A finales del siglo pasado, en 1997, una figura inesperada apareció para quedarse en el panorama cinematográfico. El indomable Will Hunting fue la película que catapultó a la fama a Ben Affleck. Junto a Matt Damon, su amigo de toda la vida y protagonista del film, había escrito la historia que les supuso ganar el Oscar al mejor guión original. A su vez, Robin Williams ganaría el Oscar al mejor actor de reparto también. Si bien es cierto que Affleck venía apareciendo periódicamente en algunas producciones independientes, fue El indomable Will Hunting la película que le hizo conocido. Y la autoría del guión, con Matt Damon, lo coronó. Definitivamente, sus figuras emergieron y sus nombres se establecieron en la órbita de la industria del entretenimiento.
Hasta ese momento, ambos eran unos desconocidos para Hollywood. El director Kevin Smith tenía en Affleck y Damon dos de sus colaboradores estrellas. De hecho, por aquel entonces rodaba con Affleck Mallrats y con Affleck y Damon la deliciosa comedia de culto Persiguiendo a Amy. Sin embargo, todo cambió con el éxito de El indomable Will Hunting. Con un presupuesto de apenas 10 millones, la película producida por Miramax acabó recaudando 225 millones de dólares en taquilla. Tras el éxito de la misma, la vida de Ben Affleck daría un vuelco.
Fue una estrella rutilante en su juventud, pero también sufrió importantes reveses. Se rearmó varias veces para volver del infierno. Puro madridismo
Ben Affleck encaró el arranque del siglo XXI como una de las grandes estrellas emergentes. Con aciertos y desaciertos, se fraguó una reputación actoral de absoluta estrella mediática, pero sin regatear el sambenito de ser un intérprete limitado para la crítica especializada. En 1998, Michael Bay cuenta con él para la épica Armageddon. En 2009, protagoniza La sombra del poder junto Russell Crowe, una historia acerca de las podredumbres del poder y la obligación de desenmascarar sus aspectos más sórdidos por parte de la prensa libre. En 2014, protagoniza junto a Rosamund Pike la cinta Perdida del director David Fincher, todo un éxito de 369 millones de dólares. Éstos son algunos de sus trabajos más celebrados, más allá de algunos traspiés como Daredevil, Pearl Harbor o Gigli.
En 2007, sorprendió a propios y a extraños con el suspense Adiós pequeña, adiós. El actor decidió escribir, producir y dirigir su primera película como realizador. Fue todo un éxito de crítica y público. En 2010, siguió la senda y protagonizó, dirigió y escribió The Town (2010), una historia sobre ladrones que recibió numerosos elogios.
En 2012, repitió la experiencia con Argo. La película ganaría tres premios Oscar, entre ellos a la mejor película. La película adapta los hechos de la operación Subterfugio canadiense, en la que el experto en rescates Tony Méndez lideró el rescate de seis diplomáticos estadounidenses de Teherán bajo el pretexto de filmar una película de ciencia ficción durante la crisis de rehenes de Irán entre 1979 y 1981. En 2016, dirigiría Vivir de noche, retrato de la incursión de un hombre en el mundo del crimen organizado en la época de la ley seca durante los años 20.
Alrededor de 2015, el actor entró en el periodo más oscuro de su vida. Tras el divorcio con la también actriz Jennifer Garner, atravesó una etapa complicada en el plano profesional y personal. Con un historial de alcoholismo y rehabilitación ya dilatada, el actor se enfrentó a una importante recaída en 2018. Por fortuna, la estrella californiana supo reponerse y salir reforzado de la experiencia. En 2016, formó parte del universo cinematográfico de DC que levantó el director Zack Snyder. En él dio vida al icónico Batman, personaje que interpretaría en varias películas más.
A principios de 2020, mientras rodaba Deep Water, comenzó una relación afectiva con la bellísima Ana de Armas. Felizmente el actor estaba de nuevo en lo más alto tras una etapa dolorosa y oscura. Ya quisiéramos todos atravesar nuestro peor momento y sobrevivir al mismo de una forma tan genial.
El jugador que más se le asemeja puede ser Gareth Bale, por su mala prensa o por sus varios hiatos, de los que volvió para reafirmarse
Podemos concluir que la carrera de Ben Affleck ha sido una noria total, con sus vaivenes pero también con sus luces de colores. Fue una estrella rutilante en su juventud pero también sufrió importantes reveses. Se rearmó varias veces para volver del infierno y poder contárnoslo. Su historia es una historia de superación, alguien que fue varias veces dado por acabado y en un pestañeo volvió a representar la imagen del éxito. Puro madridismo.
El jugador que más se le asemeja puede ser Gareth Bale por su mala prensa, o por sus varios hiatos, de los que volvió para reafirmarse. Sin ir más lejos, el 3 de junio de 2017, se proclamó campeón de la Copa de Europa en el Millenium Stadium de Cardiff, su localidad natal. Tras una etapa complicada, emergió como un dios del Olimpo con esa chilena imposible para encarrilar la victoria del Real Madrid en Kiev frente al Liverpool. Fue el absoluto héroe de la decimotercera con sus dos goles y partiendo desde el banquillo. Bale fue un jugador de destellos y sombras. Un jugador de culto que no fue entendido por una parte de la afición, pero que finalizada su carrera posee un palmarés difícilmente igualable.
En esta diatriba se ha movido siempre Ben Affleck, entre la excelencia y la incomprensión. Capaz de alzarse con una estatuilla de la Academia de Hollywood por una historia original y, al mismo tiempo, regatear entre malas decisiones como intérprete o proyectos sobresalientes como realizador. Su última experiencia como director es Air, una película sobre cómo Nike fue capaz de crear en torno a Michael Jordan una marca de zapatillas de deportes que cambiarían el negocio del calzado deportivo, la marca Air Jordan. Una historia fundamental para los más curiosos. Muy recomendable en los interesados en el mundo del márketing y en cómo éste afecta al deporte y la cultura contemporánea.
Vemos pues cómo la carrera de Ben Affleck ha estado plagada de éxitos, pero también ha sufrido algunos contratiempos. Con sus luces y sus sombras, la carrera del californiano ha sido sobresaliente. Y aún queda lo mejor. Estoy convencido que, en su madurez, nos ofrecerá aún más joyas como director, y desplegará alguna que otra interpretación convincente en una gran producción como intérprete. Aun así, y también como el Madrid, siempre tendrá a la crítica en contra.
