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No me gusta un pelo. Ni medio. Pero no puedo ir contra el ruido en el fútbol. Contra el ruido y la realidad, lo que vemos. El partido con el City se ha convertido en algo tremendo entrando diciembre. Nada que ver con uno de la fase de grupos de la Champions, competición diabólica en la que se clasifican 24.
Huele a noventa minutos contra un proyecto del Madrid. Puede que Xabi Alonso no llegue a Navidad. El entrenador. El más prometedor de Europa y, si no, el segundo. Navidad. Como si el Madrid fuera el Dinamo de la Poronga FC.
Sí seguirán los jugadores, pase lo que pase. No, miren. En la historia del Madrid ha habido entrenadores geniales, normales, normalitos, alguna chufla. Mejores y peores, vamos. Y quizá a Xabi le esté atropellando el Madrid. Pero sección jugadores como esta no la recuerdo. Puede que nos hayamos confundido, que los hay que no son futbolistas para este equipo, este club. Lo brutal es que ni lo intentan. Salgan, aplíquense siempre ¿No les da para más? Pues habrá que rendirse. Pero la cabeza bien alta. Ahora muchos no la tienen.
¿Hay vuelta de hoja? Ya lo dudo. ¿Defiendo a Xabi? ¿No? Una cosa no se discute: esto es inexplicable. Luego afecta a todo el vestuario. Todo. No, no se entiende que tras el partido en Bilbao, aquella noche que entraron a jugar desde el sorteo de campo, vivamos lo de anoche. La desidia químicamente pura. Por la tele se palpó al instante: cada minuto que pasaba el Bernabéu iba enmudeciendo, atónito por lo que veía.
El Celta puede ganar en el Bernabéu, claro. Y yo el Gordo de Navidad. Pero no será lo normal. He comprado décimos y los gallegos pusieron once tíos, OK. Pueden ganar después de que el Madrid les remate treinta veces y su portero se convierta en Courtois, Zamora y Yashin, aquella Araña Negra en una pieza. Y que fueran cambiando postes reventados a zapatazos, dos cada diez minutos.
Nada de eso pasó. Fue el odioso Madrid de costumbre, tan lejos del Madrid en todo. Cero juego y cero todo lo demás. Lo de Fran García, dos amarillas en un minuto, la verdad... Un esperpento total, y durante casi 100 minutos, que pone al entrenador contra las cuerdas. O sea, al proyecto de tres años con que el club decidió abrir una nueva etapa. Tela.
Con una plantilla que no tiene nada que ver con la última gloriosa y con evidentes agujeros, vale. Y las terribles lesiones: seis defensas averiados y dos expulsados para la Liga. Difícil manejarse así. Pero con veintipico tíos que si salen dispuestos a jugar en serio deben ganar sin grandes problemas a la mayoría de equipos de nuestra Liga. Esta Liga, esa cosa. Lo del Villarreal, que tiene un punto y un partido menos que el Madrid. La diferencia es tan enorme...
No es casualidad que haya sumado tres puntos ante Rayo, Elche, Girona y Celta con esa actitud, esas maneras. Tres de doce. Números de colista. Es un horror y una broma que pone a equipo y club en una tesitura inesperada. No hay tránsito cómodo, alguno exige incluso sangre. Pero esto es tan tremendo como lo que les digo: el entrenador del Madrid puede que no llegue a Navidad.
Es todo muy lamentable.
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Totalmente de acuerdo. Muy lamentable, pero ni siquiera vislumbramos un atisbo de solución. Si no se gana el miércoles puede ser un drama. Y jugar con semejante presión una pesadilla circular: nervios sobre nervios sobre nervios.
Lo peor, con todo, es una apatía y una falta de dignidad y vergüenza de los jugadores, como no se ha visto nunca. Y ante eso es muy difícil reaccionar. Jamás se ha visto esa actitud en el club. Al menos no la hemos visto los aficionados de cierta edad.