natural de Toni Kroos, es decir, situarlo como el motivo principal que le lleva a vivir el camino de amargura en el que se encuentra durante el último año y medio el equipo. Siendo verdad que será una baja importante toda la vida, que no nos cuenten más historias respecto a este tema. Todos hemos visto al Real Madrid dominar y jugar muy bien sin el alemán, vamos a superar de una vez esa crisis, e ir más allá. Que sí, que le haría muy bien este perfil en el medio, si de esto se está dando cuenta hasta el chaval de siete años que está ahora empezando a entender sobre fútbol, pero no lo puede justificar todo. Como tampoco lo deben hacer los arbitrajes, teniendo claro y meridiano que el estamento arbitral español es el que tiene el nivel más bajo de las cinco grandes ligas europeas. Por desgracia.
En lo que estamos todos de acuerdo es que la única forma de calmar las aguas es hacerlo con victorias, y al menos esto sí lo consiguió alcanzar el equipo de Xabi Alonso en Álava, algo que ayudará bastante a entrenar con más tranquilidad de cara a los dos partidos que le quedan por jugar al Real Madrid antes de finalizar el 2025. Primero, el duelo de Copa, frente al CF Talavera el miércoles a las 21:00h. Segundo, el sábado, delante de su afición, en el Bernabéu, esta vez contra el Sevilla de Matías Almeyda, a la misma hora. Bien sabe Xabi Alonso, conocedor de la casa en momentos buenos y no tan buenos como jugador, que sólo ganando ambos encuentros podrá disfrutar de las campanadas siendo el entrenador del Real Madrid, y de pelear así por los títulos en el año 2026, empezando por la Supercopa de España, trofeo que se disputará en Arabia Saudí (del 7 al 11 de enero) frente al Atlético de Madrid en semifinales. Luego, de ganar, el rival de la final saldrá del equipo vencedor del duelo entre el Fútbol Club Barcelona y el Athletic Club de Bilbao. Hay que ir acercándose a la luz para no verlo todo tan oscuro.
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