Getty Images
El Real Madrid femenino rescató un punto en la tercera jornada de la Champions League al empatar in extremis (1-1) ante el Paris FC. Las visitantes se pusieron por delante gracias a un gol de penalti de Lorena Azzaro y, a pesar del dominio e insistencia madridista, sólo un disparo de Caroline Weir en el último suspiro restituyó un mínimo de lógica al resultado final.
Sangre, sudor, lágrimas y mucha, mucha frustración acumulada fue el menú nocturno del Real Madrid femenino en el tercer partido europeo de la temporada ante un rival que comienza a posicionarse como una de las pesadillas de las blancas. Si hace dos años los duelos ante el Paris FC terminaron en descalabro merecido, en esta ocasión fue el Madrid el equipo llamado a hacerse con la victoria por insistencia, dominio del juego y ocasiones de gol. Sin embargo, y aunque el equipo salió envalentonado y confiado tras la buena racha que viene arrastrando, todo acabó enredándose en el momento menos indicado.
Con el Barcelona y el Arsenal aguardando a la vuelta de la esquina para hacer sufrir al equipo de Pau Quesada, los tres puntos debían quedarse en el Alfredo di Stéfano. El XI dispuesto, perfectamente titular, permitió al Madrid hacerse con la batuta sin dificultad, superando la muy valiente presión alta del Paris con buenas asociaciones desde la defensa. Los acercamientos al área de la exmadridista Mylène Chavas no tardaron en llegar y, a partir del minuto 10, el rodillo blanco debía conducir a la goleada como único desenlace lógico. Linda Caicedo, Alba Redondo y Naomie Feller rondaron el gol una y otra vez, a lo largo de media hora, pero en la grada no se pasó de cantar ‘uys’.
Las visitantes se pusieron por delante gracias a un gol de penalti de Lorena Azzaro y, a pesar del dominio e insistencia madridista, sólo un disparo de Caroline Weir en el último suspiro restituyó un mínimo de lógica al resultado final
Si al disparo de la colombiana en el 21 tras otra jugada de funambulista en la frontal le hubiesen sobrado cinco centímetros de altura, para acabar en la red y no en el larguero, nada de lo que sucedió después habría seguido el guion definitivo. Pero esta vez el Real Madrid no tuvo fortuna en el cruce de caminos y, desaprovechado su momento de superioridad, la ruta fue un transitar por la calle de la Amargura. No bastó con la falta de gol sin más, sino que en un ataque aislado del Paris Filippa Angeldahl metió con torpeza el pie a destiempo cuando la atacante Sheika Scott se revolvía, sirviendo en bandeja la infracción dentro del área. La jugada, que había nacido con una muy discutida falta sobre Sara Däbritz no señalada, hizo añicos la estabilidad mental de las blancas.
Conocedores de haber perdido la oportunidad de irse al descanso con dos o tres goles en la mochila, el 0-1 convertido por Lorena Azzaro hizo que en la segunda parte se esfumara la clarividencia con balón. Los ataques dejaron de ser fluidos, se sucedieron los centros acelerados a ninguna parte –o como mucho a los guantes de Chavas– y las visitantes rompieron el ritmo aprovechando cada golpe para requerir la asistencia médica. La ubicación de las piezas sobre el tablero conducía al petardazo. Tampoco contribuyó a los intereses blancos la actitud incendiaria de la árbitra sacando amarillas a las futbolistas madridistas por requerirle justicia y mejor criterio, pero el nivel de las profesionales del silbato es el que es: de juzgado de guardia.
Ya en los últimos minutos, Pau Quesada se lo jugó todo al gol del empate acumulando en el frente ofensivo a Athenea del Castillo, Lotte Keukelaar e Iris Ashley junto a Linda Caicedo y Caroline Weir. Si bien la frescura encaradora de las dos primeras y el trabajo de ‘9’ de la canterana permitió renovar el optimismo, el escenario por entonces era agónico. El Paris achicaba agua dentro de su área, el Madrid chocaba contra una pared invisible y el descuento kilométrico tras las pérdidas de tiempo completaba el drama.
Todo estaba perdido superado el minuto 96, con Misa Rodríguez volviendo a campo propio tras intentar acudir a rematar un balón en la que era la vigesimotercera ocasión de la noche. Estaba perdido, sin vuelta atrás, y aún así bastó un balón llovido del cielo que María Méndez peleó por alto para conseguir lo imposible. El cuero quedó muerto dentro del área, Caroline Weir llegó antes que cualquier pie rival… y Mylène Chavas tardó en estirarse lo suficiente para que se cantase el gol del empate como se canta el de una victoria. A falta de tres puntos, no hay mejor forma para rescatar un empate.
Getty Images
Buenos días, amigos. Estamos ya inmersos en el parón de selecciones que tanto temíamos y, la verdad, bien mirado, no está tan mal. Lo que uno suele temer de estos periodos anticlimáticos en medio del calendario futbolístico es el tedio que aparejan. Sin embargo, en esta ocasión no se puede decir que no tengamos cosas con las que entretenernos.
Para empezar, parece que los madridistas de las redes sociales, espoleados por exitosos youtubers, estamos inmersos en la tarea de quemar el Real Madrid. No se podrá decir que andamos ociosos, porque reducir a chamusquina 123 años de historia del club de fútbol más prestigioso de la historia da para mucho. Estamos inmersos en una tarea hercúlea, amigos, pero no por ello menos acuciante y necesaria. El equipo anda primero en liga, con tres puntos de ventaja sobre el segundo, y se encuentra clasificado en el anhelado Top8 de la Champions. La afición no tiene por qué pasar por una humillación semejante.
Hay que derrumbar el club, y tenemos el tiempo del parón para hacerlo. Es un tiempo que a priori parece eterno, pero atención, no nos confiemos, porque luego los días vuelan. La tarea de demolición de la entidad será onerosa. Las habilidades que comportará el trabajo no están exentas de fineza, porque debe derrumbarse la institución mientras el estadio permanece en pie todavía unos días, ya que en su interior se celebrará el partido de la NFL entre los Miami Dolphins y los Washington Commanders. No es fácil cargarse una institución mientras en sus infraestructuras tienen lugar eventos de alto perfil mundial, pero habrá que ponerse a ello echando mano de la máxima sutileza.
Apliquémonos a la tarea con constancia y determinación. Echemos mano de cuantos rumores lleguen a nuestros oídos, y procedamos a darles verosimilitud factual y caracteres de tragedia griega. Convirtamos presuntas desavenencias internas en comprobados cismas irresolubles, e inflemos el globo hasta que la institución estalle, porque si no decidnos: ¿de qué vamos a hablar durante el parón? Cualquier cosa menos el aburrimiento y la falta de pinchazos.
En esta mañana el planeta fútbol entero, como no tiene dónde rascar, se hace eco de los rumores propagados por madridistas 3.0, y tenemos fundadas esperanzas de que al término del parón no quedará ni un rescoldo del Real Madrid C. de F. Pero tal cosa solo sucederá si no nos relajamos. Hay que darse prisa para aniquilar el club entero durante estos días sin competición de clubes. Como decíamos antes, estos paréntesis parece que son eternos pero cuidado, porque luego los días pasan en un suspiro y se acaba el parón y lo mismo hasta el club sigue en pie. No dejemos resquicio alguno a la posibilidad de que esto suceda.
Nosotros no vamos ni a hacernos eco de rumores, ni a convertir los rumores en noticias ni a inflar la importancia de las presuntas noticias. Es más, vamos a decir algo tremendamente arriesgado que seguramente nos granjeará todavía más enemigos entre los correligionarios madridistas: si al término del parón el Real Madrid sigue en pie, no pensamos protestar por ello.
La prensa, curiosísimamente, tampoco refleja en portada la agonía del madridismo de las redes. Es extraño, por cuanto son tradicionalmente los primeros interesados en las labores de demolición. Pensamos que no se hacen eco porque ello implicaría otorgar crédito a youtubers que consideran sus adversarios en la captación del interés de los aficionados. De lo contrario, de buen grado se subirían al carro con banda sonora de Bernard Herrmann.
Marca habla de “tormenta en la selección” mientras Lamine parece asistir muy atento a las explicaciones del rotativo de Gallardo. Parece ser que hay guerra entre la Federación cuya estructura arbitral acogió a Negreira durante décadas y el club que lo tuvo en nómina durante al menos 17 años. Las trifulcas entre Jesse James y Billy el Niño, a fuer de ser sinceros, nos resbalan bastante. No nos motivan las batallas entre forajidos.
Por cierto, hablando de forajidos, una “mosca” en la portada de Marca nos alerta de que en el interior nos esperan 10 preguntas y diez respuestas sobre la entrada de Apollo en el capital del Atlético de Madrid. A nosotros nos bastaría con una sola respuesta a una sola pregunta: ¿Por qué ustedes, señores de Marca, han tratado con total normalidad ¡desde 1992! que los propietarios de dicho club se lo hubieran apropiado de manera indebida, según sentencia judicial cuyos efectos por desgracia prescribieron, y han blanqueado (con perdón) hasta la untuosidad a personajes de la catadura moral de los hoy vendedores?
As y Mundo Deportivo coinciden en su foto de portada. Dado que ambos titulan algo relativo a Lamine Yamal, deducimos que la cabecita que se intuye bajo una gorra coronando ese inmenso outfit es la del extremo culé. Parece ser que en Can Barça es Lamine quien se pone la ropa que compran para Laporta. No entendemos muy bien.
El protagonista de Sport, en cambio, es Messi. Eso nos recuerda que este portanalista ha soñado esta noche que coincidía con el rosarino en un baño turco.
—Vienen ahora los dos joanes—, nos decía la Pulga.
En ese momento, nos despertamos entre sudores. Por el baño turco, suponemos.
Pasad un buen día.
Es algo habitual, con todos los entrenadores sucede, pero encuentro mucho alboroto en torno al Real Madrid desde que Xabi Alonso aterrizó en el banquillo. Unas veces para bien y otras para mal. Estamos los que puedo considerar madridistas y los que quiero considerar “jugadoristas”. No me entra en la cabeza que haya gente que trate de justificarlo todo por salvar a su futbolista favorito.
Los resultados están acompañando a Xabi en estos primeros meses como entrenador del equipo con la máxima exigencia del mundo. Cierto es que nos quedamos a las puertas de la final del Mundial de Clubes y en los partidos importantes (Atlético y Liverpool) no hemos dado el callo. Del Metropolitano salimos escaldados y de Anfield simplemente superados. La victoria en el Clásico frente al Barça digamos que fue un partido de luces y sombras.
El empate en Vallecas ha sido la gota que ha colmado el vaso para muchos de nosotros, porque vemos que este Real Madrid está apagándose. El lío de Vinícius y su famoso cambio desencadenaron una situación insostenible entre los defensores de Alonso y los del brasileño, pasando por un Mbappé, inconmensurable, al que le han caído palos por todos los lados siendo Bota de Oro la temporada pasada y acumulando una media de un gol por partido en esta.
Dejemos a un lado los egos y las decisiones técnicas. El Real Madrid es el que permanece, los jugadores y los entrenadores van pasando
Llevo pensándolo y diciéndolo desde que empezó la temporada, pero cada vez es el sentir de más gente que busca soluciones a la situación actual del Real Madrid: en este equipo faltan centrocampistas con mejor tacto de balón. Kroos y Modric, respaldados por Casemiro, dejaron el listón demasiado alto porque además de deleitarnos en cada partido fueron capaces de liderar desde el juego a un grupo de futbolistas que ganaron todos los títulos posibles y nos hicieron muy felices.
Pienso en si podemos estar viviendo una etapa de transición, pero también se hablaba sobre ello cuando la mayor leyenda del Club salió del Real Madrid y yo he visto a Marcelo y Nacho levantar dos Copas de Europa pocos años después de la partida de Cristiano Ronaldo.
Dejemos a un lado los egos y las decisiones técnicas. El Real Madrid es el que permanece, los jugadores y los entrenadores van pasando. Que nunca se nos olvide que lo que nos hace grandes es la unión y, tal y como estamos ahora, no vamos a ninguna parte.
Getty Images
Querido Xabi, el responsable eres tú. Cuando llegaste al Madrid, vendiste que tu equipo se iba a caracterizar por ser vertical, presionando arriba. Dijiste que en el Bernabéu íbamos a ver rock and roll.
Personalmente, quedé muy satisfecho con lo que mostró el equipo durante el Mundial de Clubes. Me gustó la salida de balón con los tres centrales, los dos carrileros bien abiertos, un centro del campo jugón con Güler como protagonista, y la oportunidad para un canterano como Gonzalo, que rindió a la perfección. Pero ninguno de los recursos tácticos que vimos en el Mundial se ha repetido. El Madrid está siendo una continuidad de lo que se vio el año pasado con Ancelotti. Un equipo plano, sin fútbol, sin ideas, y a la espera de que Mbappé resuelva los partidos.
Lo bueno es que hay solución.
Para mí es clara, Xabi. Si vas a perder, pierde con tus ideas. Mantén el 3-5-2, dale confianza a Trent de carrilero, y vuelve a poner a Valverde de centrocampista, que es el mejor que tienes en plantilla. Si bien los delanteros seguirían siendo Mbappé y Vini, tienes que volver a contar con Gonzalo, tu único rematador nato, o con Endrick, que seguro que aporta algo distinto.
Brillaste en el Leverkusen por tener personalidad, ideas claras, y ganas de ver un equipo crecer. Si bien esto es el Real Madrid y los experimentos no siempre funcionan, no puedes esconderte detrás de un modelo de juego clásico que además no funcionó con estos futbolistas la temporada pasada.
Xabi, si vas a perder, que sea con el rock and roll. Confío en que vuelvas a ser tú
Tampoco puedes seguir vendiendo que estamos en fase de construcción, cuando en poco más de un mes nos estaremos comiendo las uvas, y tú más que nadie sabes que el Madrid no perdona, ni a futbolistas ni a entrenadores. Hoy el equipo remata menos y pisa menos área que el año pasado. El Real Madrid promedia 9,7 tiros por partido en Liga, cuando la temporada pasada cerró en 14,3. Y lo más preocupante: apenas 2,4 remates al área chica por cada 90 minutos, el número más bajo del Madrid en la última década. Además, Mbappé marcó el 40% de los goles del equipo en Liga la temporada pasada y esta ya lleva el 50%. Números que indican que no se ha mejorado en ataque.
Xabi, si vas a perder, que sea con el rock and roll. Confío en que vuelvas a ser tú. En que transmitas tu mensaje, tus ideas y tus tácticas, y en que apartes a aquellos que no acompañen tu fútbol.
Getty Images
El año pasado tocamos fondo. O eso creímos. La indolencia, la apatía del equipo se llevó por delante a Ancelotti. Las viejas matemáticas del fútbol dicen que es más fácil echar a uno que a veinticinco. A veces funciona. Otras no.
Achacamos una temporada casi en blanco a la falta de recambios para los lesionados. El club no quiso o no pudo fichar. Tampoco sobraban opciones, los jugadores de nivel estaban ya en equipos ganadores, gozando de minutos o blindados en clubes donde el dinero no es un problema. Las diferencias son enormes con la quebrada liga española, en la que nuestro presidente no va a tener más remedio que convertir el club en una multinacional del entretenimiento para generar ingresos propios y aislarse de un campeonato nacional condenado por la corrupción y por una gestión nefasta que amenaza ruina.
Pero no fue lo único. Recibimos muchos goles, sí, pero además nos desplomamos con estrépito en momentos clave y contra rivales de nivel, mientras veíamos al bueno de Carlo consumir sus chicles con desesperación. Apareció la apatía, la desgana que conocemos bien y que históricamente nos ha conducido a la necesidad de esas remontadas heroicas que también forman parte de nuestro ADN.
Hablar del Real Madrid genera miles de horas de video en YouTube, cientos de miles de posts en X y deriva en sesudas reflexiones de la prensa del régimen bolivariano de Tebas. El Madrid genera tráfico, interacciones y despierta filias y fobias. Sobre todo fobias. Las exógenas serían lo más normal, pero le estamos cogiendo el gusto a las endógenas. Contamos por legiones los madridistas cuya médula ósea genera anticuerpos que actúan violentamente contra la propia inmunidad al menor síntoma de flaqueza.
Contamos por legiones los madridistas cuya médula ósea genera anticuerpos que actúan violentamente contra la propia inmunidad al menor síntoma de flaqueza
El clima se vuelve irrespirable ante un resultado negativo. Dos seguidos ya son demasiado. Además, si se producen como frente al Liverpool la semana pasada, seguidas del tropiezo del domingo en Vallecas... Cierto es que volvimos a ver falta de filo en los futbolistas. Flojera. No es normal que sistemáticamente corramos varios kilómetros menos que el rival. Entiendo la crítica. No entiendo el brote psicótico de piromanía: hay que incendiar el Bernabéu, hay que vender a Mbappé, hay que echar al entrenador antes de los turrones.
Huijsen está flojeando, ahora nos parece peor futbolista que hace un mes. Carreras ya es irregular incluso durante el mismo partido. Camavinga sigue sin ser fiable con la pelota. Güler no es Modric todavía. Kylian nunca será un nueve y tiende a la desconexión. Jude sigue abarcando mucho y apretando poco. Vini se va demasiado solo a la guerra. Valverde no acaba de estar bien. Todo cierto. Cómo negarlo.
Se mantiene a flote Courtois, demasiado hace. Hasta le perdonamos que rife la pelota, a veces sin necesidad, a cambio de evitarnos bochornosas goleadas. Asencio se perfila como titular con Militao, cuya recuperación médica y deportiva sigue sorprendiendo. Brahim nos da 60 minutos de calidad y brega por partido, muy por delante de lo que nos queda de Rodrygo, jugador decisivo en momentos históricos pero, para tristeza de todos, en caída libre desde el mes de marzo.
Entiendo la crítica. No entiendo el brote psicótico de piromanía: hay que incendiar el Bernabéu, hay que vender a Mbappé, hay que echar al entrenador antes de los turrones
Hoy no me apetece hablar del arbitraje. Sólo diré que hacerle penaltis al Real Madrid tiene premio. Los rivales lo saben y ya forma parte de la estrategia defensiva de los balones parados y de los centros al área. Lo entrenan los defensas y lo entrenan los árbitros. Hasta inventan reglas para explicar de mil creativas formas que evitar un remate dentro del área haciendo falta no es penalti ni cuando se lo hacen a Vini ni cuando lo comete Araujo.
Aún no hemos visto a Gonzalo ni a Endrick siquiera como revulsivos para 20 minutos (¿a quién se supone que le va a poner balones Trent…?) y muy poquito a Ceballos, el único centrocampista organizador y maduro que tenemos. El equipo es muy joven en puestos clave. Casi todos eran niños hace dos Champions. Anteayer. Xabi tiene una reflexión peliaguda en el horizonte. Ahora dispone de dos semanas para pensar, porque al equipo le pasa algo y es el momento de corregir o de alimentar la zozobra y la lluvia de fuego del vinagrismo madridista.
Madridismo mesurado es una suerte de oxímoron extremo. En el Madrid nos van las emociones fuertes, lidiamos cada día con la amargura de nuestro querido coro griego, que nos va anticipando las catástrofes entre título y título
Seguramente hay mucha tela que cortar en el club y en Valdebebas, porque a Florentino la imagen del equipo en Liverpool o en Vallecas no le debe hacer más gracia que a nosotros. La cara de Xabi en la última rueda de prensa decía bastante, pero sus palabras también: autocrítica positiva y mesura. Justo lo contrario que nos llega en oleadas flamígeras desde los medios y las redes. Madridismo mesurado es una suerte de oxímoron extremo. En el Madrid nos van las emociones fuertes, lidiamos cada día con la amargura de nuestro querido coro griego, que nos va anticipando las catástrofes entre título y título.
Entretanto, les pido un poco de paciencia y que feliciten por su cumpleaños (ayer) a Camavinga y a un servidor, nacidos en décadas tan diferentes (ay…) para poder ser padre e hijo. Qué buenos consejos le daría si me dejara… Sin embargo, coincidimos en que ambos estamos donde queremos y en que ambos tenemos margen de mejora, cada uno en lo suyo.
Getty Images y Gemini
Buenos días. Imaginad que un buen día llegáis a una sucursal bancaria. Sin violencia, os hacéis con el control de la misma y con todo el dinero. Años después, alguien os denuncia y el juez sentencia que os habéis apropiado del banco, pero el delito ha prescrito, por tanto, todo sigue igual. Décadas más tarde, contactáis con un gran fondo de inversión y le vendéis, a precio de mercado, parte del banco que previamente habíais robado. Os embolsáis un suculento beneficio económico y además os mantienen en el puesto de director de la sucursal. El atraco perfecto, ¿verdad?
Lo sucedido con el Atlético de Madrid, salvando las distancias, guarda similitudes. En 1992, todos los clubes que presentaran pérdidas tuvieron que convertirse en SAD. Con el conjunto colchonero, el proceso exigía una ampliación de capital de 2.000 millones de pesetas. Jesús Gil, su hijo parrillero y Cerezo consiguieron que el CSD les adjudicara las acciones sin haber puesto, de facto, ni un duro, simplemente presentando como aval supuestas aportaciones anteriores al club, infladas y sin justificación documental válida. De ese modo se quedaron con el 95% de una entidad que apenas llevaban cinco años presidiendo. Algo así como si el administrador de una finca se apropia de ella alegando que ha cambiado una bajante y un par de bombillas del portal, y los propietarios se quedan con un palmo de narices y sus escrituras como posavasos.
La prensa hizo mutis por el foro. Y la mejor afición del mundo se conformaba con ganar al Madrid de higos a brevas o simplemente con que el equipo blanco perdiera algún partido que a ellos no les afectaba. Solo la asociación Señales de Humo denunció.
Compraron por cero, venden por miles de millones y siguen al mando. El atraco perfecto
En 2003 la Audiencia Nacional declaró nula la adjudicación de acciones, la conversión en SAD fue fraudulenta porque ni Gil ni Gil Marín ni Cerezo aportaron dinero, como exigía la ley. En 2004 el Supremo ratificó la nulidad y ordenó que las acciones fueran devueltas a los socios para repetir el proceso de conversión conforme a ley. El CSD no ejecutó la sentencia, argumentó «dificultades técnicas».
En 2010 La Audiencia dictó un auto ordenando cumplir el fallo del Supremo. El CSD siguió silbando. En 2013 el Supremo reiteró que debía ejecutarse la nulidad, pero no estableció mecanismos para ello.
En 2017 se archivó por prescripción.
En 2025, Gil Marín y Cerezo venden aproximadamente el 55% del club apropiado indebidamente por unos 2.500 millones de euros. El atraco perfecto.
Todo lo anterior son datos. En una sociedad no enferma, la portada del diario más leído denunciaría la estafa. Pero hay cosas que no cambian: el agua moja, todos los cominos llevan aroma y Marca ensalza a quienes se posicionan al margen de la ley y castiga a quienes denuncian los delitos. Normalmente porque quienes tienen querencia a la corrupción suelen manejar más dinero.
Los de Gallardo no solo no ponen pega alguna, sino que su frontispicio parece perpetrado por el propio Gil Marín —disculpadnos, pero a Cerezo no lo imaginamos haciendo otra cosa que no sea admirar pitones—. «El Atlético da el gran salto. Apollo Sports Capital, nuevo socio mayoritario del club. Gil Marín y Cerezo seguirán al frente de la gestión como accionistas minoritarios».
Compran por cero, venden algo más de la mitad por miles de millones de euros, se aseguran seguir mandando y aún se reservan acciones para seguir enriqueciéndose en el futuro.
Al igual que nuestro editor Jesús Bengoechea, nos preguntamos qué siente la afición del Atlético de Madrid.
Yo sé que los atléticos no me van a responder porque van a pensar que mi pregunta no es constructiva, pero ¿qué se siente cuando unos tipos se quedan con tu club sin pagar y, años después, lo re(¿?)venden con una plusvalía que es de Precio de Venta 💰💰💰💰💰💰💰- Precio de… https://t.co/Sx4sI8H2S2
— Jesús Bengoechea (@JesusBengoechea) November 10, 2025
La afición está centrada en insultar a Vinícius. Y la parte del Frente Atlético en hacer cosas de nazis.
Lo de Marca, como decíamos, es lo habitual. El año pasado, cuando al Madrid le birlaron la liga en aquellas tres jornadas consecutivas infernales y el club denunció los hechos, publicó aquella portada del puzle con todos los equipos de la liga menos el de Florentino, que se quedaba fuera por el atrevimiento mostrado al denunciar la corrupción del sistema (que me quedo sin comer).
Con el caso Barça-Negreira no hace falta repetir el nulo foco puesto por Marca. Quien es amoral, es capaz de convertir a la víctima en victimario a cambio de una ayudita y no tener remordimiento alguno mientras luego se va de barbacoa o a jugar al pádel.
La portada de As es prima hermana de la de Marca. Asegura que «El acuerdo pretende “reforzar la solidez financiera y la competitividad deportiva” de la entidad». Maravilloso.
¡Que se apropiaron del club indebidamente y ahora lo están vendiendo a trozos por un pastizal! ¡Que sois periodistas y no veis nada raro en ello! ¿Os suena la ética profesional?
Sin embargo, para la prensa el que tiene deberes es Xabi Alonso. No vamos a negar que tiene trabajo por delante —un entrenador del Madrid siempre lo tiene—, pero llama la atención el silencio sobre el elefante en la habitación en contraste con la mención al técnico vasco.
Parte del madridismo tampoco ayuda mucho, prefiere hacerle el caldo gordo al antimadridismo, como expresaba ayer Jesús en Exigencia y mesura.
Os dejamos por aquí las portadas culés, por si no habéis tenido bastante con las publicadas en Madrid. El protagonista es uno que también desvalijó, de otro modo, las arcas de su club.
Pasad un buen día.
El domingo por la noche, tras el indigesto empate a cero del Madrid en Vallecas, el eximio tuitero Pablo Sobrado posteó uno de esos trinos suyos tan brillantes: sin palabras, ilustraba con dos fotos el efecto demoledor que tiene el banquillo del Madrid sobre una persona, en este caso su actual inquilino, Xabi Alonso, quien hace una semana, tras el 4-0 al Valencia, parecía haber dado con la tecla. En la primera foto Alonso luce moreno y sonriente. Es de sus primeros días como entrenador del Real Madrid. Estaba, y a todas luces se sentía, en la cima del mundo, top of the Rock. En la segunda foto, tomada en la sala de prensa del Estadio de Vallecas, Alonso, demacrado, enfrenta las preguntas de los periodistas con un evidente gesto de cansancio y, quizá, de desasosiego. Tiene, casi, una mirada de las mil millas y peor cara que Pedro Sánchez en una entrevista.
— Pablo Sobrado (@PabloSobrado7) November 9, 2025
El banquillo del Madrid es una auténtica trituradora de almas. Dijo una vez Valdano que un año en el Madrid son siete en la vida de los demás. Entrenar al Madrid es una profesión de altísimo riesgo. Implica un desgaste emocional y psíquico que siempre acaba somatizándose y reflejándose en el gesto. Hasta los más grandes y fuertes, hasta los caporales de la disciplina en el fútbol moderno, han terminado claudicando. El Vestuario del Madrid es una bestia con identidad propia, un ogro atemporal, un fantasma que habita en la caseta y que, con independencia de los jugadores y de la época, ejerce una influencia corrosiva en el ambiente. Heynckes pidió la baja a una semana de viajar a Ámsterdam y jugar la final de la Séptima, Capello quiso prejubilarse en diciembre de la liga de los milagros y Mourinho, que llegó al Madrid que parecía Don Draper, cuando se fue, vestía de Quechua…
En La sustancia, el personaje que interpreta Demi Moore vende su alma al diablo por ser más joven. Por supuesto, el cambalache tiene sus consecuencias. Cada entrenador que firma por el Madrid hace el mismo pacto con Lucifer y muy pocos, por no decir ninguno, salvo Zidane, son capaces de sobrevivir a un viaje semejante. Alonso, que en junio era joven, lozano, tenía ideas frescas, iniciativa y estaba envuelto en aires de revolución, parece ya un hombre exhausto al que la ciénaga ha atrapado.
Alonso, que en junio era joven, lozano, tenía ideas frescas, iniciativa y estaba envuelto en aires de revolución, parece ya un hombre exhausto al que la ciénaga ha atrapado
La causa fundamental de este estado de cosas es el engreimiento de los futbolistas. Da igual la época de la que se trate. Los Galácticos liquidaron incluso a Florentino, al primer Florentino Pérez, que es lo más parecido a Júpiter que vamos a ver nunca. Pero no es, como digo, una particularidad del florentinato. Viene de antes. Los jugadores del Madrid son, desde los años 90, como la guardia pretoriana del Bajo Imperio romano, que ponía y deponía césares que daba gusto y en función de cómo soplara el viento. Los jugadores saben que tienen el poder por más que el propio presidente Pérez proclamase en 2009 «haber aprendido». Así las cosas, el entrenador de turno debe aprender a lidiar con esto como tarea fundamental de su labor en el Madrid o, sencillamente, asumir que será despedido en unos pocos meses. Según la personalidad del míster, así duran más o menos. Los que más duran son los más inteligentes, emocionalmente hablando: Del Bosque, Ancelotti y Zidane tenían mano izquierda pero, sobre todo, autoridad moral y ascendiente sobre el equipo. Otros, como Camacho, Benítez o Lopetegui, tardaron en picar el billete lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio. Suele ocurrir que los que más fama de tacticistas y estudiosos tienen son los que, en realidad, más rápido se largan.
En Xabi se daban varias circunstancias a priori positivas. Es un exfutbolista de talla internacional, con títulos, palmarés y carisma como mediocentro regista que dicen los italianos. Venía avalado, además, por un gran éxito como entrenador, nada menos que romper la hegemonía infinita del Bayern en la liga alemana y en su primera experiencia profesional. Se supone que Alonso conoce el paño porque él ha formado parte de un vestuario especialmente complejo, el de la transición del difícil comienzo del segundo florentinato al triunfo de la Décima; caseta con la que no pudo Pellegrini, que había hecho menos que él, y que drenó la proteica energía de Mourinho hasta consumirlo.
Tampoco es para tanto: el lamentable empate a cero en casa del Rayo Vallecano es una calcomanía del mismo partido que hemos visto tantas y tantas veces antes, en todo tipo de momentos y bajo todo tipo de sistemas
Pero el Madrid es el Madrid en todo. La picadora de carne parece formar parte de su cultura contemporánea, un esquizofrénico carrusel que del albañal lo mismo sube hasta la final de la Copa de Europa. Hubo un emperador bizantino que todavía llevaba los hierros del patíbulo clavados al tobillo cuando se sentó en el trono, no se me ocurre una mejor definición gráfica de lo que es entrenar al Madrid. Tampoco es para tanto: el lamentable empate a cero en casa del Rayo Vallecano es una calcomanía del mismo partido que hemos visto tantas y tantas veces antes, en todo tipo de momentos y bajo todo tipo de sistemas. Al ganar al Barcelona el Madrid parecía estar encarrilado hacia el buen camino y resulta que hoy, ni un mes después, todo es ruido de sables. ¿Alguien puede aclararse en este manicomio? Hay quien dice que a Alonso le están haciendo la cama y, la verdad, ¿quién podría decir que no? Tampoco es posible afirmarlo. Hasta ahora, el equipo va líder y ha mostrado claros síntomas de mejoras acompañados de inmediatos retrocesos que inducen a pensar que la liga se ganará, con mayor o menor dificultad, pero que en Europa el equipo está en agraz, como se decía antes de la uva.
Pero por su cara, Alonso parece ya consciente de que al fichar por el Madrid, no vino sólo a entrenar a un equipo de fútbol. La exposición, en un club universal, es tan abrasadora que sólo los locos, los cenobitas y los iluminados están preparados para soportarla.
Getty Images
Entre el partido de Liverpool y el de Vallecas, sólo han pasado cuatro días, pero uno esperaba un cambio radical de los jugadores y a un Xabi que hubiera tomado nota de todo. El partido que han hecho en Vallecas los jugadores ha sido, si cabe, mucho peor que el que el del martes. Xabi ha estado peor todavía, y la sensación es de un equipo que se le va de las manos. Es preocupante. El Real Madrid ha hecho un partido nefasto.
A decir verdad, se han ido viendo cosas preocupantes desde septiembre, pero contra Barça y Valencia se apreció un juego más coral y preciso, más rápido, y dimos por hecho que se habían hecho los ajustes correspondientes. Por este motivo pensé que lo de Anfield se debía más a que no tenemos jugadores muy hechos en zonas claves, con poca experiencia e incluso miedo. Visto lo visto ayer en la Avenida de la Albufera, el problema es bastante más grave de lo que parecía.
El único jugador que ha estado a la altura de intensidad y actitud todo el partido ha sido Asencio, y quizás Güler que ha estado implicado. También Militao ,cuando ha salido, ha estado como es habitual en él. No puedo rescatar mucho más del resto del equipo.
Es cierto que no hubo problemas defensivos, pero a la hora de generar juego la cosa ha sido esperpéntica. Mirando como estaba plantado el equipo a la hora de sacar Courtois, había veces que no veías jugadores suficientes apoyando el saque, con Carreras demasiado arriba, Valverde desubicado, los dos centrales cerca del portero, y Güler que se acercaba a recibir. Era imposible sacar el balón jugado desde atrás, el equipo se veía muy partido en el campo, con las líneas muy separadas.
Se fallaban infinidad de pases, muchos de ellos muy fáciles. A veces ni se intentaban, y viendo la cara de los jugadores parecía que era por miedo a intentarlos. Camavinga ha perdido balones sin parar, y no ha tenido la actitud correcta en ningún momento. No se veía un mínimo de combinación en el medio campo, un juego enlazado y progresivo. Ceballos lo ha intentado cuando ha salido, pero creo que fallaban tantas piezas, y los cambios han sido tan malos, que no ha servido de mucho.
Kylian no se ha mostrado en ningún momento, no ha sido ninguna referencia. Vini empezó intentándolo pero ya está, de ahí no pasó. Brahim directamente no hizo nada, y es preocupante que a un jugador que no es habitual no se le vea el hambre.
Cuando fallan tantas cosas, y tantos jugadores, hay que mirar directamente al entrenador. Y lo más preocupante de Xabi es que la meritocracia, que parecía haber llegado al equipo en el Mundial de Clubes, parece haberse ido por el sumidero
En la presión la cosa ha sido peor porque, cuando iba a sacar Batalla, yo veía a Güler y Bellingham haciendo la presión que debían, y a Vini y a Mbappé como si con ellos no fuera la cosa. Si los de arriba no hacen bien la presión, por atrás van saltando fallos en cadena, porque muchos saltan a la presión y se adelantan, porque ven que el de arriba no lo hace. Al final el Rayo siempre tenía 1 ó 2 jugadores libres para sacar el balón desde abajo con bastante tranquilidad, y a medida que avanzaban había un autopista en ambas bandas. Y no sólo fallaba la presión: en el repliegue defensivo, Kylian y Vinicius parecía que ni estaban en el campo.
Cuando fallan tantas cosas, y tantos jugadores, hay que mirar directamente al entrenador. Y lo más preocupante de Xabi es que la meritocracia, que parecía haber llegado al equipo en el Mundial de Clubes, parece ahora haberse ido por el sumidero. El tener a todos implicados del principio se ha convertido en que juegan 12 ó 13 jugadores y el resto no cuentan, sin que esto tenga que ver con méritos.
A Rodrygo se le debería haber buscado una solución hace un año. Ceballos debería jugar de titular porque no hay fútbol. Valverde, que para mí es un jugador top y un referente, al que poco se le puede criticar, parece desligado del juego últimamente. Es completamente incomprensible que Mbappé no haya descansado nada, sobretodo teniendo a gente como Gonzalo y Endrick. ¿No puedes poner de titular hoy a Gonzalo? Mbappé parece estar fundido, porque lo juega todo, y si me dijeras que tenemos unos tuercebotas para sustituirlo lo podría entender, pero es que Gonzalo juega muy bien al fútbol: se asocia, presiona, está en el sitio indicado siempre, es buen cabeceador, fija la defensa rival y siempre tiene la actitud correcta. Endrick es un cohete: el los 9 minutos que hemos podido verle, se comía el césped, y tuvieron que pararlo en falta.
Además, tanto en Anfield como en Vallecas, sacas a Trent que tiene un guante en el pie para que remate… ¿quién? Si sacas a Trent en los minutos finales para buscar un gol, es obligatorio sacar a Gonzalo para ver si engancha alguna, como contra la Juve en el Mundial.
Da la sensación que el equipo se le está yendo de las manos al tolosorra y es demasiado pronto para ello. Si ves que Kylian está haciendo un partido tan malo, lo tienes que sentar, porque me da la sensación de que aquí el tema de castigar a los jugadores por no desempeñarse como deben sólo se ha hecho con Vinicius, y ahora ni eso.
Creo que es todo reconducible, porque al equipo lo veo bien plantado para defender, y lo único que hay que hacer es dar un puñetazo en la mesa y mostrar quién manda a los jugadores para que se impliquen. Y, si hay que sentar a alguien importante, se le sienta
Xabi empezó siendo ese entrenador y enseñando que no tenía problemas en sentar a cualquiera, y ahora parece todo lo contrario. Creo que es todo reconducible, porque al equipo lo veo bien plantado para defender, y lo único que hay que hacer es dar un puñetazo en la mesa y mostrar quién manda a los jugadores para que se impliquen. Y, si hay que sentar a alguien importante, se le sienta. Y si hay que venderlo, se le vende, pero hay que coger al equipo por la pechera para que no se te vaya. No sé donde está el problema, y espero que no sean órdenes de arriba dejando a los jugadores acomodarse a sus anchas.
Por último, no quiero dejar pasar por alto otra parte del juego importante: el arbitraje de esta Mugrienta Liga Negreira. En el minuto 22 le hacen un penalty a Jude Bellingham de libro que puedo entender que no vea el árbitro, pero que es imposible que el del VAR no lo vea. Si lo pitan y lo transformas, el partido puede cambiar muchísimo con un 1-0.
Además, he visto infinidad de ligas en las que el Barça no jugaba absolutamente a nada y ganaba partidos por un penalti inventado o una expulsión, y así han ido encadenando victorias que han incidido en el juego, ya que terminaba por aparecer llevado de esa buena dinámica arbitral, mientras al Madrid se le hundía con decisiones en contra.
El Barça tuvo un partido complicado en Vallecas esta temporada y, ante un piscinazo de Lamine, tuvo su penalti regalado. A nosotros, en este mimso campo, nos han hecho el penalti de Jude, que es muy claro, y luego otros dos posibles penalties a Kylian que son jugadas más grises, pero que ni tan siquiera se revisan. Y en el fútbol muchísimas veces se gana jugando mal, y no es de recibo que por reclamar las jugadas te digan “hoy no es el día”, “con lo mal que se ha jugado no te refugies en el arbitraje”, etc. Creo que estamos tan acostumbrados, es tan habitual, que muchos madridistas han sacado esto de la ecuación. Yo hablaré siempre, y creo que he demostrado a lo largo de todo el artículo que me ha preocupado el juego del Madrid y la dirección de Xabi. Eso no quita para señalar que nos han tangado el partido una vez más. Por cierto, Huijsen se ha llevado una tarjeta en una jugada en la que ni toca al jugador, porque el Rayo ha estado dando patadas y haciendo teatro todo el partido, y el árbitro ha picado.
Hemos jugado de pena, la actitud de los jugadores y la falta de mando de Xabi es muy preocupante. Y si nos arbitraran como es debido es bastante probable que nos hubiéramos llevado los 3 puntos. El año pasado jugamos de pena, y con arbitrajes serios la liga deberíamos haberla ganado nosotros. Una cosa no quita la otra.
Getty Images
Esto hay muchas maneras de mirarlo, eso lo primero. El Madrid llegó al Clásico con dos puntos de ventaja y se marcha al parón con tres. O sea, menos lobos.
Pero… Esto no acaba de funcionar.
Vamos a ver. Después de Liverpool afamados comentaristas y similares llegaron a la conclusión de que este Madrid no es aquel del 6/11: seis copas de Europa en once años. Han abierto con ello youtubes, chates, chatis, informativos, programas. Incluso de cocina.
Me van a permitir: eso lo dejé escrito aquí allá por agosto. Cuando empezó la temporada y se decían cosas como que con Xabi volvería la locura y tal. Acabaré cobrando a este personal, sí. Bueno, servidor y al menos media docena de gentes galérnicas que alertaron parecido.
Empieza una nueva era y, como Zamora, no se toma en una hora. Ni en cien. Es más que probable que está transición se extienda en el tiempo hasta llegar a un Madrid-Madrid. Este es más débil porque lo que no puede ser -que sea igual o superior a aquel- no puede ser. Y además es imposible. Lo dijo el Torero.
Muy pocos futbolistas se salvaron. En lo individual, digo. En lo colectivo, ninguno. Me gustó Asencio, al que felicito. Courtois no cuenta, claro. Tampoco se salvó el entrenador
Este Madrid es pura transición, y convengamos que en materia de resultados no le va mal. Pero de la misma manera que Serena, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento (la Sexta) no podían ser igual que Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y siempre Gento, las cinco primeras más o menos, esto no puede ser como lo último. Y Casemiro-Kroos-Modric no tienen nada que ver con cualquiera de los tercetos que el Madrid pueda alinear hoy en su sala de máquinas.
‘Quícir’: este no es un Madrid imbatible o casi como fue el último… despedido hace un año. Esto no es hacer churros. Con mil galones y uno muy especial: aquel ganó más títulos en Europa que aquí, machada que compartió en el tiempo con Cristiano y otras gentes. Más títulos por el mundo que en tu casa. Un caso único, como único fue el gran Negreira.
Entonces, si convenimos en que esto es nuevo y está haciéndose, lo primero, lo irrenunciable, es la obligación de estar en el partido más que el adversario: el que sea. Con los seis sentidos. Comértelo. Intentarlo hasta tus últimas fuerzas.
El asunto no acaba de resultar fiable, es cierto. No pido excelencias, sí lamentar partidos de este Madrid como el de Vallecas. Su falta más absoluta de jerarquía. Que tiene que ver con estar. Querer estar. Y el Madrid no quiso.
Y, claro, no pudo. Es difícil ganar sólo con la camiseta y más si no es la blanca como en esta ocasión. La blanca acojona. Las otras, no tanto. Si estás, la calidad sale. Si estás no desperdicias el millón de jugadas de ayer por un mal pase, una mala colocación, una peor decisión. Si no estás, al rival le basta con mostrar atención para empatarte por lo menos.
Esa carencia, ese ir y venir absurdo, es lo más tremendo y preocupante de este Madrid. Si sale en plan la mitad del día del Clásico gana y por dos de diferencia quizá. No lo hizo sabiendo todos, jugadores, técnicos, familiares, lo que es Vallecas y lo primero que necesita un visitante si quiere ganar.
Eso fue el Madrid en Vallecas. Un dolor. Mucha tristeza. Hay que volver a Mou: ¿pog qué? Me gustaría recibir una respuesta, una pista. (Nota sin más: hubo dos penaltis en el área rayista, sí. No se pitaron, no. Lo único normal en la tardecita madridista).
Getty Images